• Excursión 821. 9 Agosto de 2018. Jueves. (Anaga 134ª)
Las Carboneras. La Fajana. Cruz del Carmen.
Municipio: La Laguna
ENP: Parque Rural de Anaga
De 10.40 a 17.38h. De 630 a 0 a 953m.
Distancia: 11,1km. Duración: 6h 58m.
Descenso desde Las Carboneras con tramos vertiginosos y otros peligrosos y emocionantes a la playa de la Fajana cerca de la desembocadura del barranco de Taborno. Vuelta por el mismo camino y completado de ruta subiendo por sendero PR por el bosque de laurisilva hasta la Cruz del Carmen
Excursión de W. Salgo del intercambiador de La Laguna (9.35h, la 275) en la pequeña guagua con muchos excursionistas y algunos locales. El tiempo está muy cubierto y húmedo. Un excursionista con gorrita gris se ha sentado en el asiento delantero y le va relatando al conductor, que parece interesado, sus excursiones y sus actividades en pro de que se mantengan determinados caminos cerca de la playa (Candelaria) abiertos. Muy hablador, de 75 años, ya me doy cuenta de por qué me gusta ir solo, si me toca ir con alguien así en una excursión me volvería loco con ese totum revolutum de datos, hazañas e indignaciones variadas. La mayoría de los excursionistas se bajan en la Cruz del Carmen. El de la gorra se baja en el km 2 de la bajada a Las Carboneras. Quedan en la guagua sólo hombres mayores (que yo), personas que viven en Las Carboneras o Taborno. Según bajamos hacia Taborno empieza a llover con cierta intensidad y yo alucino con el tiempo. Estamos en pleno agosto, yo sí que estoy indignado. Y empiezo a pensar en una excursión alternativa porque mi plan de hoy está especialmente desaconsejado con lluvia. En Taborno se sube un hombre que misterioso y de repente, nada más sentarse, le dice al conductor que se tiene que bajar, y le señala su pantalón, el conductor lo mira y asiente, tiene una mancha húmeda en la bragueta. El conductor le dice que vaya, y le pregunta al pasaje si podemos esperarle, asentimos. En cinco minutos vuelve el hombre con otro pantalón, también muy bien planchado. Le pregunto a otro hombre por si cree que el tiempo estará mejor cerca del mar, porque pretendo bajar a la playa de la Fajana. Me dice que sí, que la lluvia está solo aquí, que más abajo está mejor. Y empieza a contar que él, cuando joven, hizo ese camino muchas veces para cuidar su viñedo y que en la vendimia subía hasta dos veces al día cargado con un serón de 20 o 30 kilos. Y el viñedo está más bien abajo que arriba del camino de la playa. Que hace mucho que ya no va por ahí. Otro hombre dice que puede que esté entullado de vegetación. Le digo que no, porque no hace mucho que hice la mitad y lo encontré abierto y despejado de zarzas. Después los pasajeros y el conductor se enzarzan en una charla sobre distintos tipos de injusticias y grupos de personas que no les gustan: los que no quieren trabajar, los venezolanos, los cubanos. Dejo de prestar atención.
Al bajar en Las Carboneras (10.40h) el conductor me desea que tenga un buen día. Se lo agradezco. Un poco aprensivo me lanzo por la carretera mojada hacia abajo, hacia el lugar donde empieza el sendero. Tras unos diez minutos cortos (600 metros) llego a la curva (615m) por donde, a la derecha, empieza el sendero. El sitio lo conozco bien, lo he recorrido en varias excursiones (333, 434, 440). Y hoy quiero hacerlo hasta el final, bajar a la playa, que según W. (Wolfsperger) es un sendero para temerarios (daredevil). El sendero baja por una loma unos 70 metros y se echa a la izquierda. Las escaleras en la piedra, cerca del principio, están húmedas, después y a los lados paso algunas huertitas valladas. Hay muchos árboles de laurisilva, está muy húmedo. Después de una bajada continuada el sendero (560m) sigue en ligero y suave descenso rodeando muchas lomas. Por debajo del sendero veo huertas cultivadas, algunas con papas y millo. Abunda el brezo, y también los laureles y los acebiños. El sendero está algo tupido de zarzas en algunos tramos. El día está gris, muy gris, lo cual intensifica la grisura de las laderas del otro lado, del cañón abrupto que forma el barranco de Taborno al bajar hacia el mar. Al otro lado, también, sobresale el roque de Taborno, el puntiagudo y cilíndrico roque. No me acuerdo de ninguna ocasión que haya venido por aquí que haya lucido el sol. Las paredes grises están punteadas de oquedades negras y también recubiertas de manchones verdes de tono claro ¡Pero qué gris está todo¡ Una vez que paso las últimas huertas el sendero está más invadido por plantas bajas, que están empapadas de agua y que me van, a su vez, empapando los pantalones. De entrada, procuro apartarlas, pero me doy cuenta de que es una tarea imposible así que me dejo ir y acepto que se me mojen por completo los pantalones; después de una media hora ya se me empieza a mojar también los mapas que llevo en los bolsillos altos del pantalón. Tengo la esperanza de que más abajo el camino esté más despejado, el tiempo más cálido y entonces se me sequen los pantalones.
Tras un km el sendero llega a una pequeña meseta (500m, Ladera de Tamé), un saliente plano rocoso, y se aleja de las lomas hacia el cauce. Recorro todo este saliente, muy llano, con muchas plantas endémicas y llego al momento decisivo, al punto (11.23h, 460m) donde comienza, a la izquierda, la bajada fuerte. El sendero baja con pendiente considerable por escalones excavados en la piedra, escalones en la piedra, pero también por arena resbaladiza y siempre muy pendiente. Al menos no llueve. Sigue nublado y sopla un viento suave. En los 360m paso al lado de una cuevita. Es un dato importante, si llueve es un refugio. Por aquí la tierra está seca. El paisaje es apabullante todo el rato, con esas cortadas, las caídas, algunas cascadas negras en un barranco, y la orografía escabrosa y abrupta. Al fondo a veces veo el cauce del barranco que va describiendo curvas como excavadas en el fondo de roca gris, como hendiduras profundas en la roca. Paso el cauce de un barranco (Las Colmenitas, 11.48h, 250m) bajo una pared negra, una cascada seca. El sendero remonta por la otra ladera por un tramo precioso reforzado con rocas y con vistas fantásticas hasta que llego a una arista y entonces veo el mar con un pequeño roque por delante. Hasta aquí llegué en otra excursión, a partir de aquí la cosa es completamente nueva para mí. (Y está bien que entonces me parase en este punto, lo siguiente es muy complicado). Hay algo de brisa. Los pantalones ya se me han secado.
Ahora me enfrento con un tramo muy, pero que muy empinado, que baja por una arista muy vertical, es una bajada en berbiquí, que va un rato por un dique ancho y gris, un camino natural, pero pronto se aleja de él. No veo el camino en absoluto, sólo lo voy intuyendo y en varias ocasiones tengo que ir a derecha y a izquierda para ver por dónde sigue. Al final de esta arista veo enfrente, al otro lado del barranco, los viñedos de los que me habló el hombre en la guagua. Y por debajo del sendero hay un llano que es una cosa rarísima aquí. Probablemente por el llano esté el paso al otro lado del barranco. Pero yo sigo por el sendero que va por este lado y que ahora atraviesa una zona con más vegetación por un terreno muy arenoso y resbaladizo hasta cruzar otro barranquillo (60m, Los Majaderos). Yo sigo en vilo porque no sé a qué nuevas pruebas me va a someter este sendero.
Después de pasar el barranquillo sigo por un terreno algo llano hasta alcanzar un pequeño promontorio (65m, El Majuelillo) con una vista ya diáfana y estupenda del mar, algo picado y gris. A mi izquierda se abre la playa de la Fajana (800 metros de longitud), debajo hay otra, pero que es imposible de ver y de alcanzar. El sendero sale hacia el mar y va por encima de una caída arenosa vertical, mejor es que no vea claramente por dónde voy, quiero decir, que vea los precipicios que hay hacia el mar. En un momento dado tengo que dar un brinquito para pasar un surco (Gollada la Palma) que baja hacia el mar. Sí, sí, esto es temerario. La vegetación baja es densa y marca muy bien por dónde hay que ir. Y entonces llego ya a la vista de la playa, casi completamente llena por la marea, una playa de arena negra. Y lo peor viene ahora. Tengo que bajar, por un saliente de arena (40m) con piedras incrustadas y medio por fuera, por un sendero fino con desplomes a ambos lados. No me queda otro remedio que sentarme en el suelo y bajarlo arrastrándome y agarrándome a las rocas medio sueltas que sobresalen de la arena prensada. Se me hace eterno, pero por fin llego a unas rocas ya muy cerca del agua y la espuma (12.41h). El altímetro se ha encholado y marca menos 6 metros. Aquí abajo me quedo en las rocas. Hace bastante viento y por momentos la arena que el viento suelta de la playa me azota la cara. La playa está a la izquierda y me acerco a ella para poder decir que la he pisado, pero el mar está muy crecido y cuando vienen las olas la tapan por completo.
La playa describe una curva y en varios puntos hay derrumbes de grandes piedras que, por el color, más claro, de los huecos en la pared, juzgo que deben ser derrumbes recientes. Por encima de la playa se alza una pared vertical con franjas de muchos colores (verdes, grises, bermejos). De materiales muy diversos. Decido quedarme a comer aquí (13.10h). Poco a poco la marea va bajando y puedo ir viendo la playa de arena fina negra mate. De vez en vez vienen trenes de olas altas con penachos de espuma que van golpeando en las rocas caídas, con su labor de zapa infinita sobre esta parte antigua de la isla (una de las tres partes más antiguas de Tenerife, varios millones de años). Me quedo más de una hora a la vista de la playa, pero el tiempo no mejora. Así es esta costa: tremenda. También estoy cogiendo valor para enfrentarme al primer tramo de subida por el terreno de aluvión, el terreno producido por las escorrentías violentas, una amalgama de tierra y piedras que ha apelmazado el viento y el sol. A cuatro patas me encaramo al sendero y lo voy subiendo, cuando llego al senderillo por el borde y tengo que dar el brinquito sobre el surco no me lo pienso mucho, yo mismo estoy asombrado de mi arrojo. Una vez superado ya me puedo dedicar a ver qué plantas hay por aquí. Veo cornical, cardoncillo, malpica, siempreviva (de un lila muy pálido), matorrisco, lechuguilla de mar, hinojo, tabaiba dulce, espinero negro, bejequillo canario, bejeque. Después del sendero en el pequeño promontorio ya me toca despedirme de la playa y de la vista amplia del mar. En la ladera de enfrente veo que hay terrazas (para viñedos probablemente) pero mucho más debajo de las que me habló el hombre de la guagua. Seguramente debe existir un sendero que va por esa ladera y atraviesa un dique que viene de todo lo alto. Hay muchos diques que marcan, como cicatrices verticales, toda la pared de enfrente y en la parte de arriba muchas oquedades negras, además de las manchas verdes de las tabaibas. Veo un guaydil en los 60m, los guaydiles suelen darse en solitario, sólo en el barranco Seco en Teno los he visto en grupos. Cruzo el barranquito de Los Majaderos (14.40h), tiene bancales por encima, veo jazmín salvaje, incienso, tasaigo. A pesar de que sea en subida me resulta más relajada y entretenida la subida. Además, me paro frecuentemente a observar el cauce del barranco de Taborno, de sus formas retorcidas, y cuando empiezo a subir la arista vertical no dejo de pensar en el hombre de la guagua cargado con un cesto de 30 kilos de uvas subiendo con las manos sujetando el serón y sin poder apoyarse en ningún sitio por estos escalones para gigantes. En la arista por el dique voy un rato como por un camino señalizado (14.57h, 160m). Corono la subida de la arista (15.08h, 250m) y la vista es fabulosa. El sendero rocoso y expuesto es muy bonito hasta el siguiente barranquito, el de Las Colmenitas, con su cascada negra (15.13h, 250m) y preparado para la gran subida constante hasta la meseta final (Ladera de Tamé).
No me dejan de asombrar y asustar las paredes bajo el roque de Taborno, tan retorcidas, con tantos picos, grises, son espectaculares. En esta zona, a esta altitud por la que voy ahora hay otro tipo de plantas: tedera, sangradera, zarza, penca, cruzadilla, vinagrera, tajinaste blanco, codeso, tasaigo, espinero negro, codeso, góngaro, capitana. Paso la cuevita (360m), y atisbo desde una esquina del sendero un grupito de árboles donde hay una sabina y un acebiño en una pequeña terraza completamente inaccesible al lado de una gran oquedad. En la subida creo identificar un mocán al lado del sendero, y más claro es identificar un laurel y una higuera. Culmino la larga y cansada subida (más de 200 metros de desnivel) por terreno mixto de arena, rocas y escalones. Estoy bien físicamente, mis preocupaciones son más por el tiempo atmosférico, que se concretan cuando me empieza a caer una lluvia fina al cruzar la meseta para enlazar con el sendero que rodea las lomas. Pero con la misma la lluvia cesa y me puedo relajar, hoy no he traído paraguas para ahorrar peso. Justo antes de las primeras huertas, sin cultivar, hay un tramo con zarzas y helechos un poco asalvajados. Ahora las plantas están secas y no me mojo el pantalón. Tras la primera huerta, sin cultivar, paso un pequeño bosquecito que cubre el sendero compuesto por un laurel, un barbusano, y un acebiño. Después empiezo a ver muchos acebiños por debajo del sendero y en la ladera, todos muy lejos del alcance de los humanos. Llego a las primeras huertas cultivadas (16.13h) y paso por debajo del cable de un guinche. El ambiente está húmedo y no veo a nadie, sólo oigo unas voces en las huertitas antes de llegar a la carretera (16.29h, 615m). El viento está algo fresco. Veo a lo lejos dos jóvenes que bajan del sendero que comunica con Chinamada, van en dirección a Las Carboneras.
Llego a Las Carboneras (16.38h, 620m). Consulto el horario de las guaguas y como tengo que esperar más de dos horas me decido a continuar hacia la Cruz del Carmen para tomar la guagua que va de Afur hacia La Laguna, después de ver en un cartel que sólo son 3,6km, tampoco tengo ganas de hacer dedo y esperar como un tonto en la carretera. No sé si será mucho tute continuar, pero me encuentro bastante entero. A las afueras del pueblo abandono la carretera por el sendero, a la derecha, señalizado y en subida continua llego a la degollada (Las Escaleras, 16.57h, 715m), justo antes veo que hay una cueva baja con un banco labrado en la piedra de la pared. Este terreno es de laurisilva espesa y muy frondosa. En la degollada hay una bifurcación y tomo a la izquierda del todo y sigo subiendo. Poco después y tras alcanzar la la carretera (17.01, 755m) sigo unos 200 metros por ella hasta volver a meterme, a la derecha, por un sendero señalizado (amarillo y blanco) y al empezar a bajar hacia el cauce de un barranquillo paso una gran cueva bajo unos árboles, había pasado por aquí muchas veces pero no la había visto nunca. El sendero es oscuro y me cruzo con un corredor sudoroso que me saluda. Más adelante me encuentro con los jóvenes que venían de Chinamada, hablan español con acento francés y les llevo hasta el camino que va a la Cruz del Carmen, ellos delante, yo detrás. Este camino ancho casi en constante subida, menos una parte llana y en bajada corta, es maravilloso por el olor y los árboles, es tan fragante, es un regalo continuo, absolutamente embriagador el olor. Y entonces, empiezo a hacer el tonto cuando me pongo a competir con los jóvenes, que también sienten la cuesta arriba, y a pesar de lo que ya llevo caminado hoy me pongo en modo turbo y al poco los adelanto, los dejo atrás y llego con una buena ventaja sobre ellos a la Cruz del Carmen (17.38h, 950m). Qué manera de hacer el tonto. En vez de ir despacio disfrutando a tope del olor y del sitio me pongo a hacer carreritas insensatas. Aquí en la Cruz del Carmen corre un viento frío y la niebla pasa por encima de la carretera y de los árboles. El problema lo tengo ahora, con la competición me he puesto a sudar y ahora, parado, empiezo a tener frío, me refugio bajo la parada de paredes de cristal y mirando a la carretera ansioso por la guagua. Llega un poco tarde y viene, como no, Marcelino al volante (18.14h, 17’ de retraso). Me pongo mi remedio contra todos los males (el álbum Love de Los Beatles), y ya dentro de la guagüita me cambio la camiseta y la camisa por otras secas. Pero el frío que me ha dado es tan fuerte que no logro entrar en calor y además al poco empiezo a notar insensibilidad en las puntas de los dedos de las manos. Qué frío siento, y en parte por mi culpa. Llegamos a La Laguna (18.41h) y sólo empiezo a entrar en calor bajo la ducha caliente en mi casa. Lo de los dedos también se me empieza a pasar bajo el agua caliente.
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Track orientativo, no obtenido durante la excursión, elaborado después de realizarla
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Parte primera
Parte Segunda