• Excursión 609. 24 Febrero de 2017. Viernes. (Anaga 83ª)
Valle Grande. La Canterilla.
Municipio: Santa Cruz de Tenerife
EPN: Parque Rural de Anaga
De 13.17 a 15.17h. De 216 a 844m.
Distancia: 4,6km. Duración: 2h.
Aprovechando que mi mujer tiene su día de revisión de casos con sus amigas terapeutas, yo me tomo el día completo para una excursión. Además, como estoy en Santa Cruz porque me han hecho fotos para una entrevista en un periódico, decido hacer una excursión por la parte Sur de Anaga. Desde la redacción del periódico cruzo al mercado de N. S. África. En mi tienda favorita (Los Posada, Charcutería Panadería) me hacen un bocadillo y compro agua. Enfrente me compro dos dulces libaneses (pistachos y almendras) y bromeo con las encargadas sobre el calendario de un tío bueno que tienen para orientarse en el año. En guagua voy hasta la comandancia de marina y busco por aquí una parada de taxis. Algo de curiosidad tiene el taxista cuando le digo mi destino. Cuando subimos por María Jiménez le tengo que dirigir en Dos Barrancos. Tiene que torcer a la izquierda y cruzar por un puente tras un restaurante. Este barranco le trae recuerdos: de cuando era pequeño y vivía en el barranco de Cho Eugenio (parte alta del barranco de San Andrés por debajo de Payba); ¡que tranquilidad! ¡qué gozada! dice. Cuando pasamos las Casas del Cabo dice que jamás había venido por aquí. Le gusta el paisaje. Me cuenta que trabajó en la reparación de las carreteras de Anaga. Un poco más arriba me cuesta localizar el sitio exacto por donde empieza el sendero, es uno que sube por una loma, loma situada entre el Valle Grande y el Valle Crispín (excursiones 395 y 426). Tenemos que dar la vuelta y cuando me veo dirigiendo al taxista para que dé la vuelta en esta carretera tan estrecha me doy cuenta que le ha gustado mucho este trayecto. El sitio exacto por donde empieza este recorrido está pasado unas casas, es una pista que baja al cauce del barranco y después pasa al lado de una casa de bloques de dos plantas.
Mi intención es subir hasta la Canterilla en Las Casas de la Cumbre. Empiezo (13.17h, 216m) bajando al cauce y pasándolo. Tras la casa empieza el sendero bajo unos árboles. Un poco más arriba me cruzo con una cuadrilla de seis trabajadores (cinco hombres y una mujer) que terminan su jornada. ¿De dónde vendrán? En los primeros tramos del sendero me doy cuenta que han estado limpiándolo. Han eliminado casi por completo el rabo de gato que tapaba el camino. ¡qué bueno, sendero para estrenar! El día sigue muy gris y empiezan a caer gotas finas. Bueno para el esfuerzo que me espera. Por aquí he pasado con sol intenso y es un infierno. El sendero está muy claro. Llego a la degollada donde se ve Valle Crispín (13.24h, 350m). Sigo subiendo por la loma, con vistas a uno u otro barranco alternativamente. Empieza a llover. Despliego el paraguas. Llego a la degollada por dónde pasa el canal de Chabuco (excursión 425). Me detengo un rato mirando las señales débiles de los caminos que van paralelos al canal. Enfrente y al otro lado del barranco Valle Grande, destaca el roque de la Fortaleza, hoy está gris y oscuro. Sigo subiendo por la cresta entre peñas y zigzagueando. Más arriba el camino empieza a hacerse confuso. Además, la lluvia constante me estresa, me cuesta pensar con claridad. Veo algunos tajinastes azules en flor (azul violáceo). Aunque veo algunas flechas de doble dirección trazadas en el suelo arenoso pienso que a esta parte no ha llegado la cuadrilla. La vegetación densa tapa el camino. En una parte afilada de la cresta sigo hacia la izquierda por el sendero que me moja el pantalón hasta que me doy cuenta de que sólo va hasta una casa cueva abandonada. Retrocedo hasta la bifurcación y subo loma arriba por el puro vértice. Más arriba el camino va sobre un dique resbaladizo que trepo con determinación. Dos crestas más arriba veo una cueva que está unos metros por arriba del sendero (14.38h, 655m). Paro a comer aquí. Es una cueva amplia pero toda ella de piedra porosa. Está todo mojado, el suelo también. Tengo que colgar de una ramita mi mochila y también la cámara. Sigue lloviendo. Me pongo a comer, y cuando escampa salgo un momento de reconocimiento hacia arriba sin dejar de comer, y encuentro la continuación. Más tranquilo vuelvo a la cueva. Los dulces libaneses me saben a gloria.
Sigo la subida (14.50h). Me mojo bastante las perneras con la vegetación, llena de agua, que a veces invade el camino, y tan crecida que lo oculta completamente. La primera señal positiva de que puedo completar el recorrido me llega cuando veo un sendero que sale a la izquierda y se dirige a unas huertas donde un hombre, que no veo pero que sí oigo, está trabando. Pienso: si hay una huerta a esta altura es que el hombre viene de arriba, y entonces el camino hasta arriba tiene que estar más trillado, por él o más personas. Dudo si acercarme a donde está para asegurarme, finalmente sigo subiendo. A partir de los 700m el sendero está claro y serpentea bajo brezos y otros arbustos. Es un sendero trazado para animales de carga por su anchura y su desnivel suavizado con curvas. Pero debe ser que un burro hace mucho que no pasa por aquí porque los brezos invaden completamente el sendero a tramos, y además la vegetación húmeda me continúa mojando. Todavía me falta un rato. Me acuerdo de la subida por el barranco de El Cercado hacia El Cresal en donde hay un cambio similar de vegetación a una altitud similar. Cada vez veo más claro el final y eso me da para disfrutar de esta última parte: el olor, la humedad, las gotas en las hojas, el misterio del paisaje neblinoso. Reconozco un árbol con las hojas mojadas y brillantes: la faya que está en flor. También identifico una planta crasa: pata conejos, con flores blancas y hojas carnosas opuestas. Paso al lado de una casa (15.11h, 800m), la primera que veo. Llego a una pista asfaltada. La cruzo y empiezo a subir por una escalera de piedra muy bonita y en buen estado. Perros empiezan a ladrar cuando me acerco a sus posesiones. Su único entretenimiento en el día. Sigo subiendo por asfalto rodeando un grupo de casas (La Canterilla, excursión 366). Llego a la carretera (15.17h, 844m). No me lo puedo creer, éxito total, lo he conseguido. Las nubes cargadas de agua pasan por la carretera y cubren todo el paisaje. Es toda una bienvenida a las alturas. Camino por la carretera hacia la izquierda buscando una parada de guaguas. Vuelve a llover. Me gusta en este momento identificarme con los pensamientos de los conductores que me ven caminar por la carretera: voy solo, está lloviendo, frío y brumas. Me imagino que piensan: “¡pobre desgraciado! con este tiempo por aquí” Sin embargo, yo me siento maravillosamente después de triunfar en esta dura excursión: esfuerzo físico, lluvia, incertidumbre y aquí estoy. Es mi as guardado en la manga.
Sigo caminando por la carretera, indiferente ahora a los coches. Al llegar a la carretera que baja a Los Catalanes sale un coche. Mira a ambos lados su conductor y en ese momento me acerco a él y le pregunto si va a La Laguna o Santa Cruz y si me puede llevar. No lo duda. “Claro que sí” me dice. Lo que me faltaba, encontrar a alguien con quien hablar y compartir mi experiencia. Cosa que hago inmediatamente. Me concentro tanto en la conversación que lo siguiente que me doy cuenta del entorno es cuando llegamos a Las Mercedes. Resulta ser técnico de recursos forestales; trabajó en la limpieza del camino que va de Bejía hasta La Punta por Homicián hace unos cuatro o cinco años: tardaban horas en llegar al lugar de trabajo – desde una punta o la otra-, el sendero lleno de rabo de gato y muchas garrapatas; su ambición es tener una bodega y tiene o mantiene algunas parcelas en Arafo, Los Catalanes y Santa Úrsula; hace, también, excursiones en bicicleta y me habla de la bajada desde Izaña hasta Fasnia; cuando le digo que me han hecho una entrevista para La Opinión me pregunta que ¿cuál ha sido mi peor excursión?, le digo que la de Arafo por Las Gambuesas (excursión 319), yo esperaba la pregunta ¿cuál fue mi mejor excursión? Antes de que me deje al lado del astrofísico le pregunto su nombre: Argoney y nos damos un gran apretón de manos. Bajo del coche un poco sonado, y empiezo a caminar como si fuese ligeramente por encima del suelo. Me cuesta un rato concentrarme. Casi me atropella un coche. Por debajo del reformatorio espero al tranvía. Una vez dentro me quedo de pie detrás. Me pongo a escuchar la música de Los Beatles. La gente, las calles, me resultan extremadamente interesantes. Tengo una media sonrisa dibujada en la boca. Estoy flotando. Todavía con la esperanza de que me ocurran más cosas. Estoy fuera de mí y en cada una de las personas que veo, imaginándome cómo serán sus vidas, a qué se dedicarán. En Santa Cruz empiezo a tocar el suelo cuando me monto en mi coche que había dejado en el aparcamiento de la estación.
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Track orientativo, no obtenido durante la excursión, elaborado después de realizarla
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