• Excursión 522. 27 Septiembre de 2016. Martes.
Las Eras. Acantilados de La Hondura. Los Roques.
Municipio: Fasnia.
ENP: Sitio de Interés Científico Acantilado de la Hondura
De 16.15 a 18.15h. De 10 a 40 a 0 a 10m.
Distancia: 5,2km. (4,5+0,7). Duración: 2h
Recorrido costero por senderos imprecisos sobre un acantilado, un espacio natural protegido, donde domina la fuerza del mar batiendo en las escorias volcánicas, el viento, el sol y las tabaibas
Sigo el recorrido de una excursión del gran senderista Francisco Fariña.
Las Eras está en el límite entre Fasnia y Arico, aunque es más de Fasnia que de Arico. Es un pueblo de casas de veraneo con su placita alargada que ahora está en fiestas y una playa de arena negra resguardada por un pequeño espigón donde una poca gente tranquila toma el sol. El ambiente del pueblo es un poco desolado por lo desangelado de las casas y el viento dominante. Inicio mi recorrido por debajo de un campito de fútbol a la entrada del pueblo que dista unos 800 metros de la autopista del Sur. Hay una pista que enseguida da a un sendero (señalizado) que va hacia la costa. El viento es fuerte y tengo que ponerme una bufanda para protegerme la garganta. No puedo llevar paraguas porque me lo estaría volteando continuamente. Hace un sol de justicia y es una combinación un poco agresiva que hace pelín desagradable la excursión: viento fuerte y sol duro. Pero muy apropiada para identificarse mejor con el paisaje. Dominan las tabaibas dulces que están agazapadas cerca del suelo y que forman una estructura donde otras plantas buscan cobijo. Veo también corazoncillos canarios con flores amarillas y uva de mar con sus gruesas hojas rellenas de líquido. Ambas muy pequeñas y cerca del suelo. El viento que viene muy fuerte del mar azota el acantilado y me azota a mí. Sigo un sendero y después otro. Hay muchos que van convergiendo cerca del borde del acantilado que nunca llega a ser muy alto. Todo está muy seco y aunque las tabaibas no tienen hojas están muy vivas. El mar bate fuerte en la costa y está muy picado hacia afuera. No tengo un plan claro y ninguna pretensión de llegar muy lejos porque el viento es realmente desagradable. Pero voy avanzando y avanzando y voy así dejando el abandonar para más adelante y mientras sintiendo la costa salvaje de una manera muy intensa.
El viento es tan fuerte que me tengo que poner la bufanda envolviéndome la cara y respirar a través de ella. Los senderos desaparecen después de un barranquillo (La Quebrada, donde hay una edificación en el fondo y cerca del mar), y sigo campo a través entre el pedregal suelto. La altura del acantilado aumenta y disminuye, pero sin sobrepasar los 60 metros. No hay playas, solo rocas y olas batiendo. Tengo que ir atravesando muchos barrancos pequeños y también algunos más grandes como el de la Canal que tiene el suelo arenoso. En los sitios más resguardados de los barrancos las tabaibas son grandes y no están pegadas al suelo; también se ven balos, cardones e inciensos. Hay restos muy degradados de bancales cerca del mar, completamente abandonados hace tanto tiempo. De vez en cuando reaparece un senderillo que termina enseguida al acercarse al siguiente barranco. El barranco más grande que tengo que atravesar es el de San Joaquín/Chapín, sin camino ni sendero. Veo a unas personas al final del barranco cerca del mar en una pequeña playita y bajo hasta ellos para preguntarles por dónde han llegado, siguiendo el barranco desde la autopista, me dicen. Son dos hombres de mi edad con pelo blanco y que parecen hermanos y una mujer que se toma un yogur. Me miran con un poco de extrañeza, pero son agradables y me dicen que se puede bajar por el barranco, que sólo hay un par de saltos un poco complicados. Les dejo enseguida para seguir recorriendo la costa. El terreno sigue igual de pedregoso, árido, seco y hostil, pero al empezar a ver uno de los roques de Los Roques me animo a seguir. Leo con atención las instrucciones de FF y me da dos alternativas una vez que llegue a Los Roques: volver por el mismo sitio o ir hasta la autopista y coger una guagua que me acerque a Las Eras. La segunda posibilidad me gusta más (me encanta coger las guaguas en las excursiones). Lo cual me anima ya definitivamente para seguir. El roque de Afuera está a unos cien metros de la costa y tiene una forma cónica muy regular. El mar muy azul resalta su color negruzco/marrón. Me elevo bastante en el acantilado y tengo que volver a bajar al fondo de otro barranco (Morito) pegado a Los Roques. Desde lo alto de un promontorio que tiene un murito pequeño de protección para no acercarse mucho al borde se ve la playita de Los Roques donde está el segundo roque. Debajo tiene una piscina donde algunas personas se bañan. Hay también una pequeña ermita. Ya estuve otra vez aquí antes en Los Roques, visitando este pueblo, pero no logro acordarme de cuando fue. En la subida del barranco vive una persona en un entorno muy hostil ¿cómo puede?.
Con mucho sol camino hasta la autopista y encuentro la parada y como por arte de magia la guagua tarda menos de un minuto en aparecer. Tomo la 111 (1,1€) para volver a Las Eras. Cuando me bajo de la guagua otro viajero que ha bajado conmigo se monta en un coche que lo espera, y me recuerda a una película de Hitchcock. Se me hace larguito caminar el kilometrito hasta Las Eras. Recorro un rato el pueblo y me quedo un rato mirando a los bañistas en la playa tranquila. El pueblo está animado y tiene un quiosco y un bar abiertos.
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Track orientativo, no obtenido durante la excursión, elaborado después de realizarla
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Las Eras a Los Roques