• Excursión 240. 1 Marzo de 2015. Domingo.
Punta de la Centella.
Municipio: Icod de Los Vinos.
De 17.30 a 19.30h. De 50 a 10 a 50m.
Distancia: 1km. Duración: 2h.
Recorrido corto por una punta de material volcánico irregular y agreste con charcas y pequeñas bahías en la costa de Icod
Vuelvo a salir después de estar 14 días en dique seco. El tiempo ha sido malísimo. Lluvia y nubes, muchas nubes. Además, tampoco me he sentido en forma física, todo el día sentado revisando el libro de estadística de regresión múltiple para el curso escolar siguiente. Y por si fuera poco mi suegra se rompió el fémur y mi mujer ha estado yendo cada dos noches a dormir junto a ella. En consecuencia, he tenido que hacer todas las tareas domésticas. Y por si fuera poco ha estado lo de la gotera del cuarto de mi hija. El arreglo que se hizo hace tres semanas lo empeoró y ha entrado mucha agua (es impresionante ver como entra el agua por un armario, por el centro de mi casa). Todas estas cosas me han tenido retenido hasta este día que aunque está muy nublado y oscuro me he echado a la calle dispuesto a ir a dónde fuese. He terminado en la punta de la Centella donde todavía me queda por explorar. He salido de mi casa a las cinco y he llegado a las cinco y media.
Cuando aparco hay cuatro coches más. Al poco de empezar por el sendero me cruzo con un senderista muy bien vestido de senderista. En un sitio complicado un pescador que vuelve me cede el paso, gracias. Al llegar a la planicie inclinada me echo a la derecha a explorar el saliente, el más bajo de los dos, el que está a la derecha. No tengo nada claro a dónde ir. El sendero me conduce más a la derecha y allí cuando estoy bajando veo a tres pescadores que van de retirada. Me viene muy bien porque no veo por dónde bajar. Al subir ellos me lo muestran. Voy por dónde vienen. Efectivamente es un sitio complicado que hay que bajar agarrándose a las piedras, hay que destrepar. Más abajo se extiende un paisaje desolado de coladas volcánicas con toda la variedad del mundo de tamaños y formas de rocas, la irregularidad del terreno es algo portentoso. Exploro varios sitios para tratar de bajar a unos charcos que hay más abajo. Y sólo hay un sitio para bajar que es tres o cuatro veces más difícil que el sitio que acabo de bajar. En mi primer intento no lo consigo. A la segunda, sí. Sin duda es más fácil subir que bajar.
El mar bate fuerte, ya está muy cerca. Estoy en una plataforma ligeramente elevada sobre el nivel del mar donde hay una gran cantidad de charcos. No son muy profundos y tienen un color azul turquesa precioso. El cielo gris no los hace resaltar lo suficiente, con sol brillando sobre ellos deben ser espectaculares. Deambulo por ellos y voy saltando hasta atravesarlos y llego al otro lado, donde hay una cresta elevada, trepo hasta un agujero. Me asomo, el mar bate abajo y más fuerte sobre un acantilado no muy alto que se extiende hacia la derecha. Estando aquí caigo en la cuenta de que puede que la marea suba y me sea difícil pasar por el mismo sitio. Lo descarto inmediatamente, no voy a estar mucho tiempo. Vuelvo a bajar hacia los charcos. Transitar por el terreno es complicado, las piedras son muy rugosas, no resbalan nada. Soy muy consciente de que no me puedo despistar ni un segundo, una caída en este terreno sería catastrófica. Así y todo, me permito el lujo de dar un salto (de unos dos metros) entre dos crestas, más daño me hace en el pie que el riesgo que he corrido. Sigo explorando el sitio que está completamente azocado del viento. Merecería la pena volver otro día con mejor luz.
Cuando mi inquietud aumenta decido volver, la subida es algo arriesgada. Salgo airoso y cuando llego al sendero, en la planicie inclinada, decido explorar lo que me queda yendo hacia la punta de la derecha de las dos que hay en la zona. Paso por un canal largo. Después el sendero está despejado. Desde aquí hay una buena vista sobre el hermoso roque de enfrente. Ese roque termina en un arco sostenido de lava negra sostenida por una tira grande de otro material. Y es donde estuve la primera vez que vine aquí. No sabía que estaba ese arco debajo de mí. Más allá veo el roque de Garachico y la montaña que está detrás (Taco). Y después una hermosa puesta de sol, aunque imposible de fotografiar por las condiciones atmosféricas. Vivo un momento muy emocionante justo al pasar por un agujero en la roca cuando veo cómo el vapor de agua contornea la montaña de Taco y el roque de Garachico. Hay poco viento. Llego al final del roque y me impresiona cómo las olas golpean con mucha fuerza las grandes rocas en la base de la punta. Después de golpear las rocas el agua se retira formando multitud de cascadas.
Al volver me doy cuenta de que todavía me faltaría bajar a unos charcos (La Mareta) que hay en el centro entre los dos partes de la punta de la centella. Vuelvo más que contento ya casi anocheciendo.
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Track orientativo, no obtenido durante la excursión, elaborado después de realizarla
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Punta de la Centella