• Excursión 1548. 18 Enero de 2024. Jueves.
Varadero. Camino Santiago. Tamaimo
Municipio: Santiago del Teide
De 10.50 a 16.23h. De 40 a 20 a 720 a 570m.
Distancia: 11,7k. Duración: 5h 33m.
Recorrido de un viejo sendero prácticamente desaparecido entre la costa por Varadero (Puerto Santiago) y la carretera general del Sur. El último tercio es el que se conserva por una zona de escorias donde hay muchos más viejos caminos. Durante la excursión me llueve ferozmente durante quince minutos. Una travesía entre fincas de plataneras
Recientemente he descubierto una relación muy completa de los senderos y caminos tradicionales de Guía de Isora en Google maps. Y en esa relación he visto varios caminos entre la costa y la carretera general. Existieron muchos caminos por esa zona pero el fuerte desarrollo que ha sufrido esa zona ha destruido la mayoría, parece que todavía quedan unos pocos. Hoy pretendo recorrer uno de ellos: el camino Santiago, entre El Varadero (Puerto Santiago/Los Gigantes) y Chío.
Con mi habitual manera de acceder a Guía voy en coche desde Tacoronte hasta Icod. Lo dejo cerca de la estación. Me monto a eso de la diez menos cuarto en la 325, que viene del Puerto de la Cruz. Las obras de la carretera de circunvalación van progresando, lo veo en El Tanque, y, sobre todo, en Santiago del Teide, donde han casi completado una rotonda, parece que todavía le queda uno o dos años para completarse, empezaron en 2020. Después de atravesar Tamaimo la carretera con mucha curva baja hasta Puerto Santiago y en sus cercanías me asombra la enorme cantidad de fincas de plátanos y la gran urbanización en la costa, afortunadamente los edificios no son demasiado altos. Parece una dura competencia por el terreno, entre los cultivadores y los emprendedores turísticos, una lucha muy fuerte, ambos suelos de los más caros posibles. Me sorprende el ambiente relajado y muy turístico en la larga fila de edificios al lado de la costa que la guagua recorre hasta su final en El Varadero donde me bajo.
En tierra me lleva un rato ubicarme con el mapa que he preparado. Estoy en la confluencia de la calle costera (Avenida La Gaviota) con una carretera (TF-47) y podría subir por ella para empatar con el camino que quiero hacer hoy, pero como quiero hacerlo entero tengo que retroceder por la calle (Avenida la Gaviota). Estoy un poco confuso, después de la larga travesía en guagua, me aturde un poco tanto movimiento, tantas personas en pantalón corto, y viniendo de la playa. Como no veo bien de cerca me cuesta ver los letreros pequeños del mapa. Es un principio un poco incómodo, pero me lo tomo como si estuviese en medio del campo y tuviese que interpretar las líneas de nivel del mapa. Tras unos 500 metros, y después de una gasolinera encuentro, a la derecha, la calle por donde subir, y en unos metros tuerzo a la derecha por otra (El Natero) cuyo nombre está en el mapa que llevo en la mano. Ahora sí que estoy ubicado. Mi cambio psicológico es radical. La calle hace una curva a la izquierda e inmediatamente termina las casas y me meto por una pista agrícola que tiene un camión ocupando toda su anchura y con unos postes a la entrada de la pista que podría estar cerrada con una cadena. Por un momento pienso que es una pista privada y que no me van a dejar pasar, pero no, al no tener cadena me meto por el estrecho hueco entre una valla y el camión y empiezo a subir por la pista que ya va entre fincas de plataneras. Un hombre muy concentrado que echa cemento sobre una caja de electricidad apenas me saluda cuando paso. Están terminando una obra.
El cambio de panorama es inmediato, he pasado de la zona turística a la zona agrícola casi instantáneamente. Me gusta. Con cierta pendiente y sobre firme de cemento o tierra voy pasando enormes invernaderos de los que sale el característico olor dulzón de las plataneras. Aquí el sol da fuerte, pero en la distancia, sobre los acantilados, está nublado, unas nubes oscuras, negras que casi los tapan. Para hoy el pronóstico del tiempo da una probabilidad del 60% de lluvia. Después de unos diez minutos (500 metros) de subida lenta llego (80m) a la carretera (la TF-47). Me lleva un rato cruzarla, viene mucho tráfico. Al otro lado no hay ni pista, ni camino, sólo un estrecho pasillo de piedras y tierra entre los muros de dos fincas agrícolas. Además de angosto es cuesta arriba. No me importa, estaba preparado mentalmente para esto, con toda la presión por el suelo, sea agrícola o urbano, ya me imaginaba que los viejos caminos podrían estar muy complicados de transitar o directamente cerrados. Este que voy a recorrer es un viejo camino real: el camino Santiago.
Con mucha dificultad empiezo a subir entre tuberías siguiéndolas entre los muros de las fincas. Hacia la derecha voy pasando parcelas pequeñas con árboles frutales, aguacateros, creo, pero sobre todo plataneras. El terreno que piso es volcánico, de escorias y piedras. Mi progreso es muy lento entre los cañaverales, los tarajales y los plásticos de las fincas. En unos cinco minutos llego a la base de un gran depósito cuadrado de agua que rodeo por la derecha. Después del caos del pasillo me gusta encontrar una construcción diáfana y clara que entiendo muy bien y que ubico en el mapa. Tras rodearlo por la derecha me meto hacia la izquierda, todavía pegado al depósito, hasta otro pasillo entre fincas por el que continúo después de saltar sobre varias tuberías gruesas. Otra vez agobiado entre huertas y plataneras y ahora sobre un canal de cemento. El canal no lleva agua, pero está cerrado y es ancho y lo puedo usar como calzada para seguir progresando. Al poco empiezo a luchar con las buganvillas que se escapan de la verja que encierra un gran jardín. Atención porque tienen pinchos. Aprisionado por los balos y entre pinchos el progreso es muy lento. Aunque todo esto me gusta más que si fuese un sendero sencillo.
En unos 300 metros llego al nivel de una gran casa, tiene múltiples edificios, aunque cerrada y sin habitantes. El canal es mi soporte y mi guía. Un poco después y todavía sobre el canal paso al lado, casi dentro de una casa alargada y pequeña. Aquí un lindo gatito que estaba dormido en cuanto me ve sale por patas, y después aparece una mujer sobresaltada y me dice que no puedo estar por ahí. Yo, tranquilo, le digo que sí puedo, que es un camino real, enfadada y haciendo aspavientos se mete a la casa. Yo sigo subiendo. Unos metros más arriba el canal pasa al lado de una casa en construcción, los obreros me miran asombrados. Les saludo, apenas dicen nada. Sigo por el canal, que ahora está más expuesto. En otra zona de la obra un hombre, el dueño probablemente, y otro, el encargado de la obra, me imagino, se quedan prácticamente paralizados cuando me ven maniobrando sobre el canal sujetándome a los huecos de los bloques. Yo soy consciente de mi extravagancia, les saludo y les digo (en inglés) que esto es el camino Santiago, ahora el canal es solo una tira con caída a ambos lados, y yo sigo subiendo, sólo tras unos pasos me dice uno que es peligroso que hay un hueco debajo del canal. Recapacito y decido no seguir, regreso con muchísimo cuidado por donde he subido y después bajo por una pared de piedra y tierra suelta a suelo firme. Sé que por aquí una parcela ha cerrado la trayectoria del camino Santiago y tengo que dar un rodeo. Vale. Sigo subiendo hasta que compruebo que efectivamente una valla interrumpe el camino. Entonces empiezo a bajar por terreno de escorias hasta lo alto de un depósito que rodeo por su muro superior y después bajo y lo rodeo por debajo por donde va una pista ancha. Por esta pista bajo entre muros de fincas un tramo recto hasta que me topo con el portón de rejas rematadas con pinchos, y me doy cuenta de que estoy dentro de una finca.
Afortunadamente puedo trepar por los huecos entre bloques sobre una columna de cemento y contorsionándome echar una pierna sobre la columna y con muchísimo cuidado, no me fio de que los bloques estén muy sólidamente unidos, me encaramo en la columna y de ahí me descuelgo hasta otra pista. Bien. Muy bien. En suelo firme de nuevo, ahora me echo a la izquierda y para mi suerte la pista da a una carretera y no tiene puerta. Tras subir por la carretera asfaltada unos 200 metros me vuelvo a meter por un pasillo entre fincas, esta vez el pasillo es ancho y no me da muchos problemas. Tras superar una casa y un depósito a la izquierda y por dentro de la finca llego a otra carretera asfaltada (Ana María) y tomo a la izquierda. Estoy siguiendo el mapa de una manera bastante fiel.
Otra vez entre fincas y con algunas casas en el borde llego a la parte inferior de otro depósito grande de agua. Me subo al borde y compruebo que no puedo pasar a su lado. Hacia arriba y a la izquierda veo una valla, sin arredrarme subo por una pared de escorias hasta la valla y veo que es baja y no muy larga y que puedo seguir por su lado hacia arriba. Fantástico. He completado el rodeo y estoy de nuevo en el supuesto camino Santiago. Por la izquierda se extiende un terreno de escorias volcánicas sin apenas signos de presencia humana. Balos, verodes, pencas, magarzas, bejeques, crecen abundantes sobre las piedras. Yo voy pegado a la valla por un estrecho pasillo. Cuando he superado la valla y en un sito más agreste de coladas volcánicas anárquicas y de repente empieza una lluvia de gotas gruesas y muy intensa. Me da para sacar el paraguas y de pie y muy quieto aguantar la lluvia. Pero la lluvia viene algo inclinada y me empieza a mojar los pantalones. Tiene mucha fuerza. Me quedo paralizado como un ciervo cegado por una luz repentina y solo después de dos o tres minutos me rehago y me refugio bajo unas rocas, suficiente para que agachado y poniendo el paraguas encima no siga mojándome. No es que sea un gran hueco pero ya la lluvia no me alcanza. Y pasan cinco minutos y pasan diez minutos y sigue lloviendo con igual intensidad. Es impresionante. Algo más tranquilo decido aprovechar para comer, malamente logro sacar el sándwich, y me parece que estoy casi meditando masticando lentamente mientras a mi lado sigue cayendo la lluvia con fuerza. El olor es intenso, las piedras volcánicas cobran vida al oscurecerse por la lluvia. Este sitio aparece en el mapa con el topónimo de Cuchillo Amaro, es un nombre precioso. Me da tiempo a comer todo, incluido los anacardos y los dátiles y todavía sigue lloviendo. Tarda un rato más en escampar. Por fin puedo seguir.
Ahora por encima de un canal cubierto de piedras y cemento rodeo una gran llanura sin cultivar donde hay un contenedor y un coche abandonado y bajo hacia la derecha hasta una pista, sin tránsito, privada, y subo por ella hasta pasar por delante de una casa grande de buen aspecto (370m, Piedra Lisa). En la pista hay ramas secas y ramas blanqueadas pequeñas. Supero la casa y sigo hacia arriba y por fin encuentro el doble muro de un viejo camino tradicional. Muy invadido de plantas, eso sí. Todo el terreno muy cubierto de arbustos y plantas bajas. El doble muro no dura demasiado, se entrecorta, a veces lo vuelvo a encontrar, mayormente no, ahora me dirijo hacia una zona de chalets. Llueve débilmente, con los pantalones bastante empapados. Pero sin frío, no me preocupa que estén mojados. Por un camino llego a los chalets (Juan Bellaco/Lugar Las Crucitas) y encuentro que un camino, maravilloso por parte de los vecinos, los cruza y me lleva a un canal, que reconozco de otra excursión (la 1311). Lo sigo por encima hacia la derecha (440m), es un canal muy ancho con grandes placas, muy seguro. Tras un corto recorrido de menos de cien metros lo abandono y empiezo a subir, a la izquierda, por un viejo camino real con doble muro por donde va un canal descubierto que lleva agua. Fantástico.
El fondo estrecho del canal es tan liso y el agua de color verde pálido. La vegetación crece salvaje por todos lados, aunque el camino real si no es acosado por urbanizaciones puede resistir siglos, y aquí permanece subiendo muy recto hacia las medianías, descubierto en muchos tramos y con el agua corriendo. El cielo sigue cubierto, pero ya no llueve. Tras unos cinco minutos trabajosos (300 metros) decido echarme a la derecha por otro camino tradicional (490m, Las González) que sale a la derecha y que también abandono en unos 50 metros para seguir por un camino que sigue subiendo, aprox. en paralelo al camino del canal por el que he estado subiendo. Este nuevo camino tiene un muro muy alto y a veces está interrumpido en perpendicular por muritos, no sé qué significado tiene, el caso es que tengo que saltarlos para poder seguir progresando hacia arriba. Me gustan mucho estos viejos caminos de muros de piedra seca volcánica. Este nuevo camino no es muy largo y me lleva a un terreno de cultivo (530m, El Montito) por donde empato con una pista con parcelas con casas alrededor.
La pista asfaltada (La Sabina) me lleva en unos diez minutos cortos (600 metros) a la autopista (640m). A pesar de que la autopista no tiene muros altos ni valla, ni por un momento se me ocurre cruzarla. Me echo a la derecha por la pista que tuerce y va en paralelo a la autopista hasta que encuentro un túnel de buen tamaño por el que cruzo al otro lado. Me echo a la derecha y enseguida a la izquierda para seguir subiendo por una pista y llego a las primeras casas de Chío. En la primera calle que puedo (La Sabina/Era Vieja) tuerzo a la izquierda, atravieso unas pocas casas y abandono el pueblo y enseguida vuelvo a ir por un viejo camino tradicional cerca de la autopista y casi cuando el camino toca la autopista y aunque sigue en paralelo decido en una bifurcación subir por otro camino que sale a la derecha que me lleva a la carretera general de Chío a Tamaimo (710m, la TF-82). En la carretera me echo a la izquierda y empiezo a ir hacia Tamaimo, que he decidido en este paso por Chío que va a ser mi destino final. Después de todo un día por pistas y caminos no me importa tener que soportar los coches, van muy deprisa. Cuando me cruzo con ellos me quedo quieto y después sigo caminando.
Al llegar a la gran rotonda doble la bajo hasta que vuelvo a enlazar con la carretera (la TF-82, por aquí los coches van más deprisa. Tras un km de vistas lejanas hacia la costa, Alcalá con su bahía rocosa se distingue bien, menos claro es San Juan, más extenso y a la izquierda. Lo que más me llama la atención ahora es la nitidez con que se destaca la isla de La Gomera, sin nubes, puedo distinguir una población a la derecha a una cierta altura sobre el nivel del mar (Vallehermoso), unos roques puntiagudos en el extremo derecho (Monumento Natural de Los Órganos) y una población en la costa en la parte izquierda (San Sebastián). Esta claridad tan extraordinaria debe ser un fenómeno causado por las lluvias y las nubes altas. Nunca había visto La Gomera con tanto detalle, incluso en los días despejados la luz excesiva oculta los detalles, no como hoy. Soy consciente de mi presencia extraña en la carretera y me paro un poco provocadoramente en el arcén mirando con los prismáticos hacia La Gomera.
Tras un km por la carretera llego al borde del valle de Tamaimo, el valle ancho con una carretera serpenteante que baja de Tamaimo a Puerto Santiago. Por aquí el paso por la carretera se hace más difícil, ya no hay arcén, sólo un muro bajo de protección al que me tengo que pegar y quedarme inmóvil cuando pasan los coches. En una esquina una pequeña hornacina recuerda a un joven (19 años) que murió (¿accidente de tráfico?), al lado crece un arbolito decorativo ¿lo habrán plantado sus familiares? y se ve muy cuidado. Voy emocionado por las vistas y el tráfico. A mi derecha se alza una montaña (Herrero) con riscos cayendo a pico. La construcción de esta carretera debió ser una hazaña. Ya cerca de Tamaimo paso, al nivel de la carretera y en la pared de la montaña, unas capas paralelas de diversos colores en las que llego a contar hasta 19 capas diferentes en menos de dos metros de espesor. Algunas capas son de unos pocos centímetros. ¡qué cantidad de eventos geológicos! y sobre ellas cien metros de coladas basálticas. Para rematarlo y por encima hay unas grandes cuevas en la pared del risco al principio de la última recta que me lleva hasta Tamaimo donde me quedo a esperar a la 460.
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Track orientativo, no obtenido durante la excursión, elaborado después de realizarla
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