• Excursión 1386. 23 Febrero de 2022. Miércoles. (Anaga 217ª).
Mesa Tejina. Barranco Agua de Dios.
Municipios: Tegueste. La Laguna
ENP: Parque Rural de Anaga
De 14.58 a 18.53h. De 170 a 220 a 200 a 300 a 160 a 590 a 410m.
Distancia: 10,4km. Duración: 3h 55m
Exploración breve del barranco Agua de Dios con el hallazgo de un camino para salir hasta una fábrica. Callejeo hasta Tejinetilla, un barrio en la ladera sobre Tejina, y subo por un “sendero” muy difícil entre pencas hasta las antenas y después por otro mejor hasta el borde de la mesa. Me despisto y descubro unas cuevas. Por fin hallo la manera de subir a la mesa de Tejina. La reocorro y bajo por el sendero señalizado hasta Tegueste
Mi objetivo principal hoy es subir a la mesa de Tejina desde Tejinetilla (un pequeño barrio a la salida de Tejina hacia Bajamar), pero como creo que no se puede acceder desde Tejinetilla voy a investigar primero, con calma, un camino que va por dentro del barranco Aguas de Dios y que no pude hacer ayer por falta de luz.
Tomo la 057 en La Estación en Tacoronte. Me bajo cerca de la plaza de Tejina. Con el mapa en la mano y evitando las partes más transitadas callejeo: calle Cremona, Bolonia, El Cardonal, San Sebastián, Paulino Sanz, La Fuente. Me gusta mucho moverme así por una ciudad, con el mapa en la mano. No veo edificios singulares, ni cosas extraordinarias, pero sólo con que sea un sitio donde no haya estado nunca ya me vale. Cruzo un pequeño barranco (El Rodeo) al recorrer la calle San Sebastián, su cauce lleno de cañas. Paso al lado del cementerio, siempre un lugar misterioso, cuando tomo por Paulino Sanz, y después ya bajo hacia el barranco por la calle La Fuente. Tras pasar las calles abarrajadas de Tejina es impactante la vista de la ladera de la mesa de Tejina y el gran barranco. La gran ladera solo tiene una antena a media altura como presencia humana y el barranco es largo, ancho y de grandes paredes, aunque eso solo lo voy a ver al empezar a recorrerlo hacia la derecha, hacia arriba.
La ladera está cubierta de plantas, y abundan las pencas y piteras, la visión general es de una gran ladera verde con gran inclinación. El camino es una pista que se dirige hacia un pozo. En cuanto giro a la derecha y sobrepaso un pequeño montículo veo y me asusta/asombra el gran puente con enormes pilares de sustentación de cemento gris que cruza el barranco. No se oye mucho tráfico por encima. Mejor. La pista sube cerca de la carretera y elevándose sobre el cauce, unas huertas plantadas le dan un aire rural y domesticado al barranco salvaje. Paso por debajo del puente de líneas limpias y gráciles a pesar de su gran masa. Un palmeral disperso cerca del canal le vuelve a dar un ambiente antiguo y primitivo al barranco, en una zona de vegetación más tupida. La pared del barranco hacia la derecha es muy vertical, con capas más o menos paralelas superpuestas de basalto que forman un risco. De lo alto de la pared viene un ruido continuo, parece que es una fábrica de material de construcción, sobresale un feo edificio arriba. No pienso que se pueda subir por ahí en absoluto. Sin embargo, cuando llego al edificio del pozo (Aguas de Dios) encuentro un senderillo que lo rodea por la izquierda y enseguida encara la pared y empieza a subirla. Inmediatamente me pongo nervioso y agitado, el sendero es muy claro y pronto sube por la pared con mucho zigzag. Es fantástico. Más arriba en una cueva no muy alta veo un tramo de escalera (de cemento con baranda de hierro). Nervioso lo subo y después le siguen varios tramos más que también recorro con cuidado, apenas tocando la barandilla. No parecen construcciones muy sólidas y así sigo subiendo y subiendo. Y entonces llego al final de la pared (tras una ascensión de unos 70 metros de desnivel) y me topo con una puerta, de metal y muy oxidada. Temeroso me acerco y… la puedo abrir. Sólo está encajada contra el marco.
Salvado. Aparezco en la fábrica del material de construcción, un gran plano con vigas, sacos y otros elementos y un gran portón abierto al lado de una caseta, ligero lo atravieso sin que nadie me vea y sin ver a nadie y salgo como si nada a la calle. Se trata de la fábrica de prefabricados Domínguez. No se puede empezar mejor una excursión. Desde luego que ese sendero y las escaleras solo llevan al pozo, no es para ir a ningún otro sitio. Mejor que nadie me haya visto. He pasado como una sombra, como me gusta, como un niño invisible. Bajo por la calle Agua de Dios y un poco antes de cruzar un puente sobre la carretera de circunvalación me salgo por la derecha a una pequeña terraza para estudiar cómo sería posible subir la ladera hasta las antenas (desde ellas ya conozco el sendero para seguir hasta lo alto – excursión 600). Parece posible por la inclinación, aunque el primer problema es cómo acceder desde la carretera a la ladera y parece que hay mucha penca por toda la subida. Sigo bajando, cruzo el puente y después sigo por la calle Camino Real y por la calle Huronillo y después callejeo lo más pegado posible al barranco hasta la plaza de la iglesia de S Bartolomé y después por una calle lateral bajo a la rotonda donde confluye la circunvalación y me meto, subo, al barrio de la Tejinetilla.
La Tejinetilla es un barrio de casas nuevas, grandes, con estupendas vistas, cada vez mejores, cuanto más subo. Voy subiendo y echándome a la derecha en cada bifurcación: camino Arico, Parma, Toscana; la casa del callejón sin salida, Verona, parece ocupada y tiene todo tipo de cachivaches alrededor, así como un viejo Mercedes. Sigo subiendo por Toscana, Nápoles y echándome a la derecha hasta llegar a una esquina con un gran espacio llano donde están aparcados un par de coches. Es todo un mirador sobre la ciudad y la costa. Y veo que hay una pista que sigue hacia la izquierda llaneando por la ladera. Al poco de empezar veo que dos caminantes, un hombre y una mujer con camisetas de colores llamativos suben con un perro por la arista, la arista que empieza en el llano donde estaban los coches y que llega hasta lo alto de la mesa de Tejina. Parece que por ahí se puede subir, pero yo prefiero, de momento, explorar esta pista. Unos trescientos metros después llego a una bifurcación, ambas con barrera. La de la izquierda sólo lleva a unas colmenas, sigo por la de la derecha que pronto termina y continúa como un sendero. El sendero tiene otra bifurcación donde sigo a la izquierda y pronto me encuentro ya encarando la ladera y subiendo hacia las antenas.
Subo por una arista bastante rocosa por entre pencas pequeñas de hojas gruesas, hay unos 100 metros de desnivel hasta las antenas, pero yo no pienso en eso mientras subo), simplemente en seguir subiendo. Es una cosa bien complicada, con muchas pequeñas desviaciones, me da moral encontrar una pitera con las hojas vueltas y pinchadas hacia dentro, pero la subida es endiablada, muchas veces pienso que he llegado al tope, que no hay continuación, con paciencia lo voy enhebrando y subiendo. Sólo hay una desviación clara a la izquierda (para evitar un saliente rocoso) y sigo y sigo, sin caerme ni pincharme, algo milagroso y logro llegar a las antenas. Aquí me tengo que parar a quitarme una púa de penca que no sé cómo se me ha clavado en un dedo del pie derecho. Es impresionante como me puede desestabilizar psicológicamente este pequeño pincho. Me tengo que descalzar y con las pinzas sacarme la púa que no logro ver directamente. Ahora sin el pincho me puedo solazar en la vista impresionante del barranco y la ciudad y en asombrarme de la idea genial de evitar la ciudad construyendo una circunvalación dentro del barranco y es que la bajada Tegueste-Tejina es una sucesión de casas. Una vista así la disfruto más después de haberme hecho esa subida complicada.
Ahora encaro el siguiente tramo de la subida (unos 200 metros de ascensión) mucho mejor. Este sendero sigue por la misma arista, pero es mucho más claro y por aquí no hay pencas apenas. Hay que trepar varias veces, nada complicado en realidad. Un sendero en sí mismo muy interesante por las rocas y las plantas y las vistas. Según voy subiendo recuerdo que el acceso no se puede hacer directamente, que hay que rodear por la izquierda la parte final. En la parte final hay una pared vertical de color marrón, una pared de unos cinco o seis metros totalmente verticales. Y cuando llego a la pared marrón me resulta muy poco familiar. Solo he hecho este recorrido una vez y en bajada y hace cinco años, pero tengo buena memoria para estas cosas y el sitio a donde he llegado no me suena de nada. Encuentro más fácil echarme a la derecha por la base de la pared y descubro una gran cueva, espaciosa y protegida, y puedo seguir un rato hacia la derecha, pero hay un salto, que podría hacer y continuar, me sigue sin sonar nada. Además, hay grandes cardonales, auténticas murallas rodeando toda la base.
Regreso al sitio por donde llegue a la base de la pared y me echo a la derecha entre grandes losas y piedras caídas de la pared y con algo de dificultad llego a una esquina y es entonces cuando localizo más abajo (unos diez metros más abajo) el sendero, el bueno. Debe ser que en algún momento de la subida no vi una bifurcación y seguí subiendo. Ha estado bien este error para descubrir esa cueva tan interesante. Bajo hasta el sendero y ya lo sigo hacia la derecha. Es un sendero estrecho con la tierra húmeda compactada y resbaladiza, muy resbaladiza y mirando de lejos parece que no tiene continuación y, sin embargo, sí la tiene, la voy encontrando y con mucho cuidado para no resbalarme e irme al carajo, este terreno es mucho más húmedo que el de la subida. Pero lo que siento es un gran alivio de haber resuelto el problema de la parte final de la subida. Una vez arriba en la mesa, la gran llanura, investigo un poco la posibilidad de un sendero más allá de la cueva, pero tengo que dejarlo, inseguro del tiempo que me queda de luz. Puedo maravillarme otra vez de las vistas sobre la ciudad, la costa, el mar enmarcado por los cardonales de la base de la mesa. La vegetación que hay en este llano es muy baja. Aquí debe batir el viento con mucha fuerza, por camino y sendero llego a una bifurcación delante de la elevación que remata la mesa de Tejina y me echo a la izquierda en esta bifurcación.
De nuevo voy por un camino de tierra oscura, muy húmeda y algo resbaladiza que tiene una vegetación de lo más variada, con cerrajones, tusilagos y arreboles en flor, además de chajorras, laureles, pencas, beas, pasteles de risco, inciensos, granadillos. Incluso bicacareras en flor, una diversidad y una abundancia y densidad de plantas tremenda, un contraste total con la otra ladera, por la que subí, muy seca y con otra vegetación. Voy extasiado por este sendero, y también las vistas hacia el barranco de Porlier y a Bajamar. Recorro toda la ladera y sigo hacia Tegueste por el camino señalizado. En la bajada cerca de los alcornoqueros alcanzo a los dos senderistas de camisetas de colores vivos con un perro (una perra) que me confirman que subieron por la arista por donde los vi y que el sendero es bueno. Vale. Tomo nota. Ya tengo una buena idea para otra excursión. Ahora voy algo ligero para ver si llego a la carretera y puedo tomar la 051 que pasa un poco después de las siete.
Cruzo el barranco por un paso un poco antes de la plaza de la plaza de la Arañita, un paso que empieza por la calle El Naciente y que cruza inmediatamente el cauce con un hilo de agua y aparezco en la calle Malena y después sigo por la calle Jesús Cedrés hasta la carretera y bajo un poco hasta la parada de la guagua. Y me acuerdo estando en la parada de la excursión en plena pandemia (la 1079) que vestido de comprador de Mercadona esperé a la misma guagua y al final tuve que tomar el único taxi que había en la parada un poco más arriba.
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Track orientativo, no obtenido durante la excursión, elaborado después de realizarla
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