E-946 Presa Barranco El Rio

• Excursión 946. 20 Mayo de 2019. Lunes.

El Río. Presa del Barranco del Río. Arico. Granadilla.

De 15.36 a 18.02h. De 460 a 660 a 460m.

Distancia: 7,8km. Duración: 2h 26m.

Subida desde El Río a la presa del barranco de El Río, una presa de formas esculturales y muy escondida que hay que ir a visitar expresamente. Enclavada en un lugar muy estrecho y angosto del barranco. Regreso por un viejo sendero hasta el camino real

Durante el tránsito en la 110 entre Santa Cruz y San Isidro me entretengo mirando el paisaje desde el asiento detrás del conductor. Sólo puedo ver una estrecha franja alargada sobre el conductor, pero el efecto es cautivador, los coches pasan desfigurados, se alargan y deforman haciendo olas, y sus colores están desvaídos e irreconocibles. El efecto es mesmerizante y para reforzarlo miro sólo a través de una pequeña rendija cerrando los ojos. El paisaje es alargado y más constante de forma, predominan los marrones y los beis.

En San Isidro me monto sobre la marcha en un taxi y me lleva hasta El Río (17€, 15.36h). De aquí subo caminando por la estrecha calle (San Bartolomé) al lado de la miniatura de iglesia con su torre cuadrada. La subida es empinada al principio y tras dejar las últimas casas en una curva muy pronunciada la cosa mejora por una gran recta. Al lado de la carretera hay muchos depósitos de agua, la mayoría vacíos. Tras unos veinte minutos desde que salí de El Río tuerzo por una pista a la izquierda (600m) que baja muy recta. El día está gris y apaga los colores de las piedras y hace monótono el paisaje. Cuando la pista hace un giro de 90º a la derecha descubro un horno grande, con abertura a media altura. Las piedras de que está hecho deshaciéndose como azucarillos, y precioso el efecto. La pista de tierra y roca no dura mucho y sigo por un sendero que va por la ladera del barranco de El Río, con ligeras subidas y bajadas. Y ya veo la presa, está encajonada en un sitio estrecho y tiene una gran lengua, es alta y estrecha. El contraste entre la roca de color tirando a naranja de las paredes del barranco con una textura de mucho relieve y la lisura de la gran lengua de la presa me impacta y me gusta mucho. Por debajo de la presa la sección del barranco es muy estrecha y profunda. Buscaron bien el sitio donde ponerla. Al otro lado hay una pequeña grúa oxidada bajo una torrentera de piedras y grava, una estatua hecha con úes de cemente unas sobre otra, a caballo, y dos casas alargadas. Todo esto me da la impresión de un sitio que fue importante pero hoy en día está totalmente abandonado.

Cuando llego a la altura de la presa subo a la derecha por unos escalones simplemente para investigar otra manera de acceder a la presa (cuando subía por la pista en vez de torcer habría que seguir unos 400 metros más –cinco minutos- y torcer entonces a la izquierda). Comprobada la alternativa demoro el investigar con más detalle la presa y sigo subiendo por una pista de tierra que poco a poco se va acercando al cauce, ancho y arenoso. Desde arriba puedo ver bien que la presa está absolutamente vacía y no tiene tampoco una gran capacidad de embalse, casi parece algo hecho para romper la fuerza del agua y recoger el agua por un canal que sale de la parte inferior de la lengua. Se termina la pista y bajo al cauce, muy pedregoso. Un poco más arriba visito una galería (La Esperanza, activa) que está unos metros por encima del cauce y sobre una gran montaña de deshechos, la bocamina bajo una pared invertida. No me acerco a la puerta, la pared invertida no me parece muy estable. Hay habitaciones pegadas a la pared y muchos grafitis. Bajo y sigo subiendo hasta una parte muy angosta del barranco que no puedo superar porque hay un gran charco y después un pequeño salto. De todas formas, no puedo dejar de darme cuenta de que se puede salvar el charco haciendo equilibrios sobre una barra circular y el salto cogiéndose a una cuerda que cuelga ociosa. Demasiados riesgos. Pero me gusta descubrir esto. Puede que una vez superado este obstáculo se pueda llegar hasta la galería El Consuelo y la subida a El Seco (excursiones 796, 829 y 832). (No es posible, hay más saltos entre ambas zonas).

Regreso por el cauce pedregoso y, estudiando bien la ladera del otro lado, logro subir por una parte de piedras y arena suelta hasta llegar a otra pista que va, también, paralela al barranco. Así llego hasta lo alto de la presa, pero tengo que dar un buen rodeo para ponerme encima de la presa. Estando aquí aparecen cinco jóvenes, son del lugar, afirman orgullosos, y me dicen que se puede entrar a la presa (“siempre a la derecha” me dice uno en plan algo críptico) y bajar hasta el canal que recoge las aguas, aunque también veo que hay una escalera por la ladera opuesta que baja también hasta ese canal. Lo de “siempre a la derecha” me suena a una manera de orientarse en el interior de la presa, que debe tener muchos pasadizos y escaleras. Vista desde arriba la lengua ancha y lisa parece la pista de salida de los esquiadores practicando saltos. Animado bajo hasta la puerta de entrada a la presa y aunque sólo tengo la linternita me atrevo a recorrer todo un pasillo, leo el cartel “peligro mineros” pero me da canguelo cuanto más penetro y más débil se va haciendo la luz de la puerta por donde he entrado. Lo dejo para otro día, otro día que traiga el casco con luz. El día sigue gris, es una pena. Ahora bajo por una pista de tierra que se aleja un poco del barranco, hay otro barranco en medio. Bajo por el otro lado del cauce del barranco, el de enfrente de por dónde subí.

Cuando de nuevo la pista se acerca (530m) al barranco me salgo de la pista por la izquierda y logro llegar al borde del barranco justo por encima de una curva del barranco, y me voy animando y logro bajar destrepando entre piedras preciosas hasta casi el cauce del barranco. Me gustan tanto estas piedras. Me da para ver por dónde va el canal que sale de la presa, por dónde puedo acceder a él y también para descubrir un sendero que, al otro lado del cauce, entre terrazas baja hasta el cauce. Vuelvo hacia la pista, y en el retorno y antes de llegar a la pista descubro un sendero que baja (no está en el mapa de OSM) y lo sigo, va más cerca del barranco, con buenas vistas y me va llevando por una loma (Lomo el Barrero) hasta que llego al camino real (465m), por un sitio que reconozco (excursiones 452 y 466). Fantástico. Tuerzo a la izquierda y sigo por el camino real, y enseguida llego al tramo empedrado que baja hacia el barranco de El Río y que lo cruza por un puente de madera, puente que tiene algunos agujeros. Al otro lado me encanta volver a pasar entre el rebotallo del mecánico recolector de antigüedades por el sendero que va entre casas y sale a una calle y poco después a la carretera general del sur.

Tuerzo a la izquierda y una vez que atravieso el puente que salva el barranco de El Río llamo por teléfono al taxi. Este detalle de pasar el puente (18.10h) es importante porque ahora estoy en Granadilla y puedo llamar por teléfono al taxi de Granadilla. Antes también he llamado al taxi, pero de Arico, que me ha dicho que tardaría una hora en venir a recogerme. Tranquilo sobre el puente espero al taxista que viene en quince minutos. El conductor resulta ser un senderista que pertenece a un grupo montañero GMG (grupo montañero de Granadilla), no sé cómo sale en la conversación el tema del seguro para senderistas y me dice que cuesta unos 50 euros y sirve para un año natural, y que los detalles se los puedo preguntar al secretario del grupo (Borja, 660 293 078) y que le diga cuando llame que me ha dado el teléfono el sobrino de Toño. Me deja en la estación de San Isidro (18.46h, 16€) y tomo la 111 (18.57h). En la guagua hace un frío polar, es algo impresionante, tengo que reclamarle al conductor hasta dos veces que pare el aire acondicionado para que por fin lo desconecte. Varios pasajeros estaban rezongando sobre esto mismo. Todavía me cuesta un rato entrar en calor y aproximadamente una hora más tarde me bajo en Santa Cruz (19.51h). En la vuelta me entretengo escuchando el musical Mame de Jerry Hermann.

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Track orientativo, no obtenido durante la excursión, elaborado después de realizarla

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