La voluntad testamentaria del varón se diferencia en forma evidente de la enunciada por una mujer.
La lectura de los testamentos de principios de la Villa de Gualeguaychú son documentos para poner atención cuando se estudia la forma de vivir y conocer cuáles eran los aspectos importantes a nuestros antepasados.
Del Libro I del Registro de la Propiedad Inmueble de Gualeguaychú, extraemos detalle de tres documentos:
17 de enero de 1823, Ramona de León, hija de José Agustín de León y María Bernarda López, manifiesta: 1º Confía su alma a Dios y pide ser sepultada en tierra. 2o Ser sepultada con humildad. 3o Pagar 2 reales para mandas forzosas. 4o Que fue casada con José Borrajo del que hubo a Petronila, Juan José, Gertrudis, Juan Bautista, María del Pilar, Isabel y Cirilo Modesto, sus hijos.
En el punto 5o se enumeran los bienes que dejará a su muerte, de ellos: Una estancia en el paraje llamado "El Sauce" en condominio con Andrés Doello; dos marcas (de ganado), una servible y otra rota. Una carretilla de caballo; baúl de cuero, reloj de plata, un negro llamado Juaquín; una casa de ladrillo cocido de azotea en el casco de la Villa (esquina, sala y dos cuartos con sus puertas interiores y exteriores; ventanas y cenefas de hierro; una cocina de palo a pique y un cuarto más de palo a pique embarrado; todo cercado de palo a pique de ñandubay comprendiendo 4 sitios una manzana entre las actuales San José, Rivadavia, Rosario y Colombo) (1). Luego enuncia lo que debe, por ejemplo 100 zapallos por valor de 2 pesos...
1825, sin día y mes, Feliciana Irene Bravo, de las Costas del Gená, denuncia en su Testamento, por bienes: Un Señor de metal; doce estampas de papel y un sombrero de felpa. Relevancia de los objetos religiosos y de la ropa, muy escasa en la época.
1824, Francisca Ruiz Díaz. Testamento rico en enumerar bienes muebles, ropas y utensilios, nos da pautas de interés en cuanto a la ropa usada: Pollera color colorado con manto de alepín negro, calzones, dos camisas, pollera color verde de zaraza, charretera, un pañuelo, un pañuelo overo, dos calzoncillos. Un baúl "donde se acomodan alhajas y vestidos, todo lo dejo a mi hija Petrona".
Una mesa grande, una jarra, una mesa grande con cajón y otra chica. Dos cajas grandes con cerradura sin llave, tres sillas viejas, dos platos de palo, una puerta, una batea de amasar, ollas grandes y chicas, una sábana, cuatro cucharas, seis tazas de enlozado, siete onzas de oro.
Aparecen también "una Virgen del Rosario con su Niño y un cuadro del Carmen".
Fechado en el año 1824, al margen se ha dibujado la marca de los animales.
La voluntad testamentaria dictada o escrita de puño y letra, en el caso de que fuera el testante un varón, se diferencia en forma evidente de la enunciada por una mujer.
Los hombres detallan, su establecimiento de estancia y/o propiedad en la Villa, hacen la lista de personas que le son deudoras, agregando, si es que lo recuerdan, el monto de la deuda, el objeto de haberla contraído. Así mismo, reconocen lo que deben y el por qué y si es posible agregan el monto. Salvo elementos del apero del caballo, algún criado, animales, etc., no encontramos enumeración de prendas de vestir, ropa de la casa o personal.
1826, Fernando Vela: "...a la viuda de Eusebio Galeano, estribos de plata y unas riendas y cabezadas (...) que se le vuelvan a su albacea (...) Pagar a Ambrosio Vera el mantenimiento de animales y que descuenten 12 $ que me debe ( ... )”
1827, Francisco de Nievas: “… José Aguilar me debe media pieza de Bretaña de Francia, ancha, a 12 $ la pieza y cueros de machos y hembras que le di a vender cuando fue a Buenos Aires (... ) Mateo García de Zúñiga me debe 39 vacunos y 24 onzas de oro según documento del 9/10/1820 (...) A Tomás el granadino le debo 8 $, Tomás Echazarreta tiene una yegua con mi marca (...)”
1828 o 1829, Francisco Rodríguez Pavón: "… Tengo entregado a Valentín Gómez 174 caballos y 4 bueyes (…)
1829, Bartolomé Gómez: "… el maestro Gerónimo Ferreira me debe 4 $ por el trabajo que tuve de ir a vender duraznos al Arroyo de la China (...)"
A la hora de testar considerándose "en edad avanzada" o "aquejados de grave enfermedad que Dios a querido mandarme" se muestran situaciones que hacen premiar a los que les han prodigado cuidados o desheredar al que "fugó del hogar hace el espacio de muchos años que no tendrá jamás que reclamar nada por su inobediencia a mí"... ( año 1829)
Se reconocen hijos naturales, se hace voluntad de perdonar deudas, otorgar libertad a esclavos, etc.
Puede enterarse también el curioso investigador, que Mariano Andrade, casado con Marta Burgos (padres de Olegario Víctor), era de profesión platero. Según testamento de 1835, Manuela Benedicta Nievas, viuda de Basilio Galeano, le encargó la factura de un mate de plata. Para ello, le había entregado onzas del mismo metal; pero esto no se pudo cumplir. Andrade, por disenso político, fugó de Gualeguaychú. El inventario hecho a la muerte del platero complementa este dato con el detalle de los elementos de su taller.
La lectura detenida de estos testamentos permite conocer características de la vida cotidiana en la Villa de San José de Gualeguaychú de fines del siglo XVIII y principios del XIX, época en la que los declarantes fueron protagonistas. De ellos emanan detalles vivenciales; elementos de inestimable valor para recrear nuestro pasado y testimoniar la idiosincrasia de sus actores.