• Excursión 1568. 1 Abril de 2024. Lunes
Camino Aldea el Tagoro. Barranco Revueltas. Abades
Municipio: Arico
De 15.28 a 20.11h. De 40 a 280 a 250 a 440 a 380 a 410 a 40m.
Distancia: 15,5k. Duración: 4h 43m.
Excursión circular. Por carreteras y pistas subo por un viejo camino y localizo varias eras de suelo de cemento. Enlazo con el barranco Revueltas por un tramo preciodos que va encauzado por un doble muro de piedra y sigo por otro tramo muy invadido hasta la carretera que comunica la autopista con la villa de Arico. Intento recorrer un tramo del barranco Narices, pero sin éxito. Regreso por la carretera hasta Abades
Vuelvo a Abades para completar el recorrido por el barranco de Revueltas. De nuevo voy en coche para aprovechar el tiempo disponible, ahorro 40 minutos en la ida y un tiempo mayor en la vuelta gracias a no tener que esperar a la guagua. Yo preferiría ir en guagua desde Santa Cruz, pero hoy he comido tarde. Mi objetivo de hoy es completar la travesía del cauce del barranco Revueltas, y también localizar una serie de eras antiguas con nombres sugerentes: Era de dos Martín de San Juan, Era los Morales, que están en la parte de arriba de un viejo camino: Aldea el Tagoro. Estas eras no vienen en OSM, las he localizado por los mapas de y las fotos aéreas de Grafcan.
En Abades dejo el coche en una calle al principio del pueblo. Subo hacia la autopista, la cruzo y sigo hacia la izquierda por la carretera que lleva a la Villa de Arico. Tiene un largo tramo recto en paralelo a la autopista. Entre preciosas paredes de piroclastos dispuestos en capas de diferentes texturas y materiales. En general, de color beis claro con pequeñas piedras incrustadas de color más oscuro. El espesor de las capas es variable. Me gustan más los piroclastos que los basaltos. Son más sutiles y variados. Una de las capas son jables ligeros que se desprenden sólo con rozarlos. Voy como por un museo de ciencias naturales admirando la gran variedad de materiales. Tras unos cinco minutos largos (500 metros) y cuando la carretera hace una curva a la derecha yo sigo recto por una pista de tierra que entra en la gran finca de S. Juan. Un cartel prohíbe el paso, no le hago caso, se pasan con las prohibiciones, es una pista (Aldea el Tagoro) de lo más abierta y a medida que suba veré que las diferentes instalaciones e invernaderos están vallados y vigilados. Desde la pista y por encima veo, dentro de vallados, grandes casetas que pueden ser instalaciones eléctricas. El zumbido de los coches y el estruendo de los camiones me acompaña, no me puedo sustraer a su influjo. El día está bien de temperatura, el cielo algo nublado. Sigo otros cinco minutos largos (600 metros) por la pista de tierra en paralelo a la autopista y, por fin, me alejo del ruido cuando la pista tuerce a la derecha y empieza a subir al lado de una gigantesca estación de paneles solares, filas y filas y filas, produciendo electricidad a chorros que parece veo pasar a mi lado, oigo zumbidos de acumuladores, si en una casa media con siete u ocho paneles les basta aquí puede haber miles.
Sigo subiendo por la pista pasando más y más grupos de paneles, aerogeneradores y pequeños huertos con olivos. Tras un km y medio (Hoya de Sanayegua) empiezo a oír el repiqueteo de una excavadora y veo operarios con chalecos amarillos y cascos manejando teodolitos. Un camión de dimensiones descomunales con ruedas más altas que yo va, marcha atrás, soltando tierra sobre la pista. Inseguro de mi estatus saco mis mapas para dar la apariencia de tener algún cometido estando por aquí. Los trabajadores me saludan cuando paso, no me hacen apenas caso. Parece que están ensanchando la pista para poner más aerogeneradores. Me gusta sentir estas máquinas, el jaleo de la obra, los operarios ocupados. Me resulta estimulante en este entorno desértico. Tras otro medio km llego a una zona de invernaderos y enseguida, un poco después de pasar un gran depósito de agua localizo, a la derecha de la pista, una de las eras: la de Los Morales (15m Ø), tiene un aspecto muy antiguo, el suelo es de una lechada de cemento y conserva la mitad del muro de delimitación. El firme es ondulado y en pendiente. Unos 150 metros más arriba localizo una segunda era (20m Ø), con el mismo aspecto antiguo y abandonado de la primera. También a la derecha de la pista. Está al lado de una casa antigua, donde parece habitar alguien. Tiene un muro más alto de bloques de tosca. Es imponente. También está inclinada. Sigo subiendo por la pista y pasados los invernaderos encuentro muy pegada a la pista una gran era (25m Ø) apenas reconocible. Es la era de don Martín de San Juan. Sólo conserva unos pocos bloques del murito y está muy invadida de vegetación. A la izquierda hay casas antiguas medio en ruinas con cercados circulares (corrales). Una cuarta era por aquí no logro dar con ella porque está dentro de una parcela vallada con una casa pequeña. Sigo subiendo por la pista y enseguida salgo a una carretera asfaltada (Carretera de San Juan, 280m), de la que me salgo en unos pocos metros por la derecha entrando a una finca con las puertas grandes completamente abiertas. Por esta puerta salí a la carretera en la excursión anterior por aquí y por esta puerta vuelvo a entrar. Va a un corral de cabras, pero yo me echo a la derecha y campo a través bajo hasta un barranco no muy profundo (Hoya Juan Dana). Remonto, paso una lomita y desciendo al cauce llano del barranco Revueltas que en este tramo se llama Esquina.
El barranco está encauzado por un doble muro de piedra de un color beis precioso. Me meto al cauce que no es muy ancho y empiezo a recorrerlo en suave ascenso. Tiene muchos meandros, pequeñas curvas, una tras otra. Rocas, charcos y plantas me lo ponen complicado. A ratos me tengo que salir y continuar por lo alto de uno de los muros de encauzamiento entre jaras. Arriba veo mejor la sucesión de curvas en un terreno muy llano que apenas asciende. Me resulta admirable este trabajo monumental de los antiguos para encauzar y aprovechar el terreno colindante que está muy aterrazado. El color de las piedras de los muros es el mismo que la del cauce. Voy encantado recorriendo este cauce, me resulta sorprendente, nunca había visto algo así. Tras unos quince minutos laboriosos (700 metros) cruzo una carretera (Camino de San Juan, 310m) por una zona de una densidad tremenda de rabo de gato, balos y tabaibas. Tras la carretera el barranco cambia completamente (ahora se llama Casa de Ostras), pasa a ser muy somero y subir decididamente por una hendidura en el terreno entre dos laderas. A la derecha hay una valla. El tránsito ahora se vuelve más complicado y tengo que ir cambiando de lado procurando ir el mayor tiempo posible por el cauce, muy caótico, de grandes piedras y lleno de plantas. Aunque no hay ningún salto notable todo el rato es muy complicado. No cejo. Cerca de una carretera el cauce se echa a la izquierda y va atravesando muros de nateros con una vegetación muy densa de jaras. No cedo a la tentación de salirme del cauce hacia la carretera y sigo hasta alcanzar una pista de tierra donde termina prácticamente el barranco. Sigo campo a través ascendiendo por terreno de piroclastos rocosos grandes hasta salir a la carretera (Villa de Arico a Abades, TF-629, 450m) por el sitio donde empieza una carretera más estrecha que lleva al Porís (TF-627).
Ahora no tengo ningún plan concreto. Creía tenerlo, pero se me ha olvidado. No sé cómo seguir. Todavía tengo tiempo. Y cuando veo un canal (Aguas del Sur) decido bajar por la ladera campo a través hasta el canal y comprobar si lo puedo seguir. Bajo por la bonita ladera rocosa, con cuidado, no quiero caerme en estas rocas abrasivas. Llego hasta la carretera TF-627 y me echo a la izquierda y compruebo que el canal va descubierto y con agua, no lo puedo seguir, no vengo preparado. Entonces decido echarle un vistazo a otro tramo del barranco Narices, uno que no hice en la excursión que le dediqué a ese barranco (la 1564). Para llegar al barranco Narices tengo que cruzar una loma. Sigo por la carretera y paso al lado de una solitaria casa totalmente amurada. Me impresiona su soledad. Está tan expuesta y tan cerrada. Paso el cauce de un pequeño barranco por la carretera y en cuanto tengo oportunidad subo por la ladera hacia la izquierda y por casualidad descubro una casa cueva. Son dos pequeñas habitaciones, excavadas en la ladera, con suelo de terrazo y bastante limpias. Un sitio singular para vivir. Tuvo electricidad y todo. Sigo subiendo por la ladera y atravieso una carretera en lo alto de la loma (con cierto tráfico hacia un caserío cercano: Teguedite).
Por la carretera sigo hacia la izquierda y llego al cauce del barranco Narices. Descubro una cantera antigua, montones de descartes se desparraman hacia el cauce del barranco. La recorro. Después desciendo un poco y veo que el cauce de este barranco está muy ocupado de balos y otras plantas. Y me doy cuenta de que ya no me queda tiempo. Ahora tengo que pensar en la vuelta a Abades. Por la carretera (a Teguedite) regreso y en el camino charlo un rato con un hombre delgado con barba blanca y un pañuelo negro en la cabeza que casi le tapa los ojos que aparece de repente (parece que estaba sentado fumando detrás de un muro). Me agrada su presencia. Tiene sesenta años y va a todos lados caminando, cuando tenía cinco años ya iba desde el Refugio del Viento -un pequeño grupo de casas a unos dos km de aquí en la carretera a Abades- hasta la escuela en la Villa de Arico. Me habla de una cueva en lo alto de la montaña de La Centinela y también, y me interesa menos, de los misterios del barranco de Badajoz donde a una maestra se le acercó una nube vaporosa…
Sigo por la carretera y cuando llego a la carretera TF-629 al Porís tuerzo a la derecha y enseguida a la izquierda por una calle sin salida. Cerca del final rodeo por la izquierda las casas y campo a través subo por la ladera hasta la carretera a Abades. Cada vez me gusta más ir campo a través. Ahora ya por asfalto y un canal ancho de cemento puedo bajar muy relajado mirando el paisaje y con apenas tráfico. Son unos cinco km. Tras un km y medio paso al lado de unas casas (Refugio del Viento) que ahora son segundas residencias y pequeño hotel rural. Después sigo bajando con vistas a algunas fincas grandes y los aerogeneradores. El arcén es ancho y cómodo. Tras unos cuarenta minutos cuando llego cerca de la autopista me meto por una tubería que pasa bajo la carretera y después sigo por el cauce de un barranquillo y atravieso la autopista por un túnel. Al otro lado sigo por una carretera hacia Abades a donde dejé el coche.
Esta es la tercera excursión que le he dedicado a los barrancos de Arico. Es otra manera de descubrir el terreno. Las alternativas naturales son las lomas o los cauces de barrancos. Y todavía me quedan muchos barrancos de Arico por recorrer.
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Track orientativo, no obtenido durante la excursión, elaborado después de realizarla
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