• Excursión 163. 6 Junio de 2014. Viernes.
Barranco la Rosa. La Resbala
Municipios: Santa Úrsula. La Orotava.
ENP: Paisaje Protegido La Resbala.
De 17.10 a 20.10h. De 750 a 1200 a 750m.
Distancia: 5,8km. Duración: 3h.
Recorrido por pistas agrícolas y senderos resbaladizos atravesando el borde inclinado de la ladera de Pinoleris.
Después de ocho días en dique seco por un implante dental que me han puesto, por fin puedo volver a salir. Mi objetivo hoy es llegar al mirador de Las Lajitas. Este mirador está en el borde de la ladera de Pinoleris (Paisaje Protegido La Resbala), bastante más arriba del campo con centeno y los castaños y la salida del canal Aguamansa-Santa Cruz, el sitio que descubrí en la excursión anterior.
Dejo el coche en el mismo sitio, al principio del camino del barranco de La Rosa, al lado del camino Candelaria. El día está nublado, como no. Con mi mapa (de Grafcan) en el bolsillo estoy dispuesto a ir marcando nuevos senderos. La subida hasta el canal la hago despacio, inseguro de mi forma física.
El campo está arrebatado de flores y las plantas se derraman por los caminos. Los castaños con las ramas pesadas por las hojas. Los helechos cubren grandes superficies. Hay muchas flores amarillas anacaradas en los bordes de los caminos. No se puede decir que vaya sufriendo en esta subida hacia el campo de centeno (en la entrada al canal Aguamansa). Llego al centeno. La luz ha mejorado un poco y trato de encontrar algún matiz más al campo de centeno. Estos momentos en los que encuentro un objeto interesante y me detengo a fotografiarlo debe ser un tipo especial de meditación, una en la que adoro a la naturaleza, el tiempo se para.
Un poco antes de llegar al campo con centeno y donde empieza un tramo con mucha pendiente exploro una pista que sale a la izquierda. Va muy recta atravesando un gran claro en el monte donde crecen yerbas altas que están en su apogeo. Sigo esta pista a ver dónde me lleva. Después del claro va por un bosque denso y umbrío. Llanea. Salto una cadena y después sigo en una bifurcación hacia arriba, porque la otra baja y a mí me interesa subir. La pista bordea un pequeño barranco y entra un poco más de luz. Esta es una parte muy aventurera y voy muy alerta. La pista termina y sigue un sendero (unos cien metros) y vuelve a dar a otra pista, pero con aspecto de estar abandonada, en el centro unos montículos hechos con tierra y troncos impiden el paso de vehículos. La sigo un rato, subiendo, y llega a una bifurcación. El suelo está lleno de hojas secas de castaño, señal de no haberse usado en mucho tiempo. Sigo la bifurcación a la izquierda, pero la pista termina y sólo hay un sendero que sube por una ladera, probablemente lleva a algún lado, pero no estoy para tanto riesgo, decido probar la parte derecha de la bifurcación, pero tampoco me lleva a nada, va a dar a un barranco sin continuación. Voy memorizando bien lo que voy recorriendo. Regreso hasta el claro en el monte.
Al regresar siento un gran alivio, como si me quitase un enorme capote que me iba asfixiando poco a poco. Por aquí no pasa nadie. Nunca veo a nadie. ¡Qué solitario es todo esto! Subo por la pista de tierra de pendiente fuerte, paso al lado del campo de centeno y llego a un llano donde acaba la pista. Me extraña no ver continuación, en el mapa de Brawn hay un camino que sube por la ladera, pero in situ no lo veo. Sólo mi perseverancia obsesiva me hace atravesar una supuesta impenetrable barrera de arbustos para encontrar un sendero confuso que al poco, unos 20 metros, llega hasta un sendero claro. Al volver veré que ese sendero empieza justo a la altura del campo de centeno, que allí hay que salirse de la pista y tomar un sendero a la izquierda (según se sube). Me siento de maravilla. He resuelto el problema. Este tipo de cosas me envalentona. Me da alas, casi literalmente, para subir.
El sendero es muy empinado, muy umbrío, serpentea y a veces se forma una bóveda estrecha a la altura de mi cabeza. Tengo que ir agachado. Por momentos siento miedo, no de perderme, sino de una amenaza intangible. Tampoco lo de perderme lo puedo descartar del todo. Por este sendero tan estrecho sólo cabe una persona. Me resulta muy excitante esta subida (de 930 hasta 1014m) y después de una zona especialmente densa en la que tengo que forzar el pasar entre las plantas con mi cuerpo, y al final del sendero y como por arte de magia salgo a la curva de una pista de tierra. Sigo a la derecha. En la pista hay zarzas que cuelgan de los árboles y llegan hasta el suelo. Las sorteo. Pronto encuentro un camino a la derecha, es más empinado y estrecho que la pista. Este camino no es tan angosto como el primer sendero, pero está muy poco desbrozado y unos enormes surcos en el suelo. El suelo es arcilloso. Voy despacio. Ya me voy dando cuenta de que pueda que no alcance mi objetivo (el mirador de Las Lajitas), he empleado mucho tiempo recorriendo la pista que no llevaba a ningún lado. Por este camino resbaladizo subo desde 1020 hasta 1076m. En un momento de este tramo consigo tener una vista diáfana del valle. Las nubes lo encierran como un marco, aunque logro ver el barranco que corta el barrio de La Florida.
De nuevo salgo a la curva de una pista ¿la misma? que sigo hasta los 1085m y me meto por una bifurcación hasta 1165m. Ya estoy muy cansado, llevo subiendo demasiado tiempo. Me afecta psicológicamente la falta de vistas hacia el valle. El bosque está muy crecido, los brezos lo rodean todo y no se ve nada hacia el inmenso valle. Por algo mi objetivo es llegar a un mirador (Las Lajitas). El tiempo es muy húmedo. Sé que me falta poco pero ya llevo una hora y media de camino y tengo que volver. (Al día siguiente -excursión 164 en el tema Lluvia- sí lo conseguiré sólo me faltaban 200 metros de distancia y 30 de desnivel.)
He ido apuntando las altitudes para tomar las desviaciones correctas en la vuelta. Ha sido una sorpresa en la subida encontrarme una pista con tantas curvas, más natural me parece ir todo recto, pero así pueden acceder los camiones de la Brifor (Brigada Forestal) para sus labores de vigilancia y mantenimiento. En la bajada y para acceder al último tramo de sendero hay que meterse entre la vegetación en la curva de la pista. Es imposible verlo desde la pista. Así que grabo un vídeo de la entrada al sendero para, más tarde, creérmelo yo también. Tengo que ir muy atento a las ramas de los arbustos que quedan a la altura de mis ojos. Sigo el sendero y llego hasta el llano por encima del campo de centeno. Me queda más claro ahora. El truco ahora es echarme a rodar hasta que alcanzo un tramo más llano. Puedo fijarme más en la vegetación y en el propio camino ahora que vuelvo. El día sigue muy gris y húmedo. Por las tardes es cuando mayor es la probabilidad de la formación del mar de nubes. En la pista de bajada hay tramos llanos muy cómodos. Hay muy pocos signos de actividad agrícola. Los castaños están en cada esquina. Delante de una caseta hay plantadas margaritas y geranios, parece que alguien se afana en cuidarlas, es una mata muy grande. Salgo de la pista por la barrera y cruzo el barranco. El tramo siguiente me gusta mucho por los eucaliptus, aunque es muy pedregoso.
En la salida al camino de Candelaria hay una terraza cubierta de amapolas (rojas) mezcladas con yerba pajonera (amarillas). Es el remate perfecto para otra buena excursión.
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Track orientativo, no obtenido durante la excursión, elaborado después de realizarla
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Camino Candelaria a La Resbala