Diola Barell de Franchini

Por Norma R. Martínez de Martinetti

Nació en Gualeguaychú en  1919. Sus padres, Hortensia Altuna y Antonio Barell, la bautizaron Diolinda Tomasa. Ella prefería que la llamaran Diola y así fue conocida en la comunidad, donde sobresalió por sus dotes excepcionales, pese a una rescatada modestia. 

Su prédica permanente a favor de los libros, del arte, de la belleza y de los valores humanos fructificó en realizaciones que le reservaron un lugar de honor en la ciudad y en la provincia. En 2001 recibió la distinción Trayectoria de Vida, otorgada por el Concejo Deliberante, el Ateneo Gualeguaychú e instituciones intermedias. 

Egresó como maestra normal con una formación de alto registro que siguió cultivando toda la vida. Quiso estudiar Filosofía y Letras, pero su padre –como sucedía en muchas familias de la época– no aceptó que se alejara de la ciudad. En los primeros tiempos se dedicó a la docencia.

En 1941 entró en contacto con el Instituto Magnasco, donde estudió francés e italiano y fue discípula de piano del Maestro Hugo Dasso. Entonces conoció a Camila Nievas, de quien sería digna heredera.

Diola  contrajo matrimonio  con Héctor  Luis  Franchini  –oriundo de Gualeguaychú–, dedicado a las tareas agropecuarias en la zona, que llegó a ocupar el cargo de presidente de la Junta Nacional de Carnes. Tuvieron cinco hijos. El matrimonio vivió diez años en el campo, al cabo de  los cuales se trasladó a esta ciudad porque los niños estaban en edad escolar.

El nombre de Diola es inseparable del nombre del Instituto Magnasco. En 1961, ingresó en la Comisión Directiva de la Institución, invitada por María Teresa Salvarregui (Pitina), quien había sido su condiscípula años atrás. En ese momento  se desempeñaba  como presidenta María  Teresa Machado. 

Diola permanecería en la directiva hasta el fnal de sus días. A lo largo de 42 años, ocupó numerosos cargos: Presidenta, Vicepresidenta –en varios períodos–, Secretaria General, Secretaria de Cultura y Prensa, Vocal y Coordinadora de la Subcomisión Biblioteca. Estuvo en la presidencia en el período 1971-1972 y no terminó este mandato por razones de salud. 

Siempre puso gran pasión en todo lo que emprendía, pero en el centro de sus fervores colocó al Instituto Magnasco. Durante más de sesenta años fue testigo de la trayectoria de la entidad e investigadora de su pasado inmediato. Con motivo del centenario de esta casa, escribió innumerables notas publicadas  todas  las  semanas en el diario  local El Argentino, que  fueron posteriormente reunidas en el libro Instituto Magnasco: 100 años de historia (Buenos Aires, CM Editores, 2006).

Esta obra, que  constituye un  tributo a  la autora y muestra el  cariño y  la admiración que ella sentía por el Magnasco, se ofrece, a la vez, como invalorable material de consulta para ubicar acontecimientos y conocer personalidades de gran riqueza espiritual,  ligados a  la  institución fundada por Camila Nievas y Luisa Bugnone.

Escribir constituyó uno de los grandes placeres de Diola; es más, soñaba con ser escritora. Las  circunstancias  la  convirtieron en  relatora del pasado de Gualeguaychú de la segunda mitad del siglo XX y en cronista del panorama cultural de su tiempo. Sin embargo, solo tiene dos obras publicadas: el libro mencionado y un trabajo bibliográfco sobre Patricio Gannon, incluido en la enciclopedia de Entre Ríos. El resto de sus escritos salieron a la luz en los diarios  locales; muchos  fueron  leídos  en  conferencias, presentaciones de libros y actos académicos; muchos, también, se conservan en el archivo del Instituto Magnasco. Se trata, fundamentalmente, de evocaciones, semblanzas, testimonios y comentarios de sello local.

Mujer inteligente, de espíritu sensible y cultivado, se preocupó por despertar en los niños el placer de la lectura. En 1984 tuvo la iniciativa de organizar  la Semana del Libro para Niños. Desde entonces,  la experiencia se ha repetido en varias localidades de la provincia. En Gualeguaychú se realiza ininterrumpidamente desde hace 25 años y en la actualidad lleva el nombre de su hacedora. 

En 1991, cuando las bibliotecas populares de la provincia resolvieron constituir una federación, Diola organizó la nueva entidad (Federación de Bibliotecas Populares de Entre Ríos); fue su primera presidenta y ejerció importantes cargos en  la Junta Ejecutiva. Además, redactó un anteproyecto de Ley de Protección de Bibliotecas Populares de Entre Ríos,  luego aprobada por  la Cámara de Diputados y conocida familiarmente como “la Ley Diola”.

Mientras  tuvo  salud,  asistió  a  todos  los  acontecimientos  culturales  –para alentar  las manifestaciones del arte– y a  todos  los actos patrióticos –síntoma de su profundo sentir republicano–. Y hasta su muerte, acaecida en Gualeguaychú, el 31 de julio de 2003, mantuvo el interés por los valores del espíritu y por la realidad del entorno y se mostró siempre atenta a la obra de los demás, como lo había hecho durante toda su vida. 

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