• Excursión 901. 29 Enero de 2019. Martes.
Monumento Natural Montaña La Centinela. Saltadero Las Narices.
Municipio: Arico.
ENP: Monumento Natural Montaña La Centinela
De 15.46 a 18.07h. De 70 a 267 a 70m.
Distancia: 5,7km. Duración: 2h 21m.
De los 43 Espacios Naturales Protegidos de Tenerife sólo me faltan por visitar tres: Roques de Anaga (Reserva Natural Integral), Roque de Garachico (Monumento Natural), y la Montaña Centinela (Monumento Natural). El último es el que voy a visitar hoy. Los otros son inalcanzables para mí. Para el roque de Garachico necesitaría una barca y ser escalador. Uno de los dos roques de Anaga se puede alcanzar con marea baja pero puede ser muy problemático subir por sus paredes verticales.
En Santa Cruz hay un viento suave con nubes y claros. Tomo la 111 (14.56h) y me bajo en Abades/Los Abriguitos (15.41h). Me dirijo a la rotonda. No cruzo el puente de la autopista. Me quedo en el lado en donde me ha dejado la guagua. El principio de la excursión es algo molesto. Las dos pistas que veo están cerradas con barreras. Desde aquí abajo sobresale muy clara la montaña Centinela, con dos picos. Lo que hago es cruzar campo a través en dirección a la montaña bajando por el talud de la carretera antes de la rotonda. Tengo a la vista la pista por donde tengo que ir para poder acceder a la montaña. Llego a la pista enseguida. Es ancha y de tierra. La sigo hacia la derecha. La recorro evitando en las bifurcaciones dirigirme hacia los invernaderos y las fincas que hay a la izquierda. Oigo el ladrido de perros. No sé si me están oliendo ya y están alerta. Viene un furgón por la pista, se para y el conductor me advierte que no entre en las fincas que hay perros. Le aseguro al hombre que no tengo ninguna intención de entrar en ninguna finca, le doy las gracias por su consejo. Por momentos hay rachas desagradables de viento. Yo voy muy ocupado comprobando cómo se corresponden las líneas en mi mapa con las que curvas que voy recorriendo.
El terreno es seco con pocas plantas, las típicas de la zona: matorriscos, cardones, tabaibas, aulagas. A la derecha los aerogeneradores trabajan sin cesar, me animan con su dinámica robótica. Antes de llegar a una barrera (roja y blanca) abandono la pista de tierra y sigo a la izquierda por otra pista más estrecha y pedregosa que va hacia la montaña. Veo un poste metálico con una placa vieja y algo desvencijada que señala un… Monumento Natural. (Estas placas se pusieron en los ENP por toda la isla a finales del siglo pasado y en los sitios con mucha exposición solar como este están ya muy borradas.) Sigo la pista pedregosa y de firme muy irregular hasta que me desvío de ella, por la izquierda, siguiendo un canal estrecho, descubierto y seco que sube. También el canal termina y entonces simplemente sigo montaña arriba entre las tabaibas, las tuneras y los cardones por un terreno rocoso y fácil de trepar. Estoy subiendo a la parte derecha del gran arco que forma la montaña. (Es típico de estos volcanes tener forma de arco, o forma de C (visto desde arriba), la abertura señala la dirección por donde batía el viento cuando se produjo la erupción).
Llego a la cima y las rachas de viento son muy fuertes, me pongo el chaquetón, la capucha y lo cierro bien. Sigo por lo alto recorriendo el arco. Aquí arriba dominan las tabaibas dulces, también hay algunos cardones y orijamas. El terreno es rojizo, árido y con muchas aristas. En la cima las rocas rojizas forman ondas hacia el exterior del arco. Recorro todo el arco de la cima. En el extremo izquierdo tengo buenas vistas de las calles rectilíneas de Los Abriguitos (Abades) y del tráfico incesante por la autopista. A la izquierda de las casas distingo la gran iglesia gris que se quedó en el cascarón, a medio hacer; y las casas de una planta fantasmales (E-476 Granadilla - Chimiche - Abades) en donde pensaban alojar a los leprosos y sobre todo destaca el faro del Porís, pegado al mar. Ok. Regreso por la cima embobado mirando los tramos resaltados y levantados de la roca rojiza volcánica. Las rachas de viento son tan fuertes que en un par de ocasiones casi me tumban. El viento me zarandea. Cuando llego a la parte de la cima más alejada del mar y miro hacia abajo, en dirección al Teide, descubro un gran salto, está en un barranco (Las Narices) que viene de arriba y que rodea a la montaña Centinela por la izquierda. Es un gran salto curvado con un gran hueco en su parte inferior. El lecho gris del barranco, muy somero y ancho desemboca en este gran salto y debajo hay un caos de grandes rocas, unas sobre otras. Enseguida me dan ganas de verlo de cerca.
Bajo por la ladera de la montaña en dirección al salto (Saltadero Las Narices) con cuidado entre las tabaibas. Bajo lo más recto que puedo y antes de llegar a un vallecito empiezo a rodear las faldas de la montaña para tratar de bajar al cauce del barranco. Voy emocionado porque no sé qué me voy a encontrar en la bajada. Los barrancos pueden ser de lo más irregulares. Llego al borde y poco a poco y destrepando entre rocas con muchas aristas y en formaciones anárquicas y con mucha paciencia logro llegar al puro cauce del barranco. Bien. El cauce tiene tramos de piedra rojiza esculpida por las corrientes de agua y ya veo de cerca las grandes piedras, grandes como furgonetas que están por el cauce, con algunas caras muy redondeadas. Remonto por el cauce entre otras piedras y zonas con vegetación muy densa en la que tengo que ir tentando con los pies para comprobar el terreno. Llego bastante arriba y logro tener una buena vista del arco semicircular del salto, espléndido. A la derecha, sobre todo, hay enormes rocas caídas. Es un lugar fascinante donde tienen que haber ocurrido todo tipo de cataclismos. Pero llega un momento en que todo es tan caótico que decido no llegar hasta la propia pared del salto, cada poquito de avance me requiere toda una estrategia para ir rodeando las piedras.
Regreso por el cauce y vuelvo a pasar por el tramo rojizo esculpido por el agua. Enseguida encuentro una pista muy deteriorada a la izquierda del cauce que poco más abajo se mete por el propio cauce y sigue por dentro por encima de las piedras, de los cayados, y vuelve a salir por la izquierda, de nuevo. La ladera de la montaña tiene muchos agujeros, grandes agujeros, de ahí debe venir el nombre del saltadero y el del barranco (Narices): son como grandes fosas nasales. También hay tramos de escorias negras sin plantas y en continuo derrumbe y sobre ellas hay zonas de rocas con líquenes anaranjados. Y llego a una parte de la pista, que desde lo alto de la montaña me llamó mucho la atención, pero que no comprendí y ahora lo veo y lo puedo describir, pero no acabo de entender qué es. En perpendicular a la pista, en filas paralelas y formando arcos hay hileras de piedras volcánicas. Me recuerdan a la forma de los viñedos en Fuerteventura. Parece que aquí se olvidaron de la tierra. No los cuento, pero pueden ser más de treinta estos arcos paralelos que ocupan la pista. Y después descubro dos casas que están hundidas en una hoya, parecen buenas y grandes, pero están deshabitadas y a medio hacer. No me acerco a verlas. Me producen mucha inquietud estos sitios. Paso por unos pilares, que podrían haber sido los que sujetasen unas puertas de entrada a una finca y sigo por la pista con sus tramos blancos y negros hasta cruzar una de las barreras metálicas que vi al principio. Cruzo la autopista hasta la parada de la guagua (18.07h). Un hombre de acento argentino, de mi edad, habla con una joven dentro de la parada. Sólo tengo que esperar diez minutos y aparece la 111. Cuando llega la guagua el hombre se despide de la joven.
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Track orientativo, no obtenido durante la excursión, elaborado después de realizarla
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Monumento Natural de la Montaña Centinela, Arico