• Excursión 994. 5 Septiembre de 2019. Jueves.
Mirador Chío. Tágara. El Jaral.
Municipio: Guía de Isora.
ENP: Parque Natural Corona Forestal. Parque Nacional del Teide
De 11.48 a 18.16h. De 2080 a 2160 a 1600 a 1690 a 800m.
Distancia: 13,8km. Duración: 6h 28m.
Larga travesía en bajada comenzando por un gran mirador sobre el Pico Viejo y el volcán de las Narices del Teide. Subo a la parte final de la caldera y recorro su parte superior hasta un paso entre montañas. Atravieso un pinar joven por un sendero poco claro y después sigo por senderos mejores hasta una pista. Con cierta dificultad localizo un viejo y abandonado sendero que va por debajo de riscos espectaculares por un barranco con viejos y gruesos pinos de cortezas requemadas pero vivos. Me meto en un barranco hasta una galería donde veo el gran chorro de agua que sale de las entrañas del monte. Bajo por sendero claro por zona de vegetación baja hasta un pueblo en las medianías (El Jaral)
Llego bien de tiempo a Icod y dejo el coche cerca de la estación de guaguas. El día está caluroso y despejado. Salgo de Icod (10h, la 460) en una guagua con muy pocos pasajeros. Cerca tengo a un hombre armario con dos capas de olores que no se anulan, percibo claramente los dos: perfume y carne cruda. Pocos pasajeros en la guagua significa pocas paradas y un trayecto más ligero. La mañana está tranquila, el mar azul, las calles sin actividad. De las vistas al mar paso a las curvas hasta el puerto de Erjos, vistas al Teide y Bilma en la bajada a Santiago. Más curvas por el terreno volcánico árido hasta Tamaimo. Y por la carretera estrecha y con precipicios a los lados hasta Chío donde me bajo al lado del consultorio del Servicio Canario de Salud (10.55h).
Ya me he dado cuenta de que es mejor empezar desde aquí que desde Guía para subir hacia el Teide en taxi. De una peluquería salen conversaciones. Enfrente un hombre con un perro o podría decir mejor, un perro con un hombre está sentado a la sombra fresca de una parada de guaguas. Llamo al taxi. Compro una botella de agua en una venta. Me gustan mucho estas ventas de pueblos, un poco atrabiliarias de techos muy altos pero con encanto, que se lo da la empleada atenta y profesional. Una tienda de repuestos tiene un aspecto tenebroso con una entrada angosta e imposible. A la sombra: fresco, al sol: calor. Tarda un rato en llegar el taxi (11.08h). El conductor es muy discreto, prácticamente no hablamos en todo el viaje. No me molesta, me concentro en el pinar extensísimo sobre las coladas volcánicas anárquicas. En el mirador del Chinyero con el pino que se arrastra, tantos turistas como siempre hacen fotos hacia el Norte. La carretera es buena, de grandes rectas, sin embargo, el conductor no adelanta a nadie, va a ritmo híper seguro, nada le va a pasar a su taxi. Me deja en el mirador de Chío (11,40h, 30€, km 3 de la TF-38) donde hay el habitual jaleo de grandes guaguas, coches y turistas desperdigados haciendo fotos. Temperatura perfecta, apenas corre brisa. Nada más bajarme el suelo irregular de piedras me pone en situación. Del confort del sillón soy arrojado al paisaje sin fin de amplitudes infinitas hacia el Pico Viejo y hacia el extremo de la carretera. Cada vez me gusta más este mirador, este lugar. Tardo un buen rato en prepararme para empezar (11.48h). Vale. Ya estoy dispuesto.
Cruzo la carretera y sigo por el sendero señalizado (PN 18 y PR 70.3) hacia el refugio de Chasogo) que se aleja en perpendicular de la carretera. Me gusta dejar atrás a los turistas encaramados en las aristas de las coladas. El sendero es de firme muy irregular, lo que despierta del todo al senderista. Voy despacio. En la bifurcación cercana tomo a la izquierda y en un minuto me desvío, sin sendero aparente, a la derecha, para empezar a subir la ladera de la parte final de la pared de la caldera del Teide. Son las primeras estribaciones de una pequeña cordillera que llega hasta Boca Tauce (el paso hacia Vilaflor). Voy a subir a lo alto de del Roque del Cedro. Es mi segunda vez y lo subo sin estrés, sin inseguridad, saboreando cada piedra y cada vista. El día está perfecto, no hay viento, la temperatura es agradable y además en el cielo y muy arriba hay nubes rizadas pequeñas ¿qué más puedo pedir? Alrededor, las grandes piedras de color de caramelo de tofe son esculturas puntiagudas. Voy pasando por sucesivos balcones con vistas a la gran planicie de lava negra, al volcán de las Narices del Teide y viendo las marcas de las corrientes de lava que corrieron y sepultaron todo este gran llano, borrando caminos tradicionales y construcciones aborígenes, un lugar rico en presencia humana obliterado por la gran erupción del 1798. Por arriba, por encima del roque del Cedro el sendero es bastante llano, y paso hasta cinco degolladas, dos con goros circulares. Todo es de una belleza arrebatadora, voy en estado de gracia, me doy cuenta. El sendero está marcado con puntos en las piedras y filas de piedras pequeñas. En la penúltima degollada tengo una ligera confusión pensando que era la última y tras una ligera trepada por rocas llego a la última (12.53h).
He tardado más de una hora en esta travesía, pero es que he disfrutado como nunca de este sitio, he ido a cámara lenta y haciendo muchas fotos de este cielo de nubes altas rizadas. De la última degollada sale un a la izquierda, hacia abajo, un sendero hacia la cañada, pero no, yo sigo recto y empiezo a rodear la montaña del Cedro. La vegetación baja es muy densa, con retamas. Y poco después está la fuente del Cedro como encerrado su paso por grandes piedras, la fuente es una cueva baja que tiene un agua fresquísima. Una pequeña imagen religiosa sobre la entrada parece protegerla. Sigo por el sendero tras esa breve parada y poco después encuentro a la izquierda un sendero, marcado con hitos, que sube, lo sigo un rato, me basta. Regreso al sendero por dónde venía. Me pone muy contento porque debe ser el camino para subir a lo alto de la montaña del Cedro, cosa que me ha estado interesando mucho durante el recorrido y que he estado mirando con los prismáticos sin encontrarlo, ahora lo veo clarito. No recuerdo haberlo visto la anterior vez que pasé por aquí (excursión 916), pero claro, entonces no iba buscando ese sendero, simplemente iba totalmente ocupado siguiendo el camino que hacía por primera vez. Lo que sí recuerdo es que es este sendero es algo confuso, lo sigo instintivamente, confiando en mis habilidades y sin pensarlo mucho, sólo dejándome ir. Va por terreno más bien llano entre pinos pequeños y a veces tapado por pinocha. Cerca de unos salientes rocosos (a los que subo para ver la vista de los pinares extensos al otro lado) lo pierdo, pero sé también que la torre de incendios está cerca y que sólo tengo que bajar más por la derecha de esos salientes rocosos. Y ¡voila! como por arte de magia, la torre de incendios (de Chavao) aparece y llego enseguida (13.29h). Salvado. Estas torres en una época sirvieron de guía, de punto de referencia, ahora los pinos circundantes la tapan. Actualmente están en desuso, el monte se vigila desde el cielo.
Sigo por la pista y enseguida encuentro el sendero señalizado hacia la casa forestal de Tágara. En la bifurcación siguiente sigo a la derecha. Voy buscando el antiguo camino que conecta más abajo con el de Amache, pero lo deben haber borrado, al menos el principio, no lo veo y tras una bajada, bien guiado por doble fila de piedras, por el pinar llego a una pista (1870m, Pista Tágara). Es la segunda vez que me pasa. Pero hoy ya vengo preparado para esto. Sigo por la pista hacia la derecha y en la segunda curva pronunciada a la izquierda (unos 300 metros) me salgo a la derecha por una pista en ligera subida. Llego a un llanito (degollada de Juan Alonso), el sitio a donde debe llegar por la cresta de la loma el camino que no vi más arriba. Bien. Reconozco a la izquierda el camino de Amache/Armache (excursión 740), entonces no sabía su nombre. En el mapa veo que hay dos caminos que bajan a la casa forestal de Tágara, este de Amache y otro que va por dentro del barranco. Decido investigar el que va por dentro así que subo un poco y pronto empiezo a bajar por un sendero zigzagueante muy erosionado, cuando he bajado unos cinco minutos creo recordar que es el que ya hice en aquella excursión (la 740) y que me va a llevar al otro lado del barranco. Regreso al llanito (la degollada) y empiezo a bajar por el de Amache pero no han pasado ni dos minutos bajando cuando lo pienso mejor y decido darle otra oportunidad al que va por dentro, puede que tenga una bifurcación que salga a la izquierda y vaya por dentro del barranco, pero por este lado hasta la casa forestal de Tágara. Y todo esto está pasando cuando ya estoy con bastante hambre, pero el ansia de ir por caminos nuevos me puede y simplemente retraso la hora de la comida.
Regreso al llanito y ahora, más decidido, bajo por el sendero. Tras tres tramos rectos y en la tercera curva/esquina encuentro la desviación (a la izquierda), muy tapada por escobones. Este es el sendero que sigue por esta ladera hacia la casa forestal. Maravilloso. Lo he encontrado. El sendero reforzado con piedras en el borde exterior está muy invadido por escobones y malpicas. Se nota que las autoridades lo han abandonado y pronto veo porqué. Pasa por la parte baja de un risco vertical y va por encima de grandes desprendimientos de basaltos. Paso ligero. Es impresionante este sendero. Me gusta mucho. Es emocionante. Un sendero en proceso de disolución. Imposible mantener algo así. Pero todavía se puede transitar. El risco es largo y alto y más abajo hay otro algo más pequeño. Estoy tan contento de haberlo encontrado que voy como volando toda la bajada. Hay grandes pinos de ramas cortas y troncos ennegrecidos. Algunos pinos están breados, otros se están secando, pero todavía en planta. Es un sendero atemorizante, salvaje y asalvajado. Y todavía, cerca de la ligera subida hacia un canal y la casa forestal de Tágara encuentro una equis, señala un atajo para bajar hacia una galería, lo dejo para otra ocasión, tengo demasiada hambre ya. Enseguida llego a la pista y a la casa forestal de Tágara. Cómo echo de menos que no haya un grifo por fuera. En trance hago la pausa para comer (15-15.30h). Aquí no hay avispas, sólo algunas moscas que apenas me molestan.
Hoy tenía el plan de explorar una zona más abajo pero ya se me ha hecho tarde y en vez de eso decido visitar una galería que hay en el cauce del barranco de Tágara (El Junquillo). Bajo por el sendero señalizado hacia El Jaral y unos 250 metros más abajo llego a una pista (Tágara), la atravieso y muy poco después llego a la misma pista y ahora sigo por ella hacia la derecha en ligerísima bajada, muy ancha, cómoda de firme. A medida que voy bajando voy teniendo mejores vistas del barranco, también la pista va siendo más estrecha y de peor firme. Vistas más dramáticas de las laderas con mucha pendiente. Cruzo el cauce y todavía la pista sigue bajando con piedras caídas y árboles atravesándola. Más pendiente. Tras dos largos tramos casi paralelos llego a una caseta y un pequeño salto pulido gris en el cauce. De la caseta sale mucho ruido de agua. Logro asomarme por un ventanuco y lo que veo me deja impresionado. Es un distribuidor grande, por un extremo el agua sale como en ebullición, a borbotones, viene por una tubería que cruza el barranco desde la bocamina (de la galería Junco de Arriba/El Junquillo) que está al otro lado, y por el lado más cercano a mí se rebosa un caudal ancho de agua que baja hacia otra tubería que no veo. En este lugar tan seco es algo milagroso ver este torrente de agua, es como una fuerza de la naturaleza domeñada, domesticada, pero brutal. Medio groggy de la impresión regreso por la pista saltando por encima de algunos troncos y evitando piedras caídas en la pista estrecha. Al volver veo y antes de cruzar el cauce veo otro gran risco vertical (Risco Peinado) un poco más alto que el de arriba. Ha merecido la pena este desvío.
Regreso a la pista (16.22h) y sigo por el sendero bajando. Por dentro del pinar el sendero es entretenido con firme de muchas texturas: piedras y pinocha, piedras, tosca blanca con buen agarre, escoria, piedras redondeadas y tras un descenso de más de 200 metros de desnivel llego a una zona llana (El Descansadero de Las Bestias) con mirador hacia el barranco de Tágara. De aquí a la izquierda sale una pista que atraviesa terrazas de grandes muros. Esta es la zona que quería explorar pero que tengo que dejar para otro día, y es que todavía me falta mucha bajada y quiero hacerla sin prisa, sin estrés. A lo lejos y a mi altura veo un barranco profundo muy prometedor y por esa zona además hay una casa y algunas eras. Ahora sigo bajando con una tubería metálica a mi izquierda y por una pista de escoria. A pleno sol, todo el día a pleno sol que termina en los 1350m cuando me meto bajo las nubes y entre las nubes que suben arrastrándose por las laderas y traen algo de fresco. El sendero tras la parte de escoria y después de arenas va por roquedal rugoso e irregular. Y hay un tramo fantástico de muros de piedra después de la bifurcación de un sendero que viene de Chirche que hoy no puedo disfrutar por las nubes. Cerca de El Jaral primero veo a unos perros, y después al cazador y por último a un ojeador, un niño de unos catorce años que muy atengo observa desde el sendero por donde bajo. Ese es otro sendero que quiero hacer, el que lleva al Lomo Corto, y que es un camino tradicional.
Sigo bajando hasta El Jaral (18.15h). Lo sobrepaso y llamo a un taxi que me recoge pronto y me deja en Guía (18.26h, 6€). Consigo agua en una ventita. Espero paciente a la 460 (19.05h). Escucho música por la carretera de curvas sobre Tamaimo. Una hora después (20.05h) llegamos a Icod. De ahí a mi coche y de Icod a casa (20.50h). Menudo día.
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Track orientativo, no obtenido durante la excursión, elaborado después de realizarla
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Mirador de Chío a Tágara a El Jaral