• Excursión 539. 24 Octubre de 2016. Lunes.
Montaña Roja. Montaña Pelada.
Municipio: Granadilla.
ENP: Monumento Natural de Montaña Pelada y Reserva Natural Especial de Montaña Roja.
(a) Montaña Roja. De 15.50 a 17.40h. De 30 a 170 a 30m. Distancia: 4,8km - 1h 50m.
(b) Montaña Pelada. De 18 a 19h. De 20 a 80 a 20m. Distancia: 3,8km. Duración: 1h.
Distancia: 8,6km. Duración: 2h 50m.
Visita a dos volcanes emblemáticos de la costa sur de Tenerife, la montaña Roja y la montaña Pelada, muy diferentes entre sí, de orígenes muy distintos, dos experiencias muy contrastadas, ambas muy fuertes
Excursión siguiendo recorridos de Francisco Fariña y de los Wolfsperger (véase la bibliografía).
Parte a (Montaña Roja)
Yendo en coche me llueve bastante por La Laguna y la autopista del Sur. Me salgo por San Isidro para ir hacia El Médano y poco antes de llegar me desvío, a la derecha, hacia Las Galletas. Tras unos 2 km llego a una zona llana donde aparco delante de la montaña Roja en el inicio de la zona protegida “Reserva Natural Especial Montaña Roja”.
Está muy nublado y fresco. Empieza a llover en cuanto empiezo el camino. Con el paraguas me protejo del agua y del viento. Empiezo a caminar derecho hacia la montaña. El camino señalado con piedras va por arena blanda que hace difícil caminar. Paso una caseta. Sigo derecho hacia la montaña. Aulagas, corazoncillos canarios, lechugas de mar y algunas tabaibas están dispersas en los alrededores. Descubro el charco de agua delante de la playa en dirección a El Médano. La arena gris se junta con el cielo gris y el mar gris formando un continuo sin límites. Algunos windsurfistas se afanan en el mar. La visión de la playa curvada me resulta muy agradable. Una casamata de los años 40 se distingue en la base de la pequeña montaña de Bocinegro. Me alcanzo hasta su cima (36m), hacia el mar hay rocas y rompientes, siempre es agradable subirse a lo alto de una montaña, aunque sea pequeña como esta. Hace bastante viento. Y ahora la lluvia cesa.
Bajo de Bocinegro y me dirijo hacia la base de la montaña Roja siguiendo el segundo sendero que sale a la izquierda y está marcado en el suelo con piedras. El sendero pasa por encima de una duna fosilizada y parece una calzada romana en la que han quedado impresas las pisadas. El color amarillo muy claro es alegre. El firme rocoso y duro hace fácil caminar. Ningún peligro de resbalones. Ha cesado el viento. Empiezo a disfrutar. Llego hasta el agua y veo otra duna fosilizada muy bien marcada y reconocible situada junto al mar que está bajo y forma charcos. También hay arena roja debajo. Hacia arriba domina la mole de la Montaña Roja. Exploro un rato y vuelvo sobre mis pasos hasta encontrar el sendero que sube derecho hacia la montaña. El firme pronto se hace resbaladizo y difícil de traficar. A medida que asciendo me paro muchas veces para ir contemplando los alrededores. Para mi gran sorpresa mirando hacia arriba de la ladera de Granadilla distingo el sitio donde está el paisaje lunar. Lo reconozco porque su color claro lo hace destacar entre el verde de los pinos y, además, por debajo está la meseta con las Casas del Registrador al lado del barranco por dónde subí en una excursión. Es un subidón lograr identificarlo. Hacia la izquierda lo mejor que distingo es la montaña de Jama y, también, la de Guaza. Las nubes cubren y ocultan la parte alta del roque del Conde. Me cuesta dar nombre al montón de pequeños conos que están esparcidos por todo el llano. Es un auténtico campo de volcanes, de todos los tamaños.
Un corredor en pantalón corto fucsia me adelanta y eso que viene corriendo a cámara lenta. En lo alto de la montaña veo los perfiles de dos personas que están señalando algo. Llego arriba (17h, 170m) y entonces veo la playa de la Tejita, toda lisa y enorme. Doy una vuelta por el pico caminando por la arena roja petrificada. Me acerco peligrosamente a los bordes y cuando me retiro me tiemblan las piernas, puro miedo. Los abismos tienen una atracción enfermiza para mí. En el pico y resguardado del viento hay un memorial a un hombre llamado Steve Milner, está su foto, unas zapatillas, cervezas y unos cigarrillos. Hago fotos panorámicas de todos los alrededores. En la bajada empiezo a ver bastantes personas que por parejas –qué curioso- suben hacia la cima. Me llama la atención en la bajada cómo las tabaibas sirven de refugio a otras plantas, sobre todo a los balos que crecen dentro de ellas, también las aulagas.
En la bajada me paro varias veces para memorizar los conos volcánicos y buscarlos después en el mapa: Montaña Gorda, Montaña Chiñama (en Charco del Pino), Acojeja (en Granadilla), Ifara y Los Riscos que forman un monumento natural. Hace un millón de años esto tuvo que estar muy animado con tanta explosión.
Cuando llego a la base reina una gran animación. Parece que la gente estaba refugiada en sus casas por la lluvia. Hay muchos corredores. Familias. Parejas. Van de un lado para otro. Por el sendero marcado caminando pesadamente llego hasta el coche. En ese momento una familia inglesa con tres niños pequeños sale del coche y reciben los primeros azotes del viento recio mientras se ponen los chubasqueros.
Parte b (Montaña Pelada)
Todavía me queda la segunda parte. Me monto en el coche y cruzo El Médano y por la costa llego hasta el extremo, junto a la montaña Pelada, con una pequeña playita en su base. Aquí vine algunas veces con mi mujer hace tiempo y nos quedamos a dormir en unas cuevas de la montaña.
La montaña Pelada es tan diferente a la Roja. Es achatada, de color amarillento, de un material muy duro y rugoso, apenas crecen plantas. Salgo del coche y en previsión del viento llevo en bandolera un chaquetón impermeable. Cruzo el barranquillo de Pelada. Con muchas rocas y de un color muy oscuro. Un sendero lleva hacia la playa. Me parece distinguir un sendero que rodea la montaña, pero cuando llego a él no me parece que sea un sendero y decido simplemente subir la montaña. Mi motivación para visitar esta montaña es un folleto del ayuntamiento de Granadilla con el amenazador título de "Ein Rundgang durch ein Gebiet, gekennzeichnet durch die auswirkungen einer verheerenden explosion”. Parece que hace mucho tiempo hubo una tremenda explosión en la que se mezcló el agua del mar con materiales piroclásticos e hizo tremendo cráter. Este folleto, maravilloso, por cierto, sólo lo pude conseguir en alemán. No hay fotos, sólo dibujos de un recorrido y de las partes interesantes qué ver. Cuando llego arriba (100m) el viento empieza a arreciar. Me tengo que poner el chaquetón y forrarme bien. Sujeto el folleto con una mano y trato de leerlo mientras el viento me fustiga. Esta es la parte que no te suelen contar en las guías: ¿qué hacer con lluvia o viento extremo? Una cosa es tranquilamente ir leyendo una descripción y otra es luchar contra los elementos mientras tratas de aprender y entender lo que ves.
Al otro lado rulan frenéticos los molinos de viento cerca del puerto nuevo de Granadilla. El viento es tan fuerte que me arranca los suplementos solares que llevo sobre las gafas y los arroja lejísimos. Pero poco a poco me voy dando cuenta de que es este viento es lo que le hace falta a este paisaje desolador y extremo: un viento feroz y leer el texto en alemán con mis gafas de lejos. Estoy en el borde de un cráter de unos setecientos metros de diámetro, cráter que no es muy profundo, unos 50 metros de desnivel en el punto más bajo. Y empiezo a entender lo que veo leyendo el folleto: erupciones más recientes en el fondo del cráter; restos de otro cono que las aguas han ido royendo día a día durante cientos de miles de años, (no sé quién ha escrito estas descripciones pero son tan poéticas y tan sugerentes); las pequeñas playitas del borde –inaccesibles, parece, por la costa (no es así, sí son accesibles, lo haré en la excursión 1148); los tabaibales y el uso en la antigüedad de su leche espesa; y por último las coladas de lava negra que posteriormente a la gran explosión rodearon la montaña Pelada.
Como me parece que me va a anochecer tengo que abandonar el recorrido por el borde del cráter y cruzar por el fondo atravesando dos pequeños barranquillos entre las tabaibas. Para orientarme hacia el punto por el que accedí sigo la dirección de los aviones que cada par de minutos cruzan hacia el aeropuerto. Gracias aviones, no sólo meten ruido, me marcan el camino. Es una experiencia muy intensa hasta que llego al borde (hay hitos) y empiezo a bajar por la pared rugosa. Toda la pared tiene formas tan escultóricas, es tan bonita, tan interesante con su color amarillo claro. Me parece distinguir las cuevas someras donde nos quedamos cuando estuvimos aquí mi mujer y yo. No hay peligro de resbalarse. La luz cálida del atardecer hace a la montaña más interesante, se notan todos los relieves redondeados, todas las capas de que parece estar hecha, el color y la forma parecen acariciarme mientras la recorro hasta el barranco. Allí grandes tabaibas en el borde lo sujetan de las corrientes. Cruzo la torrentera y enseguida llego a las primeras casas.
En el coche todavía me falta pasar otra prueba. Se me empañan los cristales y no veo un carajo cuando el sol bajo me da de frente. Tengo que pararme y aprender en el coche, que es nuevo, cómo hacer para que se vaya el vaho. No me caigo por las montañas y me voy a matar por el vaho, estamos locos o qué.
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Tracks orientativos, no obtenidos durante la excursión, elaborados después de realizarla
Parte a - Montaña Roja
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Parte b - Montaña Pelada
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Reserva Natural Especial Montaña Roja, situada cerca de El Médano
Monumento Natural de Montaña Pelada, situado cerca de El Médano