• Excursión 1366. 11 Enero de 2022. Martes.
Radazul Barranco Las Vinagreras. Candelaria
Municipios: El Rosario. Candelaria
De 15.30 a 18.40h. De 10 a 140 a 0 a 40 a 20m.
Distancia: 11,5km. Duración: 2h 50m
Por enclaves turísticos y playas semi desiertas atravieso y cruzo sobre playas de cayados hasta el pueblecito de El Varadero, lo evito subiendo por un barranco somero (Las Vinagreras) y campo a través y por una carretera paso un acceso a la autopista (El Borrachito) y continúo por los aparcamientos de un club social y una larga pasarela pegada a la autopista. En Candelaria hago un recorrido urbano visitando un hotel abandonado y un saliente azotado por el mar (Punta Prieta)
De nuevo camino del Sur empiezo dejando el coche en el centro comercial de Añaza y tomando un taxi en su puerta (hoy sí que tengo que pasar por el interior, que tanto me disgusta). El coche grande del taxista tiene apertura automática y me gusta no tener que abrir las antipáticas puertas corredizas de este tipo de coches. En silencio y deprisa me lleva hasta la parte costera de Radazul (10€). Me deja al lado de un espacio verde (Parque Guadamojete). Camino por la avenida pasando al lado del club náutico. En las playitas protegidas hay bañistas y parejas tomando el sol. Me impresiona la fila de edificios de seis o siete plantas tan cerca del mar y envidio a los de los últimos pisos. Terminan las playitas y tengo que seguir por unas escaleras que salvan un pequeño acantilado. Al otro lado, de nuevo, playitas y los últimos edificios de Tabaiba Baja. Es pequeña la playa y enseguida llego al final. Un hombre sentado que toma el sol desnudo me saluda amable.
Paso por un extremo las barreras de plástico que cierran el paso a la siguiente playa, las han cerrado por peligro de desprendimientos. Recuerdo que la otra vez que pasé por aquí también había un hombre desnudo tomando el sol, este es otro, y también amable. Es una playa de cayados con muy poca arena y que hoy, gracias a la marea baja, puedo pasar sin ningún problema, no como la otra vez (excursión 1045). Después surge un camino entre derrumbes que me eleva sobre una parte más abrupta de la costa y ya sigo por ahí sin bajar a la siguiente playa (otro sendero baja a ella), más amplia y de cayados. Al otro lado están las casas del Varadero, un asentamiento permanente muy denso que empieza al lado de la desembocadura de un barranco (Barranco de las Vinagreras). El sendero por el que voy es más bien malo y poco visible, unas tuberías de plástico me sirven de guía. Llego al barranco, con lecho de basalto y fácil de pasar por aquí. Al otro lado, sigo hacia arriba por el borde. El barranco va haciéndose más ancho y profundo y en los 70m aprox. lo puedo cruzar por encima de un salto. Esta zona es fácilmente transitable casi por cualquier lado, la vegetación no es ni agresiva ni muy densa. Tanto a un lado como al otro del barranco se ven los restos de muros de viejas terrazas de cultivo (hasta aquí llegaba el tomate), hoy sólo quedan los pilares de los muros de tosca, los bloques de tosca también han desaparecido. Al otro lado del barranco puedo seguir subiendo y me gusta mucho una canal pequeña recta con el fondo plano y gris de basalto, casi parece construida, en paralelo al barranco. Más arriba, en los 110m. aprox. vuelvo a cruzar el barranco por un sitio muy llano y campo a través sigo hasta la carretera que va en paralelo a la autopista, y hoy, tal como ayer (excursión 1365), en dirección a Candelaria.
A esta hora no hay caminantes. En El Borrachito (al lado de un acceso y puente sobre la autopista) está abierto el bar-coche que sirve a unos pocos hombres que sentados miran ociosos sus móviles o los celajes. Un fuerte olor a carne de cerdo se esparce por los alrededores. Me escapo de las miradas de estos hombres aburridos como marsopas. Sigo caminando por el paseo con rabo de gato creciendo densamente por los lados, es increíble cómo estas plantas se han adaptado a vivir al lado de los caminos, la campeona de las plantas ruderales, y para ser una especie invasiva es muy decorativa. Unas pocas tabaibas y verodes logran entre salir. Más allá del club deportivo me gusta ir por la pasarela. Hoy me molesta poco el ruido del tráfico, debe ser que estoy más fresco. Y voy fijándome, en las partes en que la pasarela va suspendida en el vacío, en la playita de abajo y en el mar que bate con poca fuerza. Me fascinan los abismos y se me aflojan las piernas cuando me imagino a mí, saltando desde la pasarela a la tubería gruesa que va en paralelo a la pasarela. El resultado en mi imaginación es, siempre, que rebotaría en la tubería y me caería al vacío después. El día soleado, pero no caluroso, me hace liviano este largo paso por la pasarela que tiene perspectivas muy buenas cuando la miras hacia el fondo. Al pasar el McDonald’s me sorprende cruzarme con el mismo joven que ayer, con ropas de vivir a lo salvaje, lleva una bicicleta con un pequeño remolque detrás y tiene la misma mirada perdida que ayer. Me dejo llevar por la trazada de la calle principal y así llego a la larga playa de Las Arenas. Pero justo en el principio veo un complejo de apartamentos (Punta Mondongo) en ruinas, abandonados, el muro caído y puedo fácilmente entrar. Está bien vandalizado y en descomposición, me fascina, me encanta. Los pequeños adosados se reparten a lo largo de una pequeña elevación, en todas las fases de ruina. La piscina con agua turbia mezclada con plantas y la pequeña barra (cuadrada con tejado) al lado de la piscina me la puedo imaginar perfectamente con clientes y un barman muy atareado, hoy todo desierto, pero conservando su encanto. Debe haberle afectado la ley de costas.
Me salgo y sigo por el entarimado, elevado, sobre la playa de cayados, donde apenas se ven bañistas. Donde sí pasa mucha gente es por el paseo, ya por la tarima, ya por el cemento. Unos quince minutos y llego a Punta Larga, otro saliente, al otro lado está un club náutico. Me meto por una calle a la izquierda (La Goleta) que va hacia el mar, al llegar al final me meto por un senderito al lado de tarajales y logro llegar hasta una punta batida por el mar pero sin continuación. Tengo que regresar por donde he vuelto. Después doy una larga vuelta callejeando por la ciudad en la que lo más interesante es un camino peatonal que cruza un barranco (Aroba) que encuentro al final de la calle Igueste.
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Track orientativo, no obtenido durante la excursión, elaborado después de realizarla
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Radazul a Candelaria