• Excursión 1126. 13 Agosto de 2020. Jueves. (Anaga 183ª).
Almaciga. Las Breñas. Los Orobales.
Municipio: Santa Cruz de Tenerife.
ENP: Parque Rural de Anaga
De 11.25 a 17.50h. De 25 a 0 a 290 a 100 a 150 a 0 a 290 a 100 a 165 a 0 a 80m.
Distancia: 15,5km. Duración: 6h 25m
Recorrido por playas y después alejándose de la costa paso por un caserío habitado (El Draguillo), después por sendero expuesto hasta un caserío ocupado (Las Palmas) y final por una vieja zona agrícola con una era y pequeñas playas frente a un roque en el mar
Dispuesto a hacer una excursión sin usar el coche llamo al taxi desde mi casa para que me suba a la parada en la autopista al lado de la Cruz Roja (Tacoronte). Y arriba me encanta que la guagua (la 108) aparezca inmediatamente después de dejarme el taxi en la parada (8.58h, 6€). Esto es empezar bien. Solo tengo que esperar cinco minutos tras llegar a Santa Cruz (9.25h) para que salga la 945 (9.30h) de la que me bajo en San Andrés (9.50h). Cómo me gusta el ambiente fresco de mañana de verano por las calles estrechas de este pueblo marinero. También me gusta la gente que se mueve por la plaza de la iglesia y la venta (Unide) a la que entro para conseguir más agua. Todo el mundo parece que tiene un propósito, están ocupados, aunque solo sea en estar sentados en la plaza. Es que la promesa de una buena excursión me pone de muy buen humor, más cuando tengo que gestionar las esperas en un sitio acogedor e interesante. La vista del campanario de la iglesia contra la ladera de San Andrés es muy fotogénica. Tengo que esperar a la 946, la que va a Taganana, y prefiero esperar en San Andrés en vez de en Santa Cruz. No tiene comparación. Cumplido el tiempo me acerco a la parada y llega la 946 (10.47h). Y si hay una travesía en guagua que me gusta es esta: de San Andrés a Taganana, no tiene desperdicio: la subida sinuosa por el valle de San Andrés ganando altura a medida que el paisaje se pone más y más verde, con las vistas cambiantes y dramáticas, la llegada al bosque de laurisilva un poco antes de cruzar el túnel, y la salida por otra vertiente, con más vistas espectaculares por un trazado inverosímil por las montañas.
Me bajo en Almáciga (11.25h). Sigo por la carretera hacia Benijo. El día está despejado y ya hay bastante actividad en la playa y mucha gente tumbada. Mi objetivo hoy es llegar hasta una llanura (Las Breñas) más allá de Las Palmas de Anaga. Es una larga travesía. Paso Benijo y sus restaurantes donde ya huele a comida. La carretera está en buen estado entre Benijo y El Draguillo, en constante subida no me emociona particularmente. Me encuentro con un caminante solitario cerca de El Draguillo y le pregunto por un camino para bajar a la playa de Benijo desde El Draguillo. Es un hombre de mi edad de acento agradable. Me dice que existe, aunque algo perdido y que hay otro para bajar a la playa del Draguillo muy peligroso aunque también me dice que el sendero entre el Semáforo y la playa de Zapata es muy peligroso y a mí no me lo parece en absoluto. Tiene muchas ganas de hablar y yo no tantas, pero le doy un poco de cuerda, me habla de su mujer, que ya murió, que le acompañaba en sus excursiones y que echa mucho de menos, parece vivir en una nube de melancolía e indecisión. Aprovechando una pausa en su monólogo me despido de él.
En El Draguillo veo que han construido un puente para pasar el pequeño barranco. Gracias. El camino entre El Draguillo y Las Palmas es largo y trabajoso, es una subida fuerte por un sendero estrecho (170 a 285m) que pasa por dos torrenteras de piedra suelta que siempre me resultan tan inestables de lejos, pero que no lo son al caminarlas. Y me gusta mucho la primera vista, desde lo alto, de las casas de Las Palmas, casas antiguas con cubierta de teja, una grande con patio y una pequeñísima ermita. Y, por supuesto, la vista de los roques. La bajada hacia esta antigua hacienda es de lo más laboriosa y hay que pasar dos cauces de barranquillos que son un prodigio de erosión, de tierra suelta compactada formando paredes que parece milagroso que no se hayan desmoronado ya, lo deben hacer constantemente. Son las partes más antiguas de la isla de Tenerife, en un proceso de deterioro de millones de años, por la humedad y el viento del mar, y el régimen catastrófico e irregular del agua en los barrancos. Las Palmas está en una lengua de terreno, llana y elevada sobre el mar. En los bordes las piteras y las tuneras parecen tan antiguas, tan hostiles, pero ahí están sujetando el camino, apelmazando la tierra con sus raíces. Atravieso Las Palmas y abandono las últimas casas desperdigadas, después paso el cauce de dos pequeños barrancos (Las Palmas, Seco) y sigo por el sendero (que es el TF PR6). Poco después hay una bifurcación, no muy visible, con un cartel en madera con las letras inscritas quemando la madera (Playa El Roque), por aquí se va a la caseta de playa del timplista Francisco (excursión 334c, también la 501, cuando me enteré de su nombre). Sigo por el sendero principal bien marcado con vistas constantes y cambiantes a los roques. Unos diez minutos después en otra bifurcación (130m) tomo a la izquierda por un sendero bueno al principio, pero que tras pasar dos casas aisladas no lo es tanto. Este sitio con las dos casas se llama Los Orobales, son los restos de otra hacienda antigua donde se cultivaba el viñedo. El sendero no es fácil, me lleva a unos grandes peñascos con un lagar a un lado y una pequeña caseta. Increíble que se conserve tan bien el tronco principio del lagar y los pequeños aljibes de prensado. Por aquí el sendero se pierde casi completamente, lo vuelvo a encontrar, con suerte, entre grandes arbustos que me impiden tener una vista diáfana. Más abajo el sendero va al lado de un canal hecho con tejas en fila puestas del revés. Todo es tan primitivo. Y alcanzo mi objetivo: Las Breñas, es un promontorio, una pequeña llanura sobre el mar (unos 30 metros sobre el nivel del mar) con una casa maciza en ruinas (Casa Las Breñas). La costa es de escoria y piedras, y encuentro un caminillo que baja hasta una playa de cayados, donde como (14.20-14.48h) en un asiento natural de piedra con vistas a los roques. El mar está tranquilo, el día despejado, olor a yodo y a salitre. Esta costa es agreste y con muchos desprendimientos de rocas y grandes piedras en la playa. Comiendo se me ocurre que a lo mejor por la playa tengo suerte y puedo llegar a la caseta de Francisco. Terminado de comer, con cierta emoción, me lanzo a la playa, y no solo por conseguir la conexión sino también por evitar ese sendero complicado por donde he venido. La playa tiene muchos cayados pero voy atravesándola hasta que llego a una verdadera playa con arena negra y de cierto tamaño (Playa del Fuentecillo/El Roque/Las Breñas). Los roques se reflejan en la arena mojada de la playa llana. Absolutamente refrescante la vista y el lugar, sobre todo en comparación con la sequedad de los senderos por encima.
Todavía emocionado por saber si lograré la conexión sigo por sobre los cayados y llego a una caseta baja, apenas visible, habitada, no llamo por si acaso, el sendero cruza por dentro del cercado de piedras donde hay un pequeño sembrado de aspecto fresco con hortalizas y un hermoso platanero. Así que esta es la caseta donde vivió Francisco (el hombre de acento tan agradable que me encontré antes de llegar al Draguillo me dijo que hacía dos años que Francisco se había ido) y ahora otra persona la cuida. Fantástico. El sendero sigue por fuera del cercado. Estupendo, he conseguido encontrarlo. Tiene bastante pendiente y es rocoso hasta llegar a una planicie inclinada (50m) con restos de muros bajos de terrazas abandonadas hace mucho, cubiertas ahora de incienso pequeño de aspecto seco y donde me alegra mucho localizar una era de suelo de tierra, situada enfrente del roque, con su pequeño, pequeño muro circular de piedra. Regreso al sendero y confluyo con el sendero PR6 y sigo a la derecha hacia Las Palmas. En Las Palmas sigo por el camino del borde a pesar de un cartel que dice que está en mal estado (no pasar). Es emocionante atravesar por la parte del camino caído. Me gusta ir ascendiendo por el camino erosionado que pasa dos o tres cauces de barrancos literalmente cayéndose y de tierra y piedras. Nunca harán una carretera para ir a Las Palmas, imposible. Y no solo por el paso de esos barrancos pequeños y afilados sino por las torrenteras de piedras que hay pasar para bajar hasta el Draguillo.
En El Draguillo decido echarle un vistazo al camino para bajar a la playa de Benijo. Las casas del Draguillo se distribuyen a lo largo de una loma. Muchas casas están reformadas, algunas todavía antiguas y algo tiradas. El camino va bajando a su lado, tras las últimas casas el sendero se echa a la izquierda hasta el cauce de un barranquillo seco. Hacia la izquierda por debajo de la carretera distingo tramos de camino, inclinados. Salgo del cauce y me voy a la derecha y rodeo una pequeña elevación por su izquierda (siguiendo un sendero) hasta que llego al borde de un acantilado. Y aquí veo algo que me asusta, me asusta mucho: el camino rodea la pequeña elevación, tiene restos de una barandilla, algunos postes de metal, sin cuerda entre ellos ni asidero ninguno, el camino está bastante inclinado hacia afuera, hacia el mar. Teóricamente podría, yendo despacio, recorrerlo, pero es muy arriesgado y además está todo el resto del camino que no veo cuando tuerza a la derecha y ahora me vienen las palabras del hombre de hablar suave: “es muy peligroso”, y estoy totalmente de acuerdo. Lo dejo, y tampoco intento el camino inclinado bajo la carretera y vuelvo a subir toda la loma hasta la carretera y ya sigo por ahí hacia Benijo. Benijo está muy animado, en los restaurantes hay gente comiendo todavía. En la playa de Almáciga hay un ambientazo, mucha gente tomando el sol, en grupos, jugando, bañándose. En la parada debajo de Almáciga (17.50h) doy la excursión por concluida después de dudar si seguir hasta Taganana (el trozo entre el Roque de Las Bodegas y Taganana no lo he hecho nunca).
La 946 (18.10h) se llena hasta los topes de bañistas jóvenes en esta parada y en la del Roque de las Bodegas, al lado de los restaurantes. Y el paisaje y el pasaje hasta Santa Cruz (19.20h) me resulta tan entretenido como siempre. En Santa Cruz y en cinco minutos estoy saliendo en la 015 para La Laguna. El conductor sube como un tiro, se salta varias paradas, el sol de media tarde me ciega en la subida, estoy molido. En La Laguna (19.42h) hace un fresco desagradable “as usual”. Me refugio en una esquina a sotavento esperando a la 101 (20h) que hace el trayecto como un rayo hasta Tacoronte (20.12h). Y en la parada sobre la marcha tomo un taxi para que me baje a casa (20.21h, 5€). ¿Qué más se le puede pedir a la vida?
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Track orientativo, no obtenido durante la excursión, elaborado después de realizarla
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Primera parte
Segunda parte