• Excursión 1021. 7 Noviembre de 2019. Jueves.
Montaña del Cedro.
Municipio: Guía de Isora.
ENP: Parque Nacional del Teide
De 11.32 a 15.57h. De 2080 a 2264 a 2000 a 2054 a 1957 a 2070 a 2040m.
Distancia: 9,2km. Duración: 4h 25m.
En un día lluvioso en el norte me traslado hasta el PN del Teide donde hace un sol radiante. Asciendo a la montaña del Cedro y la bajo por la degollada de Boca Chavao. Recorro pistas hasta la torre de incendios y una casa forestal abandonada y por un sendero oficial sobre capas gruesas de lavas y vistas magníficas hacia el llano de Chafari voy hasta la degollada de Boca Tauce donde tomo la guagua para Arona
Empezaron las lluvias el martes y llueve también hoy en todo el trayecto desde Tacoronte hasta El Tanque a dónde dejo el coche en mi sitio habitual por encima de la iglesia. Me guarezco en la parada y me lanzo a la carretera cuanto la veo llegar. Rapidito me monto. Al fondo y borrosas sólo cuatro personas. Yo me quedo delante viendo la lluvia contra las ventanas y los limpiaparabrisas metódicos limpiando y arrojando en cada movimiento el agua. Niebla espesa lo cubre todo, apenas se ve el paisaje. Aparecen algunos rayos de sol en la bajada del puerto de Erjos. En Chío (11.02h) me bajo delante del ambulatorio. Aquí está nublado, pero sin lluvia ni frío. El taxista que viene rápido cuando lo llamo está escuchando una emisora deportiva a donde el locutor desmenuza hasta el último detalle las decisiones del entrenador. Le pido al conductor que apague la radio, no quiero saber tanto de fútbol. Se resiste. Contrariado baja el volumen y cuando se da cuenta de que apenas entiende nada la apaga. Mal rollo. Silencio total hasta el destino. Yo me concentro en el silencio y el paisaje de pinos y escorias en las largas rectas y la carretera cómoda. Me deja en el mirador de Chío (11.42h, 32€).
Adiós. Parece que es como por arte de magia que aparezco en este sitio tan fantástico, aquí con vistas al Pico Viejo y a su volcán de la ladera que contrasta del resto en esta cara de la montaña. Todo despejado. Un sol radiante. Apenas viento. Perfecto. Los habituales turistas que caminan inseguros en este firme pedregoso y muy irregular. Me preparo. Cruzo el tramo suave de cemento de la carretera y sigo por ella hacia la izquierda unos 300 metros hasta una pista con barrera que sale a la derecha y que va recta hacia el roque del Cedro. Un cartel indica a los cazadores que tienen llave de la barrera que la vuelvan a dejar cerrada. Estamos en periodo de caza. Me sigue impresionando este roque (excursiones 777 y 916) que se está desmontando y desmoronando. Después de pasarlo la pista tuerce a la izquierda y tras algunas curvas me salgo para empezar a subir por un sendero. Evito así a un grupo de personas en dos coches que hablan muy alto. Me miran en silencio cuando me ven ascender por el sendero sinuoso. Yo a lo mío y ganando altura. Me gusta mucho este sendero claro entre malpicas y alhelíes, aunque ahora ninguna planta está en flor.
En la degollada, arriba, empiezo a ver que hacia Guía está todo cubierto, mar de nubes hasta los 1900m. Hacia el Teide todo despejado. Es lo bueno de subir al parque nacional del Teide, el sol está asegurado. Sigo hacia la izquierda y chequeo el agua en la fuente del Cedro, el agua tan fría como siempre. Descubro una segunda fuente, seca, cerca, con dos imágenes religiosas en lo alto. Me cruzo con dos cazadores con seis lebreles delgados y elegantes, parecen alambres que se mueven sin tocar el suelo. El más joven me dice “cuidado con las piedras que ruedan”. Gracias. Poco después encuentro el principio del sendero de subida a la montaña del Cedro, está marcado con unos hitos grandes. Y después bien guiado por más hitos voy subiendo entre la vegetación baja y algunos pinos. Tras una zona rocosa en lo alto, avanzo con mucho cuidado entre las piedras y llego hasta el mismo borde (12.32h), a lo más alto (2265m), con una vista absolutamente fantástica del llano cubierto de las lavas negras. Lavas negras que salieron del volcán de las Narices del Teide y lavas que continúan por el llano de Ucanca hasta los Roques de García. Hacia la derecha y por arriba se distinguen nítidamente las crestas desde el Sombrerito hasta Guajara. Es un paisaje tan grandioso. Sobre el propio filo y sintiendo el abismo debajo me tiemblan las piernas, estoy eufórico. Vale. Me quedo un rato. Apenas hago fotos. Por los brillos que emiten descubro algunos coches en lo alto del llano de Chafari, deben ser cazadores. Bien. Muy bien.
Ahora quiero bajar por el otro lado, he subido por la derecha de la montaña y quiero bajar por la izquierda. Me cuesta un rato dar con el “sendero”. Tras una parte llana sin marcas empiezo a encontrar hitos que me van guiando por una traza muy débil de sendero. Y así de hito en hito voy bajando muy despacio, con mucho cuidado, es una zona de roca desnuda y terreno suelto. Son piedras muy redondeadas, de color bermejo, muy bonitas. Se levanta un poco de viento. Cuando ya he bajado bastante y empieza a haber más pinos pierdo la paciencia para buscar los hitos y dejo de verlos. Lo cual me obliga a bajar campo a través y con más dificultades por la ladera hasta la pista que destaca clara abajo (13.29h, Boca Chavao). Todavía no tengo claro cómo voy a seguir el resto de la excursión, no sé si bajar caminando hasta Las Fuentes (1100m) o quedarme por aquí y tomar la guagua que pasa por Boca Tauce a las 16h (confluencia de la carretera de Vilaflor y la carretera de Chío). De momento voy a bajar, tomo por el sendero que empieza cerca, señalizado, pero tras unos 200m de bajada al comprobar que todo está nublado por debajo y sentir hoy mis rodillas un poco delicadas decido dejarlo, este paisaje no se merece (no) verlo tan nublado.
Decido quedarme por aquí y hago la pausa para comer (13.40-14.10h) en el sendero. Hoy los lagartos no surgen de entre las piedras (excursión 777) esperando las migas de mi bocadillo. Pasa una familia hacia abajo, padres jóvenes y un niño, parecen decididos. Me gustaría que me preguntasen algo, pero sólo saludan sonrientes y siguen hacia abajo. Para redondear la excursión decido recorrer la pista hasta la torre de incendios. Rehago los 200m hasta la pista y sigo a la izquierda. Pasa un todo terreno rutilante con cazadores. En una de las esquinas hay un frente rocoso de piedras viejas y cuarteadas de color beis, marrón y negro. En una bifurcación sigo a la derecha, el firme mucho peor ahora y tras dos tramos en subida llego a la torre de incendios (excursiones 916 y 994), preciosa, alta y con su escalera rodeada de una jaula metálica. Inaccesible. Regreso por donde he venido. En la bifurcación sigo por la derecha porque he visto una caseta en la ladera. Bajo y paso al lado de una fuente de la que mana un poco de agua, por encima veo en la pared una puerta cerrada (Galería Fuente del Chavao 2). Bajo por la pista, paso el sendero y sigo por la pista hasta la caseta, que está abierta y con aspecto ruinoso, y un gran cartel sobre un tronco dice “prohibido hacer fuego”. Sin embargo, un gran hato de leña apilada en la pared de la caseta parece contradecirlo. En el mapa veo que esta caseta es la Casa Forestal Fuente del Cedro.
Al lado de la caseta descubro un cedro canario, no muy grande, y que destaca en el pinar monótono. Regreso y vuelvo a subir por la pista hasta el sendero, aquí veo a dos personas sentadas, ambas con sobrepeso, que saludan medio indiferentes, ¿Qué estarán haciendo aquí? No pregunto. Por el sendero sigo hasta la degollada de Boca Chavao y después tomo por el sendero señalizado hacia la derecha, hacia Boca Tauce. De nuevo en el circo las vistas son esplendidas, impresionantes. La bencomia de cumbre abunda en las partes más húmedas a los pies de un risco. La retama, el rosalito, la yerba pajonera cubre toda esta zona. También se ven placas de lava cordada, pahoe-hoe. Las puntas secas de las yerbas pajoneras y también las de los rosalitos festonean el paisaje, enmarcando las vistas expansivas hacia los lados y hacia arriba. El paso por las corrientes de lava es muy trabajoso, el firme es de grava gruesa y el paso se hace inseguro, me gusta el ruido que hacen las piedras al pisarlas y desplazarse. Hay rachas fuertes de viento, parece que para que no me olvide de donde estoy, mucho viento, demasiado viento. En algunos extremos de la corriente de lava, en las avanzadillas de la corriente que se enfriaron, las formaciones rocosas parecen trozos enormes de sangre cuajada, por su color y por su forma (cuando niño mi madre solía preparar un plato con lo que llamaba sangre de toro).
Tras las lavas todavía me falta rodear el roque del Tiro del Guanche, un risco puntiagudo en el propio borde del camino. Más rachas violentas de viento, la verdad es que van perfectas en este paisaje grandilocuente, excesivo. Con el ambiente tan limpio, tan claro, los sitios lejanos parecen muy cercanos, es una ilusión óptica. Paso el aparcamiento pequeño cerca del museo de Juan Évora y por la carretera al lado de las retamas robustas llego a la parada de la guagua (15.55h) un pelín justo a otro gran mirador sobre el Teide. Por aquí pasa sólo una guagua al día, a las 16.5h aproximadamente. Me tengo que resguardar tras una furgoneta del viento feroz y cada poco asomarme a la carretera para ver vi viene la guagua, la 342. Aparece (16.10h) y me siento poderoso al hacerle señas, y ver cómo enseguida el conductor poner el intermitente. Me subo, pago y me siento hacia atrás, una de las pocas líneas en las que no sirve la tarjeta de Titsa. Escucho música en la larga bajada por el pinar, la parte que más me gusta es tras La Escalona cuando se empieza a ver bien el roque de Imoque y todos los demás que hay en Arona, los grandes y los pequeños hasta el de Igara.
Antes de llegar a Arona dudo entre si volver por el norte o por el sur pero como hoy he dejado el coche en El Tanque, volver por el sur implica un rodeo exagerado, excesivo. En Las Américas (17.18h) me lo tomo con calma. Voy hacia El Duque y me compro el periódico y me pongo a leerlo en la calle. Que me las den todas. Sigo en mi nirvana de senderista que va a donde quiere. Un joven que pasa me sonríe y levanta los dedos y me hace un gesto por los cascos que llevo. Me aíslo con la música y la lectura de este ambiente anómico, anónimo de turistas y casas nuevas y muchas tiendas. Tras una larga espera me monto en la 460 (18.25h). Todo Adeje y hacia arriba está despejado y hace muy bueno. Sin embargo, tras pasar el puerto de Erjos y empezar a bajar aquí sigue la lluvia y la niebla, la que dejé esta mañana. Se empañan los cristales. Regreso al tiempo invernal del norte. Dos estaciones en un día. Cuando me bajo en El Tanque (19.52h) retumban tambores. Un grupo de jóvenes están tocando los tambores acompasados. Uno los dirige y algunos van marcando el ritmo mientras otros golpean como metrónomos. ¿Qué más puedo pedir? Es un sonido fuerte, bajo, poderoso, que me acompaña hasta que me monto en el coche y más allá.
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Track orientativo, no obtenido durante la excursión, elaborado después de realizarla
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Mirador Chío. Montaña del Cedro. Boca Tauce