• Excursión 647. 11 Mayo de 2017. Jueves. (Anaga 97ª)
María Jiménez. Barranco Cueva Bermeja. Chiguel. San Andrés
Municipio: Santa Cruz de Tenerife
ENP: Parque Rural de Anaga
De 11.00 a 18.18h. De 11 a 670 a 10m.
Distancia: 8,1km. Duración 7h 18m.
He estado retrasando esta excursión desde hace meses. Según MPC tiene partes muy complicadas al final, en una cornisa. Pero los mapas de openstreetmap.org me han animado y por eso este lunes hice el primer acercamiento. Hoy con todo el día por delante ya me atrevo.
Salgo en la 910 (10.40h) hacia María Jiménez. El día soleado, algo ventoso, con algunas nubes. En María Jiménez (11.00h, 11m) hay más nubes. Cruzo la carretera y enseguida me dirijo a las casas que hay a la derecha en la ladera. Cuento los escalones (200) al principio del camino, entre las casas de la ladera. En las últimas casas hay una familia extendida de gatos amistosos.
La primera parte, hasta llegar a la antena (11.28h, 165m) en una roca, es algo complicada. Está oculta por el rabo de gato y el cerrillo, con muchas piedras bajo las plantas. Tengo que ir despacio. Al menos corre una agradable brisa. Los adosados abajo tienen forma de j. Paso la degollada y entro al barranco Cueva Bermeja (11.39h, 218m). Sigo hacia la izquierda por un sendero claro. Paso el cauce (11.50h, 223m). Llego a la palmera (12.15h, 356m). Este barranco salvaje me gusta cada vez más. Empiezo el diálogo con los hitos. Voy de uno en uno. Más deprisa que el lunes. Sigue corriendo viento. El día con claros y nubes. Arriba despejado. Las cabritas están por aquí, las oigo tintinear. Llego al almácigo grande (12.32h, 450m). Sigo, pero cuando llego más o menos donde el lunes no encuentro más hitos. Voy sistemáticamente recorriendo diversas posibilidades: hacia arriba, hacia la derecha, arriba a la izquierda, etcétera. Cada una la hago despacio y vuelvo al mismo sitio, un cuarto de hora, media hora, tres cuartos de hora y nada. Me da mucha pereza ir campo a través porque temo no volver a encontrar por dónde he venido e ir sin camino por aquí puede llegar a ser muy pesado. Pero insisto una y otra vez. Sigo dando vueltas hasta que, por fin, me atrevo a ir sin camino y unos cien metros más allá encuentro los hitos (13.45, 540m). Maravilloso: encontrarlos y mi tenacidad: ¡una hora! Además, ahora se simplifica todo. La vegetación es muy baja, gramíneas que se mecen al viento y llego a una zona con terrazas anchas y largas escalonadas, los hitos en el centro de los muros, hermosas columnas de piedra, esculturales. El sendero claro entre la yerba secándose. Esta parte la recorro muy feliz, que fácil después de la complicación de los hitos. Llego a la degollada (14.10h, 560m). Vistas fantásticas hacia el Valle Brosque. Recorro un poco los riscos a la izquierda de la degollada. Tan airoso. Impresionante. Veo bien Valle Crispín, Valle Grande, La Canterilla, Las Casas de la Cumbre, Agitio, el puerto y Santa Cruz. El Pelotón no se ve. Hacia abajo se supone que había un camino hacia Agitio por el que subían vacas, hoy cerrado.
Como aquí, bajo unas rocas con un poco de sombra. Como mirando el Chiguel y el roque norte (de similar altitud) que están unos 160 metros más arriba (entre los dos forman la “M” tan visible desde Santa Cruz). Oigo a las cabras cerca. Tras la comida empiezo el último tramo (14.40h) por un sendero que va hacia el pie del Chiguel. Va hacia una cornisa bajo el pico. Desde lejos parece temible, sin sitio. Con los prismáticos me fijo en que hay una franja de plantas en la cornisa. Las cabras triscan por aquí. Me voy acercando a la cornisa y con mucho cuidado y algo de trepado llego a la cornisa. El sendero claro está defendido y apoyado por las plantas. Mucho más fácil de lo que parecía. Llego a un barranquillo, lo cruzo y subo por una ladera hasta terrazas abandonadas ¡aquí! Llego a la degollada (15.24h, 661m) entre el Chiguel y el pico Norte. Ahora voy en volandas, muy agitado, por la proximidad de llegar arriba. Desde aquí veo San Andrés, Las Teresitas, el polvorín y el palmeral del barranco del Cercado. El pico es un roque. Veo una pequeña sabina encaramada en el risco. Trepo hasta lo alto. Llego arriba (15.30h, 692m). ¡En lo alto del Chiguel, por fin! Lo he conseguido. En esa hora que estuve trabado sin encontrar el siguiente hito estuve más de una vez pensando en volver, pero aquí estoy. El tiempo está perfecto. Sin nubes. Veo todo lo que se puede ver (bueno, el Teide no). Pero sí veo bien el palmeral del Rodeo Grande (Cercado), todo San Andrés, la playa de las Teresitas, Suculún, la dársena pesquera, además de todos los sitios que he visto en las dos degolladas. No quepo en mí. Con los prismáticos descubro un sendero que sale de detrás de San Andrés tras una caseta verde, muy claro y que va por las crestas.
Estando arriba del todo deambulo un poco hacia cada esquina. Entonces veo a un hombre por la degollada que me mira y me hace gestos. Bajo un poco. A voces me dice “con usted quiero hablar”. Un poco alarmado empiezo a bajar, con la seguridad que en cuanto me vea de cerca y empiece a hablar (yo) se le va a pasar todo. Así es. Incluso me dice el sitio correcto para bajarme del roque. En cuanto estoy a su lado le explico lo que hago aquí. Se disculpa. Me dice que está muy mosqueado porque hay gente que se dedica a quitar las tablillas de coto de caza, y creía que era yo. Resulta llamarse también Juan y vive en El Pelotón. Viene con el torso desnudo, pantalones largos y unas botas que parecen muy cómodas. De unos cuarenta años. Me dice que él es el dueño del pico del Chiguel. Que es una zona de caza de perdices. Que le gusta venir aquí para recordar a su madre, que cuidaba cabras y vacas por aquí y que, también, por aquí esparcieron sus cenizas por deseo expreso de ella. La conversación se hace muy amistosa. Me cuenta que no entiende la manía de los que odian a los cazadores, ellos sueltan 500 perdices cada año, que están en la parte de debajo de una pirámide donde las rapaces están arriba. Y que el periodo de caza es muy corto. Me habla de que se puede ir hasta San Andrés. Que hay caminos también para ir hasta el Rodeo Grande, y el Pelotón. Me enseña enseguida por donde empieza el sendero hacia San Andrés. A mí me parece estupendo, con tal de no volver por el endemoniado camino de los hitos y la cornisa. Y resulta ser justamente parte del sendero que he visto con los prismáticos. Me dice que es sencillo. Me dejo convencer. Desde la degollada empieza a la derecha un sendero que rodea el roque y tiene un tramo claro que termina abruptamente y hay que bajar. Pero en cuanto empezamos a bajar bastante lo ve un poco complicado y me acompaña un trecho, es una bajada de unos 60 metros de desnivel, entre tuneras, cardones, cornicales, tabaibas, piteras. Las tuneras indias con unos pinchos tremendos. A la mitad de la bajada él se queda y me va dirigiendo hasta una primera degollada. Nos despedimos a voces y me desea mucha suerte. La voy a necesitar más de lo que pienso. El sendero va por la derecha de un risco, pero no existe en realidad un sendero propiamente dicho, sino que es un hueco entre las plantas. Es decir, que técnicamente existe el sendero, pero verlo es súper complicado. Eso sí, cuando voy por él está claro que lo estoy recorriendo porque si no enseguida llego a cortadas, saltos o masas impenetrables de plantas. Tengo que obligarme a bajar, porque mi tendencia es a llanear. Me pasa una vez, me pasa una segunda vez. Logro pasar el primer risco. Me doy cuenta de que me he quedado sin agua. Y todavía me queda un mundo. Prefiero no pensarlo. Esto es un laberinto. Fácil para un cazador criado aquí pero muy difícil de ver. Paso una segunda degollada y un segundo risco (Cabezo de los Charcos) por la derecha. Concentrado en ver lo invisible. Y con cada risco un triunfo. Es decir, que soy consciente de que si avanzo con facilidad es que voy por el sendero correcto, aunque no lo vea. Paso un tercer risco (Cabezo de los Helechos) con una ladera de roca, de nuevo por la derecha. Ya un veterano. Estoy emborrachado de sol y siento cada vez más sed. Por fin, llego a la parte fácil, al sendero que vi desde lo alto (17.18h, 300m). Ha sido de lo más complicado, pero lo he logrado, concentrado en seguir y no sentir ningún temor, sin pensar en lo de perderme aquí. Nada de eso. Ahora muy aliviado, aunque todavía me falta bastante para llegar a San Andrés.
En este collado hay una sabina, una hermosa, agazapada y con muchas ramas puntiagudas. Gracias. Mucho sol. Después en sucesión paso dos lomas más, una preciosa esquina de rocas parduzcas y cardones (aquí se nubla, afortunadamente), y un camino empedrado por una arista. Llego a una atarjea rellena de arena y alcanzo una pista (cerca de la caseta verde) (17.40h, 260m). Pero todavía me falta un rato por la pista hasta llegar a la que rodea San Andrés y lleva a los nidos de metralleta (excursión 473). Ya por camino conocido bajo por la pista con amplias curvas hacia San Andrés. Piso el asfalto en San Andrés (18.00, 83m). Unos hombres mayores, mayores que yo, charlan tranquilos sentados en un murete. Me echo a la derecha por esta pista asfaltada hacia la parte superior de la ladera con casas. Bajo todo el laberinto de casas de San Andrés. Huele a zotal, veo gatos en parcelitas asilvestradas, pájaros domésticos cantando, ambiente de tarde tranquilo, aburrido y seguro, sólo falta un ligero olor a café de pucherete para una sensación total de hogar. Atravieso el laberinto de escaleras y llego a la calle-carretera con los grandes laureles. Busco ansioso un bar, tengo mucha sed. Entro en el restaurante Pepín. Pido un té, y mientras espero pido un botellín de agua, después otro y otro más (un litro y medio de agua) y me tomo el té también. ¡Qué sed tenía! Descubro preciosas fotografías en las paredes del bar. Resulta que son del camarero (Luis), senderista y fotógrafo. Tiene una que me encanta, es en la casa del Cura en Taganana en la que logró meter la palmera, el drago y el roque de las Ánimas, yo estuve allí y no se me ocurrió ese encuadre. Las otras también son buenas, una de Abades me gusta mucho. Con nostalgia me habla de sus excursiones, hace un año que no sale porque se rompió la tibia y el peroné. Me habla de caminos por la zona. San Andrés tuvo su propio ayuntamiento… en el siglo XIX. La conversación perfecta, con la persona perfecta después de esta excursión impresionante, una buena manera de redondear. Saboreo su comentario cuando le digo lo que he hecho y dice lacónico ¿… y fue usted solo? Gracias, Luis. Un buen apretón de manos, y me voy.
Tomo la guagua (19.08h) a Santa Cruz. No me puedo sentar. Me quedo de pie en la parte móvil de la guagua sintiendo las curvas con los pliegues del fuelle. En Santa Cruz (19.33h) me espera mi coche en el aparcamiento.
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Track orientativo, no obtenido durante la excursión, elaborado después de realizarla
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Mapa de María Jiménez - Chiguel - San Andrés