• Excursión 1505. 21 Agosto de 2023. Lunes.
Barranco Bijagua.
Municipios: Arico
De 15.45 a 19.45h. De 50 a 30 a 250 a 50m.
Distancia: 9.4k. Duración: 4h.
Fantástico recorrido de unos 3km del cauce del barranco de Bijagua entre la autopista y los
200 metros de altitud. Primero un tramo de rocas redondeadas, después el paso por un pequeño cañón con plantas acuáticas, más adelante por pequeños desfiladeros y evitando saltos hasta salirme ante otro desfiladero por un anfiteatro natural y regreso a la autopista por una pista agrícola
Todavía con la ola de calor busco un sitio no demasiado caluroso para una excursión corta, de tarde y me acuerdo de un barranco en Arico (Bijagua) que recorrí en parte (excursión 882). El barranco de Tajao toma ese nombre a partir de la autopista, aunque también aparece como Las Castañas en algunas fuentes. Hoy más centrado que entonces lo voy a investigar desde la autopista hacia arriba.
Salgo de Santa Cruz en la 111 y sólo noto el calor cuando me bajo de la guagua. Es un calor seco en parte mitigado por rachas de viento. Cruzo por un puente la autopista en dirección al mar (Tajao) y en un minuto me desvío a la izquierda por una carretera secundaria por la que desciendo hasta el cauce del barranco (Tajao/Las Castañas/Bijagua). Me meto al cauce llano, pedregoso y muy cubierto de rabo de gato para empezar a subirlo. El tramo antes del túnel es arenoso y está totalmente oculto por las plantas, tengo que ir tentando el suelo con los pies. El túnel sólo se ve un poco antes de alcanzarlo (50m). Es alto, largo, muy oscuro. Lo camino despacio, pronto no veo casi nada, me lleva un rato acostumbrarme a la oscuridad. El firme es de tierra y piedras, no está cementado, voy muy despacio. En cuanto avanzo un poco ya empiezo a ver bien todo y enseguida salgo al exterior.
El tránsito ha sido corto, pero el contraste es muy fuerte. Aquí afuera me aplasta la luz excesiva de esta tarde calurosa, aquí sin viento se nota más. El cauce asciende suave entre laderas irregulares con oquedades, de formas esculturales, el propio fondo es también ondulado y muy pulido. El material que conforma esta parte es un piroclasto (una ignimbrita) de color muy claro, un gris muy pálido incrustado de piedras de tamaño variable, de una textura muy suave y agradable de tocar. Y las voy tocando porque hay pequeños saltos y toboganes por los que tengo que ir subiendo. Estoy deslumbrado por la belleza del lugar, me gusta mucho este material. En un tobogán me trabo un rato porque no encuentro ningún apoyo, pero ante la perspectiva de tener que retroceder y subir por las paredes a lo alto y después volver a bajar al cauce me tengo que empeñar en buscar una solución. El caso es que hay una pequeña rendija en el tobogán, pero el zapato es demasiado ancho, así que me lo tengo que quitar, meter el pie en la rendija y así logro el punto de apoyo que necesito. La pendiente del barranco es muy suave, las laderas no muy altas y en el cauce abunda el rabo de gato. Cada vez aprecio más las texturas suaves de las paredes y los diferentes colores (más oscuros) de las piedras embutidas, que han sido pulidas al nivel de la roca gris. Tras unos 700 metros llego a una parte más encajonada del barranco, un pequeño cañón recto de unos 200 metros de largo que está ocupado por unas plantas altas, unas varas verdes que tienen unos cilindros marrones más gruesos (aneas espadañas), una planta de agua y efectivamente el cauce está encharcado y hasta parece que corre un poco de agua.
Veo que por el lado izquierdo hay un andén ancho, por el derecho, no. Por aquí fue por donde abandoné el cauce en la excursión 882. Hoy vengo dispuesto a seguir lo más cerca posible del fondo. Cruzo la corriente de agua y alcanzo el andén, un pasillo de anchura variable que va uno o dos metros por encima del cauce y tiene al lado una pared bastante vertical de unos diez o quince metros. Este cañón (Hoya de la Morra Rajada) sigue siendo de la ignimbrita pálida y de formas preciosas. Es algo trabajoso negociarlo, pero nunca expuesto, hay que ir más despacio, mejor para apreciarlo. Las formas van cambiando. El cauce está todo ocupado de charcos y aneas, también de juncias paragüitas, otra planta que necesita mucha agua, y algunos juncos. Cuando llego al final del cañón termina el andén ancho y veo que el paso es algo arriesgado. A la izquierda tengo una cueva y, entonces me doy cuenta de que hay un pasadizo estrecho a ras de suelo, de unos 40 o 50 centímetros de alto, me meto, me arrastro por el suelo y logro pasarlo. Llego a otra cueva y esta tiene una salida sencilla, salvado. Con otro tramo interesante por las formas y las texturas sigo con por el barranco que se va abriendo y tengo vistas a algunos invernaderos rotos y abandonados. Poco a poco el color de la roca va cambiando, se va haciendo más oscuro, más beis. Esta parte es menos espectacular, con muy poco desnivel y sin grandes formaciones rocosas.
Tras unos 600 metros desde el cañón el barranco describe una gran curva a la izquierda (90m de altitud) donde distingo viejos bancales a la derecha y a la izquierda, hasta aquí llegue en la excursión 882. La sección del barranco es más ancha y muy cubierto de rabo de gato el cauce. No se puede decir que haya ningún sendero, simplemente sigo por donde debe ir la corriente del agua cuando existe. Las partes más llanas tienen más arena. El material de las paredes ya es muy diferente al del principio. El barranco poco a poco se va angostando, haciendo más estrecho, más encajonado. Por un lado, me gusta, por otro sé que me lleva a un desfiladero y que puede que tenga problemas. Tras unos 800 metros desde la curva amplia a la izquierda el barranco se estrecha muchísimo (125m) y me topo con un tramo donde varias enormes rocas están atoradas entre las paredes del desfiladero, rocas grises, muy suaves, en una el agua (quien sabe durante cuantos cientos de años) ha hecho un canal por el que se puede subir, ha hecho un tobogán. Al llegar me asustan las palomas que se lanzan al vuelo con un aleteo muy ruidoso. Me impresiona lo angosto del paso. Pienso que podría subir a una de las rocas por el canal, pero después hay más enormes piedras. No puedo seguir.
Retrocedo y no me cuesta mucho encontrar un lugar (a la izquierda según bajo) por donde empiezo a trepar, es una ladera bastante vertical (Saltadero Marrero) y el esfuerzo al sol es considerable, pero, como tantas veces, subo como un resorte, no sé de dónde me sale la fuerza. Me da incluso para apreciar la belleza de las rocas por donde trepo. Cuando llego al borde de arriba (150m) veo que voy cerca de invernaderos antiguos y con vistas a un paisaje de colinas suaves. Avanzo un poco en paralelo al cauce, supero el desfiladero y vuelvo a bajar en cuanto puedo (135m), con menos dificultad que en la subida. Estoy muy determinado hoy a seguir todo lo que pueda por el cauce. Me gusta volver. El barranco ahora es más pedregoso, con piedras pequeñas y grandes, más complicado de transitar, las paredes del barranco menos estrechas, está más abierto. Sigue sin haber ningún sendero, se puede ir por muchos lados, a veces la vegetación de balos, tabaibas y rabos de gatos es muy densa. Agradezco los tramos arenosos. Tras recorrer como un km desde el desfiladero llego a otro desfiladero (165m sobre el nivel del mar). Las paredes del desfiladero son onduladas y muy esculturales, entra poca luz, de nuevo las palomas revolotean y me asustan. Y aquí me encuentro con un gran charco, largo y profundo (Charco Cano). El agua es oscura, casi negra, debe ser la mezcla con el guano de las palomas. Un palo largo y ancho está metido en el agua. Con mucha imaginación se podría usar como pértiga para saltar hasta una roca al final del charco, pero cuando tiro una piedra más allá compruebo que hay más charcos, imposible. No puedo continuar. De nuevo tengo que retroceder. Y de nuevo encuentro un posible lugar a la izquierda (según bajo) por donde trepar. Pero este es bastante más complicado que el otro, la pared (Saltadero Cano) es más vertical y lisa. Llega un momento en la trepada que siento que me estoy arriesgando demasiado y tengo que bajar, pero al bajar voy encontrando hacia la izquierda que puedo seguir subiendo y así poco a poco logro llegar al borde del barranco al lado de unos invernaderos (190m). Estando arriba dudo si volver a bajar o no al cauce. Pero no me dura mucho, en cuanto veo el cauce ancho y gris del siguiente tramo bajo por la ladera, algo difícil, pero por donde me parece adivinar un sendero y llego al fondo gris (185m). Sigo subiendo por el cauce basáltico con zonas a los lados de un material de textura áspera y abrasiva de color marrón. (Y es que por el fondo de los barrancos no sólo pasa agua, sino que en las sucesivas erupciones esos materiales también buscan la salida natural y tapizan las paredes del barranco de todo tipo de rocas).
En unos 200 metros por el cauce atravieso un desfiladero estrecho, este sí y llego a una gran hoya con restos de viejas terrazas en la parte izquierda que tiene forma de anfiteatro. El cauce (200m) está atestado de grandes rocas, algunas enormes. Y aquí me doy cuenta de que se me ha acabado el tiempo, me ha llevado tres horas la subida hasta aquí y ya no me da para seguir. Mi objetivo (muy ambicioso) era llegar hasta la carretera general del Sur, me he quedado a la mitad, y creo que la parte más interesante es la que me falta (hice un tramo al recorrer el canal del Estado, excursión 1269). En el extremo de la hoya hay otro desfiladero, más angosto que el de la entrada a la hoya. Lo dejo como en las series de televisión, por el lugar más emocionante, motivado para volver. Encuentro unas inscripciones en unas rocas, lo que me hace pensar que es un lugar de interés, y por entre los muros caídos de las terrazas (a la izquierda de la hoya) encuentro un sendero por el que empiezo a subir. Cuando voy por la mitad me tienta la vista sobre el segundo desfiladero y me acerco. Es un doble desfiladero y el tramo del centro es muy afilado, muy apuntado, las palomas vuelan de una a otra como si nada, pero yo, como humano… no. De este desvío me gusta todo, el tramo de bajada, el abismo en el borde y la vista del desfiladero. Sigo subiendo, a veces sin sendero y aparezco en el final de una pista. La sigo hacia la derecha rodeando unos invernaderos con papayas por fuera, y salgo a una carretera asfaltada, sin cadena la finca.
Esta carretera baja muy recta hasta la autopista, me lo dice el mapa. Me ha llevado media hora salir desde el cauce del barranco hasta la carretera. Todavía con mucho calor inicio el descenso. Algunas fincas en las orillas, pero, en general, muy poca ocupación. El paisaje algo insulso después de tantas emociones por el barranco. Sólo veré dos coches bajar durante el tiempo que me lleva llegar hasta la autopista (media hora). Y pierdo la 111 por dos minutos, quizás los dos minutos en que me desvié para ver el desfiladero. Me toca esperar casi media hora. Pero no importa, ha sido una excursión muy buena, a pesar del calor y de este incidente. En la siguiente etapa iré en coche hasta La Cisnera (cerca de la villa de Arico), bajaré por esa carretera y me meteré al barranco por la hoya por donde salí.
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Track orientativo, no obtenido durante la excursión, elaborado después de realizarla
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Barranco de Bijagua