• Excursión 665. 3 Julio de 2017. Lunes.
Barranco La Fajana
Municipio: La Victoria
ENP: Paisaje Protegido Costa Acentejo
De 17.36 a 19.48h. De 301 a 25 a 301m.
Distancia: 2,9km. Duración: 2h 12m.
Mi intención hoy es recorrer un sendero que baja por el barranco de La Fajana.
Dejo el coche en Guía. Soleado y agradable. Caminando voy hasta una pista que empieza después de pasar el barranco de la Fajana (pasado el restaurante La Sabina) y después del km 3 de la carretera de servicio. El principio del sendero que se mete al barranco está claro, está después de una casa solitaria (17.47h, 284m). Aquí no hay que seguir hacia adelante hacia unas huertas sino bajar pegado a la ladera por la parte izquierda. (Ya estuve una vez aquí, en mi primera época de excursionista, por un paseo que va por un saliente (El Picacho). Intenté rodear el barranco por la parte de arriba, por unos huertos, pero no encontré el sendero, y vi este pero no lo seguí, vamos a ver hoy).
Es una bajada por un sendero tortuoso bien apoyado en rocas, y también por terreno arenoso y resbaladizo, entre vegetación baja, incienso, tabaiba, sobre todo, pero también zarza. Al principio hay un tramo con zarzas que parece una prueba para inexpertos, como diciendo: si pasas esto puedes seguir. Me obliga a sacar el cuerpo casi totalmente por fuera del estrecho camino para evitar las zarzas o ir agachado. No he traído las tijeras de podar. Después hay una zona con grandes rocas sobre el camino, bloque de basalto y polvo gris, camino por encima de las rocas. El sendero más o menos claro se mantiene bajando por la parte izquierda del barranco. Las terrazas abandonadas están en el centro, el barranco tiene forma de auditorio, de embudo, que se va estrechando. Muy salvaje. Con cierta dificultad lo sigo y me resulta largo. En algunas partes el sendero se aleja de la pared izquierda y hace curvas entre la vegetación salvaje. Cuando voy por la mitad de la bajada me doy cuenta de que se me ha olvidado el agua. No vuelvo, confío en que sea una excursión corta. Hace bastante calor, pero yo voy concentrado en la bajada, en ir encontrando el sendero.
Me da la sensación de que es un camino de pescadores, de expertos, de gente local. A veces va un poco hacia el centro, y después vuelve a la izquierda. Partes tengo que hacerlas agachado, para no caerme. No pienso en las piedras caídas. Sólo me inquieta cuando tengo que bajar pegado al risco, en la pared hay muchas piedras medio incrustadas, medio sueltas entre arenisca. Voy ligero. No consulto el tiempo ni la altitud según bajo. No tengo ni idea de si puedo llegar hasta el agua. Yo sigo. El aroma del incienso puede con todo, es embriagador, huele a seco, a arena seca, a tierra. Fuera del sendero es matorral bajo, impenetrable, ni un paso, además todo está muy seco. La idea que tenía de bajar por las terrazas es completamente irrealizable. La parte final es más llana, aunque tiene una montañita de arena a bajar, memorizo el sitio. Llego cerca del agua (18.24h, 20m) pero no puedo bajar hasta la playa de cayados. Es un salto con una piedra grande plana, no encuentro la bajada, y no me puedo ni asomar porque no se lo que hay debajo.
En una esquina de este espacio llano hay grandes rocas caídas, han caído de la ladera derecha, es un sumidero de derrumbes. Doy vueltas y vueltas para ver cómo bajar, pero no consigo nada. Me cuesta un rato aceptar que no puedo llegar a la playa. La veo tan cercana. Sí puedo ver que el salto es una zona estrecha, con paredes laterales completamente verticales. La playa, abajo, parece maravillosa. Las olas golpean tranquilas. Desde aquí puedo ver, mirando hacia la izquierda, el roque del Cagado. El mar refulge, tan relajado, huelo el mar, casi saboreo la sal, pero no puedo bajar. Por fin me decido y empiezo la subida (18.42h). El regreso empieza mal, me siento perdido y se me enredan los pies con plantas rastreras, enredaderas, que ocupan todo el suelo y lo tapan, tengo que caminar con cuidado, no se ve lo que hay debajo. Empiezo a subir, pero me doy cuenta de que no es el camino correcto. Me apuro. Estoy sin agua. Tengo mucha sed. Logro tranquilizarme y vuelvo a bajar hasta el borde, a la piedra plana grande. Desde ahí me fijo bien y entonces veo la parte arenosa, está a la derecha, uf, que agobio, tras cinco minutos consigo encontrar el camino de subida. Todo esto es muy pequeño, pero que fácil es perderse.
Aliviado por salir del laberinto vegetal con plantas que no conozco. Empiezo la subida. Pero me cuesta mucho. Hace mucho calor y no tengo agua. Paso unas cuevas (66m). Tengo que pararme varias veces para coger resuello. No hay sombra ni nada que se le parezca. Esto está muy cerrado y no sopla el aire. Pero no olvido, no se me pasa, que estoy entero, que estoy volviendo, que ni un rasguño tengo. Se me hace largo. En la subida me confundo y me doy un golpecito en la cabeza con un gran tronco de tabaiba, señal de que iba mal era que antes no había pasado bajo esta tabaiba. En la parte de arriba el recorrido se hace más confuso, es más ancho, hay más posibilidades. Cuando llego a ir al lado del canal de agua, canal seco, que va al lado del sendero ya me empiezo a tranquilizar, el final está cercano y poco después logro llegar a la casa solitaria (19.18h). Qué proeza bajar y, más todavía, subir. Me recuerda una bajada mala por el risco de la Garañona en Tacoronte, una bajada en la que casi sufrí un golpe de calor. Vale. Ahora todo va bien. Estoy arriba.
Acalorado y sediento llamo a la puerta de la casa. Hay alguien, hay un bonito mercedes bajo un hueco techado. Un perro ladra. Me alejo de la puerta bastante para tranquilizar al morador. Al cabo de un rato largo sale un hombre de mi edad con el pecho al aire, receloso. Le pido un vaso de agua del tiempo. Se mete en su casa. No me dice “pase” ni nada así. Yo sigo lejos de la puerta, no le quiero inquietar, esto está muy apartado. Tarda mucho rato en salir y me trae un gran vaso de agua, ligeramente fresca, le ha puesto limón. Me sienta de maravilla. Qué elixir. No me lo puedo tomar entero. Le digo dónde he estado. Me dice que hay una cuerda para bajar a la playa, que la puso él, me dice que está atada a una gran piedra. Que hay una fuente en la playa, que la cuerda se puede usar si la marea no está muy alta. Que cuesta un poco subir con la cuerda pero que se puede, hay una barriga en la pared que hay que salvar. Le doy las gracias y me refresco las muñecas con agua de un grifo.
Escaldado pero entero llego a mi cochito (19.48h). Le pregunto a un pescador enjuto con una camiseta sin mangas verde fosforescente y unas gafas verdes, muy moreno, por el nombre del lugar. Me dice que se llama Guía, no Zumaque ni Bubaque, como viene en el mapa de Grafcan. Pero se enreda él sólo en una larguísima reflexión sobre los nombres de los sitios, de este sitio, de la calle. Empiezo a sentir un frío muy desagradable a la sombra, corre mucha brisa fresca, el alisio húmedo y ruín. Le dejo casi con la palabra en la boca. Y lo veo irse y todavía hablando, ya solo, de los nombres de los sitios. Más tarde lo confirmo en el mapa, este sitio se llama Guía.
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Track orientativo, no obtenido durante la excursión, elaborado después de realizarla
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Barranco La Fajana, límite entre La Matanza y La Victoria