• Excursión 1008. 3 Octubre de 2019. Jueves. (Anaga 164ª).
Canal Chabuco. Valle Tahodio.
Municipio: Santa Cruz de Tenerife.
ENP: Parque Rural de Anaga
De 10 a 18.46h. De 270 a 500 a 10m.
Distancia: 17,2km. Duración: 8h 46m
Larga excursión por el canal de Chabuco desde su inicio en la galería de Chabuco hasta el barranco de Tahodio atravesando 22 túneles y 8 puentes. Un recorrido aventurero con varios puntos críticos y una manera excelente de ver a una altitud constante una gran cantidad de barrancos de Anaga Sur
Este es el día por la temperatura, buena, y los cielos despejados para hacer esta excursión larga con tramos expuestos y que he hecho por partes (excursiones 425, 426, 670, 673, 696, 918 y 932), pero de la que todavía me faltan tramos. Quiero hacerla entera en una sola excursión. Me gusta mucho la sensación de tener disponibles horas y horas para recorrerla con morosidad y sacándole hasta el último detalle.
Se trata de recorrer un canal (Chabuco) que empieza por la bocamina de la galería Chabuco, que a partir del Caserío de La Galería cambia de nombre (Los Catalanes) y termina en el barranco de Tahodio. Una excursión para intrépidos según W. Como voy a tener que pasar por varios túneles llevo el casco con luz.
Salgo en taxi de Santa Cruz. El taxista vive en María Jiménez por donde al pasar saluda a algunas personas. Recuerda que cerca del Pelotón había un restaurante, ya cerrado. Me deja en el Pelotón (10h, 12,3€). El taxista antes de volver llama a su mujer para que vaya calentando la cafetera, se va a pasar por su casa; me identifico con él, por la pausa en un día largo de trabajo en su casa con su mujer, ¿qué situación existe más tranquila y segura que tomar un café en tu casa con tú mujer?; y toda esa seguridad y cotidianeidad que yo proyecto en el taxista es todo lo contrario de lo que muy probablemente me espera a mí en la excursión de hoy. Se despide con un “que le vaya muy bien”. Cuando me quedo solo me doy cuenta de un hombre mayor que me mira desde una ventana, lo saludo, él también escuetamente. La mañana está perfecta, si acaso un poco fresca. Aquí, en el Pelotón, confluyen dos barrancos, a la derecha el de Bizcocho/Majimial, y a la izquierda el de Valle Brosque que es por donde empiezo a subir por un sendero que pasa algunas huertas y casetas con cabras al principio. Llevo el casco que voy a necesitar en los túneles en una mochila colgada del cinturón, lo tengo que tener a mano, lo voy a necesitar en muchas ocasiones. La subida por el sendero la hago a buen ritmo, todavía hay zonas de sombra y no temo sudar, en lo alto de la ladera de enfrente, en sitios muy inaccesibles localizo algunas sabinas, también hay fayas y farrobos cerca del sendero. No me deja de sorprender que me resulten nuevos algunos tramos en este sendero que ya he recorrido dos veces y en el que se cruza el cauce, con charcos, varias veces.
Llego al lugar donde el canal cruza, enterrado, el sendero (500m), el canal no se ve, en absoluto, ni por la izquierda ni por la derecha. Sé que está aquí porque me acuerdo de las otras excursiones (425 y 670). Tuerzo a la derecha por la traza vaga de un sendero muy invadido de rabo de gato, llaneo unos metros (es la ventaja de seguir un canal), aunque un poco después tengo que bajar (la vegetación ha invadido la zona del canal) y rodear unos salientes de tosca rojiza para volver a subir, también paso tramos con escalones y tras un pequeño túnel llego a un puente (11h), al otro lado hay una caseta de aspecto ruinoso que supongo es la bocamina de la galería Chabuco. Este lugar tiene una resonancia emocional muy fuerte para mí, tantas veces me ha venido a la mente la escena de cuando descubrí este puente, y el hecho de que no me atreví a cruzarlo. Transcribo lo que escribí (excursión 670) de este sitio:
“Me resulta completamente impactante, me da miedo y se me aflojan las piernas de verme cruzando el puente, no lo hago, todavía no estoy loco, aunque no sé cuánto me faltará para estarlo. Me quedo sentado un buen rato tratando de absorber y asimilar este espectáculo”.
Desde ayer y sobre todo hoy, en la subida desde El Pelotón, he estado de lo más emocionado pensando en este punto crítico y no he querido tomar ninguna decisión de antemano sobre si cruzarlo o no. El puente tiene unos diez metros de largo y uno de ancho, es de bloques de tosca, y tiene un aspecto sólido, además por un lado tiene un cable a modo de barandilla. Salva una cortada impresionante, muy profunda, de la que casi no puedo ver el fondo. Y ahora que estoy aquí y sin hacer ni media pausa ni respirar hondo, lo empiezo a atravesar con mucha determinación, ni deprisa ni despacio… y lo cruzo. Fantástico. En el otro lado entro en la habitación abierta y abandonada. No hay nada que ver. Entonces bajo, hacia la izquierda, con precaución unos metros hasta el cauce, a la derecha hay un gran salto vertical de color grisáceo-negruzco y a la izquierda otro salto y una gran hendidura que es la que salva el puente. Es un lugar muy angosto, que debe ser impresionante cuando caiga agua a lo bestia por estos saltos. Vuelvo a la caseta. La rodeo por debajo y localizo la bocamina de la galería Chabuco (1200 metros y 1 ramal, propietario: Emmasa). Cruzo de nuevo el puente, un poco más deprisa que antes y sin mirar abajo. Misión cumplida. Haber cruzado este puente me da muchos ánimos para todo lo que me espera hoy.
Regreso hasta el sendero que sube del Pelotón, lo cruzo y sigo por otro sendero que va entre vegetación densa y una fuente con agua. En mi primer intento (excursión 425) no puede seguir por aquí, estaba muy lleno de zarzas, hoy está más limpio y sujetándome a un cable de acero (sujeto a la pared) puedo pasar el cauce de un barranquillo y otras zonas complicadas y arenosas inclinadas. Este primer tramo en el que hay que sujetarse al cable es muy representativo de lo que va a ser la travesía del canal de Chabuco. Y el cable no está aquí para los senderistas, es para los trabajadores, los que mantienen el canal. Pronto está el paso por una hendidura hecha en la roca en la confluencia entre dos barrancos y un túnel corto (Túnel 2). Voy a numerar los túneles no porque tengan ningún número indicativo en sus accesos sino para ayudarme a describir el recorrido. Al ir recorriendo la ladera sin cambiar de altitud me voy elevando del sendero por el barranco por el que he subido y voy teniendo mejores vistas, más amplias hacia el caserío del Pelotón y las montañas por encima, entre las que destaca por la izquierda el Chiguel. La vegetación es xerófila, con pencas, tabaibas y zonas con mucho rabo de gato. Voy al lado del canal fácilmente reconocible por sus ladrillos de tosca roja. En una esquina de la ladera pierdo el canal, y tengo que trepar y destrepar y mirando de lejos volverlo a encontrar, es complicado localizarlo porque enseguida se mete por un túnel (Túnel 3, 15 metros) y muy poco después por otro más (Túnel 4, 20 metros). En cada túnel, aunque sea corto me paro en la entrada, saco el casco, guardo el sombrero, y en la salida me vuelvo a parar, guardo el casco y me pongo el sombrero, y es que no me quiero arriesgar a darme un golpe en la cabeza, esta excursión es tan fuerte que no quiero perder nada de mi concentración en preocuparme por curarme heridas. Más o menos por aquí fue hasta donde llegué en mi primer intento (excursión 425). Entonces no seguí por falta de tiempo, pero también porque no vi la continuación de lejos y es que la entrada al siguiente y lejano túnel está muy pegada a la pared muy vertical de la ladera. El canal va plegándose a las curvas, salientes y entrantes de las laderas, con el firme cómodo y el sendero ancho. Las vistas hacia el Chiguel duran hasta el siguiente túnel (Túnel 5, 40 metros), parece que hay un sendero para esquivarlo, aunque tupido por vegetación densa. Este túnel tiene una puerta, afortunadamente está abierta. Tiene dos curvas en su interior; en la salida hay una fuentecilla con agua del canal y tras la humedad y fresco del interior noto más el calorazo que hace hoy. Hay un cambio de vertiente tras este canal y tengo vistas al barranco Valle Crispín y sus casetas pegadas a la carretera. El paisaje va cambiando. No pasa mucho hasta encontrar el siguiente túnel (Túnel 6, 20 metros) con una curva al final. Ni tampoco al siguiente (Túnel 7, 60 metros, con una curva y un gran escalón). Este y el siguiente están muy cerca y en medio baja un barranco angosto (La Abejera) con zarzas invadiendo el sendero. En el túnel 8 (40 metros) hay que ir agachado o en cuclillas. El túnel 9 (40 metros), muy cerca, tiene un acceso estrecho y bajo. La verdad es que estoy encantado con las sorpresas continuas de los túneles, y cada paso de un túnel, oscuro, húmedo y polvoriento, es una ruptura total con el paisaje, seco y caluroso, es un terminar y empezar en cada uno. Ya sabía que había túneles pero no esperaba tantos ni tan largos. Y por si me faltaba variación ahora llego a otro puente (Puente 2, 12.26h), bastante larguito, aunque con cable para sujetarse. El puente cruza el cauce del barranco Valle Crispín. Este puente es también para mí un punto decisivo porque en la excursión 426 lo logré cruzar, pero y transcribo lo que escribí de aquella ocasión:
“…al rato atravesé decidido un puente largo (treinta metros) de un metro de ancho, con losas ligeramente abombadas, y con un cable de acero por un lado como único asidero. Poco después de pasar el puente sentí que me dolía el estómago y me tuve que poner a cagar, enterrándolo bien después. Y ya me di cuenta de que todas estas emociones del camino me habían pasado factura y era el miedo lo que me había provocado el dolor de estómago y no la humedad del túnel como había pensado en primer lugar”.
Hasta pasado el puente fue hasta donde llegué en la excursión 426 y ahora tengo que cruzarlo, por un momento pienso en la posibilidad de bajar al cauce para evitar el vértigo potencial pero no veo la manera, así que mirando fijamente al otro lado y muy poco las losas del puente y tocando el cable de la barandilla y con el corazón a mil, logro pasar el puente, qué emoción, qué subidón. Bien. A continuación, tengo vistas a las casuchas de Valle Crispín y las casas de María Jiménez, cerca del mar. Y me encuentro con una pared vertical que hay que pasar por una pasarela hecha de rejilla metálica, se ve por debajo el abismo, y barandilla sólida. Esto es un espectáculo continuo. Hay una fuentecilla tras la pasarela. Y llego al túnel 10 (30 metros, húmedo). Ya desde la entrada oigo los ladridos de un perro al otro lado, y una voz tranquilizadora que me dice que pase. A la salida me encuentro con una mujer con ropa de camuflaje y una perra (me lo dice ella). Está aquí protegiéndose del sol al fresco del túnel. Es una mujer algo mayor que yo y tan flaca como yo, con el pelo muy corto. Debe vivir cerca. Me habla de los pocos conejos y animales que hay este año. También me dice que no pudo cruzar el puente, que ella bajó al cauce, le da vértigo cruzarlo por encima. Le deseo suerte. Ella también a mí. Unos cinco minutos después llego a la cresta (12.53h) de la loma que va desde Valle Grande a La Cancelilla (excursión 609).
La continuación del canal está tras una gran roca que destrepo, por un lado. Paso dos túneles más (el 11 y el 12), ambos muy cortos, el segundo, en curva, atraviesa un tremendo y precioso dique muy vertical. Llego al túnel 13, que es de techo alto y en curva. Una ladera está completamente cubierta de rabo de gato, pero no lo veo más en las otras laderas, es increíble cómo simplemente la orientación de una loma hace cambiar tan radicalmente su “clima” para hacerlo propenso a una invasión de planta invasiva. Lo que sí veo es una ladera ocupada por brezos y un gran farrobo. Llego a la confluencia de un sendero y sólo por recorrerlo y comprobar si hay algo diferente lo sigo hasta la cresta de la loma (más abajo de por dónde accedí) y vuelvo por el mismo sendero hasta su confluencia con el del canal. Ahora ya voy por una zona de laderas muy llanas y de una vegetación corta hasta encontrarme y atravesar otro puente (Puente 3), este es pequeño y con poca altura sobre el cauce. El túnel 14, es alto, corto y en curva. En el 15 corre una brisa fresquísima y el 16 tiene un escalón en la entrada. A la salida y a la vista del caserío de la Galería hago la pausa para comer (13.56-14.23h) con el fresco que sale del túnel y a la sombra de la ladera. Desde aquí puedo ver la Degollada de las Hijas y el bar Casa Santiago. ¡Qué calor hace hoy! Este caserío recibe el nombre de la galería de Los Catalanes, una media docena de casas. Está en la confluencia de varios barrancos pequeños y por debajo tiene algunos llanos donde se cultiva. A la vista está el recorrido del canal, distintivo por su color rojizo. Como estoy corto de agua, después de cruzar un puente (el 3) me acerco a una casa, a donde enseguida me dan una gran botella de agua fresca, de la galería me repiten tres veces. Gracias. Además, me señala la ubicación de un grifo. Y se despiden con un “para lo que guste”.
Vuelvo al sendero del canal y tras cruzar otro puente más (el 4) en una bifurcación de caminos localizo el grifo y su agua fresquísima, aunque ya con el litro y medio estoy más que servido, eso creo ahora. Ya que no me lo puedo beber, me lo echo por las muñecas para enfriarme un poco. Ya llevo cuatro horas y media de camino y no tengo una idea clara de cuánto tiempo más necesito, por momentos estoy tentado de dejarlo aquí, pero la inercia me hace seguir y perseverar. No tengo claro cómo voy a terminar, tengo dos opciones: llegar hasta el barranco de Tahodio o una vez en el barranco de Tahodio rodear la ladera y por el canal de Guañaque llegar hasta La Cardonera. Ya veremos. Ahora sigo por el sendero llano, la gran ventaja de recorrer un canal, y paso un túnel corto con escalones en la salida (Túnel 17). Por debajo va otro canal. El túnel 18 (70 metros) es alto, de suelo arenoso, cómodo. Me gustan las vistas del canal de lejos en esta zona más rocosa y seca. ¡Qué bien se mimetiza el canal con la ladera! Paso dos pequeños puentes (Puentes 5 y 6), el primera algo remendado y el segundo con losas abovedadas, ambos cortos y con cable de acero. Esta parte del canal la recorrí en la excursión 696, una excursión comprometida en la que pasé dos malos momentos y tuve que regresar por donde había venido. Ahora lo afronto mucho mejor, tengo más información de lo que me espera. La ladera es arenosa y con vistas hacia el barranco de Valle Grande. En la esquina siguiente de la ladera tengo vistas del caserío de Los Catalanes, de La Canterilla y del Chiguel.
Tras doblar la esquina llego al túnel 19 (50 metros). Un poco antes veo un hermoso almácigo, un verdadero superviviente de los bosques termófilos que ocuparon todas estas laderas, también localizo más abajo en la ladera un acebuche y otro almácigo. A la salida del túnel me sorprende la visión del risco vertical y tremendo por debajo del roque de La Fortaleza, ahí estuve, en lo alto, hace sólo diez días. Unos 150 metros después está el sendero que lleva al caserío de Valle Grande, quiero seguirlo un rato para quitarme la espina del fracaso de la excursión 696 en la que no pude llegar. Es prácticamente un camino de cabras, confuso, erosionado, lo bajo un trecho hasta que me quedo tranquilo y a la vista del cuchillete de Valle Grande (hasta ahí llegué en la excursión 358). Por aquí abundan los farrobos pelados y los caminillos de cabras. Regreso al canal. Ahora es un regalo para la vista, las laderas por debajo son cada vez más verticales. Pronto paso otro puente pequeño (Puente 7) y de losas abovedadas en donde me asusto cuando al agarrar el cable crepita y gruñe. En circunstancias normales no se si me hubiera atrevido a cruzarlo, pero ya tengo una fuerza enorme, la fuerza de todo lo que he pasado hoy. Tras un par de curvas paso otro puente pequeño (Puente 8), menos peligroso que el anterior. Un poco antes de la bajada súper empinada a Valle Grande (excursión 932) me encuentro otro precioso almácigo con las ramas cubiertas de líquenes amarillos. Y todavía me queda otra parte muy emocionante, es el paso por un andén no muy ancho, que recorre una pared vertical con una gran caída, y lo curioso es que recorrerlo no es lo emocionante sino imaginar que me veo desde lejos, me moriría de miedo al verme pasando por este estrecho andén. Justo en la entrada al siguiente túnel hay un sendero que baja y veo otros más por la ladera, esos todavía no los he explorado, pero me da la sensación que son solo senderos de cabras. Me encuentro con un cazador que habla por un walkie-talkie y que es muy agradable y amable conmigo.
Otra vez me pongo el casco y para adentro del túnel que me meto (Túnel 20, 240 metros). Es estrecho, alto y va ocupado por la base de la tubería y por la enorme tubería de cemento. Lo bueno es que no hay que ir agachado, pero es tan largo que me da tiempo a sentir algo de claustrofobia. Hay otro pequeño túnel un poco después (Túnel 21), un acueducto, por donde no tengo que ir y el paso por una oquedad de techo bajo. Ahora voy rodeando laderas con otra vegetación atravesando viejas huertas con almendros y castaños. Enseguida llego al cauce del barranco de Valle Seco y subo por el sendero PR un rato, aquí descubro un grifo, que da agua, pero está tan caliente que no me sirve para nada, ya he consumido casi toda el agua que me dieron en La Galería. Ahora llego a otro punto decisivo del recorrido, y es la conexión con el canal en la otra ladera. En esta parte no hay canal, el agua va por una gran tubería que baja recto hasta el cauce y otra igual de recta lo vuelve a subir. Afortunadamente en la excursión (la 1003) de hace 10 días al Roque de La Fortaleza estuve repasando el sitio y la clave es que hay que salirse del PR al final de una recta en un sitio con zarzas. Vale. Lo encuentro. Y lo sigo, el sendero está muy invadido de plantas, pero se sigue. Sin embargo, cuando estoy terminando y casi llegando al canal me doy un buen golpe en la cabeza con unas rocas que sobresalen de la pared, me resulta irónico que después de haberme protegido la cabeza ahora me venga a herir fuera de los túneles. Enseguida después ya llego al canal.
Cuando ya he empezado a recorrer el canal, tramos claros y rodeando los pliegues y entrantes de la ladera, compruebo que me he hecho tres buenas heridas en la cabeza, me tengo que parar para limpiarlas y ponerles Cristalmina. La verdad es que esto me corta bastante el lote. Tengo que hacer grandes esfuerzos mentales para quitarle importancia, que objetivamente no la tiene, pero el cansancio me afecta. Así que decido terminar en el barranco de Tahodio y no continuar hasta La Cardonera. Esta parte del recorrido por el canal me gusta mucho, voy elevándome sobre el cauce del barranco, veo el gran puente que hay más abajo. El sendero tiene zonas con mucha vegetación y cables de acero en todas las esquinas. Realmente muy cómodo. Y llego al último túnel, el más largo (Túnel 22, 250 metros, 17.24h). Estrecho, muy estrecho, alto y ocupado por la tubería y su soporte. Polvo en suspensión en el ambiente que la luz de mi casco va delatando. Disciplinado procuro no pensar en desastres. Justo en la salida del túnel hay un perro muerto que empieza a oler. Lo paso rápido y ya salgo a la luz y el calor. He tardado unas dos horas desde el caserío de La Galería. Las heridas de la cabeza me impiden disfrutar de este sendero maravilloso que baja una gran pendiente y después de hacer varias curvas y recorrer algunos tramos rectos llego a la vertical sobre el caserío del Puente de Hierro. Me resulta increíble que existan estos senderos que se hicieron sólo para el trazado de canales y su mantenimiento. La verdad es que, entre los canaleros, los pescadores y los cazadores mantienen una red tremenda de senderos. La bajada hasta el caserío es un poco apurada, prácticamente no hay sendero sólo una bajada vertical por un terreno muy rocoso y suelto. Y llego a la casa con las jaulas de perros que solo me ladran cuando ya estoy sobre ellos. Pido agua en una casa más abajo y el hombre se molesta en darme una gran botella de agua fría. Muchas gracias. Me refresco con ella.
Llego a la carretera (18.09h) y sigo por asfalto hacia abajo. Estoy apalizado, me duelen los pies, preocupado por las heridas, pero tan bien en el fondo por haber hecho todo este increíble, variado y aventurero recorrido por el canal. En otra casa con un gran laurel pido agua de nuevo. Una mano sale de la ventana y me dice “trae pa´ acá” y le doy mi botella vacía. Me la llena de agua fría. Gracias, mano. Llego a las faldas del barrio de La Alegría, hoy no hay niños jugando al fútbol dirigidos por entrenadores que no les gritan. Llego a la parada en la Avenida Marítima (18.48h) y procuro hacer lo más discretamente posible los estiramientos. En la guagua (910, 18.54h) hago las cuentas, han sido ocho horas y tres cuartos, quitándole la media hora para comer me queda en ocho horas y cuarto. Excepto el mal momento en el puente a la Galería, con la duda, lo demás se me ha pasado totalmente entretenido y sin mirar la hora y sin agobios de tiempo sabiendo que tenía todo el tiempo del mundo para completarla. En el intercambiador (19.07h) me bajo con mucho cuidado, como si fuese de cristal y se me fuesen a romper los tobillos o los pies.
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Track orientativo, no obtenido durante la excursión, elaborado después de realizarla
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Canal Chabuco. De El Pelotón (Valle Brosque) al canal Guañaque al canal Catalanes. (Mapa uno)
Canal Chabuco. Mapa Dos