• Excursión 1253. 29 Abril de 2021. Jueves.
Pinoleris. La Caldera. Aguamansa.
Municipio: La Orotava.
ENP: Paisaje Protegido La Resbala. Parque Natural Corona Forestal
De 11.18 a 17.02h. De 700 a 1770 a 1190m.
Distancia: 13,9km. Duración: 5h 44m
Larga subida más por sendero que por pistas por la montaña primero por zona de castaños después por el pinar hasta el gran sendero GR 131 por donde empieza a llover, no parará. El GR 131 está maravilloso bajo la lluvia, pero la cosa se tuerce cuando dos senderistas me adelantan y sigo con ellas. No vienen protegidas para la lluvia y la travesía se torna angustiosa con un final desastroso para mí, al llegar a La Caldera se van en coche y me dejan en tierra
Mi objetivo de hoy es recorrer el GR131 desde el tramo peligroso hasta la caldera de Aguamansa y para llegar al principio de ese tramo voy a subir desde Pinoleris, en vez de bajar desde la montaña del Joco.
En guagua subo desde La Orotava y me bajo al lado del colegio Manuel de Falla en Barroso (11.18h, 700m). Retrocedo por la estrecha acera con barandilla hasta la calle Alzados Guanches que sube hacia Pinoleris que pronto está atravesando por un puente el cauce un gran barranco profundo (Frontones/Fiesco) y después remonta para una larga tirada en subida con unas pocas casas y después con jardineras y vistas hacia la costa llego a Pinoleris. La calle rodea la iglesia por la izquierda y sigue subiendo pasando al lado de un pequeño museo etnográfico que hoy hubiese querido visitar, pero no tengo dinero en efectivo. A medida que voy ascendiendo y miro hacia arriba lo que veo no es nada bueno: nubes oscuras amenazantes. Siguiendo las eventuales marcas amarillas y blancas sigo por una calle más estrecha y recta después de pasar el cauce de un barranco (Infierno) y al final de esta calle (815m) ya la cosa se pone heavy, al girar a la derecha me enfrento con una cuesta de mucha pendiente (Camino Candelaria, PR35.1).
Los castaños que dominan el territorio apenas están empezando a sacar hojas y muestran su aspecto más dramático recortándose sus ramitas y hojas en bucles cada vez más pequeños. Tras unos 200 metros hay que desviarse a la izquierda en una bifurcación (860m), lo digo porque ya me ha pasado alguna vez seguir recto, y no es que sea un gran problema, pero es más cómodo seguir el camino. En menos de cinco minutos estoy en el bosque de laurisilva con castaños, el monteverde. Aquí está todo tan húmedo, muy oscuro. Esto es el Paisaje Protegido de La Resbala. Más arriba (980m) atravieso el canal Aguamansa- Santa Cruz que va medio oculto bajo las hojas secas de los castaños y los laureles y que curvea como una inmensa pitón metida en un gran surco en el terreno. Este cruce de caminos es un lugar muy fotogénico, pero hace falta un trípode para tener una buena resolución, aquí siempre hay muy poca luz. Ahora viene un tramo largo y precioso por el bosque húmedo en constante subida por un sendero que va cortando una pista que zigzaguea alrededor hasta alcanzar una pista ancha (1190m, Pista Monte del Pino).
Esta pista ancha viene de la caldera de Aguamansa llaneando, pero a partir de este punto (y hacia la izquierda) empieza a subir la ladera en largas tiradas y curvas cerradas y va subiendo a caballo de dos lomas. Yo voy a subir por una de las lomas (Lomo el Husillo) atajando por senderos erosionados en un recorrido que me encanta, y que me gusta especialmente hacer en subida. El primer atajo empieza ligeramente a la izquierda del punto por donde he llegado a la pista ancha. Los primeros tramos atajando son por senderos destrozados por el agua con muchos troncos y ramas, muy oscuros. A partir del cuarto corte de la pista el sendero es más cómodo y delimitado por laderas suaves con pinocha y más luz entre los pinos dispersos. En el sexto corte apenas se toca la pista que describe una curva cerrada en ese punto y después el sendero sube hacia la izquierda menos claro en algunos tramos y por crestas rocosas hasta que por fin llego a la pista por última vez (13.07h, 1470m) y sigo por ella hacia la izquierda.
Por aquí hay más niebla, pero no hace frío. Y voy por una pista con mucha pendiente por los dos lados entre el pinar denso. No veo nada del valle, las nubes que suben lo tapan, me llega el eco lejano de perros que ladran desacompasados, qué cabrones, siempre armando jaleo y hasta aquí, tan lejos, me llegan sus ladridos. En unos quince minutos llego a la choza Almadi (1470m). Todo un cruce de caminos, confluyen cinco pistas. No sigo por la primera a la derecha (sube) sino por la siguiente que sube ligeramente y pasa un pequeño barranquito (Las Lajitas) y en menos de cien metros desde el cauce tomo a la derecha por un sendero que también sube atajando una pista. Tras cortar cinco veces la pista en la sexta vez que llego a la pista sigo por ella a la derecha subiendo y en la siguiente curva cerrada (1650m) no encuentro el sendero de continuación (excursión 834) y tengo que seguir subiendo por la pista unos diez minutos hasta que llego en un llano al GR-131 (14.37h, 1710m).
El GR-131 está bien señalizado, un cartel advierte de un tramo peligroso (desprendimientos). Las mala sensaciones que me dieron desde abajo las nubes se cumplen cuando empieza a chispear. Ya está claro que hoy no voy a poder solazarme de este sendero, ni investigar un sendero que sube a una vieja fuente. Empiezo a caminar por el GR pasando ligero el tramo corto de mayor peligro. Los escobones en flor aparecen y desaparecen de entre la niebla y voy rodeado de una nube. En el paso del tramo dramático, el tramo que baja una gran escalera de piedra y vuelve a subir, empieza a llover y así va a seguir lloviendo prácticamente sin interrupción hasta el final. Yo todavía no lo sé, es mejor que no lo sepa. Abro el paraguas y sigo caminando. Todavía en el tramo de 2,2 km peligroso me paro a comer bajo un pino con el paraguas abierto y cuando estoy limpiándome los dientes me adelantan dos mujeres. Dos mujeres de unos sesenta años, delgadas, acompañadas de un perrito tipo milú con ropas medio impermeables, pero sin paraguas y ya están bastante mojadas cuando las veo. Me adelantan. Al rato una de ellas vuelve y me pregunta muy concernida si me encuentro bien, yo estaba parado con mi movida de los dientes, y quizás lo malinterpretaron. Me dice que, si quiero ir con ellas, en el momento me parece una buena idea, una idea prudente hacerle caso e ir con ellas. No es que ellas me necesiten para nada. Tampoco yo a ellas. Parecen experimentadas, pero con la lluvia y estando tan lejos me dejo ir y sigo a su paso.
A menudo se vuelven para ver si voy bien y si el ritmo es el adecuado. Yo les digo que sí, que voy bien. Al llegar a la montaña del Topo hay un momento en el que deja de llover, no dura mucho. Estamos siguiendo la ruta del GR-131 y no hay problema de perdida ni desorientación. Me resulta hipnótico el ritmo del caminar de una de las mujeres, vamos en fila india, me agrada la manera en que se mueve por este terreno irregular. Van a ritmo constante. Pero a mí lo que de verdad me maravilla es sentir la lluvia en el bosque, oler la lluvia, el sonido, las hojas brillantes, los charquitos, los pequeños arroyos, las hojas de los pinos con gotitas en las puntas, el aroma intenso de los troncos de los pinos y de la pinocha. Todo me resulta absolutamente maravilloso, para ellas, sin embargo, empieza a ser una experiencia angustiosa, se están mojando muchísimo, los gorritos pequeños y ajustados que llevan no las protegen, están empapadas y no conocen el sitio ni la distancia que nos falta hasta la caldera. Cuando alcanzamos la pista que lleva a la caldera una de ellas, más preocupada, se para y llama por teléfono a alguien que las va a ir a recoger y por fin, después de hablar conmigo, se deciden a ir hasta la caldera, dudan entre Mamio y la caldera e incluso al rato pone en cuestión lo que le digo porque el recorrido es más corto (el de Mamio) pero sin tener en cuenta el desnivel ni el tipo de sendero. Y ya, a partir de ahí, la mujer está en otro mundo y ahora son ellas las que van retrasadas por la pista por donde llueve especialmente fuerte.
El perrito va como alma en pena detrás. Yo también me estoy mojando los pantalones, pero al menos llevo el tronco y la cabeza secos. Y me tengo que parar varias veces para que ellas se pongan a mi altura. Cuando llegamos a la caldera (17.05h) ellas se despiden sumariamente de mí y se meten en el coche que ya las espera, y a mí que me den. Me tengo que refugiar bajo el voladizo de una caseta y me quedo a esperar la guagua. La sensación que me queda es de lo más decepcionante, parecía que ellas me ayudaban a mí, pero al final me han dejado tirado. Intento refugiarme bajo una caseta en obras, pero están unos jóvenes con no sé qué movidas. Dos ciclistas me miran y no me ven, casi como si no existiese. La guagua aparece a la media hora. En cuanto me subo espero alguna empatía por parte del conductor, indiferente a mí sólo dice que la lluvia es buena para el monte, para que se empape todo. Otro imbécil insolidario. La lluvia cae a lo bestia y los limpiaparabrisas no dan abasto cuando salimos. Desde luego que esta experiencia refuerza mi idea de que lo mejor es que vaya a mi aire y no me deje “ayudar”.
Tengo que volver otro día para lo de la fuente y para volver a hacerlo. Me tengo que resarcir.
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Track orientativo, no obtenido durante la excursión, elaborado después de realizarla
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