• Excursión 629. 5 Abril de 2017. Miércoles.
El Realejo Alto. Barranco La Calera. Til de los Pavos.
Municipio: Los Realejos
ENP: Paisaje Protegido Campeches, Tigaiga y Ruiz
De 15.48 a 18.40h. De 346 a 850 a 346m.
Distancia: 7,6km. Duración: 2h 52m.
Excursión circular primero ascendiendo por terreno urbano y después por el bosque húmedo cerca del barranco de La Calera hasta un árbol monumental: el til de los Pavos
En Tacoronte (parada 1950) espero la 107 hacia Los Realejos. No aparece y cuando desespero aparece (14.43h) la 310 que va a Los Realejos, maravilloso. Va llena de estudiantes que vuelven de la universidad y de los institutos. Buen ambiente. Sin embargo, en La Orotava, tengo el fallo de bajarme cuando me entero que va al Realejo Bajo. Tengo que esperar bastante a la 352 que va hacia el Realejo Alto pero que, en realidad, apenas sube hacia el Realejo Alto. Y cuando llega en vez de subir empieza a bajar, me apeo de la guagua enfadado como un chino cuando me doy cuenta.
Mi punto de partida son los 346m de altitud (calle El Horno), nombre muy apropiado para el calorazo que empiezo a sentir por la calle, muy empinada. Al no haber planificado bien la excursión me he quedado muy lejos del lugar en el Realejo Alto por dónde empieza el recorrido que pienso hacer hoy. Como las calles que suben hacia la montaña van sobre lomas y apenas hay comunicación transversal entre ellas no hay conexión sencilla. Estando en la calle del Horno lo único que puedo hacer es subir para encontrar una oportunidad de acercarme al borde del barranco de La Calera. Por otro lado, no sé exactamente a cuantas calles me he quedado. Cuando paso una conexión transversal se me afloja el cerebro y pienso que no es. Erradamente sigo hacia arriba, cuando me vengo a dar cuenta y veo con mis propios ojos en el mapa la disposición en tiras de las calles, tengo la lucidez de meterme por un camino (Hoya El Lomito, 420m) con pinta de ser muy poco frecuentado. Esto ya es una aventura. El camino ancho llanea por un campo despejado, en la base de una gran hoya, donde un caballo bayo muy chulo come con tranquilidad en un gran prado repleto de yerbas y donde las viborinas le dan un bonito toque violeta al campo. El camino se estrecha y pasa por debajo de una casa apartada, me meto por una puerta abierta (podría ser la entrada a un terreno particular) en el sendero. Cuando veo una cuadra y mucho estiércol y paja ya me doy cuenta de que estoy dentro de algo, sigo adelante con seguridad e inconsciencia, paso un jardín y siguiendo el sendero llego a una verja, ¡pero por dentro! Es alta, afortunadamente no acaba en pinchos ni tiene alambre de espinos, con decisión, totalmente concentrado y sin mirar atrás, la escalo, desde arriba con mucho cuidado me descuelgo y salgo al final de un callejón. Entre dar un rodeo y tener que dar explicaciones a un propietario prefiero lo segundo.
El callejón termina en una calle (Toscas de Romero) y empiezo a subir por ella. Esta sí es la calle que está al lado del barranco de La Calera. Me siento maravillosamente después de haber superado mi primer trabe del día. Le pregunto a una jovencita que vuelve del colegio por el camino hacia el barranco, no me lo sabe explicar. Sigo subiendo. Presencio una discusión entre vecinos por el derecho de uso de un espacio “porque mi abuela que era muy buena le dio a usted permiso para pasar por este sitio para salir a la calle…”; ha venido la policía municipal que trata de calmar los ánimos. Una mujer a su lado le dice “venga vámonos, déjalo ya…”. Un poco más arriba le pregunto por La Calera al hombre airado y me sorprende por su amabilidad al darme explicaciones. Algunos tramos de esta calle asfaltada tienen una pendiente inverosímil, me da la sensación de subir tumbado contra el suelo. Además, la calle describe curvas y tal parece que subo por un berbiquí. La calle a medida que sube va cambiando de nombre: La Romera, Placeres. Le pregunto a un hombre joven en camiseta azul sin mangas y me dice que cuando vea el transformador me meta hacia el barranco. Más arriba lo vuelvo a ver, sube a toda leche en una pequeña moto con una desbrozadora más grande que la moto, pero con su casco, y todavía me saluda sonriente con la mano.
Encuentro el transformador (16.33h, 620m) y entro al barranco. Esta parte ya la recuerdo de otra excursión (excursión 192). Bajo hacia el cauce donde hay una fábrica de algo. Un ruido constante de motores. Vegetación densa, pero sin árboles. En la subida hago retroceder a un pastor alemán más miedoso que yo, sólo me tranquilizo cuando el dueño me ve y le llama. Llego a un poste de senderos (1,6km al Til de los Pavos, 2,1km a Los Realejos) (16.43h, 610m). He llegado a La Florida, un pequeño caserío con tres o cuatro casas. Charlo un momento con un hombre que sale con una niña de su casa. El sendero que sube se va haciendo más interesante. Más perspectivas sobre la ladera de Tigaiga. Paso la última casa donde apesta a estiércol de gallinas. Un todo terreno está encaramado en el único sitio posible en un pequeño claro. Hablo con el hombre que está en la casa, que me mira desde arriba. El sendero es muy estrecho.
El sendero más arriba se desvía a la izquierda y baja (convertido en camino) antes de volver a subir (de nuevo sendero) describiendo una gran curva. Muchos árboles, casi todos son palos blancos, también hay laureles. Un verdadero bosque de laurisilva. El sendero está bien marcado y sube hacia Chanajiga. En los 770m hay un banquito de madera bajo un gran nisperero. En vez de seguir subiendo tomo el desvío a la derecha por un bosque todavía más interesante y húmedo. Es el trozo más interesante y bonito del recorrido, veo palo blanco, laurel, delfino, afollao, naranjero. Y por supuesto el til, el famoso til de los pavos (17.18h, 800m) que tiene muchos chupones y es muy alto (excursión 190). Me cuesta acercarme a él, no está en el borde del sendero, lo toco, lo abrazo. Tiene cinco o seis troncos verticales paralelos. Se puede seguir hasta empatar con la subida principal de la que me desvié donde el nisperero.
Alcanzado mi objetivo yo empiezo a bajar. Disfruto de la bajada enormemente, en la subida he ido apurado por el esfuerzo físico y mental por encontrar el lugar. Un sendero que va por la ladera del barranco y con bonitas vistas. Vuelvo a hablar un rato con el hombre de las gallinas y me dice que viene a entretenerse aquí por las tardes, que por más que limpia siempre apesta a gallinas. Cultiva papas y millo también. En La Florida sigo bajando hacia Los Realejos, no vuelvo por dónde vine. Vagamente me suena todo esto de otra excursión (la 192). Abundan los castaños entre la laurisilva. En el lugar donde empata con el sendero que viene del Asomadero hay algunos cedros. Sigo bajando cerca del cauce por una zona agrícola menos interesante. La ladera de la derecha es muy vertical y me parece entrever algún sendero que la sube, pero no lo intento.
Llego al Realejo Alto (18.40h). En la parada de guaguas al lado de un bar y de un espacio recreativo para niños hay una gran animación. Gritos de niños. Adultos cuidando. Huelo a un hombre con un olor a alcohol que tira patrás a dos metros de distancia. Entro en el bar a comprar una botellita de agua. Aquí como si fuese una iglesia, en silencio, los hombres dispersos y sentados ven como el Barcelona acaba de meterle un gol al Sevilla en la televisión. Afuera hay un ambiente menos opresivo. Un pescador con una gorra de NY muy amable me informa del horario de la guagua y me tranquiliza “para aquí, no se preocupe, está al llegar”. Cuando llega me avisa. Le doy las gracias. Viene puntual (19h). El recorrido por los pueblos de las medianías de La Orotava siempre me gusta mucho, es muy variado y sinuoso y si la guagua va un poco rápida es como una montaña rusa. Llego a La Orotava (19.35h). Una mujer está con un niño de unos nueve años con algún tipo de carencia intelectual y su hermanita un poco más joven. El niño es muy alegre, se mueve demasiado y se mete las manos en la boca todo el rato mientras se aferra a su madre que está un poco estresada. Una niña rubia de pelo lacio de unos seis años parece ajena al mundo, está entretenida haciendo pompas de jabón y va suelta de aquí para allá como un espíritu libre. El ambiente de la estación de la Orotava con gente en transición me hace entretenida la espera. Salimos para Tacoronte (19.55h). La luz de la tarde es tan cálida, todas las casas muestran su mejor aspecto. Sentado delante de mí va una mujer de unos sesenta que me deja impresionado: pelo castaño corto con un peinado asimétrico, un collar de perlas y maquillada como para una ocasión especial. Me parece tan independiente, tan segura de sí, y en la guagua. Amén. Llego a mi cochito en Tacoronte a las 20.25h.
---------
Pulsar en el siguiente enlace para descargar el track de la excursión
Track orientativo, no obtenido durante la excursión, elaborado después de realizarla
drive.google.com/file/d/1o5Yqh_-xH48z4SRkIq1xC6286soii--I/view?usp=sharing