• Excursión 1073. 22 Abril de 2020. Miércoles.
Risco y playa La Garañona hasta principio subida a El Sauzal.
Municipios: Tacoronte. El Sauzal.
ENP: Paisaje Protegido Costa Acentejo
De 9.06 a 17.50h. De 340 a 0 a 40 a 0 a 340m.
Distancia: 6,5km. Duración: 8h 44m.
Bajada a la playa por el risco de la Garañona hasta el principio de un sendero que sube a El Sauzal. A la vuelta vivo una situación muy tensa por mi mala interpretación de las mareas, con final feliz
Después de haber bajado varias veces en este mes a la playa de La Garañona ya tengo ganas de, después de haber llegado al risco de Los Parrales en la excursión anterior, intentar subir a El Sauzal. Además, hoy, voy a hacer una excursión de todo el día, una excursión de “jueves”, la primera de este mes de abril.
Salgo temprano de casa, poco después de las nueve y me siento maravilloso en este día algo gris, tan temprano y ya de excursión con la relajación de no tener que volver a mi casa a comer y poder “perderme” todo el día. Atravieso las calles tranquilas de la urbanización y emboco por el pasillo al final de la calle La Jara. En el primer rellano de la famosa escalera de los 400 escalones tuerzo a la derecha para recorrer el andén, la pequeña cornisa, que rodea las parcelas del Jardín del Sol y en la esquina con vistas a Mesa del Mar empezar a bajar en serio. Ya enseguida tengo que ir muy concentrado porque esto es la hostia de peligroso, no es que haya ningún sitio realmente expuesto, pero un mal paso en muchos sitios puede ser desastroso. El olor del incienso es intenso y la vista del mar abierto son un fantástico fondo en la bajada. Ya me sé bien todos los trucos del camino y llego a la plataforma, aproximadamente, una hora después de salir (10.08h). Me echo a la izquierda para recorrer la Fajana, la plataforma sobre el mar. No sé claramente porqué, pero hoy la travesía de la plataforma me resulta más difícil. Este recorrido es siempre muy tortuoso, con la amenaza constante del acantilado encima y el paso con cuerda de un entrante de mar. Después de rodear la parte final de la plataforma llego a la playa de cayados y estoy atravesando el arco basáltico una media hora más tarde (10.35h).
Paso la pequeña parte de cayados después del arco y alcanzo la gran playa de La Garañona. Tan expansiva y grandiosa a pesar del día gris y que todavía no da el sol en la playa. Llego al final de la playa (11.03h), puedo seguir un rato por la arena por debajo de los cayados, pero no me dura mucho y tengo que ir por los cayados y pasar la punta, el sitio donde descubrí, en otra excursión, una pequeña cueva, unos metros por encima de la línea de mar, y una gran cuerda. Este el sitio de toda la playa, bajo el risco de La Garañona, en donde hay menos playa (ya sea de cayados o de arena). Está bajo una arista muy vertical. Lo paso y sigo por cayados hasta alcanzar la segunda playa (11.12h), mucho más pequeña de arena negra también. Enseguida la paso y me voy separando y ascendiendo por los cayados hasta llegar a un lugar cubierto de plantas rastreras tras subir una gran roca, donde después de mucho mirar encuentro un sendero entre esas plantas que sube decididamente. No tenía ninguna esperanza, pero parece que este es el principio del sendero de subida a El Sauzal. Sube y da una curva a la izquierda y sigue en oblicuo y en ascenso hasta una zona de tierra suelta. Y aquí me paro. Esa zona de tierra suelta está algo inclinada y por debajo tiene una caída (inclinada, pero caída) y empiezo a pensar que, si la tierra cede, no tengo defensa. Por otro lado, lo que veo más allá de ese paso, no es nada prometedor, es decir, no veo una continuación clara. No me quiero arriesgar y encontrarme después en una ratonera. Le doy vueltas y vueltas al asunto y finalmente desisto. Me cuesta aceptarlo.
Regreso por donde he subido y de vuelta por los cayados me paro a comer (13.15h). Me lo tomo con calma. Al terminar decido no seguir por la costa hacia la punta del Hombre, según mis cálculos en relación al horario de las mareas no me da tiempo a explorar demasiado, necesito volver ya, antes de que la marea suba. Paso la playa pequeña y tras pasar una zona de cayados llego a la punta, el lugar más estrecho. Y cuando llego se me cae el alma a los pies. Contrario a mis cálculos resulta que ya no hay paso, el mar bate fuerte hasta la pared y no hay un momento en que vea una oportunidad. En esta punta hay grandes piedras y me refugio tras una de ellas. Es un espacio de unos diez metros de largo y unos seis de ancho ocupado por estas enormes piedras que forman un laberinto entre ellas. El momento que llego al sitio estrecho es la una y media de la tarde (no estoy seguro del todo). Me puedo desplazar un poco entre ellas y tengo dos lugares de apostadero, el segundo, el más cercano al paso, está más expuesto a las olas y no puedo permanecer mucho rato en él, tengo que regresar al más lejano y protegido. Y pasa el tiempo, y yo contando olas para ver si descubro un patrón, una regularidad que me permita pasar. Veo que hay ciertos momentos en los que el paso está despejado y podría atravesarlo, pero son segundos y tengo que tener una coordinación total. Pero pasa el tiempo, media hora… una hora… una hora y media… y no descubro el patrón. Y parece que la cosa va a peor, tanto es así que de vez en cuando vienes olas diferentes, de otras direcciones a la dominante, que me alcanzan en mi refugio y me empiezan a mojar, ahora una pierna, después la camisa. Y no veo la manera. Dos horas después y cuando ya me han mojado bien varias olas irregulares me atrevo, y me lanzo, paso hasta el segundo apostadero y me echo a la arena y cuando estoy en todo el centro del paso me viene una ola, y me cubre hasta la cintura, pero afortunadamente no me arrastra, debe ser por el impulso que llevo que me lanza hasta los cayados.
Lo he logrado, he pasado. Sigo sin pararme (unos cinco o diez minutos) sobre los cayados hasta la plataforma de cemento donde estaba el cable que subía arena de la playa y aquí, por fin, tengo un respiro. El pantalón está completamente mojado, los zapatos y los calcetines también, la cámara de fotos se ha mojado y no funciona, el reproductor de música también está muerto, lo único que no se me ha mojado ha sido el teléfono, y el reloj sí que funciona. Ni la camiseta ni la camisa que llevo en la mochila se han mojado mucho, y además tengo un par de calcetines. Me quedo un rato a secarme. Y ahora empiezo a darme cuenta de mi error con respecto a las mareas, no sé porque, no me preguntes, pensaba que el ciclo de las mareas era de seis horas, y resulta que no, que es de doce horas (es decir, el punto álgido de la marea alta se repite cada doce horas). Por eso llegué al paso en el peor momento. Vale. Estoy vivo y entero para contarlo. No me mata el virus, pero me mata la mar, ¿estamos locos o qué?
Y la cuerda, la maroma, que descubrí en la punta debe ser para agarrarse y que no se te lleve el mar si tienes que pasar esa punta en un mal momento. Las cosas me empiezan a cuadrar.
Con los pies secos, calcetines nuevos y papeles en los zapatos (el folleto de los horarios de Titsa), para que vayan secándose por dentro, reanudo la marcha. Estoy muy relajado, tan relajado que cuando paso la zona más plana de la playa tras la gran roca, la que parece una ballena varada, una ola me alcanza y me vuelvo a mojar los zapatos. Primero me insulto un rato, después se me pasa, me tengo que quitar los calcetines, los papeles mojados y poner otros secos (el folleto de Titsa da para mucho). Vale. Tengo tiempo de sobra de luz para el regreso, son solo las cuatro y cuarto. Encaro bien y la hago con buen ritmo la travesía de la plataforma con soga incluida. Y al filo de las cinco de la tarde, ya cómodo con los pies bien ajustados en los zapatos empiezo la ascensión por la grieta en la roca. La alargada grieta con magarzas. No me apresuro. Pero voy apalizado por la experiencia, que mal me sienta mojarme, qué poco me gusta el agua. Menos mal que conozco ya casi mecánicamente el camino y no dudo en ninguna de las partes complicadas. Cuanto más asciendo mejor me siento, más me doy cuenta de que he logrado salir indemne de un buen embrollo, tantos relatos ha oído uno del estilo “se lo llevo la mar…” y aquí estoy por mi risco favorito subiendo y subiendo. Arriba en las primeras casas del Jardín del Sol voy a cámara lenta y llego a casa al filo de las seis de la tarde.
Sólo después de ducharme les cuento a mi hija y mi mujer mi aventura bajo las rocas y batido por las olas.
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Track orientativo, no obtenido durante la excursión, elaborado después de realizarla
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Playa de la Garañona