• Excursión 1123. 10 Agosto de 2020. Lunes.
Dorsal de Molina. Tacoronte.
Municipios: Tegueste. La Laguna
De 14.28 a 19.45h. De 168 a 486 a 380 a 716 a 580m.
Distancia: 10,7km. Duración: 5h 17m
Travesía desde Valle Guerra hasta el campo de golf de La Laguna por la dorsal de molina, una cadena montañosa entre dos valles hermosos dedicados a la agricultura desde hace muchos siglos. Por senderos o campo a través con una visita especial del magnífico campo de golf
Mi objetivo es subir por toda la dorsal de Molina hasta Guamasa (lo hice una vez –excursión 1006- pero me faltó un trozo cerca de Guamasa- y si logro llegar arriba comprobar si puedo seguir hasta el campo de golf, tengo curiosidad por verlo, los otros campos de golf que he visto (Buenavista, Arona) me han gustado mucho.
Un taxi me lleva desde casa hasta la depuradora de Valle Guerra (14€), situada un poco antes de la subida al Pico. El día está nublado. Entro con tranquilidad por la puerta abierta de la depuradora (Edar Noroeste). En las instalaciones hablo con un operario y con mi entusiasmo consigo su complicidad, le pregunto por cómo subir hasta una finca que hay en lo alto, me indica cómo subir un tramo, y cuando oye un coche me dice que me esconda porque viene un encargado, el encargado pasa sin vernos. Me voy enseguida hacia arriba. Gracias. Atravieso las instalaciones, y subo por un barranquillo (El Espinal) muy erosionado hasta una terraza llana con una valla, terreno agrícola abandonado. Hay una gran puerta cerrada y me cuesta un rato dar con la solución. Tengo que ir hacia la derecha a lo largo de la valla hasta el final y allí milagrosamente encuentro una pista más o menos ancha que sube rodeando ese terreno y que describe dos grandes lazos hasta llegar a otra pista privada (excursión 1006, 250m) donde no veo a nadie y sobre la marcha subo por la arista rocosa.
La cosa ha empezado bien, si esto no hubiese salido tenía la alternativa de subir por el camino La Mar. El sendero se sigue bien por los bordes de terrenos cultivados. Unos 200 metros después (300m) me desvío a la derecha para subir pegado por la derecha al depósito de agua de cemento y ya por encima seguir por el canal estrecho cubierto de losas o piedras. Las vistas ya son bastante buenas sobre los invernaderos y parte del Pico. Cinco minutos por el canal muy destrozado que va cortando la vegetación salvaje densa y llego al principio (350m), claro, de la subida al Pico de Los Lázaro. Es un sendero que me gusta, curvado, enroscado, con vegetación de espineros, guaydiles, pencas, tabaibas, inciensos, jazmines salvajes, a veces por tierra suelta pero principalmente por roca o terreno compactado. Las vistas cada vez mejores, el valle se va agrandando y llega hasta la pared de la mesa de Tejina. Llego a lo alto (15.28h, 450m), es un picacho rocoso con vistas al interior de un volcán y la finca de plátanos Mirabal, pero también al valle del Socorro con sus extensos viñedos. En sí mismo el picacho es interesante por sus rocas puntiagudas.
Ahora empiezo mi travesía por la dorsal de Molina rodeando las rocas por la izquierda. Una cueva pequeña poco después podría servir de refugio. La cumbre es rocosa con plantas bajas como el bejeque, a los que se les da muy bien crecer sobre roca. Me gusta mucho este terreno rocoso irregular con las plantas y las vistas. No hay un sendero marcado, la cuestión es simplemente seguir hacia el siguiente pico que no sobresale mucho. Tras el segundo pico la zona es más llana y algo confusa hasta una valla que hay pasar y seguir hacia el siguiente pico (el más alto) echándome hacia la izquierda. En la valla uno podría echarse hacia la derecha para seguir otra dorsal, pero la vegetación es demasiado densa, esa zona tiene eucaliptus dispersos. El camino al pico más alto es por una vieja pista/camino, al lado de la valla. Un poco antes de culminar el pico, que sobresale un poco, está el sendero de continuación al lado de un laurel y que baja hacia la derecha. Pero antes de seguir me subo, hay que trepar un poco, al pico más alto de la dorsal (15.48h, 484m). La vista aquí es magnífica, hacia el valle del Boquerón –limitado por el Monte de Guerra, el valle del Socorro, la gran balsa de Molina. Hacia el Boquerón hay grandes fincas plantadas de palmeras, viñedos, aguacates y casonas de viejas haciendas que se crearon en los primeros tiempos de la conquista de Tenerife por los castellanos y los andaluce. La vista llega muy lejos.
De vuelta al sendero que baja rodeando este pico por la derecha se va muy justo por un pasillo estrecho hasta volver a dar con la arista de la dorsal. Paso otro pequeño pico y ahora viene una parte más complicada, hay una gran bajada pegado a una valla por terreno volcánico con algunos pequeños saltos que destrepo con mucho cuidado, todo está lleno de salientes afilados. En la parte más baja (416m) continúo yendo a un lado y al otro de la valla. Decido explorar un sendero que baja a la izquierda entre los eucaliptus. Se sigue bien y llego a una finca cultivada, con posibilidad de salir a una calle más abajo. Cuando vuelvo a subir a la dorsal pierdo el sendero y tengo que hacer una subida muy arriesgada por este terreno resbaladizo con muchas pencas. Logro subir sólo con algunas púas y algo herido. Ahora se trata de seguir subiendo hacia un saliente rocoso vistoso con grandes piedras grises. Se puede subir directamente sobre la ladera, pero prefiero seguir un sendero que sale a la derecha entre la alambrada, con alambre viejo oxidado y alambre nuevo reluciente, pero donde han hecho un agujero. Este sendero resbaladizo, erosionado, va por terreno húmedo con brezos y laureles, hasta llegar a lo alto de las rocas esculturales (450m). El sendero continúa más claro entre rocas y plantas hasta la puerta de un vallado (500m) y una pista hacia la izquierda. Aquí hay que tener un poco de paciencia para encontrar a la derecha de la esquina (y antes de la puerta de la valla) un sendero entre zarzas y plantas que sube.
Esta continuación es algo más complicada, debe ser que ya se usa muy poco. Mi descripción puede ser un poco imprecisa porque realmente es confuso. Al principio subo por sendero claro, pero llega un momento en que brezos y arbustos taponan el sendero, entonces hay que echarse a la izquierda, llaneando, sin bajar apenas, para volver a encontrar la senda que después sube por la pura arista rocosa o serpenteando un poco por terreno boscoso hacia los grandes eucaliptus de la cima. Me gusta mucho esta travesía aventurera, por el terreno, el bosque, las rocas, las plantas, y las vistas, y la manera en como me voy elevando hasta llegar a lo alto de la montaña de Tabares (17.54h, 650m). Las vistas desde aquí son de lo más amplias, y los eucaliptus viejos y gruesos muy fotogénicos, se ven las montañas que rodean La laguna (Púlpito, Atalaya, Bandera), la bajada del Portezuelo, hasta la mesa de Tejina, fantástico sitio. Aquí tendría que haberme echado hacia la izquierda, pasar una valla para seguir por un sendero hacia la calle Camino La Era, pero me meto por un sendero que descubro, un sendero historiado con varios ramales, bancos y vistas, parece un circuito y por ahí empiezo a bajar hasta que para mi sorpresa me encuentro con que estoy dentro de un recinto con puerta de acceso cerrada. La salto. Llego a una calle (Tamaragua), muy recta, ya en Guamasa, y cuando la empiezo a bajar me doy cuenta que tiene un gran portón (cerrado) al final, esto es doblemente privado. Me cuesta un rato encontrar a alguien para que me deje salir, tengo que convencer a dos trabajadores de mis buenas intenciones para que me abran el gran portón. Bien. Fuera ya me siento más que libre.
Atravieso Guamasa por sus largas y llanas calles de chalets con jardines, calle Lorenzo Hernández, y calle Las Acacias. Esta última es la parte residencial con mejores casas con suelos empedrados. Me echo a la izquierda por una calle que va bajo la carretera general. Y unos 100 metros después salgo a la carretera. Es toda una vorágine de ruido y coches después de la travesía tranquila por la dorsal de Molina y Guamasa. Cruzo la carretera y sigo por una zona de césped que pasa por delante de una casa aislada y me meto por un túnel estrecho y bajo que atraviesa la autopista. Con iluminación y todo y sigue siendo un túnel para películas de miedo. Chalets agradables al otro lado y alcanzo la carretera del campo de golf, cruzo al otro lado y sigo por ella hacia la derecha. Por aquí hay mucho tráfico. Compro agua en el restaurante El Faro. Y sigo por un senderillo que va pegado a la carretera. Me cruzo con algunos paseantes. Sigo hasta la esquina donde empieza el campo de golf (El Peñón). Bien. Ahora subo por una calle (Las Llaves) que ligeramente asciende junto a la valla del campo. La visión del césped recortado, liso, que cubre las ligerísimas ondulaciones del terreno, para crear dificultades a los jugadores, me relaja completamente, a pesar de la sensación de exclusión que me produce la valla. Árboles canarios y otros ornamentales están plantados por dentro en el borde del campo. A la izquierda buenos chalets, muy diferentes entre sí. Subo despacio mirando los campos de golf, y me gusta descubrir a los jugadores, que van en carritos eléctricos silenciosos, y parecen saber muy bien lo qué hacen. Van por parejas, se paran, estudian, y golpean la bola. El sonido del palo de golf al impactar sobre la bola me resulta demasiado hueco, como golpear corcho prensado, lo esperaba más metálico y seco. Casi un kilómetro de preciosos campos verdes, con huecos blancos de arena de formas redondeadas y llego a una carretera (calle Vereda del Medio) que corta el campo. Me echo a la izquierda, por aquí ya no hay camino pegado a la valla, hay chalets y me tengo que alejar para rodear esas casas. Por una llanura con plantas bajas y con cierta dificultad sigo lo más paralelo que puedo al campo. Me alegra mucho encontrar una bola de golf, con el símbolo del club de golf, está intacta y sólo tiene manchas de barro del último golpe que recibió (ahora la tengo en una estantería en casa, está retirada de la competición).
Un poco más arriba vuelvo a tener vistas directas a los verdes preciosos de los greenes del campo de golf. Realmente parecen tan relajados y fuera del mundo los jugadores de golf, con sus pantalones cortos y sus zapatos elegantes anotando en sus libretitas. Cuando pienso que ya no puedo seguir porque me encuentro con un barranquillo (San Juan) y me meto por su lado resulta que salgo directamente al campo de golf ¡Qué bueno! Ahora me siento uno de estos privilegiados al poder caminar por la perfecta yerba corta. Un jugador me saluda amistoso, me siento uno de ellos, y está claro que yo no lo soy con mi pinta de excursionista con la mochila, el pantalón y el sombrero. Los pinos aislados de copas redondeadas le dan un aire de paisaje italiano. Llego a una pista (Vereda Fiscal) que corta en oblicuo el campo y por ella empiezo a bajar. Aquí y allí los carritos se mueven silenciosos. Hay una bonita loma con pinos. No me atrevo a subir o bajar por los greenes, carteles avisan de que es terreno privado. Vale. Me conformo. Tampoco quiero que una bola me golpee de improviso. Ya el resto de la bajada hacia el barrio de La Luz por terreno agrícola con fincas y chalets aislados es menos emocionante, aunque el día soleado hace agradable las vistas hacia las montañas, los volcanes, de Tacoronte. Atravieso las calles estrechas del barrio de La Luz y al lado de un bar (Miguel) cruzo por un pequeño túnel la autopista. Este túnel no es tan sugerente como el otro. En la plaza de Los Naranjeros me monto directamente en el taxi que está esperando… me a mí. Que me lleva a casa enseguida (6€).
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Track orientativo, no obtenido durante la excursión, elaborado después de realizarla
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Valle Guerra (El Pico) a Guamasa
Guamasa al Campo de Golf a La Luz (Tacoronte)