Cuaderno Nº 43
Índice Temático
GUALEGUAYCHÚ, Domingo 3 de Julio de 1994 CVADERNOS DE GUALEGUAYCHÚ Nº 43
JUANA MONTENEGRO: LA DRAGONA DE GUALEGUAYCHÚ- Tierra en armas- La hazaña de Juana Montenegro- La mujer del soldado- Otras mujeres en la gesta revolucionaria- Camila Nievas y Juana Montenegro- La Pulpera - Fray Mocho: los soldados de antes LOS HABITANTES DE LA MANSIÓN IV- Conversación con Juan Pablo Domingo- Entre Letras y Pinturas- El mueble ese desconocido - Canto del solitario (Osvaldo Rossler)
JUANA MONTENEGRO: LA DRAGONA DE GUALEGUAYCHÚ
Silvia Razzetto de Broggi
Solo una chispa de luz, brillante y fugaz; brevemente su nombre se inscribe en nuestra Historia pero es suficiente para iluminar la condición femenina de una época muy dura.
Los historiadores entrerrianos de la talla de Ruiz Moreno, Pérez Colman, Julio Irazusta, Facundo Arce, entre otros, han observado que el proceso revolucionario iniciado en Buenos Aires en Mayo de 1810 se salvó de perecer, por el rápido y acertado accionar de sencillos hombres de estos campos que a principios de 1811, sacudieron a las Villas del Sur de la dominación española.
TIERRA EN ARMAS
Son nuestros criollos, armados de lanzas, cuchillos, boleadoras, lazos y algunas tercerolas, que forman las primeras montoneras poniéndose a disposición de noveles jefes como Gregorio Samaniego (de Gualeguaychú), Bartolomé Zapata (de Gualeguay), Mariano Aulestia (de Nogoyá), Francisco Ramírez (de Arroyo de la China)...
En efecto, comunicada la instalación de la Primera Junta de Gobierno, los Cabildos pronunciaron su adhesión. Sin embargo, pronto se inició el proceso Contrarrevolucionario: Montevideo, Córdoba, Paraguay y el Alto Perú no reconocieron al gobierno patriota y comenzaron a conspirar. Entonces, los cabildantes de San José de Gualeguaychú, San Antonio de Gualeguay y Arroyo de la China desconocieron a las nuevas autoridades plegándose a la Contrarrevolución. Se integraban así a la peligrosa diagonal Montevideo-Córdoba.
La rápida reacción de los patriotas impidió el triunfo del eje mortal. Los cabildos del sur entrerriano adherían nuevamente a la Junta y se iniciaban desde Buenos Aires las expediciones militares para sofocar las rebeliones del interior. A pesar del tenaz sitio, Montevideo – Apostadero Naval de la Real Armada Española en el Atlántico Sur- se consolidó como fuerte baluarte realista.
La revolución de 1810 sorprendió a Gervasio Artigas en las filas militares españolas. A principios de 1811 las abandonó uniéndose a las fuerzas criollas. Pronto alcanzó popularidad y respeto por sus actitudes y sus triunfos. Su influencia creció en la Banda Oriental y se extendió a Entre Ríos.
Intrigas, sobornos, disputas, calumnias, manejados hábilmente desde Buenos Aires enfrentaron al Jefe Oriental con sus pares patriotas y con el poder central.
El 20 de Octubre de 1811, el Primer Triunvirato firmó un Convenio reconociendo a Francisco Javier de Elío el título de Virrey del Río de la Plata (otorgado por el Consejo de Regencia de Cádiz), con autoridad en toda la Banda Oriental y en los pueblos del sur entrerriano-Gualeguay, Gualeguaychú y Arroyo de la China.
El Acuerdo provocó indignación aquí y allá. Siguiendo a Artigas, ochocientas familias orientales se movilizaron en actitud de repudio hasta los campos del Ayuí, al norte de la actual Concordia. Permanecieron allí hasta diciembre de 1.812. (Este hecho es conocido como La Redota o Éxodo oriental).
El litoral se anarquizó, se convulsionó: sufrió el acoso de la marina realista que incursionaba los ríos Paraná y Uruguay buscando carbón, leña y alimentos. Se intentó detener el avance portugués que desde sus posiciones en Brasil bajaba en auxilio de Montevideo, ingresando en tierras entrerrianas hasta Arroyo de la China. Ejércitos provistos por el gobierno de Buenos Aires desembarcaban en nuestras costas, avanzaban por nuestros campos con el propósito de eliminar a Artigas, a las ideas federales que él proclamaba, minando el prestigio del Oriental y su influencia en el territorio.
Bartolomé Zapata pereció asesinado en marzo de 1811 después del asalto patriota a Concepción del Uruguay; Francisco Ramírez, el chasque de la Revolución, emigró con su familia al otro lado del Uruguay y José Gregorio Samaniego se alineó tras las fuerzas delegadas del gobierno de Buenos Aires.
En 1814 el Director Supremo de las Provincias Unidas, don Antonio de Posadas puso precio a la cabeza de Artigas como respuesta terminante ante lo que consideraba un acto de traición. El oriental se retiró del segundo sitio a Montevideo.
Entre tanto, medidas de terror tomaban en su invasión a Entre Ríos Hilarión de la Quintana, primero, y el Coronel austríaco Eduardo Kaillitz, Barón de Holmberg, después. En febrero de 1814 chocaron con fuerzas federales en Arroyo Espinillo. Fueron derrotados y obligados a retroceder.
El 10 de Septiembre de 1814 el Director Posadas firmó el Decreto de creación de la Provincia de Entre Ríos separándola de la Intendencia de Buenos Aires. Se señaló a Concepción del Uruguay sede gubernativa y el Coronel Blas José Pico, fue nombrado Gobernador Intendente. En Agosto había desembarcado en Gualeguaychú con seiscientos hombres organizando rápidamente las acciones militares contra Artigas.
LA HAZAÑA DE JUANA MONTENEGRO
El 24 de septiembre de 1814, Artiguistas y Directoríales se enfrentaron en Paso de Belén (N.E. entrerriano, cerca de Mandisoví, sobre el río Uruguay). Allí cayó derrotado el caudillo de Mandisoví, José María Chirico, atacado por fuerzas del Coronel José María Lorenzo que respondía al Comandante Militar de Entre Ríos, José Blas Pico.
Paso de Belén fue un combate con notable superioridad federal; situación a la que se agregó que a las directoriales se les habían mojado las armas (2). En él se destacó JUANA MONTENEGRO, esposa de un soldado del Escuadrón de Dragones de Gualeguaychú liderado por el Capitán Gregorio Samaniego.
"Juana Montenegro, mujer de un dragón que, al lado de su marido atacó, sable en mano peleando como un soldado y que después de la acción presentó el fusil tomado al adversario"(3) Persiguió, con un sable corvo (4) a su adversario hasta un monte vecino con tal heroísmo que el Gobierno Directorial expidió por ello el siguiente Decreto:
"Y en consideración al mérito que especialmente ha contraído Juana Montenegro, batiéndose con el enemigo, con un esfuerzo superior a su sexo, al lado del soldado dragón, su esposo, vengo desde luego a mandar que dicha Juana Montenegro pase a revista en el expresado Regimiento desde el día del ataque, y se le abone para toda la vida el haber de soldado, dándole especialmente las gracias por su heroico valor. Hágase saber en cuadro esta Suprema Resolución, y publíquese en la Gaceta Ministerial, para satisfacción de los interesados.
Rúbrica de su Excelencia: Javier de Viana, Secretario. Gaceta de Buenos Aires. Del 26 de octubre de 1814" (5).
LA MUJER DEL SOLDADO
"Las mujeres son el cáncer de nuestro ejército, pero un cáncer que es difícil de cortar, principalmente en los campamentos de paisanaje, después de las tradiciones que nos han dejado los Artigas, los Ramírez y otros”, afirma el General José María Paz en sus "Memorias". Y es que en aquellos primeros ejércitos de la Patria, las mujeres acompañaban a sus hombres, llevando a sus niños, animales domésticos y elementos necesarios para la azarosa vida en campaña.
Posiblemente se permitió su estimulante presencia para evitar el desánimo y la deserción. Cocinaban, lavaban, preparaban las armas, proveían alimentos, llevaban correspondencia, atendían a los heridos y a los enfermos. Espiaban los movimientos del enemigo, se introducían en sus campamentos contando noticias falsas o informes alarmantes, seducían y distraían a la tropa...
En una tierra como lo nuestra, surcada de ríos, llevar mujeres impedía la rápida marcha de los ejércitos. Al atravesar caudalosas corrientes de agua, colocaban "sus hijos y sus efectos, como lo hacían los soldados con las prendas del equipo, en una "pelota" formada por un cuero vacuno doblado en su borde. Una vez en el agua tiraban de la frágil embarcación con el cabestro tomado entre los dientes, ayudándose al nadar con una mano, mientras que con la otra se asían de la cola del caballo, que arrastraba de esa manera a la familia v su carga"
OTRAS MUJERES EN LA GESTA REVOLUCIONARIA
Hubo otras heroínas que, como la Dragona Juana Montenegro, rivalizaron con el soldado en el desempeño de los deberes militares y por la actuación distinguida en la lucha o en arriesgadas misiones, merecieron grados en los cuerpos de la milicia. Sabemos de ellas por sus reclamos ante los gobernantes de turno a causa de la falta de pago de los haberes prometidos.
La resolución de la Montenegro nos recuerda a la legendaria Juana Azurduy de Padilla, luchando contra los realistas en el Alto Perú, a Gregoria Pérez de Denis (de la Bajada) Primera Patricia Argentina que puso a disposición del General Manuel Belgrano, con total desinterés: Haciendas, casa y esclavos poseídos desde el río Feliciano hasta el puesto de las Estacas; a María Boche (de Arroyo de la China) joven de dieciséis años, encarcelada por adherir a la causa patriota cuando los españoles tomaron la Villa
Después de Paso Belén se pierden los senderos que anduviera JUANA MONTENEGRO. También se ignora si los premios acordados por Decreto del Director Supremo, Antonio de Posadas, se hicieron realidad.
CAMILA NIEVAS Y JUANA MONTENEGRO.
"De esta Gualeguaychú donde las mujeres inspiradas en las enseñanzas de sus mayores han dejado una estela de amor e inteligencia, corazón y cabeza, real dualidad capaz de grandes cosas...
"Desde la Dragona Montenegro, entrerriana, intrépida con arrojo de amazona y alma de Santa Juana, patriota que luchó denodadamente al lado de su esposo en las tropas de Samaniego… hasta las que luchan por el sostén de un hospital moderno... en todas partes las mujeres gualeguaychuenses, madres-maestras en el hogar, maestras-madres en la escuela, destacan su acción hablándonos de todas las cosas bellas de su espíritu".
(Fragmento de la nota aparecida en La Nación de Bs. As. que transcribió El Censor de Gualeguaychú, el 18 de octubre de 1933. Con firma de Camila E. Nievas de Capdevila).
LA PULPERA
Esta era otra forma de colaborar con el ejército...
Ña Justina la Artiguista era una entrerriana que debió ser buena moza y aventurera, pero que no conservaba de aquellos tiempos más que la amistad con dos o tres montoneros, que solían llegar después de un galope de veinte leguas, para beber una copa o inquirir noticias.
Tenía Ña Justina, entre otras virtudes, una puntería tan mentada con las pistolas, que hacía enfriársele la médula al paisano tramposo o pendenciero a quien ella miraba fuerte metiéndose la mano por entre el seno como si buscara una pulga: ya se sabía que lo que allí buscaba era la culata de un pistolucho de larga historia, y antes de hacerlo salir del tibio escondrijo era mejor pagar la cuenta o quedarse quieto, como en misa.
Cuando nosotros nos aproximamos a la ramada y antes de que la fuliginosa llama de dos candiles de sebo denunciara nuestro arribo, me acerqué a Myriam.
- ¿No es una locura entrar? Aunque parezcas una india, eres demasiado bonita para no llamar la atención, y mi compañía no es bastante defensa para ti..
¿No es bastante defensa tu compañía? me replicó- ¡No temas! ¡Me defenderé yo misma!
Con esto me avergonzó; renegué de mi prudencia, y penetré el primero, diciendo la consabida salutación:
- ¡Ave María Purísima!
- Sin pecado concebida -respondió la pulpera ña Justina, que por estar haciendo rayas con un cisco en un cuero de ovejas no se dignó mirarme.
Hugo Wast, Tierra de Jaguares
FRAY MOCHO: LOS SOLDADOS DE ANTES
Fray Mocho describe en la evocación de un viejo militar cómo eran los soldados de antes...
Esos, che, no necesitaban de que les hagan estatuas ni les recuerden el nombre!... No ve qu' eran criollos guasos, que a'nque peliaron como héroes cuando les llegaba el turno, no sabían ni siquiera acetar acensos si no los habían ganado con la espada y la conciencia? No, che... Esos ya tienen su pago con los sueldos que les han dao y con la gloria 'e saber que agrandaron la patria... ¡qué bárbaros, ¿no?... A' n' de quiera que cayó una gota de su sangre o quedaran sus güesos blanquiando, ha brotao un pueblito o un' estancia... pero eso lo hacía cualquiera en aquellos tiempos... y lo hacía de yapa, no más!...
Ellos, los guasos, sabían peliar a' bola y lanza, porque no tenían munición y había que defender el cuero en las soledades de la Pampa... pero lo hacían así, a' la bruta no mas...
José S. Álvarez Cuadros dé la Ciudad, Bs As, 1911, pags. 282-283
¿Ve... Estas son las mujeres, caray!...
Una piedra que uno lleva atada en las patas!... y suba usté con semejante tramojo!
José S. Alvarez Cuadros de la ciudad, Bs. As, 1914, pág. 110
Fuentes consultadas:
1) El General Urquiza. 1843-1852 Campaña de Caseros. Vol I Gral. José María Sarobe. Bs. As. 1941.
2) Diccionario Bibliográfico de Mujeres Argentinas. Niní Sosa de Newton.
3) Parte de José Blas Pico. Comandante Militar de Entre Ríos 29-9-1814.
(4)Niní S. de Newton, obra citada.
(5) Decreto del Director Supremo Gervasio Posadas, Historia de Gualeguaychú, Julio Irazusta Bs. As. 1979.
Aspectos de la Brega Federalista Entrerriana -1814-1815. Facundo A. Arce. Bs. As. 1973. Historia de Entre Ríos Beatriz Bosch. Edit. Plus Ultra. Bs.As. 1978. El Gral. Francisco Ramírez. Fe de Bautismo de la Democracia y Piedra angular del Federalismo. Facundo A. Arce. Paraná. 1955. Dos siglos de Vida entrerriana. Aníbal S. Vázquez. Paraná. 1950. Estudios de la Hist. de Entre Ríos. Benigno Tejeiro Martínez TI. Paraná 1939 Historia de sus mujeres. Camila E. Nievas de Capdevila. El Censor. Gchú. 18-10 1933
TRANSCRIPCIÓN Y ACTUALIZACIÓN Silvia RAZZETTO DE BROGGI – DISEÑO Y DESARROLLO WEB: PATRICIO ALVAREZ DANERI
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