E-1078 Risco Garañona - Risco Calabaza

• Excursión 1078. 5 Mayo de 2020. Martes.

Risco de la Garañona. Barranco Guayonje. Risco La Calabaza.

Municipio: Tacoronte

ENP: Paisaje Protegido Costa Acentejo

De 16.08 a 19.58h. De 340 a 0 a 90 a 0 a 340m.

Distancia: 3,8km. Duración: 3h 50m

Recorrido circular con bajada y subida por un acantilado, acceso a una playa con cuerda y subida a una loma con vieja casa de piedra en un día estupendo de sol

Sexta bajada del risco en el mes de abril. Hoy quiero dar con el paso desde el risco de Los Loros (por donde se baja desde Jardín del Sol) hacia Mesa del Mar por la ladera, no por el nivel del mar. Desde este paso ya me han hablado. Antiguamente lo usaban los orchilleros para ir hacia la finca de Óscar Domínguez, la del castillito. Con buen tiempo, en menos de diez minutos desde casa, me pongo en el principio de la bajada de los 400 escalones (calle La Jara), de la que me desvío inmediatamente por la derecha por el sendero usual que llanea hasta una esquina y después baja vertical. Al llegar a la capa rojiza de almagre (145m aprox.) me echo a la derecha y voy encontrando, no voy a decir que, un sendero, pero sí una manera razonable, de sin cambiar mucho de altitud, ir desplazándome hacia la derecha (recorrido que ya hice en la excursión 1064). El terreno es resbaladizo y algo inclinado con vistas del mar brillante debajo y la ladera de la que no veo el fin, con una buena caída. Con calma logro llegar a la esquina en la que tengo que trepar por una escoria rojiza con forma de hornacina. Esta esquina es un punto de cambio y repentino, además, aquí se abre la vista al barranco de Guayonje y a un salto, enfrente, con cascada cuando el barranco lleva agua. Por aquí y por la ladera sigue un pequeño sendero por un andén. No me atreví a seguir por el sendero-andén en la excursión 1064, hoy sí.

Es un sendero no muy estrecho y bastante llano que va siguiendo el contorno semicircular de esta pared vertical. En la parte final del recorrido semicircular puedo distinguir bien la traza del sendero, pero en el centro hay una masa de plantas que oscurecen la vista del sendero. Avanzado un buen trecho y un poco antes de la masa de plantas con un buen cañaveral tengo que bajar un poco agarrándome a una tubería de hierro que parece puesta expresamente para esto. Sigo un poco pero enseguida llego a una zona de vegetación muy densa donde me resulta de lo más inseguro saber dónde estoy poniendo el pie y si no habrá algún agujero al vacío. No sigo. Retrocedo. (A la vuelta unos senderistas, con los que coincido, me confirman la peligrosidad del sitio, y también que aquí está el paso pero que no saben que exista actualmente).

No me importa volver. Si es demasiado peligroso me gusta la sensación de alivio de no tener que hacerlo. En la esquina de escoria rojiza destrepo bien y, después, con mucha tranquilidad rehago todo el “sendero” llaneando de vuelta al sendero de bajada. Llego sin incidentes a la plataforma, la fajana. A diferencia de todas las excursiones por aquí el mes pasado hoy voy a ir hacia Mesa del mar. El sendero tiene un tramo estrecho, muy expuesto, donde incluso hay que agacharse para eludir un saliente rocoso pero hoy, curiosamente, me parece de lo más sencillo. Lo que ya me cuesta más es la bajada por la cuerda por la pared basáltica resbaladiza de arena. Con firmeza y determinación me bajo por la cuerda. Me sorprende ver que tengo más fuerza de la que pienso. El mar no está muy lleno y puedo pasar sin problemas la pequeña playita de cayados (cuando el mar está alto la playa se cubre de agua). Hace mucho calor y se nota cuando empiezo a subir una loma justo al lado de la desembocadura del barranco. Voy encontrando tramos de sendero al lado o bajo los muros de viejas terrazas, todas muy erosionadas y destruidas. En lo alto de la pequeña loma descubro una vieja casa de piedra (dos habitaciones) de la que solo quedan los muros. De lo alto de la loma sale una lengua de tierra que me permite subir un poco (90m) y descubrir otro salto del barranco, algo más pequeño que el de arriba. Pero no logro seguir subiendo por la loma hacia la derecha. Si hubo senderos se han perdido. (Más tarde me encontraré con Fernando –excursiones 175 y 374- y me dirá que existía un camino siguiendo a lo largo de la ladera sin subir mucho y que salía desde la casa de piedra en ruinas). Regreso a la casa. El lugar es muy salvaje. Pienso en los que la construyeron, en este lugar tan estratégico.

Logro bajar hasta la playa de cayados, más o menos por donde subí. La presencia constante del mar, su olor, el sonido de las olas en la playa batiendo me refrescan en este día caluroso. Paso la playita y me enfrento con la cuerda, tiene nudos, y me asombra la facilidad con la que me encaramo sobre la pared basáltica y llego al primer rellano arenoso y ya de ahí no me cuesta mucho subir y seguir por el sendero expuesto hasta la grieta por donde empieza el recorrido hacia arriba. Pero lo de la cuerda y el calor que he pasado junto a la subida esforzada al sol me empiezan a afectar y, ahora, lo que me asombra es cuánto me cuesta subir. Acostumbrado a subir por la mañana, a la sombra, ahora me tengo que parar cada poco a descansar. Y en esto me encuentro con Fernando. Me alegra mucho. Me dice que le llaman Momo y resulta ser un primo de una persona que conozco. Al verme sofocado me pregunta si voy bien y yo le digo que no mucho, que lo voy a subir despacio. Se va. Vienen otros tres senderistas que se han estado bañando en la playa de la Garañona. Uno, más decidido, me adelanta, los otros, se mantienen a una cierta distancia de mí. Cada vez me cuesta más subir. Estoy perplejo. Cuando me queda un tercio Fernando baja y me espera para acompañarme el resto de la subida. No sé cómo, pero logro subir hasta el rellano del principio del recorrido de los 400 escalones. Me quedo sentado un buen rato hablando con ellos. No quiero volver a casa con esta cara de pasado de rosca. Me recupero pronto, relativamente y me despido de ellos. En casa tardaré bastante en contarle los detalles de esta subida aciaga. Todavía tengo mucho que aprender.

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Track orientativo, no obtenido durante la excursión, elaborado después de realizarla

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