Cuaderno Nº 60

Índice Temático


GUALEGUAYCHÚ, Domingo 19 de Marzo de 1995 CVADERNOS DE GUALEGUAYCHÚ Nº 60
ENTONCES, EN GUALEGUAYCHÚ NO HABÍA SUPERMERCADOS - De Mendaro a Caviglione- Hay más nombres- Otros tiempos- Algunas curiosidadesEL DR. BUSANICHE Y EL INSTITUTO MAGNASCO EN ALTA CIRCUNSTANCIASUPERSTICIONES (Conde de Gená)SONETO DE LAS ROSAS DE BENGALA (Pablo J Daneri)
LOS HABITANTES DE LA MANSIÓN IV (Edición Impresa)- Entre Letras y Pinturas (Carlos María Castiglione)- Platería, un culto universal – La espuela- (Aurelio Gómez Hernández)

ENTONCES, EN GUALEGUAYCHÚ NO HABÍA SUPERMERCADOS 

Fabián Magnotta 

Repasar los nombres de los principales almacenes que funcionaban en Gualeguaychú en las primeras décadas del siglo XX, depara ciertas sorpresas. Ello ocurre no solo porque encontramos apellidos ya tradicionales, sino porque cada oferta, cada mercadería, cada detalle sirve para tener un panorama de aquella ciudad.

De allí que el objetivo de este artículo de CVADERNOS, más allá de que resulte imposible nombrar a todos, sea el de rescatar la riqueza casi secreta y silenciosa de aquellos años, de aquellos hombres, de aquellos almacenes. 

Es probable que a los más jóvenes les cueste creerlo, pero los supermercados no estuvieron siempre: en el siglo XX y por varias décadas, el monopolio fue de las despensas de barrio. Esos almacenes competían con precios y calidad, con servicios como reparto a domicilio o lugar para estacionar carros y caballos.

Se dice que el almacén cumplió, por su naturaleza, una función social. Ello puede comprobarse en el Gualeguaychú de 1910, 1920, o 1940: en zonas donde no había ferreterías, el almacenero incorporaba clavos y tornillos; en barrios donde no existían lugares de distracción, la despensa con cancha de bochas presentaba un atractivo casi sin competencia; mientras tanto la libreta comenzaba a convertirse en el antecedente más sólido de la tarjeta de crédito. 

Pero, ¿Dónde estaban esos almacenes? ¿En qué mostradores se edificó a diario la vida de esta ciudad? ¿Con cuántos “Buenos días, patrona!” se levantaron hora a hora, mañana por mañana, los cimientos del Gualeguaychú silencioso, ese que no tuvo ni tiene la ostentación de las grandes obras sino la maravilla de las cosas simples? 

Basta conocer algunos nombres y lugares que nos acercan varios memoriosos para ingresar al terreno de la curiosidad.

DE MENDARO A CAVIGLIONE 

Puede contarse que donde hoy se levanta la Capilla de Nuestra Señora de Fátima (Alem y 3 de Caballería) funcionaba el almacén de Girardelli, y que en la esquina de Gervasio Méndez y Alem se encontraba el de Mendaro, que realizaba ventas mayoristas y minoristas. En los tiempos de esplendor del puerto, la mercadería arribaba en barcos, los vinos en barril, la yerba en barricas.

¿No ha probado Ud. la yerba Guanaco de la nueva cosecha? Pídala a su proveedor hoy mismo, pero no admita que sea otra marca.

Esto decía a modo de promoción en EL ARGENTINO, en mayo de 1924 el único agente, Nicolás Mendaro. De paso informaba que acababa de recibir seiscientos bultos. En 1920 habían cesado sus ventas al detalle. A pocas cuadras de distancia, en del Valle y Caseros atendía Juan Razzeto. En Doello Jurado y Suipacha (actual J.D Perón) funcionaba Serra Hnos y en Doello Jurado esquina Montevideo, estaba Benjamín Vega, con el atractivo especial de contar con una cancha de bochas. Casi nada

En la zona ribereña, donde luego radicó la tradicional Heladería Bahillo, trabajaba el almacén de Amador Leissa. En la misma época, el Primero de Mayo de Pedro Zoilo abría su puerta cada mañana en Urquiza y San Lorenzo, esquina a la que había llegado el primer día de noviembre de 1912 anunciando que estaba dispuesto a atender “cualquier pedido que se haga”. Mientras tanto, Felipe Bozzano construía un emporio comercial en 25 de Mayo y Caseros; y sobre la calle principal, donde hoy los jóvenes se divierten con bailantas, tenía el depósito. Si bien confiaba en sus empleados Antonio Batto, Cis, Costa, Del Valle y Fernández entre otros, dicen que don Felipe supervisaba todo con obsesión. 

 Los Hermanos Passalacqua, se ubicaban en Luis N Palma, a una cuadra del río; al mismo tiempo lo hacía Víctor E Iriarte en Bolívar y Mitre, con su Almacén Americano; atendía no solo al pujante barrio sino que también abastecía a las colonias Selmira y Centella.

En el corazón del barrio norte, no pocas alacenas eran surtidas por Félix Cattáneo. Allí, en San Juan y Santiago Díaz se trazaría en largas charlas de vecinos el destino del Club Independiente. En Rioja y Santiago Díaz, estaba la despensa de Felipe Vespa. 

En la esquina de Bolívar y Maipú ángulo suroeste, se ubicaba Casa Vallejo y a pocas cuadras de allí, en 25 de Mayo y Ayacucho, Frávega Hermanos vendía desde tornillos hasta alpargatas. 

Hacia el oeste, en Rocamora y Luis N Palma, despachaba Bernardo Blanco y a una cuadra del Hospital en 25 de Mayo y Avellaneda, donde hoy se encuentra la Farmacia Del Pueblo, se hallaba Denegri Hermanos, uno de los comercios con larga trayectoria en Gualeguaychú.

En Del Valle y Aguado, Court Hermanos ofrecía Ramos Generales compitiendo en la zona con Diego Merino, cuya puerta se encontraba haciendo cruz. 

En cercanías de Plaza Urquiza, en Colombo y Magnasco, Hipólito Venturino no solo vendía mercaderías sino que también imaginaba atractivos para los clientes. Por ejemplo, se recuerda el sorteo de comestibles y hasta de una pelota de fútbol que según descubrieron después unos traviesos muchachos, figuraba como posible premio pero no entraba en el sorteo…

Los chacareros, artífices de aquel Gualeguaychú llegaban en sus carros desde la zona de chacras hasta el almacén de Pedro H González, en Primera Junta casi Boulevard Montana. 

Como un antecedente sólido de Supermercado El Picaflor, durante muchos años funcionó en la esquina de Urquiza y Rosario una potencia comercial llamada Almacenes Caviglione Hnos, que logró permanecer más que en la anécdota, en la historia comercial de la ciudad. José, Bartolomé y Alberto conducían el próspero y hermoso establecimiento. Un hermano, Blindo J Caviglione abrió el almacén La buena medida en Irigoyen e Ituzaingó.

Almacén de Rossi Hnos. en calle Andrade y Pellegrini
Casa Estrampes atendía en Bolívar y Borques

 HAY MÁS NOMBRES

Y esto no es todo. Aún con el riesgo de olvidar nombres que enriquecieron la vida comercial y el susurro vecinal cotidiano de la ciudad antes de la mitad del siglo, es imposible obviar al gallego Bernardo Soneyra, que tenía su enorme almacén en la céntrica esquina de 25 de Mayo y Rocamora, lugar que ocupó más tarde el Bazar Alemán. Ese hombre simpático y emprendedor, que había nacido en La Coruña, lograría con su trabajo una vida de buen nivel para la época.

Tampoco sería justo dejar en el olvido a Augusto Estrampes, que atendía en Bolívar y Villaguay (actual Borques), primero junto a José Laplacette y luego sin su socio. Don Augusto no se conformaba solo con la venta de mercaderías; fue un activo dirigente del Centro Comercial.

También es propicio mencionar el almacén y fábrica de soda de Campbell en del Valle y 3 de Febrero; el de Baffico en la actual sede del club Independiente; más acá en el tiempo, el Mercado Nazar en San Martín y Ayacucho;


La despensa

Almacén, Ferretería y Lozas

de

Fuentes, Bruzzoni y Cía

(…) en su local de calle Colón entre Urquiza y Luis N Palma, contiguo al Bar, Café y Rotisería Royal, con un surtido completo de mercaderías generales.

Nuestros precios no admiten competencia.

NUESTROS PESOS SON EXACTOS

 ¿Y la despensa de José Antonio Paredes, que en los años cuarenta ofrecía en la esquina de Alem y San Martín desde papas y carbón hasta la posibilidad de jugar al billar? ¿Y el Almacén, Mercadito del Plata y Semillería de Blanco Hermanos, en Alem y Diamante, que vendía y compraba aves, huevos y legumbres en general? ¿Y el gran almacén La Confianza, de Israel Lerner, que inclusive vendía cristales? ¿Y los hermanos Juan, Pedro, Francisco y Federico Rossi que transformaron la esquina de Pellegrini y Andrade en un ejemplo de cortesía? “Pácheme, don Juan!”?

OTROS TIEMPOS

Sin dudas que han cambiado los tiempos. Basta comprobar que clubes, negocios de electrodomésticos, farmacias y hasta una capilla se instalaron donde en las primeras décadas del siglo funcionaban almacenes. Por ahí llama la atención comprobar que había despensas con cancha de bochas, pero quizá una de las principales conclusiones del repaso es que en una cantidad importante está adosada la palabra Hermanos. ¿Qué significa eso? Sencillamente, que cada despensa era una empresa, un emprendimiento de familia. Y al ver también apellidos tradicionales de Gualeguaychú, se verifica que no fueron pocos los almaceneros que con su diaria rutina lograron dar a sus hijos un mañana. 

Ellos, los almaceneros, eran reconocidos en un Gualeguaychú que no tenía semáforos, ni supermercados, ni videoclubs y caminaba con un ritmo cansino, en todo caso sereno. 

Casa Frávega en 25 de Mayo esquina Ayacucho
Reparto a domicilio de Casa Frávega 

ALGUNAS CURIOSIDADES

Lógicamente, cuando nos detenemos a analizar la realidad de los almacenes que funcionaban en la ciudad en las primeras décadas del siglo XX, surgen algunas curiosidades.

Llame Vd. Al Teléfono 984 y tendrá al momento en su casa la mercadería que desee. PRECIOS MODICOS

EL LICOR HECHO EN CASA 

-De un recetario de 1900-

Una libretita con recetas escritas a mano, nos dice cómo preparaban los licores que brindaban a las visitas. En cada casa, las licoreras guardaban…

Se hacía con:

1 litro de alcohol fino 

¼ kilo de café recién molido que se echa en el alcohol y se deja reposando 5 días o más hasta que el café queda blanco. Se pone junto una chaucha de vainilla.

Aparte se hace un almíbar con 1 litro de agua y 1 kilo de azúcar. 

Ya frío, se mezcla todo y se filtra. 

JOSÉ C. BUSANICHE Y EL INSTITUTO MAGNASCO EN ALTA CIRCUNSTANCIA

El 24 de octubre de 1972, en oportunidad de su ingreso como Miembro Correspondiente de la Academia Nacional de la Historia, en solemne ceremonia académica presidida por el Dr. Ricardo R Caillet-Bois, disertó el Dr. José Carmelo Busaniche sobre “La erección de la ciudad de Santa Fe en provincia”.

Resulta significativo recrear este pasaje de aquella disertación: 

“ (…) Simultáneamente con la elección de Candiotti como primer gobernador de Santa Fe, eligió el pueblo a diez personas que compondrían una Junta Representativa, que terminaría defeccionando de la causa federal y que sería el primer ensayo de Poder Legislativo en una provincia argentina. En el Instituto Osvaldo Magnasco de Gualeguaychú, tuve la fortuna de hallar la copia de una resolución que sancionó el 17 de mayo de 1815, a pedido del pueblo de Rosario don Tiburcio Benegas y que documenta la forma en que Santa Fe emprendía su organización institucional (…)” 

José Carmelo Busaniche (Foto: Archivo El Litoral)

En una ocasión, cuando se le preguntó por qué no se ocupaba de obras de mayor calibre, Busaniche respondió:

“Admiro el vuelo majestuoso de las águilas, pero leal a mi conducta provinciana, prefiero el vuelo a ras de tierra, apegado a la tierra y gozo de mi destino de perdiz…”

Estas observaciones fueron recordadas por nuestra María de las Mercedes Chaparro – Andrea Sameghini- en su disertación sobre Casas y Caserones en el Instituto Magnasco. Era amiga del santafesino y mantuvo interesante correspondencia con el historiador.

José C Busaniche visitó Gualeguaychú y el Instituto Osvaldo Magnasco en sus viajes de investigación. 

SUPERSTICIONES 

Las supersticiones relativas a animales fueron recopiladas por Cármelo Romero – el Conde de Gená- en el siglo XIX y en la Encuesta de Folklore de 1921 a cargo de maestras de Escuelas Láinez.

EL GATO. Si el gato se lava la cara, se esperan visitas.

La llegada de un gato negro a la casa, felicidad.

Si se cruza un gato negro en nuestro camino, desgracia.

LA LECHUZA. El grito de la lechuza anuncia que alguien va a morir.

La lechuza en un animal de “mal agüero”, trae desgracia a la casa donde lanzó su chillido.

Si visita una casa trae enfermedad y se cree que haciendo en el aire una cruz y diciendo “cruz mandinga” o “cruz diablo”, ahuyenta el presagio. 

SONETO DE LAS ROSAS DE BENGALA

Tu inocencia poníale una valla

al instinto del hombre desatado

y mi piedad tardía de exaltado

libraba con el ansia su batalla.

 

La fiebre que en mi pecho siempre estalla

fue ganando tu cuerpo enamorado

y alucinó la misa del pecado

un aire muy lejano de rondalla.

 

Y entonces, tu dolor de arrepentida

del goce palpitante de la vida

se vistió con el luto de su gala.

 

Insinuando en tu labio una rencilla,

y quedóse una rosa de Bengala

cautiva en el rubor de tu mejilla.

Pablo J Daneri (Pebete)

Poesías. T 1 sept.1933 

El poemario de las rosas

INVESTIGACIÓN Y TEXTOS. Nati SarrotCarpetas de Andrea SAMEGHINIJEFE DE REDACCIÓN: Marco Aurelio RODRIGUEZ OTEROREDACTOR INVITADO: Fabián MAGNOTTACOLUMNISTAS: Carlos M. CASTIGLIONEAurelio GOMEZ HERNANDEZ
TRANSCRIPCIÓN Y ACTUALIZACIÓN Silvia RAZZETTO DE BROGGI – Mayo 2020-  DISEÑO Y DESARROLLO WEB: PATRICIO ALVAREZ DANERI
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