• Excursión 194. 28 Julio de 2014. Lunes.
Camino Las Viudas. Risco Miguel. El Madroño.
Municipio: Los Realejos.
ENP: Paisaje Protegido Campeches, Tigaiga y Ruiz
De 17 a 18.45h. De 865 a 1200 a 865m.
Distancia: 6,9km. Duración: 1h 45m.
Recorrido por calles rurales y por varios senderos oficiales por el barranco de La Calera y la ladera de Tigaiga por dentro de un maravilloso bosque de laurisilva
Después de reponerme psicológicamente con una pequeña excursión por La Victoria sigo explorando la ladera de Tigaiga. Vuelvo al camino de las Viudas/El Madroño. El tiempo con más nubes que claros. Bajo por el camino de las Traviesas hasta el cauce del barranco, subo un poco por el sendero y encuentro la desviación hacia el Roque de Miguel (Risco Miguel/Punta del Risco).
Es un sendero estrecho que va serpenteando entre la espesa vegetación, un camino precioso por dentro del bosque húmedo de laurisilva. En la subida tengo que vencer una gran pendiente, es un sendero que sube hacia la pista que conecta Chanajiga con el Risco Miguel (Pista del Pino Llorón). Sólo tengo una vista despejada y espectacular en los 1070m, el resto del tiempo voy bajo los laureles. Unos cinco minutos después llego a la pista y camino en ligera bajada hacia la derecha. Por fin hoy puedo disfrutar de la hermosa vista: todo el valle de la Orotava hasta El Prix y Juan Fernández (Tacoronte). En el recorrido por la pista puedo, en varias ocasiones, seguir asombrándome de este enorme valle que cae de una manera tan uniforme y progresiva hacia el mar, y que está pespunteado de pequeños barrios de casas dispersas. No aprecio grandes barrancos ni cortaduras. Al llegar a la choza de Enrique Talg la vista sigue despejada. La nube que me cubre queda unos 100 metros por arriba. Vuelvo por la pista hasta Chanajiga. Paso el sendero por dónde subí y sigo por la pista. Hay varios lugares despejados donde puedo hacer fotos. Cuando hago fotos que me emocionan consigo una conexión muy fuerte con el paisaje. Parece que necesito un intermediario (la cámara de fotos) para conectar con el ambiente.
Paso la zona recreativa de Chanajiga y empiezo a bajar por una pista que tiene una barra (anti coches) en el centro. Cuando veo las huellas de las herraduras y los montoncitos de estiércol, casi me parece estar oyendo la respiración jadeante y el trote rítmico de los caballos. La pista, por la que desciendo, está un poco a la derecha del sendero que baja hacia el barranco de La Calera que hice la semana anterior (excursión 191). Tiene mucha inclinación y es de tierra suelta. Llego a una confluencia de caminos y veo un magnífico campo de margaritas que cubre una gran extensión llana. Lucen maravillosas ahora que ha salido el sol. Dos o tres nogales al fondo del campo de margaritas forman una poderosa pared de verde intenso. Me vuelvo loco haciendo panoramas de las margaritas. Es un momento sublime, estoy totalmente emocionado.
Bajando por una pista de asfalto después tengo vistas muy buenas de la costa Norte, está muy despejada de nubes, sólo la tapa una pequeña tira de nubes que empieza a entrar por encima de Tejina. En un cruce de caminos (El Madroño) pregunto a una mujer joven, que está barriendo a la puerta de su casa, si lo que se ve arriba del todo es Izaña. Sí es. Aparece un hombre, su marido. Le empiezo a hablar de por dónde he estado y me corrige algunos nombres de sitios. Ramón no es gordo, de unos 40 años, de pelo corto rubio, con los ojos enrojecidos/irritados, habla con dominio de los sitios. Sitios por los que él caminaba, ahora no tiene tiempo, ni siquiera el fin de semana, que sí las papas, que si los ciruelos. Que antes al monte podían ir los animales, las cabras, que pastoreaban allí y mantenían controlados los caminos, que las vides no se dan en esta zona porque el tiempo es muy frío y las quema, que se da el maíz, los castaños y los nogales y que por aquí la gente es muy aficionada a tener caballos, que a su sobrino seguro que lo he visto, que lleva una yegua (efectivamente lo vi, llevaba una gorrita negra, cuando me tuve que parar en una pista muy estrecha para que pasase). Es albañil y se pasa el día en el coche haciendo arreglos para una empresa de mantenimiento. Me habla de la policía que en Santa María del Mar acecha a los que se pasan de la velocidad límite (60/80 km hora). Vive aquí desde siempre. La casa tiene 20 años y un aspecto estupendo. Su mujer se va un momento y vuelve con una bolsa de ciruelas. Él me sigue hablando, me cuenta de una racha de robos y que ahora sube la policía una o dos veces al día, me cuenta de un drogadicto que vive cerca y que ha desvalijado algunos chalets. Su mujer se mantiene callada, en segundo plano, con una pierna flexionada y apoyada en el murete. Me resultan los dos muy agradables. Cuando me despido les digo mi nombre y ellos me dicen el suyo: Ramón y Yayi.
Sigo bajando hasta el camino de Las Viudas donde dejé el coche.
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Track orientativo, no obtenido durante la excursión, elaborado después de realizarla
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