• Excursión 84. 4 Diciembre de 2013. Miércoles.
El Jagre. Hoya Los Morales.
Municipio: La Matanza
ENP: Paisaje Protegido Costa Acentejo.
De 16.40 a 18h.
(a) Hoya Los Morales. Distancia: 1,3km. De 135 a 200 a 135m.
(b) El Jagre. Distancia: 1,0km. De 35 a 45 a 35m.
Distancia: 2,3km. Duración: 1h 20m
Recorrido por la meseta de Jagre donde hay grandes cardonales y vistas fantásticas de una gran bahía y toda la costa hasta punta de Teno.
En mi exploración del Paisaje Protegido Costa Acentejo por la zona de El Caletón he encontrado en el mapa de Grafcan una carretera, una carretera fantasma que no parece existir en la realidad. Para investigar esto de la carretera fantasma regreso a la calle Acentejo. Para llegar a esta calle hay que tomar la salida de La Matanza en la autopista TF-5 e ir después por una carretera auxiliar (Tf-174). Tras recorrer un km de esta carretera hay que salirse por la derecha y bajar unos cien metros. Aquí nos encontramos con una bifurcación, a la derecha baja hacia El Caletón, a la izquierda está la calle Acentejo. Tuerzo a la izquierda por esta calle y en unos 400 metros llego al sitio donde teóricamente empieza la carretera fantasma. Una calle asfaltada baja y termina en menos de cien metros. A la derecha hay un chalet grande. Bajo hasta el final de la calle y, efectivamente, hay una vieja pista que baja, pero más abajo el tránsito es imposible por la vegetación muy tupida que lo tapa todo. Cuando estoy regresando y, por casualidad, veo al alemán que el día anterior me había dado indicaciones sobre el camino de bajada al mar. Está a punto de entrar en su chalet en un mercedes deportivo. Me ve, detiene el coche y conversamos un rato. Me repite que la carretera que busco es privada, así como la callecita y que su terreno fue una plantación de plataneras. Con mucho énfasis y en español dice “es mi terreno”. Amablemente nos despedimos. El misterio queda sin resolver porque no me acabo de fiar de sus palabras.
Vuelvo al coche y bajo hacia El Caletón. En la quinta curva a la izquierda (1,6 km), me salgo y dejo el coche en una zona ancha de la pista de tierra. Al poco de empezar a caminar hacia el mar encuentro la entrada a una pista, cegada para los coches con dos grandes piedras. Y entonces se me enciende la bombilla, este es el final de la carretera fantasma que estoy buscando, empiezo a subirla, recorro dos tramos largos. Está en muy mal estado, pero con anchura para dos carriles. Ahora está completamente invadida de vegetación y con muchas rocas caídas y sólo se puede recorrer por un sendero-pasillo entre las plantas. Veo que en un par de sitios estratégicos hay rocas enormes para evitar, me imagino, que pasen coches todo terreno. Al final del segundo tramo empiezo a ver una gran cantidad de colmenas y abejas zumbando de aquí para allá. Haciendo el mínimo ruido posible y subiéndome el cuello de la camisa sigo avanzando por la pista hasta una curva. La carretera todavía sigue más arriba, pero desisto porque creo que va a ser más de lo mismo y no me quiero arriesgar mucho con las abejas. Lo dejo para otro día (excursión 261). Regreso, en la vuelta aprecio más las vistas hacia la costa son buenas y, también, la vegetación que está fresca y vibrante, aunque no me emociono tanto como para hacer muchas fotos.
Regreso al coche. Me monto y bajo por la pista, con tramos de tierra, y grava y después de las plataneras con asfalto hasta el final, hasta un llano amplio. Es la misma pista que había bajado a pie el día anterior. El llano para aparcar es amplio, está muy sucio con papeles sueltos y bolsas de plástico. Cuando llego veo dos coches aparcados. Pregunto a dos pescadores, que ya han pescado bastante por hoy, por un camino que recorra la planicie. Me señalan el principio, va por el borde del acantilado. Empieza entre cardones, el suelo volcánico parece grasiento. Pronto empiezo a ver grandes formaciones de cardones. El suelo de escoria volcánica tiene adheridos líquenes verde oscuro. Firme muy irregular pero el camino es más o menos claro. Los cardonales anchos y extensos son bellísimos, me recuerdan a los de punta de Teno. Su color verde pálido contrasta con el marrón del suelo y con el verde más oscuro de las vinagreras. Hay muchísimos grupos. Me empiezo a emocionar. El camino por momentos se acerca al borde del acantilado y puedo ver por dónde había estado el día anterior en la parte de abajo del acantilado por entre charcas y grandes piedras y cerca del oleaje. Me doy cuenta que no explorarlo más fue lo correcto, la vista de la costa sólo se puede tener desde arriba, y además los derrumbes de piedras son mayores más adelante al nivel del mar. Los grupos de cardones y su disposición son cada vez más espectaculares y me pongo a hacer panoramas como poseído. Sigo el camino, que va bordeando la meseta, fácilmente entre la escoria y la vegetación.
A medida que bordeo el acantilado, y ya subiendo ligeramente, destacan las vistas de la costa hacia el Puerto de la Cruz. Descubro una gran bahía con un acantilado alto (Caleta La Negra), en su base sólo hay rocas golpeadas por el mar, sin playa, sólo una pequeña franja de grandes cayados. Hacia el extremo hay un pequeño islote en la salida de un barranco (Hondo) y la bahía termina en un roque puntiagudo (El Cagado). Por encima de ese roque está La Quinta ya en Santa Úrsula. Sigo viendo multitud de cardonales con ese color verde pálido con tonos variados que me encanta. Las vinagreras y los inciensos son también muy abundantes y crecen sobre una escoria negruzca. Toda esta meseta debe ser una antigua lengua de lava cayendo al mar. Y todavía hay más, destacando por encima del acantilado sobre la bahía está el Teide. El mar no está fuerte pero las olas le dan mucho volumen a esta gran extensión de agua brillando en la bahía. Todo el rato tengo la sensación de que lo mejor está por llegar. Es una sensación que se está empezando a hacer habitual en las excursiones. Y es verdad, cada vez es mejor: más cardones, más costa, distintas vistas de la bahía. Y alucino cuando veo un inmenso roque desgajado de la costa, pero relativamente cerca, que tiene una construcción arriba. Sin techo y a medio hacer, pero ahí está como el sueño loco de un Ludwig II de Baviera en versión matancera. ¿Cómo llegar hasta allí, cómo llevar los materiales de obra? Seguro que sólo se puede acceder desde el mar. Impresionante.
Descubro que hay un sendero para bajar hasta el mar. Veo que hay restos de construcciones e incluso una polea para descargar desde una barca. Y la vista ya es absolutamente espectacular. La bahía, el mar rompiendo sobre rocas que aparecen y desaparecen. Sigo la vista por la costa tratando de adivinar un paso por la costa, parece que hay más de un barranco que sale al mar, hay más caletas al fondo, al final de la bahía está el roque del Cagado. Más allá del Puerto de la Cruz y al final de la línea de costa veo la punta de Teno y el sol poniéndose por detrás. El sonido apagado del oleaje y olor fuerte a mar le dan otro poquito de volumen a la experiencia.
Me quedo hasta que se pone el sol. Y ya estoy hablando sólo hace un buen rato. Canturreando “pero al ponerse el sol…” un viejo hit de los 60. Absolutamente emocionado. Tardo un buen rato en volver al coche, demorándome. Ya de vuelta conduciendo sigo hablando muy alto en un idioma desconocido, incluso para mí. Regreso absolutamente eufórico.
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Track orientativo, no obtenido durante la excursión, elaborado después de realizarla
Hoya Los Morales:
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El Jagre:
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