• Excursión 151. 11 Mayo de 2014. Domingo.
Tosca de Ana María.
Municipio: Santa Úrsula.
De 19 a 20.30h. De 420 a 440 a 420m.
Distancia: 2,4km. 1h 30m.
Recorrido por una atarjea por la ladera de un barranco (Tagoro) que marca el límite entre La Victoria y Santa Úrsula
La Tosca de Ana María es un barrio de Santa Úrsula que se extiende a lo largo de una loma (La Paredilla) entre dos barrancos (Tagoro y Hondo/El Loro). La entrada es por la carretera general cerca del puente real en una curva muy pronunciada. Está señalizado.
Me resulta fácil acceder desde la carretera general (TF-217). En una bifurcación sigo subiendo (calle Tosca de Ana María), tiene bastante pendiente. Me detengo en una casona antigua (número 93). Está muy desvencijada, tiene un balcón de madera muy remendado y sin restos de pintura. Cayéndose como está para mí tiene mucha presencia. Es lo más interesante que voy a encontrar en toda la calle con casas en buen estado, pero sin ninguna personalidad con este estilo pragmático de auto construcción. Sigo subiendo en coche y en un cruce lo dejo (370m). Está animado. Familias en la calle. Ambiente confiado. Le preguntó a un grupo de tres hombres, un poco indiferentes me dicen que sí que se puede ver un barranco (Hondo/El Loro/Sauzos) y el otro (Tagoro). No mencionan ningún nombre. Viviendo en una loma tan estrecha me imagino que los barrancos son como fronteras invisibles, abismos que no se nombran.
Del cruce me desvío a la derecha hacia el barranco (El Loro/Hondo). El barranco es profundo y verde. Cerca del cauce unos viñedos ponen orden en este caos vegetal. El único signo de presencia humana que veo en la ladera de enfrente son tres pilares de cemento gris que sujetan una atarjea. El sendero apenas continúa. Regreso al cruce. Ahora tomo hacia la izquierda por una calle lateral que se dirige hacia el otro barranco (Tagoro). De la calle paso a un sendero y enseguida aparece una atarjea (las maravillosas atarjeas, los caminos del agua). Es estrecha, de losas irregulares y va pegada al risco vertical. Se va ajustando a las curvas del barranco, que es profundo, largo y sinuoso. Al otro lado las casas se encaraman en la loma y en un pequeño saliente sobresale una bonita casa canaria, está al lado de otra azul que ajusta sus plantas (alturas) al terreno. Las paredes del barranco que hay debajo están colonizadas por las tuneras, los cañaverales y las marañuelas, que se expanden hacia el cauce donde distingo algunos viñedos.
La atarjea que recorro está cuidada, despejada de vegetación y limpia de tierra ¿la misma que recorrí en Los Ojitos? Voy despacio agarrándome a la barandilla, no miro al abismo. Un tramo está sobre el aire. Ahora voy por una parte más encajonada del barranco. El día gris le va bien a las casas de enfrente, son de bloques grises sin revestir y forman una corona sobre las laderas del barranco. Varios canales recorren el barranco, algunos anchos, ninguno con barandilla. Las palmeras aisladas crecen en cualquier lado. Cuanto más avanzo más arriba están las casas en la ladera de enfrente.
Aunque el día está gris y pasmado yo me lo imagino con luz y sol. Este pasaje por la atarjea y el barranco me resultan maravillosos. Estoy sobrecogido por las vistas y por lo excitante del pasaje por encima de la atarjea. Cuando hago fotos me tengo que detener, el transito exige que me concentre bien en pisar correctamente en las losetas irregulares, no puedo caminar y mirar. Hay varios tramos en los que tengo que agacharme, sobresalen rocas en la pared. La barandilla está en buen estado. La atarjea hace una curva y da a otra parte del barranco más amplia y más profunda. Maravilloso para arriba. Y el ambiente sonoro me gusta mucho: pájaros cantando, algún gallo cacarea, el tintineo de las campanas de las cabras, la voz gutural del cabrero, voces de mujeres, un perro ladrando, una motilla esforzada sube una cuesta. Con esto no me hace falta escuchar música, esta es música incidental de calidad. Y más y más atarjea. Es un recorrido largo (400 o 500 metros) hasta que llego al cauce y lo cruzo por encima del acueducto. El agua no va suelta dentro de la atarjea sino por una tubería. En el lado de La Victoria la atarjea no tiene barandilla y desisto de seguir después de pensarlo un rato. Exploro el cauce del barranco hacia arriba. Muy húmedo y fresco. Un pozo recoge hasta la última gota de humedad que se refugia en el fondo del barranco (Pozo Nuevo, 400 metros de profundidad). No sigo mucho más, está tupido de vegetación.
Antes de volver al acueducto miro hacia el interior del barranco que sigue hacia arriba, sé que después de un recodo tiene que estar Potigaiga y el barranco de Los Dornajos. Me gusta ver los sitios donde he estado desde otro punto de vista, desde otro lugar. Desde sitios que ni imaginaba que podría llegar y menos todavía cómo se llamaban. De ser una brecha verde en una vista pasa a ser un sitio visitado y explorado, sitio que lleva pegado su nombre y su pequeña aventura.
En el cauce hay una estación de bombeo y varias atarjeas que se entrecruzan y más abajo el canal grande y amplio (del que me informó Chona cerca de Los Ojitos, el canal del Norte). Con aprensión me enfrento al regreso. Ahora ya no estoy agitado descubriendo paisajes nuevos, ahora tengo que regresar sano y salvo. Bien al principio, la parte más expuesta la paso con precaución ayudándome del pasa manos. Una vez fuera de la parte más expuesta ya me siento a salvo. Regreso al cruce. Los tres hombres siguen aquí. No sé por qué, pero ahora se muestran más abiertos y animados conmigo y comparten más información. Me dicen que subiendo un poco por la calle y después tomando a la derecha hay un sendero que va a dar a un salto (en el barranco de Los Sauzos/Hondo), y que a veces viene gente a hacer rappel. A estas alturas de la excursión absorbo la información como papel secante. Les agradezco vivamente la información. Aprecian que haya recorrido la atarjea por el barranco de Tagoro.
Subo por la calle y encuentro pronto el sendero. Pasa al lado de una casa con macetas plantadas con cintas que deberán estar fantásticas cuando salgan las flores. El sendero es claro. Hay una escalera junto a una bañera que sube a una casa aislada rodeada de otro jardín salvaje. Lo sigo hasta el salto que está en un saliente rocoso llano. Hay una buena caída, pero no me acerco hasta el borde, por prevención. Es una vista hermosa del barranco y me doy cuenta de que hacia arriba el barranco se bifurca. Entre ambos barrancos veo el extremo final de una loma con árboles en lo alto, una pequeña selva. Me vuelvo habiendo encontrado varios hilos de los que seguir tirando. Súper éxito a pesar del día nublado. Tengo que volver –con mejor tiempo, espero- para acabar de explorar toda esta zona.
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Track orientativo, no obtenido durante la excursión, elaborado después de realizarla
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Tosca de Ana María