• Excursión 186. 10 Julio de 2014. Jueves.
Las Llanadas - Corona Forestal - Carretera Benijos
Municipio: Los Realejos.
ENP: Parque Natural de la Corona Forestal
De 16.30 a 19h. De 870 a 1270 a 820m.
Distancia: 4,9km. Duración: 2h 30m.
Recorrido por calles rurales y pistas hasta la corona forestal con niebla y lluvia
Por las tardes me paso largos ratos mirando los mapas. Trato de encontrar nuevos sitios que visitar y cómo acceder a ellos. En el recorrido que estoy haciendo por el valle de la Orotava estoy visitando los caseríos que lindan con el monte, con la corona forestal. En el mapa miro con detalle la esquina superior derecha del valle y ahí no veo ningún barrio, ningún caserío
Los nombres que veo me resultan muy sugerentes: Acebiño del Inglés, Tierras de Velasco, Llanos de Chanajiga. Me los imagino como lugares remotos donde apenas va nadie, abandonados. Algunas casonas viejas medio en ruinas. Este proceso de primero imaginar y después visitar ya ha ocurrido varias veces. Lo que suele suceder es que la imaginación no coincide ni remotamente con la realidad, y después de visitarlo en mi recuerdo coexisten ambas cosas, lo imaginario y lo real, ambos totalmente sólidos y reales en mi mente y que no se anulan mutuamente.
Mi propósito hoy es continuar por otro barrio de la parte alta del valle: Las Llanadas. Me he trazado ya una ruta de acceso, al principio de la excursión, en la que el elemento esencial es el camino del Brezal (el que usé en la excursión de Benijos, excursión 184). Se trata de ir por la autopista del norte hasta Alcampo, cruzar la autopista y en la rotonda ir hacia La Vera/La Montañeta, llegar hasta La Zamora, torcer a la izquierda por una subida en curva hasta la carretera que va de Los Realejos a La Orotava (TF-324), torcer a la izquierda. En la Cruz Santa subir por el camino del Brezal hasta la carretera que va de Benijos a La Ferruja (TF-326). Torcer a la derecha y enseguida a la izquierda para subir hasta Las Llanadas. Este es el plan, ya veremos.
Me cuesta muchísimo salir de casa hoy, el día está horrible, frío, lluvioso. Cuando enfilo la autopista hacia la Orotava estoy francamente desmoralizado, en el extremo del valle de La Orotava las nubes son muy oscuras, apenas se ve nada. ¿Para qué voy? Pero una vez en el coche cambio, estoy protegido del mal tiempo y aunque no haga la excursión al menos quiero aprender la manera de llegar a Las Llanadas. La cosa empieza a mejorar cuando todo transcurre como la seda. El giro a la derecha en la rotonda de Alcampo, el paso a la izquierda de la montaña del Fraile (en la ladera está el famoso restaurante del Monasterio), el giro brusco a la izquierda en La Zamora bien señalizado con una desviación, el callejeo por la Cruz Santa hasta dar con el camino del Brezal, la subida eterna y súper pendiente en la que tengo que poner la primera en varios tramos.
Dejo el coche en Las Llanadas (870m) en una curva a izquierdas pronunciada, al lado de un bar muy frecuentado (Casa Tomás). Aquí cae una lluvia fina, es casi imperceptible pero real, no hace frío. Me pongo el chaquetón impermeable y abro el paraguas. Empiezo a subir por una calle con mucha pendiente (camino Las Arenitas). Hay unos macetones alargados en los bordes de la subida, todo está empapado de agua, las plantas están perladas de gotas diminutas de agua que hacen sobresalir los pequeños filamentos y crean relieve, sobre todo, en los pétalos lisos de las rosas. También sobresale la intrincada red de las telarañas, cada hilo está marcado por una hilera de gotitas. Subo despacio la tremenda pendiente. Todo es fantasmal, no veo las casas hasta que no paso pegado a ellas. Son como barcos a la deriva que surgen de repente de en medio de la niebla. No me he traído el mapa, pero la ruta no tiene perdida, sólo se trata de subir y subir. Me asombra, ver en el patio de una casa, una pequeña piscina de plástico azul ¿dónde estarán esos niños que alguna vez se bañan aquí? La ropa tendida en las azoteas no es recogida, aunque este cayendo la lluvia fina, deben estar acostumbrados a este tiempo. No veo a nadie, no oigo nada, la lluvia fina me rodea y amortigua todos los sonidos.
Dejo las últimas casas y me adentro por una pista forestal con firme irregular y rocoso. Al principio me pareció un tiempo horrible pero poco a poco me empiezo a dar cuenta de que es una oportunidad de oro para ver las plantas y este entorno como nunca. Las esferas de las brujitas, estas esferas compuestas por pequeñas semillas que cuando las soplas salen volando, son muy abundantes y están repletas de gotitas de agua. Cada filamento con su cargamento de gotitas. Son esferas de gotitas de agua. Aunque son plantas individuales crecen en grupos, parecen frutas escarchadas. La pista pedregosa y abrupta en algunos lugares está plagada de las pequeñas, negras y compactas cagadas de las cabras y también hay estiércol de caballos. De repente me adelanta bamboleándose un todo terreno, son cazadores, el coche con su jaula metálica detrás y sus perros tan delgados y elegantes. Primero pasa uno, más tarde otro. Me miran con curiosidad. Desaparecen. En los 1180m empieza el espacio protegido del parque natural de la Corona Forestal. Empiezo a ver rosalitos salvajes, con flores ligeramente rosadas y de pétalos que forman una especie de escudo de estrellas puntiagudas. Están un poco abatidos por el peso del agua sobre sus tallos. Crecen también en las cañadas del Teide. Sigo dentro de la niebla densa, cada vez más densa. Paso por sitios con piedras enormes dentro del pinar. Las piedras tienen tonos verdes oscuros y claros por el musgo y los líquenes que tienen encima. Y la humedad intensifica los colores. Además, la luz difusa elimina las sombras y mejora la fotografía. Es como estar en medio de un inmenso filtro. Apenas hay viento y las plantas no se mueven. Entro en trance fotografiando. Cuando me pasa esto, la sensación es maravillosa. Son inmensos tesoros que estoy descubriendo y capturando y el tiempo se detiene ante tanta belleza. Con la lluvia fina constante es complicado hacer fotos porque tengo que dejar el paraguas en el suelo y mojarme un poco mientras tomo las fotos. Pienso por un momento que, si estuviese bajo el influjo de alguna sustancia, de una de esas que altera la percepción, ahora estaría levitando.
Cuando llego a una pista ancha (Matasnos, 1270m) decido regresar. Vuelvo por la misma pista, abandono la Corona Forestal, un gran cartel metálico me lo dice. Y llego a las primeras casas del barrio de Las Arenitas, por donde pasé en la subida, es el mismo camino, pero cuesta abajo. Pasando al lado de las casas aisladas me da la impresión de que no me suena nada de lo que entreveo. Pero con la niebla tan densa, a lo mejor no las vi en la subida. Y como me he desviado a la izquierda en la bajada no me importa no saber por dónde voy porque en los 870m aproximadamente deberé encontrar una carretera, la que sale de Las Llanadas hacia los llanos de Chanajiga. Sin embargo, paso esa cota y no veo la carretera. Paro un coche que va despacio y le pregunto a la conductora, es cartera. Muy amable me dice que tengo que ir hacia la izquierda, pero esto no me cuadra nada, porque yo pienso que tengo que ir hacia la derecha. Me pregunta qué coche tengo y dónde lo he dejado y me dice que sí, que recuerda haberlo visto. Sigo bajando y llego en los 840m a una carretera, pero no es la pequeña carretera que sale de Las Llanadas. Enfrente hay una venta, le pregunto a un joven que está en la puerta, no me sabe decir cómo llegar a Las Llanadas. Pregunto a la encargada de la tienda y tampoco sabe, pero se ofrece a ir a buscar mi coche. Con las indicaciones (equivocadas, todavía no lo sé) que le doy se va hacia Benijos. Antes de irse me pregunta la matrícula del coche y sólo acierto a decirle las letras, los números se me han olvidado, increíble cómo me puede afectar el estrés. Viene un agricultor con plátanos, después una mujer en un todo terreno. Nadie sabe explicarme cómo ir a Las Llanadas. Vuelve la encargada de la tienda, no ha visto el coche. Como se hace tarde me decido a ir a buscarlo por mi cuenta. Cuando estoy por Benijos me doy cuenta de que voy mal y le pregunto a una persona que va con un grupo que está en el borde de la carretera. Parece que o van de excursión o están esperando algo. Son todos muy delgados. Tienen pinta de estar rehabilitándose de algo y haciendo una actividad conjunta. Cuando me dirijo a ellos creo que me confunden con alguien que están esperando, pero al decirles que estoy perdido enseguida me ayudan y me dicen que el atajo para ir a la Cruz Santa está atrás, así que tengo que volver. Regreso por dónde he venido, poco después veo a un hombre de mediana edad, pelo blanco, aspecto agradable, que está de pie al lado de un coche. Es un foráneo que está vendiendo sistemas de seguridad para casas. Muy amable se ofrece para buscar el coche. Me acompaña y después de dos intentos lo conseguimos y llegamos hasta mi coche. Se lo agradezco de corazón.
Me monto en el coche y después de tres intentos en medio de la densa niebla encuentro la bajada del camino del Brezal. Entonces me doy cuenta que la venta donde pregunté está al principio del camino del Brezal. Y por fin me doy cuenta de mi confusión. En la bajada hay un cruce y en vez de ir a la izquierda, como pensaba, me fui a la derecha (por el camino del Brezal). A partir de ahí todas mis interpretaciones de las ubicaciones estaban totalmente confundidas. Y claro, en medio de la densa niebla es imposible mirar de lejos y tener alguna referencia. Me recordó a las novelas de Indridason en Islandia, cuando la gente va por un sendero muy conocido de vuelta a casa y se pierden en medio de una tormenta o en la niebla, a escasos metros de una casa y ya nunca más los vuelven a ver.
(Al día siguiente le llevé a la encargada de la venta una copia, dedicada y firmada, de una foto de un tronco de brezo caído entre los rosalitos perlados de agua).
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Track orientativo, no obtenido durante la excursión, elaborado después de realizarla
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Las Llanadas a Corona Forestal a Crta Benijos