La Plaza Colón

En el corazón del Puerto de la ciudad, donde el pasado se entrelaza con el presente, se encuentra la Plaza Colón (Hoy Plaza Almeida). Su historia, como las vetas de las piedras que la conforman, está llena de misterio y encanto.

Hace más de un siglo, en 1890, conmemorando el cuarto centenario del 12 de Octubre de 1492, esta plaza emergió de entre los ranchos que poblaban sus alrededores. Allí, junto a la ribera, comenzó su transformación. Los viejos muelles cedieron espacio, y la tierra se elevó, como si quisiera protegerse de las crecientes del río. La Plaza Colón, antes majestuosa y altiva, cedió un metro y medio de su esencia para dar paso a la modernidad.

Antes, para admirarla, debías mirarla desde abajo, como si fuera un pedestal para los sueños. Las casuarinas, testigos silenciosos de los años, se alzaron en su suelo, y la balaustrada, como un abrazo protector, se erigió en 1928 según nos cuenta Don Lote Heredia, quién nos relata cómo esas piedras, meticulosamente labradas, se ensamblaban con una línea de cemento Portland. Cada unión, un tributo a la habilidad de los pedreros labradores.

Dicen que costó tanto esfuerzo y dedicación que, en susurros, la llamaron “la Plaza de Oro”. Y así, bajo el sol y las sombras de los árboles, la Plaza Colón se convirtió en un rincón donde el tiempo se detiene, y la historia se funde con la brisa del presente.

La próxima vez que pases por allí, detente. Observa esas piedras, escucha su historia susurrada por el viento. 

La Plaza Colón, con su belleza eterna, espera a que descubras sus secretos y te sumerjas en su leyenda. 

La Plaza Colón en su nivel origen
Año 1933: Plaza Colón y empedrado
Año 1925: La Plaza Colón y el Puerto
Plaza Colón en el antiguo muelle construido en 1863
Año 1937: Plaza Colón con antiguo muelle construido en 1894
Año 1933: Calle San Lorenzo pavimentada en Hormigón. La Plaza Colón y la Aduana
Año 1978: El Arq. Raúl Medrano observando los daños en la balaustrada de la La Plaza Colón.
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