• Excursión 1258. 10 Mayo de 2021. Lunes.
Canal Araya: Araya a Igueste.
Municipio: Candelaria
De 15 a 18.54h. De 475 a 575 a 475 a 590 a 260m.
Distancia: 11,3km. Duración: 3h 54m.
Cuarta etapa de la travesía por el canal de Araya (las otras han sido la 1184, la 1227 y la 1254).
No empieza bien la cosa cuando me bajo del taxi (9€) en la Cruz del Camino (470m, Araya, Candelaria) para continuar con mi recorrido del canal de Araya. Está lloviendo fino y tengo que abrir el paraguas inmediatamente. Además, es lunes, y los lunes suelo tener la sensación de que no he descansado lo suficiente y me encuentro algo cansado al empezar. Tomo a la izquierda para empezar por una carretera asfaltada que sube ligeramente con vistas despejadas hacia la costa. Me dirijo hacia el sendero local (SL TF-294) por donde anduve en la excursión 1254, pero hoy no lo sigo cuando lo encuentro, sino que continúo subiendo hasta llegar al canal de Araya (580m). La lluvia no ha cesado, es fina y ya me doy cuenta de que voy a tener problemas con la vegetación baja porque no he traído los pantalones impermeables. Me meto por el canal llano y ancho, pero enseguida me encuentro con una carretera asfaltada y al otro lado una puerta me impide acceder al canal, son unos viñedos que su dueño protege celoso. Cuando estoy bajando pensando ya que tengo que bajar hasta donde empecé me doy cuenta de que puede haber un camino que evite esos viñedos. Regreso y efectivamente encuentro un “camino” que bordea la finquita. El problema es que las plantas bajas están empapadas de agua que me la van trasfiriendo al pantalón (fino) a medida que voy avanzando. La lluvia sigue. Accedo de nuevo al canal que atraviesa dos pequeños barranquillos y llego a un gran barranco, profundo y estrecho, es el barranco de Las Vigas. La puerta que enseguida encuentro en el canal confirma mis sospechas de que iba a tener problemas con este barranco. Es una puerta de rejilla metálica con una extensión por la derecha y otra por encima. Complicada de sortear. Rápidamente evalúo la situación. Tengo los pantalones totalmente mojados de la rodilla para abajo, continúa lloviendo, podría descolgarme por la derecha sujetándome en los hierros de la extensión (aunque debajo tenga una caída vertical) o saltar por encima por un hueco (hay un hierro doblado) pero finalmente desisto cuando veo además que, al otro lado de la puerta, las plantas invaden el canal y tendría que saltar sobre ellas con abismo fuerte a la derecha. Por otro lado, no veo todo el recorrido del canal por este barranco y podría haber otro túnel con puerta. Es demasiado pronto para enfrentarme a tantas cosas, todavía estoy frío para afrontar estas diabluras. Puedo al menos admirar el barranco estrecho y profundo y ver como el canal, por la pared de enfrente, va sobre pilones en un tramo. Estoy de un humor de perros, frustrado por el agua y tengo los pantalones muy mojados cuando regreso a la carretera asfaltada.
De regreso a la carretera me alivia que ha escampado y tengo la sensación de que al ser lo pantalones finos se pueden secar si no continúa lloviendo. Vuelvo a la casilla cero por esta calle y después sigo por una calle llana (Plaza Araya). Pronto me encuentro con otro barranco (Aroba), de cuyo cauce parte y sube un sendero, señalizado en verde y blanco, es el mismo SL TF-294. Cerca del cauce y dentro de una hornacina un hombre muy sonriente me transmite alegría desde dentro del marco de una foto, y pienso que este caserío tiene que ser un lugar muy tranquilo para que esa foto y otros recuerdos estén aquí así, sin protección, todo esto debe ser un homenaje a una persona. El sendero sube por la pared del cauce y al otro lado en cuevas pequeñas y angostas oigo unas cabras inquietas. El camino sube con muchas eses hasta otra carretera. Paso la pala ruidosa que he estado oyendo desde el principio de la excursión, con su sonido sordo y retumbante que llena el paisaje más que un barranco profundo. Pronto me encuentro con carteles señalizadores de senderos (530m). Uno me manda hacia Los Brezos, el otro hacia La Mesa. Sigo el primero en fuerte subida que va paralelo a un barranco de tamaño mediano (Igonse). Cuando llego al canal en vez de seguir a la derecha, lo tomo a la izquierda, simplemente por ver si puedo tener otra vista del barranco de Las Vigas y completar lo más que pueda del canal de Araya. El canal rodea un pequeño barranco donde unas gramíneas que cubren el canal me mojan completamente los pantalones. Y llego al estrecho y profundo barranco de Las Goteras, puedo ver la puerta que no pude pasar y también que a este lado hay otra puerta, quizás más difícil de saltar que la otra. Hice bien en no seguir antes. Tras este vistazo regreso por el canal y sigo adelante después de cruzar el camino por donde subí.
Cruzo el barranco (Igonse), ancho, pero con poca dificultad. Ya no llueve nada y espero que poco a poco se me vayan secando los pantalones. No mucho después tengo que saltar del canal a una carretera cementada y seguir por ella hasta volver a tomar el canal que va por encima de un gran depósito de agua cubierta con una tela negra. Me empiezo a sentir bien por primera vez hoy, creo que voy a tener menos dificultades, mejores vistas y más aventura buena. Las losas que cubren el canal son lisas, es suficientemente ancho como para no tener que ir mirándolo mientras lo recorro. Bien. Lo único que ahora me empieza a inquietar son las caídas a ambos lados. El canal va ligeramente elevado sobre la ladera y tras una finca en barbecho ya voy sobre campo salvaje donde abunda la retama blanca, ya sin flores, y otros arbustos bajos. A la derecha, hacia la parte más baja de la ladera la caída puede ser de un par de metros. Se trata de ir despacio y concentrado. Estoy recorriendo la ladera de un saliente montañoso. Es todo un accidente geográfico, es el saliente que separa este valle, el valle de Güimar/Arafo/Candelaria, del valle de Igueste de Candelaria. Este saliente es la pared que limita el valle de Güímar por su parte este, por el oeste puedo ver la otra pared, marcada por el pequeño y blanco hotel de Don Martín (por la parte baja) y por las antenas por donde se empieza el recorrido del sendero de las mil ventanas (por la parte alta). Cada vez me voy separando más de las casas y las calles que bajan hacia la costa de Candelaria, no es que yo suba, es simplemente que las calles bajan. Bajan hacia la basílica de Candelaria que puedo distinguir por su forma característica. Aun con viento ya me voy alejando de la posibilidad de lluvia y el canal, en buenísimo estado, me va llevando, siempre elevado, sobre el paisaje. Realmente empiezo a estar emocionado de ir avanzando y de que sea posible seguirlo. Durante mucho tiempo esta esquina, este saliente, era simplemente una mancha verde, intransitable, y sólo recientemente (a principios de este mes en la excursión 1254) bajando hacia Candelaria por Araya me di cuenta de que este canal estaba aquí, y que era el canal de Araya.
Sigo avanzando y cada vez más me encuentro en las nervaduras de la ladera con tramos muy expuestos, aunque con pasarela de dos cables de acero. La caída es considerable, pero yendo despacio no tengo sensación de peligro. Y la ladera es larga, larga, larga. En las pasarelas se nota que es un canal importante y que los gestores del canal cuidan a sus trabajadores. No están para los caminantes, desde luego. En una nervadura muy saliente en donde el canal se embute en la pared hay una plancha metálica con agujeros por donde mis pasos van resonando al pasarlo/pisarlo. Voy con la esperanza puesta en el punto en que empiece a ver la otra vertiente, el otro valle, pero se tarda en llegar. Antes tengo que salirme del canal y seguir por un sendero que va por debajo, al rodear otra zona muy rocosa; sendero que vuelve a subir hasta el canal. No mucho después llego a la esquina, y tengo vistas hacia Santa Cruz y Anaga. Es fantástico, estos cambios de paisaje son muy dramáticos. Por debajo de mí se extiende una planicie inclinada (La Mesa) que debe terminar en un algún precipicio por lo que dicen las curvas de nivel del mapa de IGN. Se notan por esta planicie los restos de muros de terrazas, una zona de cultivo muy extensa y muy abandonada. Desciendo un poco por la planicie y tomo nota para volver otro día. Según el mapa de OSM hay un camino o un sendero más abajo.
Regreso a la esquina y antes de girar y seguir hacia adelante le doy un último vistazo a la ladera por donde, unos 100 metros más abajo, corre otro canal, pero en un estado lamentable. Cuanto más me acerco a Santa Cruz más canales voy viendo. Otro canal más va por los 700m de altura (El Río/ El Portezuelo). La retama blanca, todavía con algunas flores, es más abundante por aquí. Al ser ahora una ladera de suave caída el canal va muy poco elevado sobre el terreno circundante, es relajante, es un alivio. Así, con más tranquilidad, por aquí paso una cueva grande reforzada con muro de piedra, que está bajo el canal. El trazado del canal ahora describe arcos más suaves. Cruzo el sendero de La Mesa (SL TF-296), y yo sigo por el canal. Al rodear ahora varios barrancos más angostos (Gocho, Chipás, Lomo La Fuente y Lomo Carnada) el trazado del canal forma uves extremas y empieza a tener caídas más fuertes hacia la derecha, además de tener que cruzar por puentes, algunos sin protección. Un rebaño de cabras está ramoneando entorno al canal, y a medida que avanzo me van huyendo y empiezo a crear una verdadera procesión de cabras por el canal, que yo, como un defensa escoba voy arrastrando, me gustaría dejarlas en paz, pero a ninguna se le ocurre irse para la ladera. Yo, por otro lado, cada vez voy más atento al canal, porque los desniveles son mayores. Cuando hay ya un verdadero atasco un macho cabrío saca a las cabras del canal y las lleva por un sendero hacia arriba. Mejor así. La planta que me gusta mucho y que ahora está en flor es el bejeque, con un gran penacho de forma cónica coronando un único tallo.
Y llego a un gran barranco (Chacorche) e inmediatamente las caídas son considerables, al hacerse la ladera muy empinada. Un pequeño tramo con rocas protuberantes tiene un mini balcón que recorro arrodillado. Ahora las caídas son de varios metros y sin ninguna protección, los cables han desaparecido. Es de lo más emocionante. Y no solo esto, al otro lado del cauce ya voy viendo tramos del canal, tramos largos, sobre pilones de cemento, y pienso que quizás debería abandonar ahí y seguir hacia Igueste por el camino. Pero yo voy paso a paso y sólo centrado en poder seguir. Muy cerca del cauce hay una puerta sobre el canal, pero también un sendero que baja zigzagueando al cauce. Abandono el canal y bajo hasta la pista que recorre el barranco de Chacorche, que lleva a una galería. Bajo un poco por la pista y enseguida encuentro un sendero (SL TF-296 2) que sube y se dirige hacia la galería de Chacorche, pero yo enseguida lo abandono y sigo por el canal, ya me he decidido por seguir por el canal y ya veremos porque una cosa es ver algo de lejos y otra estar en el sitio. Efectivamente pronto llego a la zona sobre pilotes y es inquietante, la barandilla con cables me ayuda a pasarla. El canal entra en otro barranco (Chinabargo) no muy grande, rodea una loma y vuelve a meterse por otro barranco (Joncho) algo más grande pero sin caídas y cuando estoy en el otro lado me encuentro con que el canal se mete por un túnel, totalmente cerrado con candado, y no puedo seguir. Pero también casi sobre la marcha descubro un “sendero”, una resbaladera en realidad que baja y como he estado viendo otro canal por debajo (canal Güímar-Santa Cruz) me lanzo por la resbaladera con la esperanza de encontrarlo. Y lo encuentro.
Está tapado pero la cubierta son piedras irregulares unidas con cemento que producen una cubierta con todo tipo de picos protuberantes. Pero antes que volver por el paso sobre pilotes, en el barranco de Chacorche, me decido por seguir por este otro canal. Es difícil y laborioso, pero parece posible. A medida que avanzo en la excursión parece que el peso de todo lo que he recorrido puede sobre la posibilidad de regresar, y, por otro lado, yo quiero seguir hacia adelante. El tiempo ha cambiado, está soleado, hace ya tiempo que los pantalones se me secaron completamente y ya estoy “caliente”. Me gusta que las dificultades aumenten a medida que avanzo en la excursión. De esta manera gradual las puedo ir metabolizando. Es un barranco largo y la forma de sus paredes me va engañando, cuando parece que ya estoy en la esquina, surge otro tramo, y así ocurre unas siete veces. Y la variedad de problemas va también creciendo, un gran tramo cubierto de rabo de gato donde tengo que ir tentando las piedras que cubren el canal, un tramo muy expuesto sobre piedras con gran caída y una pared hacia afuera, donde me tengo que ir apoyando en la pared para darme seguridad. Y cada vez voy más despacio y cada vez surge otro tramo. Lo que me da moral es ver que debajo de las piedras y por dentro del canal va una tubería negra gruesa que parece llevar agua. Si el canal está en uso alguien lo debe cuidar y se precupa de que se pueda transitar. Me voy acercando a una torre de electricidad. Me gusta que haga calor. Lo emocionante es además que no sé a qué retos me tendré que enfrentar cuando llegue a la esquina, al barranco grande de Araca, siempre presente la posibilidad de tener que regresar por donde he venido. Y debe ser porque soy diestro, pero prefiero tener los precipicios a la derecha que a la izquierda.
La torre parece cercana y después de una eternidad llego a la esquina. Por debajo parece existir la posibilidad de ir cresta abajo, pero no me fío, así que sigo por el canal que ahora pasa elevado sobre una zona de vegetación densa seca y entonces llego a la siguiente prueba. Una tubería de cemento que baja muy vertical hasta el cauce y vuelve a subir con similar bestial inclinación para salvar el barranco (unos 40 metros de desnivel). (En casa, más tarde cuando defina el recorrido con Basecamp, me daré cuenta de que el canal por donde llegué seguía por la ladera –yo no lo vi- y que la tubería que bajaba era, en realidad, el canal de Araya). Abajo, en el cauce, y a la derecha de la tubería, y varios metros por debajo, veo una caseta, de una galería según el mapa de OSM pero sé que no hay salida por el cauce del barranco de Araca, hay saltos grandes por debajo. Con toda esta información empiezo a bajar bien concentrado. Al principio hay una acera lisa que baja al lado de la gran tubería de cemento, pero a los pocos metros se transforma en una escalera de escalones altos de rellanos muy estrechos, donde apenas me cabe el pie, afortunadamente la gran tubería tiene unas piezas cuadradas grandes donde voy poniendo las manos para frenarme, voy en total tensión, tratando de relajarme lo más posible, pero en tensión, sin apresurarme, paso a paso. El tramo final es sobre arena resbaladiza y llego a un puente, cómo no, que cruza y salva el cauce del barranco, está algo roto el puente y lo cruzo apoyándome en la tubería. Intento bajar hacia la caseta de la galería, pero es imposible, hay un gran desnivel y mucha vegetación. Y ahora tengo que subir al lado de la tubería, pero esta subida es más difícil que la bajada porque sube por un filo, y me voy “sujetando” con delicadeza en un pasamanos de hierro muy oxidado que va a unos 50 cm del suelo y a la tubería de cemento subiendo por unos escalones muy altos y estrechos, cada metro que subo es una maravilla. Logro subir toda la tubería y alcanzo el muro de una casa por donde pienso que puedo salir, pero qué va, los muros son muy altos y tienen un incongruente cartel que dice “aquí vive un cazador”. Así que tengo que seguir por encima del canal, de nuevo con piedras irregulares, y de nuevo muy expuesto donde me tengo que echar contra la pared y en una de estas me veo una herida en la mano izquierda que mana sangre, pero es poca cosa a estas alturas de la excursión, yo me concentro en lo mío, salvar esta cornisa por el canal y llegar a otra esquina, y antes de llegar a esa esquina, veo que hay un sendero, que debe bajar a la galería que vi abajo en el cauce. El tramo final es de lo más emocionante y logro llegar a una esquina que está rodeada por el mismo muro de bloques beis, pero esto ya lo conozco, es un sendero que rodea la finca y que da al camino de los Márgenes.
Termino de rodear el muro de la finca y tras pasar un pequeño barranco sobre el canal y por un sendero estrecho salgo a la carretera. Ahora sí, ahora me curo la aparatosa herida que mana sangra, la limpio con agua, la seco, le pongo cristalmina y la tapo con tiritas. Y según me estoy curando la herida pienso que es lo menos que podía “pagar” por este recorrido tan aventurero y emocionante. Una de las excursiones más impresionantes que recuerdo. La manera en que han ido creciendo las dificultades ha sido diabólica. Desde luego que en sentido contrario no lo habría hecho ni loco. Ahora estoy aplanado y entero, totalmente entero, he pasado tanto, me he expuesto tanto, qué barbaridad. Bajo por la carretera con una sensación indescriptible de seguridad, de relajamiento. Que me las den todas. ¿Qué más puedo pedir? De premio decido no bajar hasta la autopista y tomar una guagua que sale a las siete de una placita un poco más abajo. Pero todavía me da tiempo para dar un pequeño rodeo y pasar por un viejo camino por la loma de Acoroma, nada, un paseíto. En la placita un hombre de aspecto delicado y que no habla español me confirma que la guagua está a punto de llegar.
Qué mal duermo por la noche, estoy tan inquieto, qué cantidad de sustancias debo tener en el cerebro y por el cuerpo corriéndome para dormir tan mal, estoy todavía vigilante. Eso no quita para que al día siguiente haga otra excursión por la zona, pero totalmente relajada en comparación. Tardaré varios días en encontrar el ritmo del sueño.
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Track orientativo, no obtenido durante la excursión, elaborado después de realizarla
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