• Excursión 1300. 5 Agosto de 2021. Jueves.
Las Dehesas. Lomo el Buey. Aguamansa.
Municipios: Güímar. La Orotava
ENP: Parque Natural Corona Forestal
De 10.50 a 18.10h. De 1120 a 2250 a 1190m.
Distancia: 16,4km. Duración: 7h 20m.
Me levanto temprano para desayunar y prepararme con calma, sin estrés. No me hace falta el despertador, me he desvelado a las cinco de la mañana y apenas he dormido hasta salir de la cama. Sorprendentemente me levanto bien. Cuando estoy terminando de desayunar con el sonido de fondo de la lavadora aparece mi mujer por la cocina. Salgo antes de las nueve y dudo si tomar o no la 108 en la parada de la Cruz Roja en Tacoronte. La lluvia fina que cae, qué verano lluvioso estamos teniendo, me quita la idea de la cabeza, demasiado estrés dejar el coche en el parking del mercado e ir todo cargado bajo la lluvia hasta la parada. Sigo en coche hasta Santa Cruz, sin problemas de tráfico, no como la semana pasada. En la estación de guaguas hay poca gente, sin embargo, las colas se van formando mágicamente mucho antes de que aparezcan las guaguas. Todo el mundo sabe lo suyo. Yo mientras espero a la 120.
Salimos puntuales (9.25h) como casi siempre con Titsa. No me gusta la vuelta que da la guagua por Candelaria ni tampoco la que da por el Puertito de Güímar. Me bajo en la estación de Güímar (10.18h) y cuando estoy saliendo por la puerta me doy cuenta de que he dejado mi sombrero en la guagua. Solo escopetado a por él, es algo esencial, cuando me acerco a la 120, una mujer, qué amable, me dice que de la que me he bajado está más allá, el conductor está hablando con una pasajera, subo, lo veo enseguida, caído en el pasillo, bien. En la parada de enfrente de los taxis hablo con una taxista que se muestra bastante reticente a llevarme a Las Dehesas, pero al fin cede cuando le explico el camino para ir: por Fátima y pasando el campo de fútbol. Es una mujer de mediana edad. Subimos sin hablar, subimos por el camino de Las Vistas. La cosa se anima cuando se tiene que detener para dejar pasar un coche que baja. Algo de lo que le digo sobre Las Dehesas le llega, me dice que ahí tenían su abuela y su abuelo trozos de tierra “ya sabe, como era entonces, un trocito aquí y otro trocito allí”. Al llegar (1120m, 10.46h, 10€) a la bifurcación a Las Dehesas me dice que, si me estoy quedando por ahí, y yo le digo que voy a ir a La Orotava, y me pregunta, algo asombrada, que cuántas horas me va a llevar. Sin pensarlo mucho le digo que seis horas (van a ser siete y media, al final). Me desea un buen día. Y lo está, el día. Despejado, sin demasiado calor.
Echo a caminar hacia Las Dehesas. Sé perfectamente el camino y la subida que me espera así que voy dosificando las fuerzas. Cuando voy por la mitad de la subida de Las Dehesas, pasando los viñedos de aspecto tan cuidado, abro el paraguas, y me acuerdo de la última vez aquí (excursión 1279) con aquel tiempo lluvioso y con neblina que no podía ver ni cincuenta metros más allá. Hoy está todo claro y diáfano. Veo algunos tajinastes rojos, bien enhiestos todavía, pero sin flores. La última parte de la subida por esta pista de cemento estriado es la mayor pendiente. Las vistas hacia la costa, fantásticas. Unos cuarenta minutos y ya estoy en lo alto de las Dehesas (11.24h, 1380m). Tras el último viñedo me echo a la izquierda por un sendero que empieza malamente, mucha arena suelta y gran pendiente, y parece que sobrevuelo los viñedos de la última finca. Es bonito el sendero entre jaras hasta que en unos cuatro minutos encuentro la subida, clara y erosionada, a una loma (Lomo El Buey). Es un camino que sube por la arista de una loma describiendo largos o cortos zigzags que hacen bastante llevadera la subida. Voy bien. Sin prisas.
Cuando el sendero (1590m) me echa a la izquierda, hacia la pista Anocheza (excursión 1260) me desvío del sendero para seguir subiendo por la loma. No sabía qué me iba a encontrar y me alegra mucho comprobar que sigue habiendo sendero en zigzag, qué bueno. Con el mismo desnivel aproximadamente sigo subiendo con tranquilidad y ritmo constante. Solo llevo un mapa de la orografía del terreno, pero no me va a hacer falta porque empiezo a encontrar hitos incluso antes de que empiecen las dificultades (todavía no lo sé). En los 1750m más o menos termina lo bueno, el camino en zigzag. Ahora voy por una arista sin sombra y subo muy recto por terreno de grava fina pero no demasiado resbaladiza. Y, poco después, el sendero, guiado por hitos, me va echando a la derecha de una arista rocosa, y poco a poco, en zigzags sucesivos (hacia la izquierda) me va acercando a lo alto. Me desvío de los hitos para subirme a lo alto de la cresta rocosa. La vista es fantástica, maravillosa, sobre el pinar de la parte alta del valle de Güímar, con esa forma característica de tiras paralelas de pinos, que llegan hasta la pared de cierre del valle. Esta misma forma de bandas paralelas la vi desde el otro extremo (excursión 1260) mirando hacia donde estoy ahora. No me entretengo mucho pensando que habrá más vistas más arriba (no va a ser). Sigo a lo mío: perseguir los hitos. Y aquí dudo entre sí seguir los hitos o guiarme por mi instinto que me tira a seguir por lo alto de la cresta rocosa. Cauteloso decido bajar un poco y seguir por los hitos que tras un poco de subida desaparecen y cuando ya me he liado la manta a la cabeza y subo a las bravas casi hasta la cresta, de repente me encuentro con una columna de hitos de un metro (un súper hito). O sea, que iba bien. El terreno ahora ya es bastante llano, pero lo que gano en eso lo pierdo en la confusión de la vegetación. Pero de nuevo los hitos me van llevando. Gracias, montañeros. De nuevo a la sombra de los pinos llego a una parte ancha, un vallecito, una hoya, donde descubro los restos de dos casas de piedra (1915m), solo los muros gruesos, pero qué muros amigo. Tan sugerente. Debió ser para guardar el ganado en la trashumancia hacia las Cañadas del Teide.
Ahora me enfrento a una ladera recubierta completamente de retama, malpica y rosalito, un soto bosque denso que en los lugares más altos puede tener un metro y medio de alto, pero que, en general, no pasa de un metro de alto. Sin pensarlo ni un momento ni tener la calma de buscar los hitos me lanzo hacia arriba por el soto bosque en pos de una pista que debería estar unos cien metros de desnivel más arriba. La otra alternativa sería echarse un poco a la derecha para llegar al final de una pista que usé para ir al pico Cho Marcial, desde arriba (excursiones 757a y 884). Pero me ha dejado tan quemado la última parte de la subida hacia la cresta rocosa que me falta calma y apuesto por la pista (situada en los 2000m), que es un ramal sin salida de la pista que va desde las Piedras de Mal Abrigo a la casa forestal de Güímar (excursión 599). Apuesto por esa pista para que me saque de este laberinto. Y bien que lo es esto, un tremendo laberinto. Es una masa densa de plantas en las que apenas hay huecos y cuando los hay están ocupados por finas tiras de telaraña en las que enormes arañas están esperando, que lamentablemente tengo que romper para dar tiempo a que las arañas se vayan a un lado y que no se me monten encima. Ya un poco antes durante la subida me he quitado una araña que llevaba en el ala del sombrero. Logro no desesperarme, pero es un esfuerzo titánico. No tengo puntos de referencia y me muevo por puro instinto hacia donde creo que puede estar la pista y cuando ya he subido mucho más arriba de la altitud de la pista tengo que seguir subiendo, ahora hacia una montaña de cumbre plana (Igueque). Sé que no me voy a perder, pero el esfuerzo es extraordinario, tengo que ir como gato de siete suelas sobre las plantas y solo me da un respiro los espacios creados por las retamas muertas, un círculo amplio de troncos blanqueados, y los pocos roquedales de roca rojiza. Me voy echando a la izquierda lo más que puedo por si acaso logro una vista de la pista, pero no tengo éxito. Al menos localizo (a la izquierda) unas laderas de arenisca rojiza sin plantas y para allá que me muevo, lentamente. Al llegar a la arenisca siento un verdadero alivio, pero en este momento de alivio cuando estoy de pie bebiendo y he dejado el paraguas abierto en la arena, de repente una ráfaga de viento se lo lleva ladera abajo y tengo que correr tras él, es una escena tan cómica. Logro recuperarlo y con paciencia seguir subiendo, la pendiente es fuerte, pero sin plantas no me lo parece. Más arriba vuelvo a encontrar más rosalito y malpica, pero no tan denso.
Llego a la parte plana (2250m) de la cumbre de la montaña Igueque y cuando creo que he encontrado un sendero, hay marcas de zapatos en el suelo, veo la punta del Teide y me doy cuenta de que no voy en la dirección correcta. Me echo a la derecha y tras pasar una zona de retamas llego (14.45h) a la pista que rodea la montaña (que es parte de un sendero del Teide, el 17). Estoy tan agotado mentalmente, que ni me alegro de encontrar la pista, simplemente me siento bajo la sombra de la primera retama grandecita que veo. Me doy cuenta de que las mandíbulas me duelen, debe ser de la tensión de la subida. Me quedo bajo la retama a comer. Qué bueno el sándwich con el pan que hice ayer mismo, jugoso, estupendo. Mientras como pienso la mejor manera de bajar. Puedo bajar por el camino del mirador de La Crucita, el que hice hace poco (excursión 1281), pero tiene un principio complicado, puedo bajar por Arafo, pero no me gusta la parte por el pinar por El Pinalete así que al final decido bajar por la montaña Limón, aunque haya una zona confusa al principio. Más de media hora después, cuando he terminado de comer, me levanto y me cuesta trabajo arrastrar los pies cuando echo a caminar hacia la izquierda por la pista. La rigidez se me va pasando poco a poco. En llano sigo hacia la carretera que cruzo para seguir por un sendero en ligera subida (sendero 21 del Teide). Con el sol tan fuerte y completamente despejado todo parece quemado, abrasado. El paraguas solo lo puedo abrir a ratos, hace viento y le da la vuelta. Tras un km aprox. el sendero tira a la derecha para bajar por una ladera de rosalito, retama y yerba pajonera. Qué diferencia a verlo en plena floración.
Ya me he recuperado físicamente y bajo hacia la derecha de la montaña Limón. Al llegar a una pista la tomo a la derecha y en una bifurcación sigo a la derecha por una pista con barrera. Algo inseguro porque sé que el camino se pierde en algún momento. Me salgo de la pista por la derecha en una curva fuerte a la izquierda de la pista. Efectivamente, no hay sendero. No importa. Sé que más abajo el sendero va por el borde de un barranco, no tiene pérdida, ahora solo tengo que tener paciencia para volver a ir entre retamas y rosalitos, sin huecos apenas, no mucho después lo encuentro, encuentro el sendero (2030m), bien. Lo que no me mata me hace más fuerte. Desde el sendero puedo ver las laderas de escoria rojiza de una montaña (Los Arrastraderos/La Vera), también del risco vertical sobre el que acabo de pasar (Salto El Castillo) Y el sendero baja un buen trecho por el borde. No es que sea un sendero bueno, es más bien pedregoso, revirado y en cuanto se mete por el pinar es más complicado, pero en comparación con ir campo a través es pan comido. Y baja, baja, baja y baja. Ahora ya estoy bastante pasado de rosca y no puedo apreciarlo como lo hice cuando lo subí (excursión 780), estoy ansioso por llegar a una pista que sé que está más abajo, la que rodea la montaña Limón. Y es que este sendero poco claro me va tomando el pelo, haciéndome creer que lo he perdido, pero no, lo sigo bien. Es un alivio llegar a la pista de la Montaña Limón (1760m) y seguir por otra que también baja hasta La Pasada del Fraile (placa metálica, 1650m) a otra pista (Arco de Chimoche). Sigo bajando por una pista bastante erosionada que baja tras una barrera, no por la del Arco de Chimoche. La tarde está buena, voy economizando el agua (perdí una botella subiendo a la montaña Igueque), es milagroso que no me caiga en esta bajada tan pendiente y tan rocosa y complicada. Cerca de otra pista importante (Chimoche) me echo a la izquierda demasiado y sigo por un sendero (bien marcado con doble fila de piedras) hasta enlazar con ella (la pista Chimoche) mucho más a la izquierda de lo que debería para haber llegado a la choza Chimoche como quería, vale, no importa, atravieso la pista Chimoche y sigo bajando por un sendero que sale cerca hacia abajo. Y por ahí ya sigo a la sombra, como todadrive.google.com/file/d/1G4_fpKeOLlvimk6x6zZ_UzWY0619-qHS/view?usp=sharing la bajada, hasta la caldera de Aguamansa. Tengo una suerte increíble con la guagua, la 345, porque llego justo cuando va a salir (18.10h), ni un minuto antes. También la tengo en La Orotava, con la 108 (18.40h), tanta que me da tiempo a comprar agua en la tienda delante, fría con gas y del tiempo normal que mezclo en la guagua y me bebo como si fuese champán en el trayecto. La 108 hace muy pocas paradas y tarda lo que yo tardaría yendo en coche en ir hasta Santa Cruz (19.16h) donde he dejado el coche esta mañana. Maravilloso. Las guaguas hacen que mi excursión sea una excursión circular.
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Track orientativo, no obtenido durante la excursión, elaborado después de realizarla
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Camino Las Vistas a Lomo El Buey a Aguamansa