• Excursión 1389. 3 Marzo de 2022. Jueves
Montaña Los Poleos.
Municipios: Guía de Isora. Santiago del Teide.
ENP: Parque Natural Corona Forestal. Reserva Natural Especial Chinyero
De 11.44h a 18.33h. De 1360 a 1270 a 1470 a 570m.
Distancia: 22,5km. Duración: 6h 49m
Gran recorrido por senderos, pistas y caminos tradicionales en la zona alta del pinar de la Corona Forestal en torno a la carretera de Chío al Teide. Me desubico en varias ocasiones por las limitaciones de la cartografía de la zona
Mi objetivo hoy es recorrer algunos caminos y pistas entorno a una gran curva (km 14 a 16) de la carretera del Teide (Tf-38).
Con el habitual meneo de: coche hasta El Tanque, guagua a Chío y taxi hacia arriba me bajo en el km 17 (1365m) de la carretera del Teide (17€) en el coche de una taxista conductora que me cuenta que plantó melosilla (bejeque o similar que le regaló su abuela en La Gomera) y que se le da bien. El día está estupendo, todo despejado, yo, sin embargo, vengo preparado para todo tipo de tiempo, y es que este terreno es demasiado grande y a tanta altitud los cambios pueden ser no sólo drásticos sino traumáticos desde un punto de vista atmosférico.
Camino carretera arriba con el chaquetón anudado en la cintura y en busca de algún signo de la presencia de un sendero en la parte izquierda de la carretera. Un trozo de ese sendero ya lo hice en otra excursión (la 1182) pero sólo me acuerdo de que no era fácil de ver en su acceso a la carretera, carretera por donde voy ahora. A los cinco minutos veo a la izquierda y por detrás de la barrera (1395m), dos pequeñas piedras, una sobre otra. Inseguro de esta señal (de sendero) tan débil no me acabo de creer que sea por aquí donde empieza el sendero, y menos seguridad me da que haya una talud en bajada cubierto de pinocha. Sin embargo, lo que me convence que es por aquí es que al otro lado de la carretera veo otras dos piedras, deben señalar por donde continúa el sendero tras cortar a la Tf-38 (excursión 1182). Está claro, es por aquí, y en cuanto bajo por la laderita empiezo a encontrar a intervalos más o menos regulares hitos que me van adentrando en el bosque y alejando de la carretera.
Es un bosque de pinos no muy cerrado con mucha luz alrededor. El suelo es volcánico pero antiguo y está muy cubierto de pinocha y piñas. El olor a pino y a fresco en esta mañana soleada es maravilloso. Realmente soy consciente de estar en un momento fantástico en el monte, la temperatura es perfecta para que huela tan bien y para disfrutarlo de una manera relajada. Y es que el sendero en sí mismo no es muy tranquilizador, no es nada obvio, no es un claro surco entre filas de piedras sino un camino que hay que ir desentrañando de una manera intuitiva y a una cierta velocidad. Me va bien. No me pierdo. No me salgo del “camino”. En cinco minutos largos localizo la bifurcación (1340m) por donde quiero seguir. Me desvío del sendero que recorrí en la excursión 1182. Me echo a la derecha en la bifurcación y empiezo casi inmediatamente a atravesar una zona grande de escorias volcánicas. Es una franja ancha (medio kilómetro) donde no crecen pinos, no crece prácticamente nada. Y por aquí el camino es muy claro, destaca por su tono gris, tono gris de terreno trillado, en comparación con el más oscuro y marrón de las escorias alrededor. Llaneando cruzo esta zona de escorias (mirando ahora el mapa mientras escribo esta crónica puedo ver que son las coladas del volcán Boca Cangrejo, situado a un par de kilómetros hacia arriba). Muy rugoso el firme, mis zapatos nuevos me van muy bien con este terreno tan abrupto.
Al terminar de atravesar la franja de escorias llego, de nuevo, al pinar ya aquí hay hitos que van hacia arriba y otros hacia abajo. Sigo los que van hacia abajo, son los que me interesan. Vuelvo a sentir otra vez que estoy en un momento especial al poder estar en este bosque en un día como hoy (con calor domina el olor a tierra seca, con humedad a madera) y hoy es olor a ozono, a oxígeno en vena. Sigo muy atento, conectado de una manera sutil con el trazado del camino y agradeciendo mentalmente su dedicación y su esfuerzo a todas las personas que han ido poniendo todos estos hitos. También por momentos me siento algo enganchado a los hitos, y si dejo de verlos, aunque sienta que vaya bien me empiezo a intranquilizar. Sin muchos desniveles y sobre un terreno algo irregular, aquí no hay nada llano, todo es un ligero subir y bajar, y serpentear. El mapa de OSM que llevo me señala claramente la zona de escoria (beis) y la zona boscosa (verde) y simplemente con eso me puedo ir ubicando comprobando que es plausible el camino por donde voy.
Ahora voy atento a otra bifurcación, por la que debo torcer a la derecha. Pero me paso de largo. Lo sé cuándo aparezco en el canal de Vergara (excursión 1193, 1255m). Según el mapa la bifurcación está en una zona no boscosa y no he pasado por ninguna en mi bajada. Empiezo a desconfiar del mapa. Regreso por el sendero por donde he bajado siguiendo los hitos pero pronto llego a un sitio donde no veo la continuación hacia arriba, un poco después de una zona donde hubo un tubo volcánicos del que sólo queda ahora una pared. Me tengo que poner con todos mis diez sentidos en funcionamiento, la sensación (bastante real, creo) de que me puedo perder fácilmente es muy fuerte. Me cuesta más de diez minutos encontrar la continuación. El problema era que el camino para evitar un tronco caído se echa a la derecha y queda oculto. Una vez superada la prueba continúo subiendo en busca de la bifurcación, y cómo voy en subida ahora tengo que torcer a la izquierda por ella. Encuentro un lugar con un exceso de hitos, algunos parecen marcar “puertas” y cuando parece que lo he encontrado y llevo unos dos minutos por él me doy cuenta de que es el mismo que por donde he subido (un gran pino en forma de candelabro y las ramas de dos pequeños pinos que tapan el sendero me lo indican). Vale. No importa. Sé que esas cosas pasan. Vuelvo hacia arriba y ahora en el sitio con muchos hitos (y no sé explicar cómo) lo encuentro. La manera de encontrarlo es curiosa, tengo que subir más arriba del sitio con muchos hitos hacia arriba y bajar y ahora tuerzo a la derecha y logro ir por donde quería, lo noto antes de un minuto cuando me doy cuenta de que por aquí no he pasado. Fantástico.
Enseguida llego a un viejo muro de piedra, un viejo camino rural al lado de un hito de MP (un cilindro de cemento). Sigo por el viejo camino o en paralelo a él (está ocupado por escobones) y de repente llego a otro camino más ancho (1290m) donde veo los signos de PR (bandas amarilla y blanca). He llegado por una esquina del PR, veo signos a la izquierda y a la derecha. Opto por el de la derecha que es el que sube más. Por un lado estoy muy confuso, porque no sé dónde estoy de acuerdo al mapa, pero por otro lado me siento salvado porque es un PR claro y tiene que llevar a algún lado. Es un camino ancho con doble muro y puedo subir ligero. La otra cosa que me podría ayudar a ubicarme aquí es las formas de las montañas que voy viendo a media o a corta distancia, pero como sólo conozco por aquí la forma de Bilma (la veo a lo lejos) no me sirven. Subo y me cruzo con un grupo de senderistas que me dicen que este es el camino del Chinyero. Bien. Ya sé por dónde voy. (Al día siguiente al trazar el track de la excursión puedo ver que el sendero por el que bajé hasta el canal de Vergara no está en el mapa, y que el sitio donde está la bifurcación que buscaba realmente está en terreno no boscoso). Ahora estoy subiendo hacia la montaña de Los Poleos, un montaña ancha y bastante plana (con cráter arriba, aunque yo no lo sé en el momento de la excursión). Un poco después me cruzo con un grupo de cinco senderistas (todas mujeres) que vienen con una guía de montaña.
Bien ubicado en el mapa ahora voy al acecho de una desviación a la derecha. La encuentro (1380m) en un terreno bastante llano. Es una pista ancha, aunque poco definida, pero clara, en general, que va por el pinar no muy denso y por dónde puedo ir viendo (a la izquierda) la ladera de la montaña de Los Poleos. En ligero ascenso la pista continúa un buen tramo hasta que termina en una zona llana y continúa un sendero que va subiendo por la ladera y señalizado de vez en cuando por hitos. Me gusta encontrar un sendero, mejor que ir por una pista. El día sigue bueno. Me encuentro con una bifurcación (que no tengo en el mapa. Waypoint A) y tomo a la izquierda, no lo pienso mucho. Camino otro poco por el sendero y voy a dar (1425m) a una pista, no muy usada parece. La sigo a la derecha y me lleva (en perpendicular) a una pista de mejor aspecto, más utilizada. Tuerzo a la izquierda en ligera bajada. Vuelvo a estar desubicado completamente, nada de esto lo tengo en el mapa. Tengo claramente a la izquierda la montaña de Los Poleos pero me cuesta aceptar estar desubicado. Y cuando llego a un cruce de caminos por dónde va el PR (el 43.3) del Chinyero, por el que estuve antes, me da la sensación de que he dado una vuelta tremenda alrededor de la montaña de Los Poleos. Empiezo a pensar que debía haber girado a la derecha en el waypoint A. Ahora mi objetivo es alcanzar la carretera del Teide por la gran curva. Ya he desechado la idea de ir hacia San José de Los Llanos. Tengo que , necesito, desentrañar esta pista.
Regreso por la misma pista en ligera subida. Llego a una desviación en perpendicular a la izquierda, la sigo un rato, pero no es por aquí, regreso a la pista y sigo subiendo y subiendo. Estoy retrasando el comer, lo voy a retrasar hasta que alcance la curva. Sigo por la pista y cuando veo a un grupo de turistas ya tuerzo a la derecha por otra pista y, por fin, llego a la gran curva de la carretera. Bien. Muy bien. (Al definir el track puedo imaginar por donde he ido, pero no estoy seguro de que reproduzca por donde he ido). Tengo que volver otro día para acabar de entenderlo. Lo necesito (excursión 1437). Echo a caminar por la curva de la carretera hacia abajo. Y según bajo y con el mapa de Alpina de Teno diseño una bajada a Chío. Ahora se ha cubierto todo de nubes y una niebla empieza a subir por las laderas. La temperatura ha bajado, aunque no hace frío, pero se terminó el día alegre. Empiezo a comer el sándwich mientras bajo por la carretera. En el mirador (montaña Los Poleos) hay bastantes turistas deambulando mirando la gran torrentera de escorias, la misma que yo recorrí al principio de la excursión, la misma que procede del volcán Boca Cangrejo. Es espectacular este torrente seco de piedra gris. Paso el principio del sendero y sigo bajando y bajando por larguísimas rectas. El tráfico es escaso y viene a grupos. Mejor. Voy bien. Pasado el km 18 inspecciono la cueva de Los Pájaros. Está a la izquierda y muy cerca de la carretera. Tiene una gran entrada, casi un arco ancho y bajo por el que puedo ver el interior de lo que parece un tubo volcánico que va hacia abajo y que gracias a la sensibilidad extrema de la cámara para las oscuridades puedo ver que tiene fin bastante abajo. No me meto. Está todo lleno de derrumbes. Le doy la vuelta por la izquierda y le echo un vistazo a la cueva desde la otra abertura (más pequeña) por encima. Es lo bueno de ir caminando y no en coche, tiene uno una oportunidad de ver estas cosas.
Sigo bajando por la carretera comiéndome el bizcocho. Pasado el km 19 cruzo un SL (el 203, excursiones 752 y 1271) y un poco después me meto a la derecha por una pista (BC 3/Pista La Fife, 1240m). Va bajando por el pinar que ahora es un lugar espectral, sin vegetación en el suelo, el suelo todo cubierto de pinocha, y con los pinos, no muy altos, alrededor. Cruzo varias veces el SL. Hoy quiero ir por la pista porque sé que antes de cruzar el canal de Vergara hay unas cuevas. Y las localizo (1100m). Y me resulta espectacular, sobre todo la de abajo, y no solo por el tremendo boquete (otro tubo volcánico) que baja mucho sino por la reja de hierro forjado que impide totalmente el paso adentro. Es como un túnel, del tamaño de esos que pasan por debajo de las autopistas, donde cabrían dos carriles. Y va hacia abajo con muchas rocas caídas en el suelo, con un techo muy regular y redondeado. La cueva de arriba es más pequeña, baja, también ocluida con barrotes, pero la puerta no está cerrada, no paso dentro. Se llaman las cuevas Grandes de Chío. Bajo y tras cruzar el canal de Vergara me echo a la derecha por la pista del canal de Vergara que va en paralelo por abajo. Tras unos 250 metros encuentro (a la izquierda) una pista (1100m) que baja. Una pista de montaña (Camino de la Ladera Grande), algo más estrecha que la de Vergara. Es emocionante, no tengo claro que tenga salida por debajo, pero por ahí que me lanzo.
El cielo se ha despejado y tiene tonos dorados el suelo, se lo da la pinocha seca y las piñas. Paso una barrera abierta y sigo bajando, en algún momento me doy cuenta que voy al lado de un muro y paso dos o tres muros en perpendicular, viejos caminos. Me voy sintiendo cada vez mejor por haber encontrado este viejo camino, con buen firme y con muro. El pinar aquí tampoco es muy denso y ya voy viendo más variedad de plantas (cerrajón arbóreo, poleo, bejeque, matorrisco). En los 900m termina la pista y se sigue por sendero por terreno peor, más irregular, pero igualmente recto hacia abajo. Cuanto más bajo más contento voy, más probable que tenga salida. Cruzo, más abajo, un par de canales (870 y 835m) y con mucha calma y serenidad llego a la carretera (730m) después de una bajada de unos 370 metros de desnivel. Barajo varias posibilidades pero al final me decanto por seguir por la carretera hasta Tamaimo. No merece la pena pararme en Chío, la 460 ya pasó (probablemente hace media hora) y la siguiente es dos horas después. Además así hago este tramo completo que tiene partes interesantes al acercarse a Tamaimo. Enseguida llego a la carretera general y sigo por ella por el arcén. El tráfico es ligero y me paro en los sitios complicados.
Cruzo la autopista por un puente y sigo después por la carretera general (Tf-82). Un km después de cruzar la autopista la cosa se pone muy interesante, primero por las vistas cada vez mejores y más amplias hacia la costa y en segundo lugar por la vista de la montaña del Ángel, a la que le da el sol y resalta sus formas y su vegetación. Es una sorpresa muy agradable, y sé bien que es el hecho de que haga sol y que yo esté bien “machacadito” después de cinco horas que me hacen verla con los mejores ojos. Después de todo lo que he pasado esto es todo un premio y ya estoy ideando, según la voy viendo, y rodeando una excursión para subir a lo alto. En la esquina de la arista de la montaña la carretera se abre totalmente a la bajada del valle de Tamaimo, aquí un pequeño memorial recuerda la muerte de un joven (Avelino) de 19 años en 1990. Está cuidado y con flores secas dentro. Después tengo que ir muy pegado a las barreras de cemento porque no hay arcén ninguno, la carretera es estrecha y va pegada a la ladera de la montaña. Ahora voy explorando con los prismáticos los lugares por donde un canal atraviesa las aristas de dos montañas (canal Tamaimo-Lomo del Balo/o de Icod, excursión 1311). Y por donde se puede tomar desde la carretera Tamaimo-Los Gigantes. Es un recorrido de lo más vistoso y emocionante, por encima de la última curva que rodea la ladera de la montaña Ángel hay dos grandes cuevas. Después ya sigo tranquilamente y sin estrés (por los coches) hasta Tamaimo hasta la parada enfrente de la gasolinera. Llamo por teléfono a Titsa y me dice (Nazaret) que tardará 22 minutos, después son 33 pero no importa.
Aquí el tiempo fresco me obliga a ponerme el chaquetón, el que he tenido todo el día alrededor de la cintura. La sensación desagradable de la espera se convierte en un chute de felicidad en cuanto me subo en la 325 y me pongo la música. En unos cuarenta minutos, todos maravillosos escuchando música (anocheciendo por la subida al Puerto de Erjos) y mirando el paisaje bien derechito en mi asiento, llego a El Tanque y cambio a modo conductor que regresa de una gran experiencia.
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Track orientativo, no obtenido durante la excursión, elaborado después de realizarla
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