• Excursión 555. 21 Noviembre de 2016. Lunes.
Las Lagunetas. Barranco Hondo.
Municipio: Candelaria
ENP: Parque Natural Corona Forestal
De 15.20 a 18.10h. De 1430 a 328m.
Distancia: 6,6km. Duración: 2h 50m.
Descenso desde Las Lagunetas hasta Barranco Hondo por un sendero señalizado local (un SL). Atravieso el pinar en un día gris y frío. Este tiempo le va bien al sendero. Hacia la mitad transito por viejas zonas agrícolas abandonadas por un sendero muy rocoso y pedregoso al que hay que prestar mucha atención. Por esta zona me envuelven las brumas que me integran en el paisaje de pinos y jaras. Al salir del mar de nubes una gran emoción al ver las casas de Barranco Hondo. Atravieso este pueblo muy interesante por su mezcla de casas antiguas y calles estrechas cerca del barranco Hondo y después por zonas más modernas llego a la autopista del sur
Tomo un taxi en La Estación en Tacoronte. También me lleva esta vez una taxista hasta el inicio de la excursión que también me habla de sus hijos, uno es senderista, el otro no. Ella antes de enviudar solía ir de excursión con su marido y otra pareja, ya no. Me lleva hasta La Esperanza por el barrio de La Luz. Me desea que tenga suerte.
Nada más bajarme del taxi (15.20h, 1400m, 25€) en Las Lagunetas en el km 16 de la TF-24 (La Esperanza al Portillo) siento un frío tremendo. En realidad, siento doble desprotección, la conversación ha sido muy agradable y estaba calentito en el taxi. Sólo he traído la chaqueta de algodón del chubasquero. Y la bufanda. Me abrigo lo más que puedo.
Cruzo la carretera, sigo a la izquierda en paralelo a la carretera y en un minuto o así tomo por el sendero señalizado SL-299 hacia Barranco Hondo (5,7km de recorrido), el SL es un Sendero Local, señalizado en verde y blanco (creo que también comparte un tramo largo con un PR, sendero de Pequeño Recorrido, en blanco y amarillo señalizado. El sendero está claro, aunque no delimitado por piedras, discurre por un pinar denso con escobones y jaguarzos (jaras) en el soto bosque. La pinocha cubre el camino que va suavemente bajando. El silencio es extremo, el día está gris, ya no tengo frío. El camino va paralelo al barranco de la Madre del Agua, cuyo cauce marca el límite entre los municipios del El Rosario y Candelaria. Hay una cueva grande para refugiarse con mal tiempo poco antes de la fuente de la Madre del Agua (15.46h, 1210m). La anterior vez que estuve aquí (excursión 318) era pleno verano y hacía mucho calor. Ahora el tiempo fresco y nublado se adecúa a la fuente y al entorno húmedo y musgoso. Sigo bajando por un sendero arenoso que ya no es resbaladizo. Llego a la unión de las pistas del Fayal y Los Ovejeros (16h, 1090m), las cruzo y sigo bajando. Aquí coinciden un PR con el SL que estoy siguiendo. En unos 200 metros se separan ambos senderos en un pequeño claro llano (1035m). Sólo gracias a los colores sé cuál es el camino correcto, a la izquierda está la señal con amarillo y blanco y a la derecha otra con verde y blanco (este es el mío, el local).
A partir de aquí cambia completamente el carácter del camino, esto es una pista ancha, empedrada y recientemente renovada (un cartel lo atestigua). Pero no dura mucho y se convierte en un sendero con mucha pendiente, pedregoso y por terreno despejado, sin apenas pinos. Sólo hay jaguarzos en los márgenes del sendero, sendero que es complicado de transitar por los desniveles y las piedras. Han aparecido nubes espesas y una bruma espesa lo cubre todo, no tengo apenas visibilidad. Espero que no llueva, no he traído paraguas. Pequeñas gotas de agua flotan en el ambiente y me tengo que guardar la cámara en la chaqueta. Me gusta este ambiente brumoso, me hace sentirme protegido y pegado al sendero y a las plantas que lo rodean, siento la soledad más intensamente que si estuviese despejado y viese el cielo. Me siento más acompañado por mí mismo. El sendero que baja retorcido me fuerza a estar atento. En un tramo de rocas desnudas y sin piedras sueltas hay marcas verdes indicando por dónde ir. La bruma lo cierra todo y no veo casi nada, sólo de cerca. Sigo bajando hasta que de repente veo Barranco Hondo entre la bruma (16.40h, 770m) y me emociono vivamente porque no tenía ninguna referencia de hacía a dónde iba.
(Con mar de nubes frecuente en la isla esta experiencia la viviré muchas veces tanto en el norte como en el sur con un esquema parecido, primero sol que raja las piedras, después brumas espesa y falta de visibilidad, y, finalmente, y de repente, vista hacia algún pueblo).
Estoy transitando por el lomo de El Centeno. Hago alguna foto de los pequeños puntos blancos borrosos. Más degradado sigue bajando el sendero, cruzo un canal seco lleno de tierra (Canal de Araca, 16.50h, 690m). Distingo terrazas que están sin cultivar hace mucho. A mi izquierda hay un barranco (Los Frailes) poco profundo con almendros en terrazas en el cauce (nateros). Cada vez veo mejor Barranco Hondo, la nube no llega tan abajo, pero el día sigue estando muy gris. Al lado de unas fincas cuidadas con amplios campos pendientes de cultivar llego al asfalto (17.16h, 530m). Hay árboles frutales en los bordes de la finca de tierra marrón.
Paso por la calle Albarianes (17.24h, 460m) donde hay un conclave de gatos que parecen estar tomando una gran decisión, silenciosos, concentrados y atentos. Sigo bajando por Barranco Hondo lo más pegado que puedo al barranco, en el camino Lomo El Pájaro encuentro un camino empedrado que baja hacia el barranco donde hay una galería, restos de piedra de extracciones e instalaciones de manejo de agua. El cauce está cubierto de plantas y es muy frondoso. Es un lugar caótico, de los que me gustan. Ese cruce entre vegetación densa y usos humanos muy antiguos da para mucho, hay canales que se meten en la pared por huecos y otros secos y abandonados en una zona del barranco con varias curvas pronunciadas. Más abajo más canales en las paredes verticales entre pencas colgantes y en eterna caída. En los bajos de algunas casas hay jaulas de red para animales y mucho polvo. Una casa en obras, eternas parecen, está en el mismo borde del barranco, recubriendo una pared. Me fascina todo este entorno y la única pena es que no haga sol para ver cómo brilla todo y cobra más vida.
Después cruzo el barranco por la calle Chajoigo (17.30h, 430m) donde hay una casa antigua en azul, parece que deshabitada. Empiezo a bajar por la calle (San José) que proviene de la plaza donde está la iglesia de S José. En el camino veo muchas casas antiguas, sobre todo en el margen izquierdo de la calle, y me digo que merecería la pena volver otro día con mejor tiempo para explorar las bocacalles que salen a la izquierda. Hay un camino empedrado que va hacia una casa en ruinas, no lo exploro. Ahora voy en caída libre, en más de un sentido porque mi objetivo es encontrar una parada de guaguas que me lleve hacia Santa Cruz y tengo la sensación de que me falta mucho para llegar hasta la autopista, no lo compruebo en el mapa. Unas mujeres me informan y no entiendo lo que me dicen, sigo bajando. Me refugio en una parada de guaguas cuando empieza a llover. No consigo contactar con Titsa para que me informen de cuando pasa una guagua por allí. Una furgoneta se para enfrente de mí y un hombre con coleta y calvo, de aspecto alternativo empieza a echar cosas a la basura, una gran cantidad de cosas, y me empiezo a fijar con que meticulosidad va aplastando las cajas de cartón antes de arrojarlas al contenedor y cómo va separando los garrafones de plástico y las botellas de cristal. Cuando se monta se fija en mí y se ofrece para bajarme, es italiano y tengo que desplazar a un perro bóxer (se llama Algarrobo) que está echado delante del asiento del copiloto, se disculpa por el perro, yo le pido disculpas al perro por molestarle. Pero dura muy poco la carrera porque cien metros más abajo me deja en la carretera general y me informa de que hay una guagua-taxi que va a pasar dentro de muy poco hacia Candelaria, que la acaba de ver. Le agradezco el paseo y la información. Alternativo y muy agradable.
En la parada un hombre muy delgado de más de cuarenta años y sumido en sus pensamientos tarda en darse cuenta de mi presencia, pero en cuanto lo hace se levanta y me ofrece su sitio y me pregunta si tengo tabaco. Me empieza a hablar de Barranco Hondo, de su primo que acaba de pasar y pitarle desde el coche, pero pronto deriva la conversación hacia un accidente que tuvo muy cerca de allí cuando tenía ocho años cuando al bajar de la guagua un coche le atropelló y le dejó la cadera averiada y desde entonces ha estado enfermo y con problemas. Recrea las circunstancias del accidente y de que nunca se aclaró la culpabilidad del conductor. Parece vivir en ese día permanentemente. En algún momento me resulta agobiante. Afortunadamente me salva la guagua-taxi (1,20€) que me lleva hasta la autopista (18.18h, 150m).
La 111 me lleva hasta el intercambiador donde consigo un folleto con los horarios de las guaguas y me compro un bono, ya estoy preparado para un largo periodo sin coche (tuve un accidente de coche hace poco, un hombre con mucho alcohol encima casi me arranca la puerta del coche al abrirla para bajarme). Con la 107 (19.15h, 2.45€) voy hacia Tacoronte. Esta guagua me gusta porque es de asientos dobles con pasillo central. Me sumerjo en la música y a pesar de que hace escala en el aeropuerto el trayecto no me resulta largo. En La Laguna se montan muchos estudiantes. Uno de gorro de fieltro gris y olor agradable mezcla de humedad y champú se sienta a mi lado y empieza una conversación animada (con otro que está delante) sobre un cruel profesor que ni enseña ni aprueba (de Física). Me trae recuerdos de mi profesión, son de esas cosas que ya he oído muchas veces pero que me resultan novedosas. Me gusta escuchar retazos de su conversa que se mete entre la música de mis auriculares. Cuando llegamos a Tacoronte le pido que me deje bajar y me asombra su respeto cuando me deja pasar diciéndole a su amigo “el hombre se va a bajar”.
En la estación evito la escalera que baja y tomo por el callejón fantasmal, que alguna vez fue una calle pero que la autopista segó. Es oscuro, va por la trasera de casas y termina en un arco bajo una casa deshabitada y al lado de otra hace mucho tiempo sin usar. En Tacoronte hay vida al lado del bar Malele, cruzo y sobre la marcha tomo un taxi me lleva de vuelta a casa.
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Track orientativo, no obtenido durante la excursión, elaborado después de realizarla
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