• Excursión 725. 23 Noviembre de 2017. Jueves.
El Portillo. Izaña.
Municipio: Güímar.
ENP: Parque Natural Corona Forestal. Parque Nacional del Teide.
De 10.51 a 16.45h. De 2030 a 2300 a 580m.
Distancia: 20,5km. Duración: 5h 54m.
La excursión consiste en bajar desde El Portillo hasta Güímar. Primero yendo por la carretera hasta Izaña. Y desde Izaña por una pista (Anocheza) que baja hasta la carretera general del Sur. Unos 1800 metros de desnivel. A ver cómo sale.
Nunca me acuerdo de si la guagua que sube al Teide desde La Orotava sale del Puerto a las 9.15 o a las 9.30 así que salgo con tiempo de casa. Cuando accedo a la autopista (9.16h) me doy cuenta de que me he metido en una ratonera, hay un atasco total, no se mueve una piedra, cero, nada. No me ha dado tiempo a detectarlo. Me tranquilizo con la música y voy mentalmente repasando planes alternativos por si no llego a tiempo. Pasa un coche de atestados, pasan motoristas de la guardia civil. Poco a poco la cosa empieza a moverse, pero cada poco se vuelve a parar, es un atasco muy misterioso, ningún resto de accidente, y nunca acaba de estar fluido el movimiento, ni cuando salgo de la autopista para subir a La Orotava. Pensando que ya he llegado tarde y con otra opción desde Aguamansa no dejo el coche en el aparcamiento, sino que busco con calma y encuentro un sitio para dejar el coche. Una calle lateral cerca de un gabinete de Vital Dent, en una zona urbana moderna. Con una debilísima esperanza llego a la estación y milagrosamente la 348 está en la parada. Me dirijo a ella, ya ligero y el conductor que se había bajado sube un paso por delante de mí. Con la misma sale para el Teide (3,4€, sólo ida). Es decir, quince segundos más tarde y ya se habría ido. Esto es un augurio maravilloso.
El tiempo es estupendo, soleado, despejado, sólo algunas nubes altas. La guagua está a tope de senderistas, encuentro un sitio al final, delante de un grupo de tres alemanes que van con cascos de ciclistas. Me siento, tranquilo y me pongo a escuchar música lounge (Ultra Lounge 6 – Rhapsodesia), una selección de música fácil (Easy Listening). La mezcla de euforia por cómo tomé la guagua, el buen tiempo, y la música relajada es un coctel fantástico. Avanzada la subida me descubro silbando y tarareando la música, voy tan despreocupado, tan relajado (cuando termine la excursión me va a parecer que es el mejor momento de todo el día). ¿Por qué no puedo tener más momentos como este? Puede ser también que me estoy preparando para la súper excursión que tengo planeada para hoy. De la conversación de los alemanes robustos me llega su entusiasmo, sus frases cortas, sus “genau”, y también un ligero olor a pepinillos en vinagre.
Me bajo muy decidido cuando llegamos al Portillo (10.51h, 2030m). Con ligero viento y un fuerte olor a alquitrán empiezo la caminata hacia Izaña. Están asfaltando, hay muchos camiones volquete cargados de brea. Animoso, y al principio lentamente, encaro la larga recta de más de dos km, sé que son unos seis kilómetros hasta Izaña, pero con lo que no había contado era con el desnivel, constante y hacia arriba (Izaña está 300 metros más alto). Los pocos coches que pasan no me molestan, el asfalto es liso y sin baches, el aire es tan claro, las plantas, la yerba pajonera, el rosalito salvaje y la retama se ve tan bien, todo está perfilado, nítido, perfecto. Para entretenerme voy contando el tiempo que empleo en cada kilómetro (1º: 12min, 2º: 10min, 3º: 11min, 4º: 10min, 5º: 10min). Lo único molesto es el viento que viene por rachas algo fuertes en varios tramos. En una de las curvas (km 4 del recorrido) tengo una vista muy buena, a la izquierda, de la costa norte desde Santa Úrsula hasta Tacoronte. Por lo demás voy disfrutando del color de la tierra y de las plantas, de vez en cuando miro hacia atrás, hacia el Teide. Ni los camiones cargados me molestan cuando pasan a todo meter. Me gusta mucho también la perspectiva que crean los troncos que sirven de quita miedos y las varas rojas y blancas fosforescentes que sirven de señalización en caso de gran nevada. Tras el segundo km no me duele nada, pero a partir del cuarto me empieza a molestar un pie, voy a ritmo, la subida constante me mantiene en forma. Me tengo que proteger el cuello con mi mano para no enfriarme.
Cinco km y medio después del Portillo llego al principio de la carretera (11.53h, 2300m) que sube (a la derecha) a los observatorios de Izaña. En la subida hacia Izaña el viento es más fuerte, me pongo los auriculares para protegerme los oídos. Tengo una vista fantástica en un mirador desde donde se ve toda la gran hoya que encierra, en el otro extremo, la montaña de Abreu, es la gran planicie que se pone arrebatada de amarillo cuando florece la yerba pajonera en junio. Rodeo la montaña y empiezo a recorrer la gran recta que sirve de acceso a los innumerables edificios en forma de globo que están aquí arriba. Una barrera impide el paso hacia ellos. Al final de esta pista debería encontrar el principio de la pista de bajada a Güímar. Este es un trozo bien largo que se me hace eterno, no sé cómo es la pista que busco, pero estoy seguro que la voy a reconocer cuando la veo, tengo que descartar un par de pistas pedregosas antes de la mía. Al final de una recta prodigiosa, por larga y llana, y unos ocho km desde El Portillo localizo mi pista (12.16h, 2350m) baja hacia la derecha. Muy buen firme. Con arquetas metálicas de Unelco. Traen la electricidad soterrada. Camino por terreno con suaves ondulaciones y por terreno muy despejado bajando con pendiente suave. Hacia atrás, hacia Izaña, hay una gran pared vertical bajo los últimos edificios de Izaña. Una doble valla de alambre de espino limita un terreno por la izquierda de la pista, debe ser parte de las instalaciones de Izaña. No deja de ser algo incongruente en estos espacios abiertos y despejados, donde sólo hay vegetación de muy bajo porte. El viento empieza de nuevo a ser bastante molesto y me tengo que volver a proteger el cuello con mi mano, creo que esto es mejor que cualquier bufanda. Tengo a mano el mapa de OSM, a lo largo del recorrido hay varios atajos. En los 2260m en una curva brusca (punto geodésico: Cobre) hay un buen mirador hacia la izquierda, hacia los grandes barrancos de Güímar, por debajo una caída de unos 400 o 500 metros de desnivel.
En una curva a izquierdas grande me acerco al borde de la loma de bajada y tengo unas impresionantes vistas del valle de Güímar. Aunque la calima a baja altitud me impide ver con claridad la costa y hacia Anaga. Es un mirador extraordinario, todavía cerca de Izaña logro distinguir las Piedras de Mal Abrigo (excursión 599), por donde empieza una pista, y la línea donde empiezan los pinos que cubren toda la parte superior del valle. Sigo bajando. Los atajos que hay por aquí no merecen la pena, realmente no hay sendero de atajo, es simplemente ir campo a través, porque se puede, hago uno (de 2150 a 2110m) pero no el siguiente que empieza justamente donde termina el anterior. En el Lomo del Retamar (12.46h, 2080m) las rachas de viento son sostenidas y fuertes. ¿Cómo debe ser el tiempo aquí con real mal tiempo? No hay donde protegerse.
Sigo bajando por los meandros de la pista y comienzo a ver pinos (2060m), no muy altos, no muy frondosos, y sin olor a bizcochos. Poco a poco el bosque de pinos se va haciendo más denso, aunque nunca llego a tener sombra. Me desvío de la pista a la izquierda para acercarme a la torre de incendios de Arguazo (13.08h, 1900m). Un par de pequeños edificios y una torre, pero no me puedo subir a ella, está enjaulada y cerrada. Y tampoco tengo vistas, los pinos son altos y el bosque cerrado. Me quedo un rato. No parece que resida nadie aquí permanentemente. Tiene aspecto de cuidada. Intento bajar por un atajo aquí, pero tras un rato por una cuesta con firme suelto de piedras y tierra decido no hacerlo, demasiados riesgos de caídas o resbalones para poca ganancia. Vuelvo a la torre y salgo a la pista. Es un recorrido un poco más largo, pero puedo ir más relajado disfrutando del bosque y del buen tiempo. Ya no hace ningún viento por aquí. Me cruzo con un coche con dos pasajeros que sube ¿a dónde irán? Saludan. Hay rocas bonitas partidas en los laterales de la pista, las nubes altas y estiradas, apenas viento en las copas. Llego a la confluencia con la pista Anocheza (13.40h, 1690m) que está cerrada por peligro de desprendimientos, es la pista que viene de las piedras de Mal Abrigo. Un poquito más adelante encuentro un sitio despejado y con vistas y decido pararme a comer (13.42h, 1670m).
Encuentro una buena piedra para sentarme y me quedo en este mirador con vistas al enorme barranco del Agua y al resto del valle de Güímar, veo claramente las manchas de casas que se corresponden con Arafo y con Güímar (a la derecha de Arafo). Unas nubecillas vaporosas se mueven en dirección a la cumbre, pero no me tapan lo más hermoso de la vista. En la ladera de enfrente distingo un canal de agua que va embutido o pegado a una pared muy vertical, los milagros del agua, ¿qué clase de héroes construyeron esas atarjeas? Hay que verlo para creerlo. Me repongo de la buena caminata que ya he hecho y no quiero dejar de pensar en lo increíble y lo prodigioso de encontrarme aquí, no puedo normalizarlo, es el punto fuerte de toda la excursión, merece la pena tomármelo con calma y poder aspirarlo al máximo.
Algo repuesto (14.14h) sigo mi camino bajando. Llego a la confluencia de otra pista (Pista Galería La Paloma (1640m). Yo sigo bajando (a la derecha) por la pista Anocheza. Ahora tengo que estar vigilante porque hay un atajo por aquí cerca al principio de una curva. Me paso de él, retrocedo y logro encontrarlo en un segundo intento. El acceso está claro (1600m) al principio de una curva a derechas. Empiezo a bajar por el atajo, un camino ancho, y pronto encuentro una barrera metálica marrón grande cerrada, ¿qué cierra? Porque no se ve ninguna pista, pero sí aquí hay una pista, lo que pasa que tapada por la vegetación, pero mirando a lo lejos se ve su trazado. Esta pista va siguiendo postes de electricidad y el tendido eléctrico, a mí no me molestan en absoluto. La bajada es muy fuerte por momentos, pero no resulta peligrosa como la de la torre de incendios de Arguazo. Con el mapa en la mano siguiendo su trazado la voy recorriendo. Es muy largo el atajo, me tranquilizo cuando veo, desde lejos, que confluyo con una pista ancha, a la que llego tras pasar otra barrera cerrada (14.41h, 1450m). Lo del atajo me ha gustado, uno va por otro tipo de terreno que la pista que se hace un poco monótona por momentos. Tiene la emoción del atajo, del paisaje más salvaje, y de ir bajando como esquiando.
De nuevo en la pista de Anocheza y atento al siguiente atajo que por lo que veo en el mapa es más largo que el que acabo de hacer. Alrededor es todo pinos y algún arbusto bajo, aunque cuanto más bajo más empiezo a ver escobones, jaguarzo y amagantes. El segundo atajo evita un gran tramo de pistas y es más perentorio encontrarlo. Está oculto por plantas, pero lo descubro (1420m). Está a la izquierda y en una zona de curvas de la pista. Al poco de caminar por él paso una barrera metálica marrón. El atajo baja bastante recto y voy siguiendo su contorno que coincide con el del mapa. Va por una pista prácticamente ocupada por jaguarzo. De la pista sólo queda un doble sendero más o menos usado pero muy claro. A la izquierda va el cable eléctrico por los aires. El jaguarzo ocupa el centro, a los lados hay amagante y por fuera brezo. Me asombra la gran regularidad de la distribución de estas plantas. Parece que el jaguarzo (la jara) es la planta más oportunista y rápida de las tres en ocupar terreno removido. Buen olor, buen tiempo, nada de viento, soleado. Fantástica travesía por la jungla. Es bastante largo incluso el atajo. Después de una barrera cerrada vuelvo a la pista de Anocheza (15.09h, 1180m). A la salida de la pista están unos hermosos y jóvenes madroños. El firme de la pista ahora es mucho más irregular, está más machacado, se me hace incómodo, con todo lo que llevo, además. Y largo también, parece que voy a llegar ya a la entrada al sendero de las Mil Ventanas, pero no. Se me hace largo, voy bastante tieso.
Por fin llego a la entrada al sendero de las Mil Ventanas, han puesto dos carteles nuevos, en español e inglés “no entrar por riesgo de caída”. Sigo bajando por la pista, por el tramo de los cupresos con las tuberías viejas. Llego a las antenas, al lugar Pino de Don Tomás (15.27h, 1070m). Lo que tengo ahora delante es una bajada tremenda, así que descanso unos diez minutos, hago unos estiramientos a ver si tengo remedio. Hay un hermoso árbol a la derecha de la pista, un castaño. La luz de la tarde le da muy bien. Sigo bajando (15.34h, 1060m). Este tramo es realmente traicionero, con mucha pendiente, de arena y grava suelta, ya me caí aquí una vez, tengo que ir muy despacio. Alrededor ninguna posibilidad de buscar un atajo o algo con mejor firme. Este tramo describe un gran arco y todo el rato es igual de malo. Cerca del final, en la parte peor, más fina la arena, me cruzo con dos parejas de jóvenes ingleses, ¿a dónde irán a esta hora? Les saludo, ellos también. Logro llegar sano y salvo al segundo grupo de antenas (15.53h, 890m), han sido casi 200 metros de desnivel terrible. Éxito, he logrado no caerme. Las vistas todo el rato han sido estupendas, las vistas hacia Güímar, pero ahora son mejores, más claras, sin ningún árbol que las tape. El firme es de cemento acanalado, pero con una pendiente tremenda, pruebo un rato a bajar caminando hacia atrás para no hacerme daño en los pies pero es de lo más raro. Desisto y sigo hacia abajo, el cemento al menos no es resbaladizo. Las vistas son estupendas, es un festín.
El día sigue despejado y sólo la calima cerca del mar enturbia el panorama. Llego al asfalto (16.08h, 770m). Paso al lado de algunas fincas, terreno de jable. Las casas, dentro de las parcelas, no se ven desde el camino. Algunas de muy buen aspecto. Perrillos ladradores. Me trabo en los 600m (16.25h-16.45h) buscando un sendero que sale a la izquierda, y que no encuentro. Me duelen los dos pies, estoy más tieso que el mástil de un velero en la antártica. Entonces veo un mercedes que va a salir de una finca. Le hago señas. Me espera. Le pregunto si va a Güímar o a la autopista, si me puede bajar. “Sí, claro”, me dice. Estupendo. Me acomodo como puedo con todos mis cachivaches. Es un hombre de unos cincuenta años de ojos claros, aspecto muy agradable. Le cuento un poco lo que he hecho. Se para un momento a hablar con un vecino más abajo y me entero que se llama Martín. Del Portillo recuerda que se hacían carreras de rallye en los 90. Me habla de una finca que tiene su familia por encima de los cupresos/cipreses. Cuando me bajo en la gasolinera de Güímar (17.05h, 300m) le vuelvo a dar las gracias. Me dice que si alguna vez paso por allí que me pase. Gracias. La verdad es que me he ahorrado un tramo final agónico. Por lo menos una hora de camino.
A la vuelta de la gasolinera está la parada de la guagua. Aparece una mujer y su hija, es una buena señal. La hija, de unos 30 años, pelo sin teñir, me dice que la guagua vendrá muy pronto. Así es (17.10h, la 120). Es la que va al Puertito, después pasa por toda Candelaria, pero así y todo no se me hace largo. Aprovecho en la guagua para cambiarme de camisa. Cuando llegamos a Santa Cruz (18.07h) no falta mucho para que anochezca. Pero a mí todavía me falta un buen recorrido porque tengo que ir hasta La Orotava donde dejé el coche aparcado. La 108 se retrasa bastante (18.24h). Al subir por la autopista ya me doy cuenta por qué. Hay un atasco monumental. Cuatro carriles llenos de coche casi desde el hospital. Hay una cierta simetría en este día, que también empezó con otro gran atasco. Me lo tomo con calma escuchando música. La conductora es muy habilidosa y va esquivando lo más gordo del atasco yendo por el carril de más a la derecha. Está obligada para acercarse a las paradas, pero así y todo lo hace de maravilla. Tiene que cumplir un horario y lo gestiona muy bien. Yo, tranquilo con la música, puedo aguantar lo que me echen. Incluso la larga parada en La Laguna para recoger estudiantes, donde la guagua se llena a tope. Otra paradita larga en el aeropuerto y ya después la cosa se agiliza.
Cuando llego a La Orotava (19.28h) es ya muy de noche. De camino al coche por la calle donde está Vital Dent paso al lado de unas casas con aspecto muy urbano, pero en unos quince metros y en sucesión me da tiempo a oler a yerba, a forraje para caballos, a plantas descomponiéndose, a animal encerrado y a yerba de nuevo. Esta es la mini excursión olfativa del día, después cuando paso al lado de las oficinas asépticas de Vital Dent esos olores parecen una alucinación. Mi coche, está aquí, fiel, en una calle a oscuras, pero perfectamente operativo en cuanto le meto el pie en el acelerador. Son más de las ocho cuando llego a casa. En resumen, once horas, seis de excursión y cinco de transporte. Todas exprimidas al máximo.
(Tardaré tres días en recuperarme de este palizón).
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Track orientativo, no obtenido durante la excursión, elaborado después de realizarla
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El Portillo a Izaña a Montaña del Cobre
Pista Anocheza hacia Güímar