• Excursión 800. 2 Julio de 2018. Lunes.
La Caleta. El Puertito.
Municipio: Adeje
ENP: Sitio de Interés Científico La Caleta
De 16.00 a 17.50h.
Distancia: 3.3km. duración: 1h 50m
Visita a la maravillosa salvaje, de playas y piroclastos, un espacio natural protegido donde no hay construcciones y sí hermosas playas intactas que milagrosamente han resistido el empuje del turismo
Sigo una excursión de Brawn (véase la bibliografía).
Esta excursión la he estado retrasando mucho tiempo, que si mucho calor, que si no va a ser gran cosa, que si mucho viaje para tan poca excursión, todas las excusas han sido buenas para no hacerla, por fin lo voy a intentar y además es la excursión 800, que es lo que tienen los números redondos, que parecen más que otros más modestos como la 743, por ejemplo.
En Santa Cruz está soleado, hago una recarga de 50€ de la tarjeta de Titsa. Me he comprado una mochila nueva, algo más pequeña que la otra (15L en vez de 20L), negra y más compacta con muchos bolsillos. Salgo en la 110 (14.30h) hacia Las Américas. Me sorprende ver a la pasajera delgada y morena que ya he visto otras dos veces: de Los Cristianos a Santa Cruz y de Icod a Las Américas. Es menuda, muy morena y va en camisilla y pantalones cortos, puede tener unos setenta años y siempre va en el asiento delantero. Parece que es una paseante de guagua, recorre la isla en el asiento delantero. Es la tercera vez que la veo y siempre en trayectos largos.
Llegamos a Las Américas (15.39h) donde hay claros y nubes, y hace bastante calor. Enfrente de la estación tomo un taxi para que me lleve a La Caleta. El taxista es agradable y hablador, pero también escuchador, de nuevo, cuando me ve que voy a hacer una excursión sale el tema del ejercicio y me dice que ha subido 20 kilos en dos años porque no tiene tiempo de hacer ejercicio. Me deja al principio de unas largas escaleras que conducen directamente al espacio protegido de La Caleta que es según la categorización del Gobierno de Canarias un sitio de interés científico, vale, colega. Aquí hace bastante calor y más lo siento después de subir el largo tramo de escaleras. Las indicaciones de Brawn me sirven bien para empezar la excursión (lo de las escaleras es una buena pista), y también arriba el cruzar un pequeño murito, pero una vez aquí la cosa está clara y ya no le hago más caso a las instrucciones. Este espacio protegido es famoso porque es un lugar donde mucha gente viene a tomar el sol y bañarse desnudo. Vamos a ver. De entrada, lo que veo es un sitio muy seco, árido, con muchas tuneras indias que se agazapan junto al suelo con todos sus pinchos preparados para darte un susto, casi más largos que las propias hojas carnosas y no muy gruesas. También hay tabaibas y espinillo salado, que es una planta que cuando se queda sin hojas parece una colección de ramitas espinosas. Me acerco enseguida a un saliente sobre el mar, unos veinte metros sobre el nivel del mar, y tengo una primera vista de la caleta que se extiende hacia la derecha, de hecho, este espacio natural está compuesto por dos caletas, esta que veo y otra, un poco más grande, más allá. Sigo por un sendero que va a unos metros del borde y paralelo a él, y voy encontrando senderillos que van hasta el propio borde o incluso bajan un poco por el acantilado. Las vistas van cambiando. Debajo, al nivel del mar, hay superficies más o menos lisas que parecen playas de arena petrificada, son grises y suavemente bajan hasta el agua. Empiezo a ver algunas parejas, muy de lejos, que supongo, es difícil de ver, que están desnudos. Le da un aire muy relajado al lugar, y en conjunción con la extrema sequedad, la poca gente le da un aire un poco decadente al lugar, no hay ninguna instalación, ninguna construcción, todo es puro piroclasto y pequeñas aberturas entre las playas duras pero lisas para echarse al mar.
Por un senderillo bajo al nivel del mar, cuando una pareja se está vistiendo y se marcha. El mar está tranquilo y golpea con suavidad las superficies rugosas y muy adherentes por las que es seguro caminar. Son muy variadas las formas de las rocas amarillas que forman terrazas bajo los acantilados. Cruzo un barranquillo casi invisible y avanzo por el otro lado de la caleta donde para pasar de una roca a otra han puesto unos tablones de madera que evito subiendo y bajando por un camino polvoriento, aunque menos expuesto que ese tablón. Ahora voy por una zona de piroclastos con incrustaciones de piedras y también muchos agujeritos de donde se han caído o arrancado por el mar las piedras engarzadas. Es como caminar por una escultura natural de forma muy redondeada en las que mis zapatos parecen que van pegados como las de un perenquén a las paredes. El mar bate suave, paso al lado de un hombre en cuclillas que desnudo contempla el mar muy quieto, casi en meditación, mirando fijamente un punto lejano. Más adelante una pareja, también desnuda, él con perilla y delgado, ella menuda y sin pelos en el pubis, se levanta y con precauciones se acercan al agua y prueban el agua. Sigo hacia adelante y rodeo el saliente del extremo de la caleta. El saliente parece la proa de un barco primitivo, liso y terminado en una decoración churrigueresca. Al otro lado, sin embargo, no veo la continuación para poder subir el acantilado. Sigue una superficie lisa y plana hacia el mar hasta que se termina en una pared vertical. Regreso a la caleta primera donde la pareja ya se está bañando y el hombre estático sigue como una estatua. Más allá de los tablones encuentro un sendero que en oblicuo sube el acantilado, hay carteles de peligro por desprendimientos. Y cuando estoy subiendo me viene a la mente mi propia imagen, a mí mismo, bañándome justo en el mismo lugar donde se estaban metiendo la pareja… pero en el año 1981, con mi mujer, su hermana y mi cuñado… y por supuesto, que todos desnudos; me siento refrescado sólo de recordarme metiéndome en las aguas frescas en una mañana del aquel verano. Ahora que voy en modo explorador no me apetece bañarme, ni se me ocurre.
Subo al saliente de la esquina del acantilado y veo enfrente, en medio de la segunda bahía, un yate donde un grupo de personas parece estar pasando un buen rato. Este saliente está cubierto en parte por una capa de basalto negruzco. La primera caleta es La Caleta, esta segunda es la playa La Arena de Diego Fernández. Es más ancha y está dividida en dos partes, separadas por un saliente de piroclasto liso y uniforme que se está desmoronando. Me muevo por la parte de arriba del saliente y sigo hacia adelante buscando cómo bajar al nivel del mar. Me resulta muy entretenido y aventurero todo esto de moverme por las paredes y bajar y subir. Encuentro un sendero que baja y que va a dar a unas cuevas, una con una sábana tapando la entrada y un pequeño gatito de pelo rubio, que ni me huye ni se acerca. Algunos enseres me indican que están habitadas, aunque ahora mismo no veo a nadie. Sigo bajando con mucho cuidado por estos piroclastos afilados y resbaladizos por los trozos sueltos que se van desprendiendo. Pero llega un momento en que el desnivel es fuerte y la pendiente tan vertical que no puedo seguir bajando, demasiado peligroso, una caída sería como rodar por una lija súper abrasiva. Subo, el gatito sigue tranquilo en el mismo sitio. Y poco más adelante sí encuentro otro sendero que baja con menos desnivel, aunque tengo que bajar arrastrándome con el culo pegado al suelo un tramo muy resbaladizo.
Al nivel del mar el agua sube suave y golpea las rocas. En la salida de un barranquillo han puesto una cuerda para bajar a una pequeña playita donde un grupo de jóvenes locales se están bañando, estos van todos con su bañador reglamentario, ellos y ellas. Hay muchos senderillos y pequeñas terrazas a distintos niveles donde veo más jóvenes pasándoselo bien. Por otro sendero asciendo un poco y paso al lado de una caseta de madera donde oigo hablar en alemán y de donde sale un olor a humedad y a ropa sin lavar muy fuerte. Parece que viven aquí. Más senderos polvorientos me llevan al saliente de piroclastos lisos que separa esta bahía en dos partes. Pero se nubla ahora y no puedo verlo en toda su belleza potencial. El mar ha formado una cueva debajo y golpea con fuerza. Camino por la parte superior completamente lisa y me acerco al puro borde para ver bien la cueva. El yate sigue a lo suyo con la gente riéndose, se oye música. Bajo del pequeño promontorio y ahora voy por caminos polvorientos en una parte con geología muy diferente, piedras rojizas y marrones me llevan por senderos polvorientos al lado de una bobina de madera que a modo de mesa tiene una exposición con todas las cosas que se han encontrado en la playa, un pequeño museo conceptual. Un sendero lleva a una cueva que parece habitada, yo sigo hacia unas fincas abandonadas donde se cultivaban plátanos. Pegado a muros de bloques de piroclasto amarillo camino hasta el pequeño pueblecito marinero de El Puertito, de casas pequeña y muy juntas, muchas pegadas al mar en una pequeña caleta. Veo barcas de pescadores y a un hombre con una cámara y un gran teleobjetivo. Paso una casa que parece una antigua lonja donde unos niños, sentados en la puerta, se comen un bocadillo. Llamo a un taxi y lo espero al lado de una iglesia. Aparece un hombre apurado que me pregunta que si un coche cercano es mío, porque se ha quedado abierto, parece concernido por su seguridad, le hablo del hombre con la cámara, y me dice que no es un paparazzi, que le gusta hacer fotos, que es del pueblo y que aquí no hay dinero para que vengan los famosos. El taxi aparece pronto y el conductor parece fastidiado de trabajar aquí y ni le gusta la gente ni el clima y me habla con veneración de los fines de semana que se pasa en una casa en La Orotava. Me deja en la estación de guaguas (18.03h, 14.45h€). Pierdo la 110 y tengo que esperar a la siguiente (18.32h).
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Track orientativo, no obtenido durante la excursión, elaborado después de realizarla
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La Caleta a El Puertito