Calle Bernardo L. Peyret

Bernardo Luis Peyret: (1872-1942) Intendente de Gualeguaychú en los períodos (1928-1931) y (1934-1935). Inauguró el Puente "Méndez Casariego" del río Gualeguaychú.


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Bernardo Luis Peyret nació el 10 de marzo de 1872, en Paraná, Entre Ríos, Argentina como hijo de Bernardino Peyret y Teodora Suviria

Se casó con Eduarda Ermina Gomensoro Camino el 24 de mayo de 1902, en Gualeguay, Entre Ríos, Argentina. 

Fueron padres de 5 hijas: Emina Justa Victoria; Blanca Dora; Lidia Angelica; María Angélica y María Cornelia Teodora Peyret Gomesoro.

En 1900, a la edad de 28 años, su ocupación registrada era profesor en Gualeguay, Entre Ríos, Argentina. 

Murió en 1942, en Gualeguaychú, Gualeguaychú, Entre Ríos, Argentina, a la edad de 70 años. 

Bernardo Luis Peyret
Bernardo Peyret

Cartografía de Proyecto Mapear

Bernardo Luis Peyret, quien ejerciera en Gualeguaychú extraordinaria acción de gobierno como Intendente (1928-1931 y 1934-1935) y desarrollo docente como Director de la Escuela Normal Olegario V Andrade. El profesor Peyret, que fue eje realizador del Parque Saturnino E Unzué en los terrenos donados por los hermanos Unzué en memoria de su progenitor.

Por otro lado, su nieta María José Rosado Peyret, contó: “Mi abuelo donó todo su sueldo, jamás lo cobró y le pagaba a los obreros con diferentes materiales que luego ellos vendían”.

Las damas de honor donaban muchísima plata, yo tenía un folleto donde decía cuánto se había gastado en el desarrollo del Parque Unzué. Esas mujeres donaron 5 estatuas traídas de Francia, hoy solo queda una. Algunos árboles que se plantaron en ese momento también fueron traídos de Francia

Por otra parte, este intendente fue el responsable de la apertura del Boulevard Daneri y  De León, entre otras obras. Desgraciadamente la gente, a lo largo de tantos años no se ha comunicado mucho sobre su historia. Lo único que se hizo en el ´92, al cumplirse sus 50 años de fallecimiento se hizo en el Concejo Deliberante un reconocimiento.

El 12 de Diciembre de 1926 tiene lugar la colocación de la piedra recordatoria de la obras civiles del Frigorífico Gualeguaychú. Las fundaciones (cimientos) han quedado listas hace algunas semanas.La estructura de lo que será la graserºía se levanta ya a la altura del tercer piso. La construcción es de acero y cemento armado.

Lo que va a colocarse no es la piedra fundamental de la fábrica sino, así lo dicen las invitaciones cursadas por el Directorio de la Sociedad, una piedra recordatoria de las obras.

El día 10 de Diciembre llega a Gualeguaychú el Gobernador de la Pcia. de Entre Ríos, Dr. Eduardo Laurencena. En la estación del Ferrocarril esperaron las autoridades, Comisión Organizadora de Festejos y numeroso público.

El día 11 se sirve en el Hotel Comercio un almuerzo del que participan más de cien comensales, y es ofrecido por el Sr. Bernardo L. Peyret y amenizado por la orquesta del Profesor Peregrino Herrero. También se les ofrece el día 11 a las 16 un paseo fluvial en el vapor "Luna" cedido por la Cía. Mihanovich y en el que participan doscientos invitados.

Recordando a Bernardo L. Peyret

Era maestro. Yo no sé si para su alma hay mayor elogio, diciendo así, sin incurrir en inútiles hipérboles. 

Yo no sé si para su espíritu, hay mejor palabra, diciendo así, sin perder la medida de la verdad. Maestro, sencillamente. No de oficio, no de profesión

De alma, de vocación, de fe. Un maestro a la manera de aquéllos de la generación más ilustrada, más animosa del país; que sintió con fervor y practicó con renovado afán, su acción fecunda, sin alternativas, sin fatigas, sin desmayos, sin alardes; que ilustraron y tute'aron al alumnado, con paternal afecto. Un maestro estudioso, consciente, digno, esforzado...

Preparó, pulió y alistó sus armas en el mismo taller de estudio disciplinado y fervoroso de Herrera, Mercante, Bavio, Victoria, Carbó, Nelson, Pizzurno, Villalba, Ferreyra y tantos otros enamorados del deseo de hacer prosperar el país, por medio de la cultura.

Quiso siempre lo que la dignidad del hombre quiere: una fuerza más noble, una ley más alta: fuerza y ley del espíritu. Por eso, aunque hubo intensidad y hubo diversidad en su labor, supo mantenerse siempre fiel a la vocación, que era en él, imperativo categórico.

Junto con ese otro maestro desaparecido -Alfredo C. Villalba- de imborrable recuerdo, Peyret representó - una época de nuestra Escuela Normal, que no puede olvidarse: la escuela en "pequeño", cordial, íntima, cálida, una escuela muy reducida, pero con mucha cabeza y con gran corazón, donde el contacto del alumno y del profesor era tan directo y eficaz, que dejaba huellas imperecederas. Una escuela limitada en extensión material, pero tan "cualitativa" y de tanta ternura...!

Una escuela buena, como un buen hogar, palanca y consuelo de la humanidad...! Una escuela con unidad moral, de hilos indestructibles, de eslabones firmes, donde había comunión, más que comunicación para asegurar el vínculo perdurable.

Fué mi maestro, fué mi compañero breve tiempo, fué mi amigo siempre. Siguió los pasos, en hondo y embellecido surco, de aquel ya citado Alfredo C. Villalba mejorando y defendiendo siempre, todo lo que es digno de ser mejorado y defendido.

No fué nunca un dogmático expositor de lecciones. Sentía la tarea, la realizaba y la contemplaba con honda simpatía, definidora de un espíritu sincero y leal de, maestro. Comunicaba entusiasmo, infundín a sus alum nos el amor al trabajo y el interés por las clases.

Y tenía forma amena, palabra cálida, consejo oportuno, dirección clara.

Laborioso de gran meticulosidad, aficionado al detalle ajustado, alcanzó siempre disciplina consciente, no vasallaje ni indiferencia. ¡No! no había peligro de que con él, la muchachada cayera en el descreimiento o en la abulia.

Lo recuerdo más que nada en la clase de Historia Argentina. Fogosa la palabra, vivo y animado el gesto, clara y vibrante la exposición.

No confundió enseñanza con educación. Sabía bien el significado de aquélla, pero sentía los valores y esencias de ésta. Y por eso sirvió con eficacia, al postulado que no puede olvidarse: "el papel de la inteligencia no es de extirpar el sentimiento, sino mejorarlo".

Le dominó siempre un vivo sentimiento de ciudadano. Muy patriota, no fué de los que improvisan la emoción de patria. Puso el corazón y la cabeza para servirla. Respetó la tradición que vincula al suelo y a las instituciones, pero siguió adelante sin desmentir la persona lidad ni la casta captando hasta los menores cambios de la época en su marcha evolutiva.

Yo creo saber bien de qué lado estarían sus sentimientos en esta encrucijada trágica en que se encuentra la condición más cara al hombre: la libertad

Su tarea intelectual no fué excluyente de otros afanes y actividades que demostraba en su deseo de ampliar las proyecciones de su labor.

Retirado desde hacía años de la docencia se había jubilado como Director y Profesor de ciencias y Letras de nuestra Escuela Normal; no permaneció inactivo. 

Bernardo L. Peyret, no hubiera podido ser, con su temperamento dinámico, aunado a un corazón generoso, un jubilado de la acción fecunda.

Desempeñó cargos fuera de la enseñanza: Concejal de la Municipalidad de Paraná y Vice Presidente del Honorable Concejo Deliberante. Fué Presidente de la Municipalidad de nuestra ciudad.

Era un gran trabajador; su paso en la Intendencia se señaló por buenas realizaciones. Ahí están la Asistencia Pública, la Escuela Técnica Municipal, la formación inicial del Parque Unzué y otras actividades progresistas que acrecen con firmes merecimientos este otro aspecto de su labor.

Tuvo adversarios ¿quién lucha en la vida sin tenerlos? y sufrió incomprensiones ¿quién las evita cuando no elige la senda blanda

En poco tiempo vinculóse a la vida y obra de nuestra Universidad Popular y a él se le debieron importantes resoluciones de índole cultural.

Allí ayudó, allí alentó, allí aplaudió siempre y como alcanzó la última etapa con claridad y ductilidad mental, allí trabajó pocos días antes de su muerte.

Es autor también de publicaciones didácticas, de artículos diversos, de legislación, de poesías patrióticas. 

En fin, que todo acredita en Bernardo L. Peyret, cuyo primer aniversario del fallecimiento se cumple hoy, valores dignos de un maestro bien situado y de un ciudadano igualmente bien inspirado.

El Tiempo, que sabe dar precio verdadero a las cosas, dejando a un lado hechos triviales o rasgos intrascendentes; el Tiempo, que desecha lo accesorio y lo aparente y nos presenta con nitidez lo verdadero y lo fundamental; el Tiempo, que no sabe de trucos ni de fraudes, que recoge lo sustancial e íntimo del reducto de cada conciencia, tiene que dar a Peyret el lugar que le corresponde. 

La hora de reencuentros y de comprobaciones, ha dejado un saldo rico, limpio y generoso, real y objetivo. Para él, pudiéramos repetir aquellas hermosas palabras expresadas, recordando otra noble existencia: "Con su vocación venció a la vida; con su destino cumplido venció a la muerte"


Ana Etchegoyen

Publicado en el Diario "El Argentino" el 25 de Marzo de 1943

Fuentes: Honorable Concejo Deliberante. Diario "El Argentino" - Familiares de Peyret