• Excursión 766. 10 Abril de 2018. Martes. (Anaga 127ª)
Roque de los Pinos.
Municipio: La Laguna.
ENP: Parque Rural de Anaga
De 15.16 a 18.50h.
Distancia: 1,9km. Duración: 2h 34m
(a) Chinamada a Roque de los Pinos. Distancia: 0,7km.
(b) Chinamada a Mirador. Distancia: 1,2km.
Fantástica visita al puntiagudo roque de los Pinos rodeado de una vegetación variada con plantas que sólo crecen aquí y con vistas amplias a la gran cuenca fluvial de los barrancos Seco y del Tomadero. Y una visita a un mirador cercano al mirador de Aguaide
Después de pensarlo bien me doy cuenta de que no tengo otra alternativa para visitar el roque de los Pinos que ir en mi propio coche hasta Chinamada. Tengo tal vicio en ir en guagua a Anaga que ya me cuesta mucho trabajo psicológico pensar en que tengo que ir conduciendo. La flexibilidad de adaptarme a mi objetivo me obliga hoy a ir en mi coche. Salgo de casa (14.28h) y en menos de tres cuartos de hora ya estoy en Chinamada en la placita (15.16h). Hace viento y fresco, aunque no tanto como el día anterior, y está nublado.
Como la descripción del acceso al sendero que va al roque de los Pinos está en la excursión del día anterior, un intento fallido, la repito aquí:
“La idea para esta excursión al roque de Los Pinos la he sacado del libro de Ashmole sobre ciencias naturales de Tenerife donde aparece como un ejemplo de territorio de bosque termófilo, en el libro también indican cómo encontrar el sendero, pero sus indicaciones suelen ser algo imprecisas así que tendré que esforzarme. Lo importante es que dicen que hay un sendero. Con bastante viento desagradable me dirijo hacia la placita, la paso y en el sendero que va hacia La Punta y muy despacio empiezo a escudriñar el terreno. Una primera puerta sólo lleva a una huerta, además está cerrada, y bajando al lado de viñedos enseguida me paso de donde debe estar porque ya sólo hay abismos por debajo, regreso más despacio y creo entrever por dónde puede empezar, me meto entre plantas, por terreno muy denso de vegetación –hay una variedad tremenda- y bajando con bastante desnivel llego a una zona rocosa casi sin plantas, la bajo con cuidado y debajo veo que se puede seguir, vale, me conformo, este puede ser el sendero. Además, no hay otra posibilidad de acercarse al roque, tanto a la izquierda como a la derecha hay grandes desniveles. Vuelvo a subir los escasos quince metros de desnivel que bajé y regreso al sendero de La Punta. Voy hacia la placita y entonces veo a un agricultor que está cuidando un campo con papas. Con educación le pregunto y él muy amable me dice que sí que por ahí va el sendero, pero que está muy cerrado, que él fue el año pasado con sus perros –es cazador- y que le costó bastante trabajo, me recomienda llevar una azada o un cuchillo para cortar las hojas de las pencas. Me enfatiza que existe el sendero pero que hay que saber del sitio para encontrarlo. Le agradezco la información y ya me pongo en marcha hacia el Batán.”
Después de prepararme me dirijo al principio del sendero (575m), hoy no está el agricultor en su parcela. La bajada, a la izquierda del sendero PR, es muy complicada y hay muchas partes en que no veo el suelo y tengo que ir tentándolo. El tajinaste azul está en flor y ocupa mucho espacio con sus ramas en forma de candelabro, el incienso es muy leñoso y también me lo pone difícil, el matorrisco (la lavanda canaria) está en flor, pero no supone mucho problema y tampoco los cornicales que se enroscan en las otras plantas, lo peor son las pencas pequeñas ocultas debajo de las otras. Sólo hay una parte clara por un roquedal. Y el desnivel es muy pronunciado, en la bajada rodeo dos diques rocosos y me voy fijando bien en cómo se ven desde abajo para cuando vuelva. Voy muy despacio, tentando como en el mar donde no se ve el fondo, no puedo simplemente bajar a lo loco, tengo que ir notando que he llegado al suelo, también hay un poco de zarza, pero poco desarrollada. Toda la ladera y los alrededores están totalmente cubiertos de plantas, lo cubren todo. Unos sesenta o setenta metros, de desnivel, más abajo por fin llego a una parte llana (510m), es la degollada antes de llegar a la base del roque. Lo que domina todo el paisaje es el roque que tengo enfrente, el roque de los Pinos. Es un pico compuesto de grandes losas blancas que parece estar desplomándose, que forman un gran triángulo puntiagudo y coronado por algunos pinos que salen casi de las paredes. Como no sé si podré subirlo no me quiero emocionar demasiado. Ahora estoy en la base y avanzo hacia el roque. Todavía sigue siendo complicado acercarse y tengo que ir evitando las caídas hacia la derecha y concentrarme en ir acercándome. Entonces veo un pequeño grupo de árboles y descubro que son marmolanes, es un árbol canario que no había visto nunca, de hojas alargadas y algo caídas, tienen un aspecto muy fresco y estupendo. No son árboles muy grandes. Veo también algunos ejemplares sueltos de acebuche, barbusano y acebiño. Y ya estoy en la base del roque y empiezo a ver un endemismo que solo crece en este roque: el amagante de Chinamada, de hojas de un verde más claro y anchas que los amagantes normales, y de flores grandes preciosas lila claro, es muy leñoso. Lo curioso es que además de crecer sólo en el roque no hay prácticamente ninguna otra planta de porte similar, no veo aquí ninguna de las plantas con las que he estado luchando hasta llegar al roque. Es muy llamativo. Sin quererlo subir, solo tentándolo, me enfrento con las primeras grandes placas blancas que están caídas en desorden, en vertical, en horizontal, oblicuas. Llego a un sitio donde hay un pequeño andén, pero un mal paso me llevaría al abismo así que no lo intento, doy la vuelta y veo que por la izquierda de las placas y entre ellas se puede subir, lo hago, empiezo a trepar muy lentamente y compruebo poco después que parece haber un sendero donde veo un pañuelo rojo y blanco abandonado, parece indicarme el camino para subir. No quiero escuchar música mientras tanto, necesito mantenerme en tensión y estar muy vigilante. Cuando llego a la pinocha que cae de un pino canario me da una gran alegría, este roque es el único sitio en Anaga donde crece en cierta abundancia el pino canario. Y una de las veces que tengo que mirar hacia atrás veo un pino que sale de la pared y que crece entre las grandes losas. La situación aislada y complicada de este roque es lo que ha permitido seguramente que haya tantos árboles canarios, algunos los veo sólo de lejos como un delfino y un almácigo, con los prismáticos. Sigo subiendo por rocas redondeadas y con una tensión psicológica extraordinaria por la cercanía continua del abismo hasta que por fin llego a lo alto del roque (16.25h, 560m). Alguien ha puesto una barra de hierro en el punto más alto, mi imagino que con la intención de formar una cruz como en otras cimas, pero no les ha dado para colocar el aspa. Desde aquí tengo una vista fantástica, un panorama de 360 grados. Debajo tengo el barranco del Tomadero (donde veo charcos y el canal que va por la ladera izquierda) y siguiéndolo llego a La Punta y el mar, más allá. A la izquierda me queda El Batán y la línea de cumbres que lo rodean, distingo dos líneas de riscos, el último es el que limita el barranco de Flandes. Con los prismáticos distingo bien el caserío abandonado de las Siete Fuentes en el loma que limita el barranco de Flandes. En la propia cima me deslizo un poco por la roca lisa hacia la izquierda para ver mejor el otro lado del roque y veo que hay muchos más pinos, parecen inalcanzables, podría seguir hacia ellos, pero algo me dice que no siga, que ya está bueno así. Me quedo un rato de pie contra las rocas. Casi ni puedo respirar con tranquilidad, el borde queda lejos, pero está redondeado y no me quiero acercar. Más a la izquierda del Batán veo la gran cuenca del barranco del Río y el sendero por dónde fui ayer desde El Batán hacia Chinamada, y claro, todos los pliegues de la montaña y el increíble recorrido tortuoso del barranco, detrás tengo la degollada (Anube), donde distingo las casas cueva adosadas a la pared, y por encima la casa donde hay un rebaño de cabras. El día está un poco grisáceo y no se ve el panorama en toda su potencialidad, pero con esto ya es suficiente, con la misma también podría llover, y eso sí que me complicaría las cosas. Pienso que estaría bien relajarme un poco y escuchar alguna música grandiosa pero no puedo dejarme ir, todavía me falta regresar, bajar por estas rocas lisas y potencialmente resbaladizas e ir sorteándolas, así que dejo la música.
Empiezo el regreso y casi me resbalo en un momento de prisa, lo cual me viene bien para ser más cuidadoso y asegurar cada paso. Paso el gran pino y poco después el pañuelo abandonado, veo un aderno y un granadillo. Es tan emocionante esta excursión, estoy en ebullición. Me tranquilizo un poco al alcanzar la base después de pasar los amagantes. En una pequeña degollada veo la gran caída vertical que hay hacia el barranco del Tomadero, pero no veo la manera de poder acceder a esa parte, me conformo con ver con los prismáticos un delfino y un almácigo que distingo por sus frutos rojos y su aspecto redondeado y algo rojizo. El paso por la base antes de empezar a subir me permite ir más tranquilo y ver más plantas (granadillo, brezo, codeso, nevadilla, malpica, yerba pajonera, chajorra, bejequillo gomereta, tabaiba, helecho batallita, tasaigo, poleo, cañaheja, gamona, balillo alspispillo, pinillo común, tedera, cerrajón, zarzaparrilla, venenillo y tajinaste gigante). Es una variedad tan grande de plantas. La que he distinguido bien hoy por primera vez es la nevadilla, me había despistado esta planta porque en las fotos de los libros no se aprecia su escala, y es que sus hojas son minúsculas. A partir de este día ya la reconozco bien. El paso hasta la subida es cómodo y la pendiente no me da tantos problemas como cuando descendí. Se trata sólo de ir despacio, pero desde abajo se ve mucho más fácilmente el sendero de subida. Llego al sendero de arriba (17.55h, 583m) y miro hacia el roque y pienso que cuando bajaba hacia él no me imaginaba ni loco subirlo y ahora que sé que me he subido y lo veo me parece imposible subirse a lo alto, es paradójico, pero es inverosímil e irreal haber estado ahí arriba.
El mirador.
Al volver me siento como un veterano, y sobrado además, así que todavía con ganas de más subo a la pequeña colina con muchas cuevas a su alrededor y por un sendero poco claro pero por terreno con vegetación de muy pequeño porte voy hacia el mar, paso al lado de unas cuevas abandonadas y poco a poco voy descendiendo hacia unos salientes desde donde veo algunas calas y playas, como las que están debajo del roque Dos Hermanos y viendo la parte de abajo del mirador de Aguaide, donde he leído que hay un sendero, lo cual me parece imposible, es casi vertical. Veo que a la izquierda hay campos sembrados al lado de una pista y un sendero que se dirige hacia el mirador, ni me planteo ir por ahí. Llego a la punta (18.30h, 544m) y veo –a la derecha- el Roquillo y la mesa del Brezal donde ya estuve en otra ocasión, todos esto sitios con vistas maravillosas. Pero parece que ya por hoy mi capacidad de asombro se ha adormecido y ya no me impresionan tanto, hoy es un día de superlativos, y eso que el cielo está pasmado y grisote. Vale, ya está bueno, regreso un poco pasado de rosca por la cresta rocosa hasta la colina con las cuevas y de ahí ya al coche (18.50h).
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Track orientativo, no obtenido durante la excursión, elaborado después de realizarla
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