• Excursión 775. 30 Abril de 2018. Lunes.
Los Derriscaderos
Municipio: Granadilla
ENP: Monumento Natural de Los Derriscaderos
De 15.45 a 18.51h. De 50 a 260 a 50m.
Distancia: 10,4 km. Duración: 3h 6m.
Me quedó tan buena sensación la visita al Monumento Natural de Los Derriscaderos que quiero volver a visitarlo, un año y medio después. Además, para que sea más relajado el acercamiento voy a ir en guagua, así me ahorro el largo y monótono trayecto por la autopista del sur.
Hay claros y nubes en Santa Cruz, a dónde pierdo la guagua por los pelos, aunque después me entero de que han cambiado los horarios. En todo caso no me disgusta esperar tranquilo media hora para la siguiente. En la 111 (14.55h) voy hasta el polígono industrial de Granadilla (15.46h, 88m). Qué sitio más árido para bajarse, parece más un no-sitio que un lugar concreto. Sólo tiene gracia la gran cresta del puente, del puente que cruza la autopista. Me voy hacia arriba y hacia la derecha por una pista hasta que encuentro el cartel desvaído de espacio natural y en vez de ir hacia la izquierda, como la otra vez que estuve aquí, tomo por la derecha por la pista que sube. El día está nublado y gris. El recorrido va por una pista de piedra pumítica y arena con una ladera, a la izquierda, de piroclastos de bonitas formas y no muy alta. Pasa un barranco poco profundo (Hoya La Pedrera La Celedonia) y después sigue subiendo a la izquierda del cauce de otro barranco (Lomito el Conejo/Manuel Díaz).
El paisaje es desolador por el tipo de piedra y por su color, con sol luciría mucho mejor pero las nubes de hoy agrisan las colinas. Así y todo, las formas de las laderas con sus bordes superiores de espuma congelada me resultan muy atractivas y logran que esté todo el rato atento. Por otro lado, el cauce del barranco está lleno de plantas de pequeño porte (matorriscos, cornicales, tabaibas dulces y tabaibas amargas) y me resulta un poco chocante por el ambiente seco general. En el lado izquierdo de la pista voy viendo carteles metálicos señalando un espacio natural protegido, alguna vez fueron azules, y dependiendo de su posición pueden ser casi blancos. Señalan el límite del Monumento Natural de Los Derriscaderos. A unos 800 metros del cartel desvaído y a unos 130m de altitud descubro a la izquierda dos salientes redondeados y grandes y lisos de piroclastos beis. Dan la impresión de ser suaves como el terciopelo, debe ser efecto de la luz matizada, en realidad, son bastante abrasivos.
Con los mapas de openstreetmap.org he localizado una era, no está muy lejos de la ruta que voy a seguir y pretendo localizarla. Por eso, a unos 300 metros de los salientes, me desvío por la derecha de la pista (16.10h, 150m), cruzo el cauce del barranquillo con señales de paso de agua y subo por una ladera por una pista muy deteriorada hasta lo alto de la ladera donde tomo una pista ancha con una tubería al lado y empiezo a bajar por ella hacia unas casas en ruinas. El paisaje es desolado, de laderas redondeadas y sin otras construcciones ni fincas. Llego a las ruinas que así y todo tienen un cartel de espacio privado y que están bajo vigilancia. Tuvo que ser la casa almacén para las cosechas. Todo está abierto y en mal estado. Un poco más abajo localizo la era, amplia y grande con reborde alto en buen estado (16.21h, 150m). Las plantas crecen entre sus piedras y el muro alto es de tosca amarilla. La grisura del día ni siquiera da para que resalten las piedras que suelen estar formando círculos concéntricos. Subo un poco hacia la finca en ruinas (El Vallito) y veo un extraordinario eucaliptus que casi parece una de esas sabinas de El Hierro, está completamente doblado hacia la izquierda. El tronco, de unos dos o tres metros, se dobla completamente formando un ángulo de 90 grados con las ramas completamente despeluzadas y paralelas al suelo; qué viento tiene que haber aquí, jamás había visto un eucaliptus así. Hoy, sin embargo, no corre ni una brisa ligera.
Sin dejar que la tristeza del lugar me alcance bajo de esta loma por la pista muy deteriorada hasta mi recorrido. Cuando vuelvo al cauce del barranco me confundo y en vez de seguir por cerca del cauce del barranco me encuentro subiendo por una pista que sube a una loma y va por encima de ella. Veo restos de muros de fincas en el borde y también muchos restos de muros de terrazas abandonadas hacia el barranco antes de llegar a un lugar rarísimo. En mi mapa lo tenía como “ruins”, pero no son ruinas, sino que es una urbanización de casas aisladas, chalets. Las casas están hechas de bloques de toba y se quedaron a medio hacer, sólo está la estructura. Son unas doce casas, todas de diferente planta y cada una con ventanas de formas diferentes: rectangulares, en escudo, cuadradas, alargadas. Las casas no tienen ninguna equipación, sólo las paredes y el techo. Atravieso la urbanización hacia la derecha en busca de mi ruta original planeada. He subido bastante y el cauce del barranco (Lomito el Conejo/Manuel Díaz) por la derecha queda bastante abajo. El lugar me gusta mucho, desde este lado veo unas paredes en curva que son bellísimas, son los piroclastos caprichosos, y también hay un incongruente contenedor de plástico grande.
Poco a poco voy bajando por la ladera por senderos aterrazados hacia el cauce. Es un sitio de lo más peligroso porque es ir como sobre un paisaje de cristal, el cristal son los piroclastos erosionados por el viento y el agua y no hay ningún sendero claro para bajar. Y cuando llego al cauce tropiezo, y caigo y doy con la mano y las piernas contra unos bloques puntiagudos. Enseguida me paro y hago una evaluación de daños. Un buen rasguño en la pierna izquierda con bastante sangre y en la mano izquierda otra herida un poco más profunda y además me he doblado un dedo al caer. Me lavo las heridas con agua, las seco y me aplico cristalmina. Nada me va a detener. Aunque me va a costar un rato recuperarme, recuperarme para poder olvidarme de las heridas, y concentrarme en el paisaje. Poco después de ir hacia arriba por el cauce encuentro el sendero, un sendero estrecho y perdedor. En el cauce dominan los matorriscos, la lavanda canaria, con sus varas terminadas en penachos de color lila intenso, de un violeta casi negro. También hay balos, tabaibas dulces y tabaibas amargas, verodes, algún cardón, magarzas, cornicales, jaguarzos. El paisaje es maravilloso por las formas de las laderas de los piroclastos y también aquí veo muchas pequeñas terrazas con sus muros pequeños de sujeción. El sendero va entrando y saliendo del cauce del barranco y se sigue más o menos bien. Aunque se me está haciendo largo, en algún momento tengo que salir de este barranco (Ancón) y cruzar al otro (Guirre), pero cuando ya creo que voy a pasar al otro lado lo que veo es otra curva y otro senderito fino. El día se hace más gris y empieza a chispear. Pero las laderas y las colinas no me dejan de sorprender por sus formas y sus texturas.
Por fin empiezo a subir y cruzo la loma hacia el otro lado donde hay unas paredes de espuma preciosas (17.30h, 260m). La bajada es por una superficie de rocas y arena bastante peligrosa por la que tengo que bajar muy despacio, pero con buenas vistas hacia el barranco. Si siguiera barranco arriba llegaría en no mucho tiempo a Chimiche. El recorrido baja hasta el cauce del barranco del Guirre y empieza a descender por él. De nuevo contrasta el aspecto seco de las laderas con la abundancia de plantas en el cauce, donde en varias ocasiones llego a ver al lado una de otra: la tabaiba amarga y la tabaiba dulce (más redondeada y de troncos más gruesos). Esta parte del recorrido es la que hice la otra vez que estuve aquí. Hoy el día gris y mi herida no me da para disfrutar tanto de este hermoso barranco, que también se me hace un poco largo, con su constante ir de un lado al otro alrededor del cauce y a veces pierdo el sendero y tengo que ir por el cauce de rocas. Hay una extraordinaria variedad de texturas: arena fina y suelta, también arena, pero gruesa en los cauces, piroclastos rugosos del triple cero (de máximo poder abrasivo), cayados redondeados, basaltos lisos y ondulados en los cauces por donde ha tenido que pasar mucha agua, pumitas con todo tipo de incrustaciones y muy adherentes para caminar sobre ellas, arena fina suelta resbaladiza, grandes piedras, vegetación enredona (cornicales) y, cómo no, rocas sueltas. También veo pequeños charcos y agujeros secos con marcas de agua. Y alrededor las paredes del barranco van cambiando de forma y color.
Cerca del final del recorrido están los mejores paisajes de paredes rematadas de espuma, pero de nuevo entre el gris y el cansancio no acabo de tener calma para disfrutarlo. El paisaje hoy me rebota. Antes de completar el circuito me desvió hacia la derecha. Me desvío del recorrido circular y el último tramo lo hago completamente campo a través en dirección al túnel que cruza la autopista. Tengo que ir evitando los saltos y los desniveles y las plantas leñosas como el incienso pero logro llegar al cauce arenoso y llego hasta el túnel (18.40h, 55m), me meto dentro y aparezco al otro lado en una gran hoya. Trepo la ladera de grava suelta y cerca del puente con la gran cresta veo pasar la 111 (18.47h), bye, bye. La cresta está formada por dos placas metálicas. Llego pasando por jardines hasta la parada de la guagua (18.51h, la 7182) donde pulso enseguida el botón para avisar a la guagua que estoy aquí. El sitio es estresante porque está en una curva y no puedo ver venir a la guagua de lejos. De hecho, la guagua siguiente (19.19h) no se detiene. Me cojo un enfado considerable y llamo a Titsa, me atiende el amable Sergio y me dice que avisará al departamento responsable. Para asegurarme voy por el arcén hasta el panel para ver si está iluminado y sí lo está, no es ningún fallo mecánico, el conductor simplemente pasó. Vuelvo a llamar a Titsa para asegurarle a Sergio que aquí todo está correcto. Me confirma que ya ha avisado al departamento encargado. Me dice que la siguiente sí parará. Por fin aparece una guagua (20h) de la que no alcanzo a ver el número y entra muy despacio a la parada. La conductora amable y cuidadosa me dice que ha venido sólo por mí, aunque yo veo la guagua con más pasajeros. Y debe ser cierto que es algo extraordinario porque frecuentemente habla (por un intercomunicador) con un encargado que le va dando instrucciones. Me reconcilio con Titsa, pero esto es un aviso de que tengo que flexibilizar más y combinar más el coche y la guagua. Hoy hubiese sido perfecto venir con coche. A Santa Cruz llego casi cuando ha anochecido (20.42h).
Pulsar en el siguiente enlace para descargar el track de la excursión
Track orientativo, no obtenido durante la excursión, elaborado después de realizarla
drive.google.com/file/d/1qqJmxXh6euoIJlTWw7r-xsSMsWZ7AOud/view?usp=share_link
Los Derriscaderos