• Excursión 863. 6 Noviembre de 2018. Martes. (Anaga 141ª).
Hoya de Los Juncos. Barranco de Igueste.
Municipio: Santa Cruz de Tenerife.
ENP: Parque Rural de Anaga
De 15.20 a 18.40h. De 200 a 450 a 200m.
Distancia: 4,9km. Duración: 3h 20m.
Recorrido junto al cauce del barranco de Igueste tras una gran borrasca con el agua corriendo fuerte y creando multitud de cascadas
Con la intención de recorrer un sendero alternativo desde Hoya de Los Juncos hacia La Cancelilla subo en mi coche por el barranco de Igueste y me sorprende ver que de los ochos vados siete llevan mucha agua, si fuese caminando me mojaría los zapatos y los pies. De hecho, veo un senderista con los zapatos en la mano y mirada de circunstancias. Baja mucha agua por el cauce del barranco, incluso hay cascadas en los mayores desniveles. Dejo el coche al final de la pista, pasado Hoya de los Juncos.
Empiezo a caminar y al poco me cruzo con una mujer senderista que me dice que se da la vuelta porque no puede pasar del agua que hay. Se sorprende de que vaya solo, la tranquilizo diciéndole que estoy acostumbrado. El firme está empapado de agua. Durante el paso por el tramo primero del sendero, que va bastante elevado sobre el cauce, me gusta ver una gran torrentera y una cascada, más arriba. Y no sólo ver, también oír el gran estruendo del agua encajonada bajando con fuerza. Aunque yo, de entrada, no le doy importancia porque vengo a hacer un sendero que sube por la ladera y que tengo muy claro, eso es lo que pienso, pero cuando me pongo a buscarlo, como no he traído mapas no lo encuentro, veo algunos que podrían ser y los recorro un trecho, pero inseguro no los continuo. No sólo debería haber traído el mapa, sino que tendría que ampliarlo para ver mejor el detalle, la cuestión es muy sutil.
Dispuesto a no perder el viaje decido seguir subiendo por el barranco y buscar otro sendero, que tampoco he hecho, en la subida buena hacia La Cancelilla. El día está nublado, pero no amenaza lluvia. El barranco está pletórico de verdor y por todas las laderas bajan pequeños riachuelos que llevan más agua al cauce principal. Hay una miríada de barranquillos que con el tiempo seco son invisibles. Ahora los puedo ver, están por todos lados. El suelo rocoso está húmedo, todo saturado de agua, afortunadamente no baja agua por el sendero en sí. Me paso del sendero de subida hacia La Cancelilla sin darme cuenta y sigo subiendo. (Definitivamente no es mí día de cumplir planes). Según sigo subiendo al lado del cauce del barranco de Igueste voy pasando cascadas altas, el agua baja entre grandes rocas y crea charcas profundas debajo. Cada una diferente, todas ruidosas. Es tan diferente cuando lo recorrí el año pasado (excursión 664) en pleno verano cuando todo estaba seco y polvoriento. Es como ir por un paisaje completamente diferente. Con el tiempo seco el cauce del barranco era prácticamente invisible, ahora el agua lo remarca en cada desnivel, en cada curva.
Después de haber cruzado el cauce un par de veces me encuentro con un paso complicado, el barranco lleva mucha agua en este pasoa, es muy ancho, y aunque es posible pasar pisando las rocas correctas (estratégicamente colocadas) y después de darle varias vueltas decido regresar, no me quiero arriesgar a mojarme los zapatos. Cuando apenas he recorrido unos metros de vuelta me cruzo con dos senderistas (un hombre y una mujer, de mediana edad ambos) a los que les digo que está imposible. El hombre no se arredra lo más mínimo y me dice que se puede, y yo le digo en plan desafío ¿a ver si puedes? Y les sigo. Cuando llega al paso enseguida lo evalúa y me dice por dónde pasar. La mujer pasa primero, después él y entonces me da la mano y me ayuda a pasar. El destino está sellado, sigo con ellos. Al poco se presenta: me dice que se llama Miguel y que ella se llama María José (Mari Jo). Me encanta su voz, y tiene el acento canario que a mí me gustaría tener. Va continuamente hablando con la mujer, diciéndole los nombres de las plantas, de los sitios, todo tipo de detalles.
El cauce está tan hermoso y tan variado con tanta agua y cascadas. Ella, es gallega, apenas habla, aunque también me agrada su acento y las cosas que dice de Galicia. El barranco para mí es totalmente desconocido, lo recorrí una vez bajando, pero entonces lo que dominaba eran los cañaverales secos y polvorientos y su olor fuerte. Ahora de eso no hay nada, no reconozco ninguna esquina, ningún lugar, son dos barrancos totalmente diferentes: el seco y el húmedo. Aquí siguen los cañaverales, pero hasta me parecen otro tipo de planta. En un recodo muy angosto del barranco hay un gran eucaliptus con grandes ramas, y aunque estos árboles tienen mala fama, fama de vampiros del agua, aquí, este ejemplar es magnífico, y tan grande. Aquí está dominando los guaydiles, los granadillos y las fayas. Precioso desde cualquier ángulo. No dejo de ver por las laderas como bajan pequeñas corrientes de agua, y todo tiene un verde intenso y oscuro tanto hacia arriba como hacia abajo. Después de pasar varios vados más llegamos a una zona con casetas, casas aisladas y huertas donde en un estanque el senderista (Miguel) empieza a hablar de los insectos acuáticos que se dan en ellos y de sus nombres y sus conductas. En este momento me empiezo a dar cuenta que me resulta excesiva tanta información. Mi percepción sobre Miguel empieza a cambiar. Es que no para de hablar, y estoy algo confuso, por un lado, me gusta tanto su manera de hablar, su tono de voz, pero por otro me gustaría un poco de silencio para admirar mejor el paisaje. Tiene una necesidad patológica de interpretarlo y comentarlo todo.
Miguel ha recorrido este barranco muchas veces y lo conoce muy bien, tiene unos cincuenta años. Al lado de las huertas descansamos un rato y Mari Jo toma un poco de yerba huerto de una maceta. Estamos ahora en una gran hoya rodeados de laderas empinadas y al fondo, en una pared, una fina cascada cae por una pared grisácea (ahora que estoy revisando el texto de esta excursión me doy cuenta de que esa fina cascada es el cauce vertical del barranquillo que el sendero de bajada desde la carretera evita - excursión 664 y que es la parte superior del barranco de Igueste). Le hablo del sendero hacia La Cancelilla (la que hice en bajada en la excursión 664), no lo conoce. Él, a su vez, me habla de una vez que estuvo más de dos horas hablando con un lugareño comiendo queso y bebiendo vino en una de las casetas. Se está haciendo tarde y empezamos el regreso. Delante yo, y ellos dos detrás y a una cierta distancia, y cuando llegamos a un charco dice que se va a bañar. Resulta que le encanta bañarse en las excursiones si tiene la oportunidad. No hace mucho frío, pero está nublado y pronto anochecerá, y para mí, con la poca grasita que tengo, me resulta lo menos apetecible del mundo, yo, es que no me baño ni en pleno verano. Pero él no se arredra, poco a poco se quita la ropa y cuando se ha quedado en calzones lentamente se adentra en el charco y me pasa sus gafas y entonces se sumerge en el agua. Es un espectáculo y yo, al menos, trato de disfrutar vicariamente de la experiencia, trato de identificarme con lo que siente. Él no deja de exhortarnos para que nos bañemos, a ella y a mí, pero ninguno de nosotros dos estamos por la labor. Nos cuenta en todos los charcos de este mismo barranco que se ha bañado y en todos los ríos del mundo donde también lo ha hecho, hasta en Austria a los pies de un glaciar. Se lo toma con calma, y por fin, sale del agua, se quita los calzones y los estruja para quitarles el agua y después parsimoniosamente se va poniendo la ropa. No hace falta que me diga lo bien que se siente, aunque nos los dice varias veces, me lo puedo imaginar perfectamente, pero no lo envidio, para mí el agua es tan desagradable.
En la bajada cada vez se ve menos y no deja de sonar el estruendo del agua en el cauce, especialmente cuando pasamos al lado de las cascadas. El firme rocoso del sendero me hace sentirme un poco temeroso, no se ve bien, hay muchos sitios expuestos. Llegamos al final del sendero cuando casi se ha hecho de noche. Me dice que nos intercambiemos los teléfonos, pero le digo que yo prefiero ir a mi aire. Y es que una excursión con este hombre me volvería loco, su voz tan melodiosa y bonita no es más fuerte que su exceso de palabras. Así y todo, gracias, Miguel, por haberme ayudado y guiado para hacer esta excursión.
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Track orientativo, no obtenido durante la excursión, elaborado después de realizarla
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Hoya los Juncos a Barranco de Igueste