• Excursión 1559. 29 Febrero de 2024. Jueves
Ifonche. Montaña Carrasco. Roque Negro. Lomo las Crucitas. Fañabé
Municipio: Adeje.
ENP: Reserva Natural Especial Barranco del Infierno
De 10.46 a 18.12h. De 1030 a 920 a 1030 a 245 a 330 a 120m.
Distancia: 11,4k. Duración: 7h 26m.
Largo y laborioso descenso por el borde superior de la ladera norte del barranco del Infierno, tres horas para dos km. Cruzo campo a través varios barranquillos y subo a una loma que recorro hasta un roque y desciendo también sin sendero por una ladera inestable hasta Fañabé
De nuevo en Adeje. He estado estudiando esta zona entorno al roque del Conde y el roque de Los Brezos y he diseñado varias rutas de las que la semana pasada hice una fantástica (excursión 1558). Hoy quiero bajar por una loma. Una loma, sin nombre, que limita el barranco del Infierno (tengo otra ruta pensada por la otra loma que encierra este barranco espectacular). La ruta que he ideado va por el borde de la loma con vistas hacia el barranco donde espero tener buenas vistas hacia el interior angosto del barranco. La excursión de hoy la he pensado para hacerla en bajada, no en subida como la semana pasada, porque es más fácil acceder al punto de inicio. En general, prefiero subir que bajar, a no ser que la subida me lleve a lugares muy remotos donde no pueda conseguir medio de transporte para regresar.
Me levanto muy temprano (6.30h) para aprovechar bien el día. Como no puede hacer la excursión del lunes hoy tengo más ganas de excursión que otros jueves. Al levantarme de la cama ya me visto con la ropa de excursión. Salgo a las 7.30h de casa y llego al intercambiador a las 8.20h. No tengo mucha suerte con las guaguas. Me confundo entre la línea 110 (a Costa Adeje/Las Américas) y la línea 112 (a Los Cristianos) y cuando me vengo a dar cuenta ya ha pasado media hora esperando y salgo a las 9 y sólo cuando estoy llegando a Costa Adeje me doy cuenta de mi error. No importa. Es un fallo pequeño. Fuera consigo un taxi pronto y una taxista de acento agradable (vino hace 27 años a Canarias desde Cuba) y muy alegre me lleva hasta Ifonche (22€) y me deja al lado del restaurante El Dornajo (cerrado jueves y domingos). Aquí arriba hace algo de fresco. Mejor así. No como la semana pasada que hacía mucho calor.
Por la derecha del edificio del restaurante bajo por la carretera asfaltada y en una bifurcación cercana tomo a la derecha por un camino de tierra señalizado con un poste de sendero (PR 71.2). Tiene el firme rocoso y va por la derecha de un canal seco de tosca. Es un bonito camino sobre roca redondeada de color beis y algo demandante para ser el comienzo de una excursión. Me lleva por un pinar y hacia una zona antigua de terrazas de cultivo, ahora abandonadas, por donde el sendero es sobre tierra. Voy pasando desviaciones tanto a un lado como al otro y tras unos 900 metros (diez minutos largos) tuerzo a la izquierda en una desviación por un camino ancho donde hay una marca (una equis en blanco y amarillo). En un minuto o menos paso al lado de una casa aislada (Benítez) y ya empiezo a atisbar el enorme y profundo barranco de El Infierno y la mole de sección circular, del roque de Abinque, en la ladera de enfrente. Muy cerca paso una hermosa era empedrada (Benítez), en perfecto estado con un murito bajo. La mañana está fresca. Soportable. El paisaje es espectacular. A unos 250 metros de la era en una bifurcación (a la izquierda camino ancho) tomo a la derecha por un sendero de montaña bien claro que baja ligeramente por la ladera con vistas todavía mejores hacia las profundidades del barranco, hacia la montaña de Carrasco (a la izquierda) y hacia Adeje, el pueblo, y el mar. Es un paisaje de superlativos. El sendero es muy entretenido y va entre vegetación muy densa y variada: tajinastes azules, ya en flor, jaras, amagantes, tusilagos con pequeñas flores de color violeta, magarzas, pinos, acebuches, cerrajones, bencomias, cerrajones arbóreos, colderisco escabrosa, tabaibas. El sendero transcurre a los pies de un risco que va creciendo a medida que avanzo. Un risco muy vertical de capas paralelas con signos de estar desprendiéndose continuamente. Un lugar de una belleza arrebatadora, además de un sendero muy entretenido.
Tras unos 400 metros llego a un collado (degollada del Lancito, 975m), un paso entre montañas donde tengo vistas también hacia el roque del Conde y una gran cuenca fluvial de varios barrancos. En unos pocos metros sigo recto en una bifurcación (a la izquierda va un camino (Fuente del Chorrillo) que va bajo un risco hacia Ifonche y el morro de las Narices de García -una forma gris y redondeada). En unos 30 metros en otra bifurcación sigo recto, no tomo a la derecha (hacia lo alto de la montaña de Carrasco). Empiezo a bajar por un sendero más o menos claro (va hacia Adeje), del cual yo sólo quiero hacer un pequeño tramo para explorar el final de un barranco angosto (Madre del Agua) que ha creado un prodigioso desfiladero, estrecho y de paredes muy altas. Bajo por el sendero que pronto va cerca de un viejo canal seco hecho de bloques de tosca y tras unos 250 metros y una curva a la derecha llego al final del barranco. No me meto, me conformo con mirarlo desde varios puntos, tiene mucha pendiente, y está muy cubierto de vegetación, pero parece practicable, desde aquí atisbo el cauce pedregoso por dentro del desfiladero. Hablo con tres senderistas que suben por el camino, están entusiasmados por el espectáculo de los barrancos, y me cuentan que cuando lleguen a Ifonche donde están sus mujeres comerán carne de cabra, y ya la playa la dejan para otro día. Me gusta el contacto con otros adoradores de Tenerife, como yo. Regreso por el sendero y cerca de una bifurcación (que no vi antes) me encuentro con una pareja de senderistas (hombre y mujer) que me piden ayuda. Les guío un rato por el sendero que va por la derecha (según he subido) por debajo de un risco hacia Ifonche y las Narices de García. Les deseo suerte.
Vale. Ahora subo otro poquito más y me desvío a la izquierda en una bifurcación cercana por un sendero que asciende. Paso una bonita era, con peralte y bastante oculta por la vegetación y algo rota y sigo por un sendero señalizado con abundantes hitos hasta lo alto de la montaña de Carrasco/Roque las Quintanas (1030m). Este es el principio de mi bajada por el borde del barranco hacia Adeje, por la arista de una loma.
Después de admirar un buen rato el inmenso barranco del Infierno, que se llama Abinque en este tramo alto, por donde no veo ninguna posibilidad de bajar al cauce, tiene largas franjas de basaltos verticales. Al otro lado un sendero lleva hasta el pico del roque de Abinque, pero rodeado de pinos no crea que tenga vistas diáfanas como aquí. Empiezo el descenso por la arista de la loma por donde no hay ningún sendero, pero sin una densidad grande de plantas y una inclinación no muy fuerte (30%) puedo bajarla con cierto cuidado. Las plantas más peligrosas son las tuneras indias, una planta baja, y poco ramificada con hojas carnosas planas circulares de unos 15 o 20 cm de diámetro con grupos de pinchos muy largos y rígidos que salen en varias direcciones. Las tabaibas, los balos, los bejeques, los cornicales, las orijamas, en comparación son benignas y puedo pasar entre ellas y rozarlas sin ningún peligro.
El terreno es rocoso y también arenoso. En unos 250 metros evito por la derecha un saliente (940m) de unos pocos metros de alto en la arista de la loma. Las vistas hacia adentro, hacia el profundo barranco empiezan a ser impresionantes. El día está algo nublado y puedo ir relajado, sin agobios, sin calor. Después de esta primera morra la pendiente se hace más fuerte (50%), tengo que ir más despacio, por debajo de mí el risco se va haciendo más y más vertical y las vistas más directas hacia un tajo vertical enfrente que puede tener unos 300 metros de altura y también hacía el desfiladero del barranco del Infierno que no acabo de ver perfectamente. Esas paredes son oscuras, casi negras. Distingo a simple vista el sendero que va por dentro del barranco, por la parte seca, distingo dos senderistas caminando, los únicos que veré en toda la bajada. La perspectiva de la arista por dónde voy a bajar es muy clara, muy afilada por la derecha, suave por la izquierda. Antes de llegar a una pequeña degollada es donde están las mejores vistas hacia el interior del barranco. En la degollada (Paso de los Almendros, 760m) tengo un momento de descanso, una pequeña pausa. Tras la degollada evito yendo por la izquierda un saliente afilado en la arista (roque del Paso de los Almendros). Se hace muy complicado negociar el paso por su base, no sólo hay bastante pendiente, sino que las plantas crecen muy juntas: cardones, tuneras indias, orijamas, balos, cornicales, gramíneas, es casi una luchada, muy física, con las plantas, y todavía más despacio en un tramo sobre grandes rocas, es un terreno muy irregular y caótico. Una vez que sobrepaso el roque pienso que quizás debería haber intentado ir por encima, este rodeo ha sido muy laborioso.
El borde superior de la ladera de enfrente es una sucesión de lomas y empiezo a idear por donde se podría ir para tener vistas hacia el interior del barranco, quizás incluso mejores que por este lado. Después del roque la pendiente se hace todavía más fuerte (65%) y paso varios salientes pequeños hasta conseguir llegar a otra pequeña degollada (Mojón Blanco, 660m) donde me sorprende ver un canal de tosca que se mete hacia el interior del barranco, sin agua, totalmente seco. Me ha llevado una hora y media desde la montaña de Carrasco, para una distancia de menos de un km. Decido quedarme a comer aquí. Enfrente de mí en esta ladera del barranco tengo tres grandes roques, enorme el del centro, un cono muy vertical de unos 100 metros de altura cubierto de cardones, sólo verlo me produce vértigo y se me aflojan las piernas. Me sienta bien comer, aunque estoy impaciente por continuar.
La pendiente después del Mojón Blanco es muy suave con ligeras bajadas y paso por plataformas rocosas con mucha tunera india. Es muy entretenido. Hacia el interior del barranco la vista ya no es tan emocionante y tampoco hacia las casas de Adeje. Me entretiene ver la trayectoria del sendero por dentro del barranco, un canal y el cauce del barranco. Esta parte más sencilla dura unos quince minutos largos (600 metros) desde voy viendo el siguiente tramo muy afilado de la arista y cuanto más cerca estoy más afilado e imposible me parece ir por encima. Cuando llego a una degollada (Gollada la Valeria, 575m) delante de esa parte estrecha y rocosa (Morro de los Colorados y Roque Negro) decido rodearla por la izquierda. Esta va a ser la parte más complicada, ir campo a través por una ladera siempre es difícil, y si además es sobre tierra suelta más y más todavía si las tuneras se alían con los cornicales para formar barreras. Me lo tomo con toda la calma del mundo, sin apresurarme y sin ceder a la tentación de bajar por la ladera para seguir por un sendero que va por debajo que no quiero calcular cuán lejos está (ahora que estoy escribiendo la crónica veo que en Mojón Blanco es donde la distancia al sendero es más corta: unos 65 metros). Bajo un poco, remonto otro poco, y así sigo a cámara lenta negociando mi paso por la ladera hasta que llego a una arista que pienso que es la arista de la loma por donde he estado bajando, pero no es, todavía no lo sé.
Una vez en esta arista, bastante aliviado, empiezo a bajar por ella, tiene sus pequeños saltos rocosos, sus masas de cornicales, sus masas de balos, pero me permite bajar hasta que llego a un saliente (Morro Rebusco) con su buena caída y tengo que desviarme a la derecha y entre tuneras, balos, arenas, placas rocosas voy enhebrando mi camino hasta que llego a un canal ancho (Canal Aguas del Sur, 370m). Me ha llevado una hora y media este segundo tramo de la loma, para una longitud de un km aprox., en total he tardado tres horas en bajar la loma. No me parece mal. Lo doy por bueno.
Ahora sigo a la izquierda por un sendero claro al lado del canal que tiene un tramo hundido y ha sido sustituido por una tubería. Mi plan ahora es bajar por la ladera, cruzar hacia la izquierda un par de barranquillos, subir hasta una loma (Las Crucitas) y por ella seguir hasta su final (sobre Fañabé). Tras dos o tres minutos al lado del canal el sendero se echa a la derecha y baja claro y serpenteante hacia un depósito de agua. Unos doscientos metros antes del depósito descubro una era a la izquierda del sendero, enorme, de 30 metros de diámetro, sin murito, empedrada e inclinada (la era de los Alfileres). Sigo y antes del depósito que tiene agua me echo a la izquierda, a medias por un senderillo, a medias campo a través y consigo localizar un viejo tramo de sendero que va por un llano hacia un barranco (Hoya de las Ortigas) y en cuanto llego al barranco dejo de ver el sendero. Oteando en la dirección que debo ir logro distinguir un tramo bueno que va al lado de una tubería oxidada sobre soportes metálicos, pero hasta allí (unos 250 metros) nada de nada. Interpretando el trazado del mapa que aparece en OSM bajo hasta el cauce del barranco, lo sigo hacia abajo con gran dificultad, el lecho es de grandes rocas redondeadas, testigos del paso de un gran volumen de agua, pero difícil de comprender en este ambiente tan seco. Cuando el cauce de este barranco confluye con otro (Barranco Seco) por el que sigo, va hacia la izquierda. Un poco más abajo localizo la tubería de hierro, pero resulta que son dos, de características similares. Inseguro de cual es sigo campo a través entre ellas sin ninguna visión amplia, estoy muy abajo, y muy trabajosamente logro subir varias lomitas y consigo llegar al camino bueno y claro al lado del canal más a la derecha.
La travesía ahora es fácil y sencilla, al lado del canal por un camino ancho, y por sendero al cruzar los cauces de pequeños barrancos hasta volver a empatar con el camino que me lleva a lo alto de la loma Las Crucitas (350m). Bien. Muy bien. A mi izquierda tengo una gigantesca finca (¿Fyffes?) abandonada, sin producción (ahora que escribo esta crónica calculo sus dimensiones: 2 km de largo por 600 metros de ancho, 1.200.000 metros cuadrados. Una perita en dulce para urbanistas y especuladores en este sitio tan cotizado. La finca ya me impresionó la semana pasada cuando la descubrí. Ahora me enfrento a la travesía de una loma, de características similares a la que hice la semana pasada (Lomo el Cardón). Es bastante llana, pero tiene multitud de pequeños salientes rocosos e irregulares repletos de tuneras indias. Son roques que me gustan mucho, siendo difíciles los tengo que atravesar despacio y puedo apreciarlos más. En estas excursiones largas se trata de perseverar y así lo hago, no tengo ninguna prisa. Tiene sus pequeños remontes, sus bajadas. La púa de una tunera india se me clava en el empeine del zapato y se queda alojada dentro. Me tengo que parar para sacarla por dentro, pero no puedo, ni con unas pinzas, al final la logro romper sin poder extraerla, pero al menos ya no me pincha. Después en un corto periodo de tiempo me tengo que parar para quitarme púas pequeñas de tunera normal de la planta de los pies. Es una pequeña pesadilla lo de las tuneras. Avanzo por la loma y llego cerca de un roque más sobresaliente (Morro Grueso/La Centinela) que me parece que puede ser el último. Pero justo delante de este hay otros dos más, el primero lo salvo por la derecha y el segundo por la izquierda y llego (275m) delante del que pienso es el último roque de la loma.
Como no veo la manera de rodearlo apuesto por bajar por la izquierda. Es una bajada muy difícil, por un terreno muy resbaladizo, muy erosionado. Por debajo, en el llano, en Fañabé, tengo un campo de fútbol y me llegan claramente las voces de los entrenadores jaleando a sus jugadores. Para mí es una situación absurda, sus voces de seguridad, de autoridad contrastan con mi torpeza bajando por la ladera donde temo que me voy a caer en cualquier momento. Efectivamente, me caigo, se me clava en la palma de la mano una ramita afilada, me la quito. Llego a un canal seco (225m) y lo sigo hacia la derecha. Es un canal ancho pero estrechado por depósitos calcáreos. Lo sigo un buen rato a la búsqueda de un sendero, pero no encuentro ninguno. Por una torrentera de grandes piedras sigo bajando igual o más torpemente. Bastante más abajo logro vislumbrar a la derecha un sendero y llaneo hasta él y me doy cuenta de que el roque (Morro Grueso/La Centinela) no era el último. Había una continuación en bajada suave a donde probablemente va este sendero. Vale. No importa, aquí estoy entero. Bajo con la cantinela de los varios entrenadores, por lo menos distingo tres que instruyen a grupos de jóvenes jugadores. Por el sendero consigo llegar hasta unas escaleras de cemento que me llevan a la puerta del campo de fútbol.
Callejeo por las calles estrechas de Fañabé con casas que parecen antiguas. Un lugar que me gusta, a escala humana, sin comercios y llego a la carretera de Adeje. Un joven me dice que por un puente puedo cruzar la autopista y que hay una parada de guaguas al otro lado. Allí que me planto y en menos de cinco minutos aparece la 471, muy llena. Enseguida estamos en el tráfago de Las Américas con su sucesión de comercios a pie de calle, sus turistas, su movimiento incesante, su tráfico lento. A mí me parece bien todo. Cuando me bajo de la guagua en la estación la 110 se está yendo y tengo que esperar a la siguiente. Merece la pena la espera sólo por conocer al conductor más alegre y animado de Titsa que recibe a todo el mundo con bromas, como si los hubiese invitado a comer a su casa. Muy bien. En cuanto salimos me enchufo los auriculares que es como una droga para mí en estas circunstancias. Me gusta todo el rato. Voy emocionado. Vuelvo emocionado. Por favor, más excursiones como esta.
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Track orientativo, no obtenido durante la excursión, elaborado después de realizarla
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Ifonche a Fañabé