E-1473 Barranco Porlier. Ermita San Esteban

• Excursión 1473. 19 Abril de 2023. Miércoles. (Anaga 227ª)

Barranco Porlier.

Municipios: La Laguna. Tegueste

ENP: Parque Rural de Anaga

De 16.15 a 18.50h. De 80 a 410 a 90 a 190m.

Distancia: 6,8km. Duración: 3h 37m

Subida desde bajamar por el barranco de Porlier y la cresta de una loma (Lomo la Cruz) hasta un sendero oficial de Anaga para muy pronto abandonarlo por un antiguo sendero, cruzar el cauce del barranco de Porlier y después por la ladera derecha por un camino apenas visible ir hasta una antigua ermita y después bajar por una pista privada hasta la urbanización Porlier

Para celebrar que se cumplen, justamente hoy, diez años de la primera excursión, hoy miércoles, un día de la semana que no suelo salir, decido hacer una. Enseguida se me ocurre una idea: completar la búsqueda de una supuesta ermita (San Esteban) que hay cerca del barranco de Porlier. Tengo su nombre y situación en el mapa de Grafcan, pero cuando estuve por ahí (excursión 1388) nadie parecía saber nada, y tampoco, viendo de lejos el pequeño edificio (una caseta) tenía ninguna pinta de ermita.

Para ahorrar en tiempo de transporte llamo a un taxi para que me lleve al principio de la excursión. El conductor resulta ser un practicante de enduro (más de veinte años de experiencia) y hablamos de sitios y de nuestro interés por las montañas y la naturaleza. Me dice que muchos senderos los han abierto ellos, primero con herramientas, y después con el paso de sus motos.

Me deja a las cuatro y cuarto en la carretera a Bajamar, al lado del cauce del barranco de Porlier, situado unos 400 metros después de la entrada de la calle que lleva al club náutico de Bajamar. Se baja para darme la mochila, me da una palmada en el hombro y me desea suerte. Directamente empiezo por el sendero que enseguida es una pista y en menos de dos o tres minutos llego y cruzo el cauce del barranco, muy cubierto de rabo de gato. (Me encanta empezar de esta manera tan directa una excursión. Con el taxista he ido muy entretenido y casi ni me he dado cuenta de por dónde íbamos y al bajar ya he empezado.)  Al otro lado me sorprenden los guaydiles en flor, destacan hermosos con sus florecitas blancas en el cauce ancho del barranco, no suele haber tantos juntos, es todo un espectáculo, abril es el mes de los guaydiles. Me gusta el firme rocoso del sendero y la vegetación (cornicales, pencas, tabaibas, magarzas, matorriscos). Sigo recto en una bifurcación (110m, no me desvío a la izquierda). El sendero no es del todo claro, pero lo sigo bien. Un poco más arriba (160m) no sigo hacia la izquierda que es para donde el sendero sigue de una manera lógica, sino que me desvío por la derecha, casi en perpendicular por un tramo menos claro y que en unos metros me lleva a una zona rocosa, de grandes placas arrugadas, sin plantas. Y por aquí sigo subiendo por la arista de la loma (Lomo la Cruz). Me gusta mucho esta subida, por la vegetación, por la textura del suelo, por las vistas amplias a la cuenca del barranco de Porlier. Según subo empiezo a tratar de visualizar una manera de llegar a la “ermita” que está enfrente, en la ladera de enfrente, a unos 300 metros de altitud, en donde termina una pista zigzagueante de cuatro tramos.

El día está algo nublado. Mejor para hacer esta subida. No hace mucho calor. En la excursión 1388 no subí por la arista todo el rato, hoy lo hago mejor. Más arriba me empiezo a encontrar con alambre de espino herrumbriento que tengo que sortear con mucho cuidado. A veces el camino va por el otro lado y lo salto a cámara lenta. Abundan los cardones con cornicales enredados por dentro. Me gusta todo el rato la subida. Me encuentro con varios salientes rocosos que un sendero por la izquierda rodea. Todo va como la seda. En los 300m aproximadamente me enredo buscando un supuesto sendero que sale a la derecha, pero no me lleva a nada. Regreso con mucho esfuerzo a la arista y sigo subiendo. Un poco más arriba ya se me ocurre una idea de como acceder a la ladera donde está la “ermita”.

La ladera está recorrida por varios barranquillos muy verticales y coronada por la mesa de Tejina. Su parte inferior es vertical, arriscada sobre el cauce, después viene una parte de pendiente suave traspasada de tiras horizontales (por donde podría ir un sendero), y arriba vuelve a ser muy arriscada por debajo del borde de la mesa. La vegetación en la ladera no parece muy densa, pero cualquiera sabe cómo es en realidad, lo que más me preocupa es pasar los cauces de los dos barranquillos verticales.

La idea es bajar desde el sendero que lleva a la mesa de Tejina (SL 1 de Tegueste) antes del cauce del barranco de Porlier, cruzar el cauce por encima de un salto (Porlier) y llanear por la ladera. Vamos a ver. Por fin llego al SL (400m), me echo a la derecha. El sendero, en comparación, por donde he venido, es una autopista: cómodo, claro, de firme liso. Rodeo el cauce de un pequeño barranco (Vallito de Cueva Jiménez). Puedo ver que la vegetación en el cauce es muy densa y también en las laderas por debajo. Avanzo hasta la siguiente esquina. La que está sobre el barranco de Porlier y aquí y enseguida encuentro una manera de bajar. De esta esquina, de esta arista de la montaña (Lomo del Medio) surgen dos aristas, una hacia la derecha (rocosa) y otra a la izquierda (que va directo al cauce, al salto). No me lleva casi nada darme cuenta que por la de la derecha y medio oculto hay un sendero que baja zigzagueando. Ahí que me lanzo. Bajo por el sendero y voy encontrando zonas rocosas por donde es mucho más fácil bajar. Es una aventura muy emocionante. Como unos 40 metros de desnivel más abajo me echo a la izquierda y me lleva a una hendidura en la ladera, por donde sólo se puede pasar, yendo primero por debajo de una oquedad y después por un pequeñísimo paso. Fantástico. Ahora sigo por la otra parte ya a la vista del salto al que llego enseguida. Es de piedras grises y no puedo ver el fondo del barranco aquí, está muy encajonado. Las rocas están cubiertas de un musgo oscuro. Haber logrado llegar al salto me parece la bomba, ya veremos lo que sigue. Aquí me encuentro con una valla de alambre de espino de cinco líneas, colocada en horizontal. Con un alambre sin pinchos uno cuatro de las líneas y creo un espacio por donde, con mucho cuidado, paso. Este alambre de espino que he estado encontrando en toda la excursión me parece de lo más anómalo e incongruente, sobre todo en un sitio “natural” como este. Pero así es esta sociedad, la gente posee cosas y tiene derecho a limitar el paso por ellas. Aunque también me da impresión de ser una propiedad abandonada.

Al otro lado ya puedo subir un poco por la ladera y voy encontrando el paso franco (no quiero decir que un sendero) pero sí fácil, entre la vegetación densa, sin plantas excesivamente agresivas. El “sendero” llanea por el borde del risco y las vistas son progresivamente mejores a la parte por donde he bajado, a la hendidura, al salto de Porlier, a todo este gran barranco. Estoy en un subidón, que pueda ir por aquí, que exista este “sendero”, que avance tan bien por la ladera (Lomo el Pajar), es todo casi milagroso. En una esquina me encuentro con una inmensa telaraña con cuatro o cinco grandes arañas emboscadas y un gran nido de arañitas. Tengo que ir rompiendo uno a uno los amarres de la telaraña con las plantas para poder pasar. Después viene una parte muy densa de vegetación por donde bajo por una zona rocosa ancha y aquí me cuesta seguir, todo está tan lleno de plantas. Avanzo por encima de los cornicales y los tasaigos, que con sus hojitas como velcro se pegan a todo. Avanzo llaneando y alcanzo unas rocas, bajo un poco y paso el cauce de un barranco vertical por el único sitio posible (y ya van dos). Al otro lado (Lomo el Picacho) voy bajo una pared terrosa y ya voy muy fácil, incluso me parece que hay una pista, pero no, es un camino ancho con menos plantas. Al llegar al borde de esta segunda loma ya veo, por debajo, unos 40 metros de desnivel, la “ermita”. Hay un sendero que me va llevando, pero tiene un trazado de lo más irregular y caprichoso, y sin embargo, es la única posibilidad de ir por aquí, la vegetación forma masas enormes, altas e impenetrables con mucha zarza. Y cuando estoy bajando llego a pensar que no voy poder llegar a la “ermita”, de hecho el sendero se echa mucho a la derecha, incluso por debajo del nivel de la “ermita” pero por fin se echa a la derecha y puedo llegar.

La “ermita” es solo una casucha, sin ningún signo especial. Y la única indicación de que aquí pudo haber una ermita es que el lugar se llama Hoya de San Esteban. Lo mejor que tiene es un espacio techado ocupado por una gran mesa (de cemento) con vistas al barranco y la costa, un fantástico lugar para hacer un boncho. Me quedo un momento admirando la panorámica y sigo entonces bajando por la pista ancha y cubierta de vegetación. Por aquí auyento a un grupo de cabras (arriscadas, me imagino), que me huyen escondiéndose por la ladera. La sensación que tengo en la bajada por la pista es de borrachera, de éxito. Haber podido caminar, atravesar estos parajes es un privilegio. Gracias. Gracias a los dioses que velan por los senderistas. Tras los cuatro tramos rectos de la pista llego a una asfaltada, que baja recta. Paso un par de fincas valladas y veo cultivos en marcha. Al final de la pista cerrada ya sé que hay una puerta, ya me la encontré en la excursión 1388, y no quise saltarla. Pero ahora sí que tengo que hacerlo. Llego al portón y no resulta muy complicado saltarla. Hay un espacio por el que puedo escabullirme.

Afuera ya me siento todavía mejor después de haber resuelto el último problema. Bajo por una pista de tierra y llego a un vallado que rodea un aparcamiento, me cuelo por un agujero y salgo a una calle por donde bajo hasta la carretera. Subo por ella hasta una parada de guaguas. Pero es un sitio con demasiado tráfico, muy molesto. Así que me decido caminar hasta Tejina y se me hace más llevadero soportar el tráfico caminando que parado. En Tejina, después de la plaza, sí me quedo a esperar la guagua que me lleve de vuelta a Tacoronte.

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Track orientativo, no obtenido durante la excursión, elaborado después de realizarla

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