• Excursión 509. 1 Septiembre de 2016. Jueves.
Izaña. Archifira. Fasnia
Municipio: Fasnia.
ENP: Parque Rural Corona Forestal
De 11.20 a 18.30h. De 2290 a 480m.
Distancia: 25,2km. Duración: 7h 10m.
Descenso desde Izaña hasta Fasnia por pistas forestales en un día muy caluroso
Este día es el primer día de mi jubilación. Lo que siento es una grandísima alegría y una liberación tremenda, como si me hubiesen hecho un regalo maravilloso. Esta sensación es una sorpresa para mí, no lo esperaba. Este jueves he decidido hacer una excursión sin coche: de Izaña a Fasnia. Las que he hecho hasta ahora de este estilo han resultado ser muy aventureras. Tengo buenas expectativas y también algunas incógnitas porque algunos tramos del recorrido no los tengo claros.
Tomo un taxi (45€) en La Estación de Tacoronte que me lleva, por la carretera TF-21 hasta un poco antes del km 38, donde está el principio de la carretera que sube a los observatorios de Izaña donde además empieza una pista (Pista General de Arico). El taxista es una cara familiar de la parada. El trayecto me resulta entretenido porque me cuenta cosas de su familia en el barranco de Las Lajas: la casa que se construyeron con la ayuda de sus vecinos, de los huertitos que fue comprando y vendiendo su padre y donde plantó papas y uvas. Yo le digo que este es mi primer día de jubilación y me felicita, también le cuento mi intención de ir hasta Fasnia. Se llama Roberto y con 59 ya le falta también poco para jubilarse. Por su parte él me cuenta un par de excursiones que hizo, desde Tacoronte pasando por El Ortigal hasta La Laguna.
Antes de bajar del taxi (11.20h) compruebo que no se me olvida nada, hoy no tengo ninguna estación satélite para aprovisionarme y ninguna perspectiva de encontrar ningún bar en el camino. Nada más salir abro el paraguas y me echo a caminar por la pista que va por una planicie que desciende suavemente. El cielo está limpio, siento un poco del fresco seco de esta altura. Nada queda ya de los aromas embriagadores y de los blancos y amarillos de las flores de las retamas y las yerbas pajoneras que vimos mi mujer y yo en el día de Canarias (excursión 463). Hoy lo que abundan son los cazadores de conejos. Están desplegados por el llano y han dejado sus magníficos todo terreno con sus jaulas de red aparcados en los bordes de la pista. Sabiendo lo que pueden costar estos coches no me da la sensación de que ellos hayan sobrevivido a una crisis económica. Veo más de veinte en el tramo de 3 km que hago antes de abandonar la pista. Con mi llamativo paraguas blanco/gris no creo que me tomen por un conejo y me disparen.
En cuanto empiezo a aproximarme a los volcanes de Fasnia y notar lo negros que son instintivamente elevo la mirada por encima de ellos hacia el cielo buscando las nubes que los oscurecen, pero no veo nada, y entonces recuerdo que ya sentí lo mismo antes (excursión 468), son tan oscuros que me resulta incongruente que no estén a la sombra. Cuando paso cerca de ellos parece como si se comiesen los colores y la realidad, como si fuesen un agujero negro que todo lo absorben.
Según el mapa hay una desviación a la izquierda justo pasados los volcanes (a la derecha sí hay una pista que es la ruta 20 del Teide), pero no la veo, avanzo unos 500 metros y no veo nada. Según me pasa esto voy ya pensando en otro recorrido alternativo para el día, vuelvo hasta el principio de la ruta 20 y entonces decido interpretar el mapa al pie de la letra e ir por dónde señala que hay una pista, y empiezo a caminar a la derecha (por la derecha de los volcanes). Después de medio kilómetro empiezo a pensar que he encontrado la pista porque voy siguiendo el mapa literalmente sin encontrar grandes obstáculos, ya sean rocas, arbustos, barrancos y también porque a veces me parece reconocer huellas de pisadas desgastadas por el viento. Y tras recorrer un kilómetro voy a dar, en perpendicular, a una pista amplia (Pista El Palmero, 2120m) donde está, aparcado, un todo terreno verde de cazadores. Mucha alegría por haber resuelto el primer problema del día. Sigo a la izquierda por la pista y poco después veo en la pista un cartel que indica el límite del parque del Teide que se corresponde con lo que tengo en el mapa. Me sorprende el olor a bizcochos o pan recién hecho que empiezo a notar al entrar en el pinar (2000m). Con el mapa en la mano voy siguiendo el contorno de la pista contando las curvas hacia la derecha: apunto algunos datos en el cuadernillo (13.06h, 1930m). La pista va haciendo un gran zigzag entre dos barrancos (del Volcán, y de la Cueva Abuelo/Morrita Alta). Voy por un pinar, pero apenas hay sombra en el camino, el sol está muy alto y los pinos no son muy grandes. Continuamente aparece entre los pinos Gran Canaria como un portaviones atracado en alta mar. Sopla algo de viento en lo alto de los árboles, me gusta esta música. En los 1700m (13.45h) se terminan los pinos y empieza una gran recta de mucho desnivel donde veo mucho tajinastes azules.
Después de ir a un ritmo moderado hasta este momento pienso que ahora podría ir más ligero, pero enseguida empiezo a escurrirme más de la cuenta. Una primera vez la salvo por los pelos, pero en la siguiente me caigo hacia atrás y me hago un buen rasguño en la mano izquierda. Ya de pie veo que tengo toda la palma de la mano polvorienta y tras echarme agua para lavarla compruebo que sangra abundantemente. La limpio bien y me la seco en el pantalón. Continúo y no he caminado ni cincuenta metros cuando de nuevo me caigo, esta vez me hiero la mano derecha, más heriditas sangrando. Y poco después me caigo una tercera vez. No me lo puedo creer. Terrenos resbaladizos ya me había encontrado en muchísimas ocasiones, pero nada como esto. Es como si alguien hubiese diseñado la trampa perfecta: un suelo de cemento con mucha pendiente y rodamientos con picos de diferentes tamaños. Con las dos manos sangrando y el pantalón aparatosamente manchado ya me lo tomo completamente en serio. Y ahora me siento atrapado en esta pendiente. Es paradójico, tengo vistas estupendas hacia Fasnia, el cielo sin nubes, el mar al fondo, enorme, un día estupendo, en fin. Pero estoy apresado es esta pendiente traicionera. Así que tengo que hacer los más de dos kilómetros (entre los 1700 y los 1300m) a paso de tortuga, calibrando cada paso y haciendo algunos tramos especialmente complicados bajando de espaldas. Toda esta zona son terrenos sin cultivar y terrazas abandonadas. Un secarral de altura. En Fasnia es donde el gran anillo del pinar de la Corona Forestal es más estrecho.
Bajo como haciendo un extraño baile cuando me encuentro con dos cazadores que descansan bajo un almendro pequeño. Los envidio del todo. Están ahí tranquilos comiendo a la sombra y esperando que pase los más fuerte del día cuando ven una aparición. Me siento como un loco fanático torrándome al sol y bajando ceremoniosamente por aquella cuesta mortal. Charlo un rato con ellos, me preguntan cómo está la pista más arriba y cuando les describo lo que me había pasado uno de ellos dice que sí, que aquella parte es muy resbaladiza. Me dicen que el asfalto estaba a partir de Archifira y que tengo que desviarme más abajo a la izquierda para ir a Archifira.
A pesar de mis heridas no puedo perderme en auto reproches ni lamentaciones, todavía me queda mucho más de la mitad y no es cuestión de amargarse por heridas, una de las manos ya ha dejado de sangrar cuando llego al final del trozo malo. Por aquí hay muchos almendros que deben ser una preciosidad de ver en febrero, ya había estado un poco más abajo en Los Cazadores en Fasnia viendo los almendros en flor (excursión 386) cuando hice la ruta de las Eras. Ahora tengo que resolver la segunda dificultad del día: la conexión con Archifira. Debería haber torcido en los 1290 pero me despisto y cuando estoy unos 150m más abajo (1140m) tengo que volver a subir, no tengo ni idea si estas pistas tienen salida. En estas veo que son más de las dos y media de la tarde y el calor va en aumento. Tampoco me quiero parar a comer hasta no tener resuelto este problema. Al menos me siento, psicológicamente, protegido del sol bajo mi paraguas. Subo y logro encontrar la desviación, una pista que sale a la derecha (1290m, Camino La Balsa). La única nota positiva en estos terrenos polvorientos la dan los pequeños almendros que están por aquí y por allí. Sigo llaneando por esta pista en dirección a Archifira y todavía me vuelvo a confundir otra vez más en una bifurcación donde elijo a la izquierda para empezar a subir demasiado y tengo que regresar al camino La Balsa. Así es el campo: bifurcaciones por todos lados, pero ningún cartel, ninguna indicación. Ya estaba preparado y aun sabiendo que este tramo tiene unos dos o tres kilómetros se me hace muy largo.
Llevo buen ritmo cuando oigo a otros cazadores que comen bajo unos árboles. A estos ni siquiera los veo, sólo les pregunto desde lejos si me falta mucho para Archifira (Chifira) y me dicen “poco, muy poco”, pero las palabras son muy subjetivas, todavía tardo diez minutos en llegar al salvador asfalto de Chifira (1280m). Son las cuatro de la tarde. Por aquí se ven algunas casas y fincas con huertas. Voy a ritmo vivo hasta la zona recreativa (ZR) de Archifira para comer tranquilamente a la sombra de los pinos. ZR que conozco de otra excursión (la 435). En la ZR, sin embargo, no encuentro lo que busco, la ocupan un grupo de cazadores poco amistosos al lado de su gran todo terreno. Al menos puedo comer sentado y con un poco de brisa. Las heridas ya sólo rezuman un poquito.
Veinte minutos después empiezo a bajar por el asfalto rugoso. Nunca me había gustado tanto una buena carretera de asfalto. Bastante repuesto, con vistas diáfanas y más verde el entorno me empeño en disfrutar de la bajada. Y empiezo a sintonizar con este terreno austero en pleno verano y hacer fotos interesantes recordando la anterior vez que estuve por aquí para ver el barranco de Erques, por Los Pinos y Chicato. Aquel día estaba nublado, fresco y el rocío sobre todas las plantas. Qué diferente.
A medida que voy bajando va aumentando la fuerza del viento que me obliga a cerrar el paraguas, constantemente le da la vuelta a las varillas. paso por algunos llanos (650 y 600m). Y llego a la carretera general (515m) a las seis de la tarde. Me echo a la derecha y tengo que caminar unos dos kilómetros hasta encontrar un bar y poco después un supermercado (Noeva). De esos locales más bien pequeños y atestados que suele haber en las ciudades pequeñas y que me gusta mucho porque es mi primer contacto en el día con la “civilización”. La mujer, de mediana edad, empática, enseguida me pregunta al ver mis pantalones manchados. Le cuento mis penas y le compro una botella de agua de un litro y medio (0,60€). Después le pregunto por taxis, no hay, y por la guagua, a las siete y pico me dice. Me arrellano en el banco bajo el árbol donde está la parada de la guagua. Al ver el estado de mis manos vuelvo a la tienda y le pregunto por una farmacia. Voy, compro yodo, agua oxigenada y algodón (7,45€). Me dejan que me lave las manos en el lavabo de la farmacia. Vuelvo al banco y allí despliego los remedios y empiezo a curarme las heridas. Cuando echo el agua oxigenada sobre las heridas parece que están hirviendo, instantáneamente se forma espuma. Entonces me fijo en que en la terraza de la casa de enfrente un hombre que mira. Le pregunto si ha visto la película “No es país para viejos” en la que el malvado se cura él solito de una herida de bala. Me he ya medio curado las dos manos y estoy haciendo mis estiramientos cuando se para un coche delante y me pregunta una mujer joven con gafas si voy hacia Santa Cruz. Me dice que en la tienda le han dicho lo que me había pasado y que aunque no puede llevarme a Santa Cruz sí me puede llevar hasta la parada de la guagua en la autopista. Una conversación muy agradable sobre el barranco de Erques y que si pasaba de nuevo por Fasnia que fuese a verlos, que a su marido, que es alemán, le gustan mucho las excursiones también (Sara y Michael, Aldea 32).
Esperé en la parada de la autopista unos veinte minutos y a las 19.30h me subí a la guagua donde me siento como en un refugio (línea 111, 4.1€). Me pongo a escuchar la ópera Satyagraha de Philip Glass y me empiezo a sentir maravillosamente. Unos asientos más adelante una mujer escribe en un cuaderno y todavía más adelante una pareja de jóvenes se besan cariñosamente y se devoran con la vista. Después de eso cierro los ojos y me concentro en la música. A las ocho llego al intercambiador de Santa Cruz sintiéndome como un explorador que vuelve de la selva. El ambiente cosmopolita, animado y dinámico de la estación me sienta especialmente bien, viajeros que llegan, otros que esperan con maletas. Y yo escuchando a Glass a todo meter parece que estoy en una película, intocable, nolo me tangere. Entonces se me ocurre llamar por teléfono a mi mujer tengo suerte, mucha suerte, acaba de terminar de trabajar y vuelve para casa, así que en cinco minutos me está recogiendo delante de la salida de El Corte Inglés con un beso también para mí.
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Track orientativo, no obtenido durante la excursión, elaborado después de realizarla
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Izaña a Fasnia