En la sosegada quietud del Gualeguaychú de principios del siglo XIX (año 1801) había venido al mundo Camila Aguilar de Lamas, La Mama Camila.

Muy joven se casó con Miguel Lamas quien fue Sargento en el Regimiento de Granaderos a Caballo.

La casa de los Lamas se conservó hasta 1948/1949, casi como la habitaron sus primitivos dueños en Urquiza y 9 de Julio, esquina N. E.

Camila, ya muchacha, demostró una singular personalidad con rasgos que se acentuaron en el pasar del tiempo y que configuraron esa modalidad encantadora, de comunicativa alegría que la proyectaba como una mujer que hacía honor a su estirpe criolla.

Otra Camila (Camila Nievas de Capdevila), rescató un rico anecdotario de la Mama Camila que la muestra: valerosa, fuerte en la adversidad de la vida, chispeante, socarrona; lo que hoy nos da posibilidad de perfilar su silueta a pesar del tiempo y la distancia transcurridos:

>> ANÉCDOTA 1: EL ORÉGANO EN TODO.

Don Miguel Lamas era muy afecto a la planta de ese rico condimento. Tenía la costumbre de decir: "el orégano, a todo". Un día Camila le adicionó unos cogollos de orégano al mate amargo y lo sirvió a su esposo. Al probarlo éste preguntó qué le habían puesto al mate que no se podía tomar de tan feo. La Mama contestó: "Orégano, pues". Desde entonces Lamas, modificando su dicho lo completaba: "El orégano en todo… menos en el cimarrón".

>> ANÉCDOTA 2: UN MATRERO DE SAUCE CHICO.

El establecimiento ganadero fundado por Lamas en Sauce Chico (Departamento Gchú) supo de la guapeza de Camila. Una noche que Don Miguel se hallaba ausente, Camila escuchó que pretendían violentar la puerta. Con la rapidez y sagacidad acostumbrada, se apoderó de un hacha y se puso en guardia. No tardó en ver una mano que se metía por una hendija e intentaba levantar la tranca. Con habilidad y golpe certero cortó los dedos de aquella mano de un hachazo.

>> ANÉCDOTA 3: LA BANDA DEL NEGRO DOROTEO.

El negro Doroteo se había criado en los campos de los Peñalva, Borrajo y Doello (zona de Arroyo El Sauce, Gchú). Conocía bien ese lugar que asolaba con su banda de forajidos. Una noche, el negro salteador se aparece en la estancia de los Lamas con algunos de los suyos. Don Miguel era el único hombre que se encontraba allí pero no vaciló en salir al patio llevando una escopeta en su mano. Preguntando qué buscaban, uno de los salteadores le pidió fuego. Lamas llamó a una esclava para que alcanzara un tizón, que hizo llama cuando el negro Doroteo lo acercó a la boca, permitiendo que fuera identificado. Mientras tanto, Camila, vestida de hombre se había acercado al marido, armada de una lanza, dispuesta a defenderlo bravamente. Asimismo calzó a uno de sus hijos menores, que la seguía, una galera del padre para que aparentara mayor estatura, proveyéndolo de un sable con la consigna de actuar si su padre fuera atacado por los bandidos. Estos optaron por retirarse quedando Lamas convencido de que los recursos y la valentía de su mujer lo habían salvado.

>> ANÉCDOTA 4: LOS ALAMBRADOS NO EXISTÍAN.

En una de las tantas oportunidades en que Don Miguel debía viajar a la Villa de Gualeguaychú, la Mama Camila quedó en la estancia. En cuanto su marido se pierde de vista, ella hace ensillar rápidamente su caballo y, cortando campo, cosa fácil entonces porque no existían los alambrados, le gana la delantera. Llegando Lamas a su casa de la Villa, no faltó quien preguntara por Doña Camila. Allá quedó, cuidando la estancia -respondió, pasando a otra habitación. Allí, como en un cuento de hadas, radiante, con la placidez de una chica traviesa, se le aparece su esposa dejando a Don Miguel perplejo.

>> ANÉCDOTA 5: LOS DINEROS DEL ALCALDE.

El Alcalde Mayor de la Villa San José de Gualeguaychú, Don José María Lacunza, era casado con Teresa Aguilar, hermana de la Mama Camila. Lacunza y familia vivían en Rosario y Urquiza, en casa contigua a la de los Lamas. Enterada Camila de que el Alcalde había recibido cierta suma de dinero, se vistió con uniforme militar, desfiguró su rostro y se presentó de improviso en el escritorio de su cuñado. Y, afirmándole la punta de la espada en su pecho le dijo: "La bolsa o la vida". Lacunza quedó perplejo ante tan extraña presencia. Sólo la comicidad de Camila volvió el alma al cuerpo de Don José María.

(Bibliografía: Año 1933. Instituto Magnasco, Gchú. Entre Ríos.)

En el viejo Gualeguaychú, cuando el machismo pisaba muy fuerte y las enaguas almidonadas eran como el asomo de los dioses, "mi china querida" chancleteaba afanosa acarreando el mate amargo desde la cocina (fogón) hasta donde se le cantaba instalarse o detenerse "el viejo". Horas en la mañana, horas en la tarde, ínterin, espumando el puchero, barriendo, baldeando, arreglando las piezas, planchando a carbón y, tras el último mate en la tardecita, comenzando a preparar la cena. ¿O no?

Antaño, los porongos históricamente más grandes reinaban con el espumante "caa-mate" muy bien cebado, en el despacho del comisario, la trastienda del boticario, la mesita auxiliar del sastre, la ventanita del capo del saladero. ¡Cuánta yerba mate bien consumida! ¡Cuánta tradición!

 AHORA, EL MATE AL PASO

En una nota reciente de "Clarín" nos enteramos que las tres empresas que dominan el 70 % del mercado yerbatero "están empeñadas en modificar los hábitos de consumo". Esas empresas son: Las Marías, de Navajas Artaza (Unión y Taragüi), Molinos Río de la Plata, de Bunge y Born (Nobleza Gaucha) y Mate Larangeiras Mendes , de Diego Videla (Cruz de Malta).

Las Marías, donde se destaca la capacidad empresaria de una joven gualeguaychuense, la doctora Laura Fitzsimons de Navajas Artaza, apunta diríamos, revolucionariamente, a "tratar de cambiar cómo se toma mate, un hábito que nació con el país". Y entonces concreta la nota aquella: "… lanzan el mate listo para tomar. Un pote de plástico cargado con yerba Taragüí, hará las veces de mate. Una bombilla plástica y sobre todo azúcar complementarán la propuesta: "LISTO Y LIMPIO PARA TOMAR EN CUALQUIER LUGAR", lo promocionan. Al set podrá agregársele, en forma opcional, un termo de telgopor capaz de mantener el agua caliente durante 45 minutos.

Unos y otros aspiran, en definitiva, a que los argentinos sigan los pasos de los uruguayos, que con el termo bajo el brazo toman mate en todas partes, todos los días, todas las horas.