• Excursión 466. 2 Junio de 2016. Jueves.
El Río. Los Canos. Barranco El Río.
Municipio: Arico.
EPN: Parque Natural Corona Forestal (parte B)
(a) Camino Real en El Río. De 15 a 16.30h. De 450 a 420 a 450m. Distancia: 2,1km.
(b) Los Canos a Barranco el Río. De 17 a 19.40h. De 1140 a 1520 a 1140m. Distancia: 9,3km
Distancia: 11,4km. Duración: 3h 10m. Excursión de FF.
Visita a un puente de madera de un viejo camino real en El Río y exploración del entorno del barranco de sección afilada e inaccesible. Después recorrido por loma hasta un acceso al cauce del barranco en una zona alta (1500m) que lleva agua todo el año
Parte A
Voy en coche hasta El Río (Arico) y dejo el coche en la esquina de las calles El Barrero y Barranco Camino Real. Mi intención hoy volver a recorrer un pequeño tramo del viejo camino real y tratar de ver de cerca el cauce del encajonado, por aquí, barranco de El Río. El tiempo está estupendo, soleado y algo caluroso.
Echo a caminar por la calle Barranco Camino Real hacia el cauce del barranco. En ligera subida avanzo por la calle hasta que parece terminar en un taller atrabiliario de coches. Más que un taller parece un museo al aire libre, han recogido y exponen toda suerte de viejos cachivaches. De nuevo tengo la sensación de incredulidad al tener que atravesar un taller de coches para ir al puente. Esta vez hay tres coches en el “taller” y uno muy desmembrado. Me fijo bien en las paredes y veo que hay todo tipo de objetos: incluso un serrucho oxidado y dispuestos ordenadamente tres teléfonos antiguos de bakelita. Hay también dibujos naifs y esculturas. Y todo tipo de partes de coches en diversos estados de conservación en un almacén caótico y también mucha grasa y suciedad, todo revuelto. Me sigue impresionando. Me siento fascinado. Cómo es posible que existan lugares así. Gracias. Una vez paso el “taller” empieza el camino empedrado que baja revolviéndose y pasa al lado de un corralito de gallinas. Enseguida llego al borde del barranco, profundo y estrecho. El barranco está esplendoroso con la luz fuerte que llega hasta el fondo que redondea y suaviza el cauce.
Cruzo el barranco por el puente de madera (con empedrado encima) y sin barandillas. Tiene un agujero en el centro y puedo ver el cauce a través de él. Al otro lado alguien ha puesto esculturas alfareras de carácter naif. ¿Qué más se puede añadir para que este lugar sea más fascinante? Subo un poco por el viejo camino real y enseguida me encaramo en un roque colorado que sobresale sobre el cauce. Empiezo a hacer fotos, pero con la sensación de que por lo angosto del sitio no voy a conseguir buenas tomas, la verdad es que el sitio me supera, no sé cómo meterle mano sistemáticamente, así que me muevo de aquí para allá incluso subiendo el camino empedrado para ver si por casualidad sale alguna foto buena, ya veremos. Nadie aparece en las ventanas de las casas arracimadas al otro lado, solo perrillos que no veo me ladran desanimados y mecánicamente. Puede haber unos cinco o seis metros hasta el cauce. El barranco se va curvando y su desarrollo es anguloso y complicado. Todo el rato tengo la sensación de la presencia del agua (aunque hoy está seco), el agua que ha hecho esta tremenda hendidura, tan plástica y dinámica. Imposible bajar. En algunas paredes del barranco cuelgan las pencas, en donde el basalto en columnas tiene algo de tierra.
Abrumado de barranco subo por el camino real que conserva buenos tramos de empedrado y tiene algunas buenas vistas sobre unas instalaciones de distribución de aguas y el puente. Subo una lomita y llego a otro barranco (La Tosca) que tiene las paredes coloradas y muchas plantas colgando. Vale. Satisfecho de puente y barranco, vuelvo por la misma calle hasta la carretera general. Tuerzo a la derecha al llegar a la carretera y me acerco hasta un puente cercano. Es el puente que marca el límite entre Arico y Granadilla. Ahora viene lo más complicado: encontrar una bajada hasta el cauce. Me pongo en el centro del puente sobre el barranco de El Río y miro hacia arriba y no veo ninguna posibilidad, las paredes son muy verticales. Miro hacia abajo y sin ver ninguna vía de acceso me lanzo ladera abajo y me subo sobre un roque que está en el borde del barranco, pero no es posible bajar. Bajo por un barranquillo cercano destrepando rocas y llego hasta un salto pulido que va a dar al cauce del barranco de El Río, pero por más que me alongo no veo la manera de bajar, debe haber por lo menos un salto de 6 o 7 metros hasta el cauce así que lo doy por concluido. Imposible. El barranco va tan encajonado y ha llevado tanta agua (de ahí el nombre: el río) que ha tenido que horadar como un cuchillo la piedra dura que es muy gris, casi blanca en el fondo, pero bermeja y marrón en las paredes. Aunque no lo he conseguido, moverme por este entorno de rocas redondeadas y plantas crasas ha sido una experiencia muy interesante. La pared de enfrente muy empinada está ocupada por cientos de bejeques de un metro de alto cada uno con un solo tronco y un solo penacho y una distancia constante entre ellos. Ni hecho a propósito sale tan regular. En este intento de bajar me ha fustigado un viento fresco constante (Arico está a 500m de altitud) y un sol intenso que no han contribuido a dejarme pensar con claridad.
Parte B
Como tengo todavía bastante tiempo me voy, en coche, hacia la montaña a hacer una excursión de FF. Al lado de la pequeña y graciosa ermita de San Bartolomé en El Río sube una calle (San Bartolomé) estrecha que tras las últimas casas sube montaña arriba con muy buen firme. En los 700 m está la casa de Taro con un bonito horno exterior en piedra blanca y se puede ver el interior vacío pero habitable y en buen estado. La casa tiene dos habitaciones, una con un altillo de mimbre y una cocina de gas que parece algo incongruente allí, pero por un momento me la imagino conectada a su buena bombona de gas y alguien haciendo una riquísima paella. Más adelante hay un cartel limitando la velocidad a 10 km por hora y por fin llego a una zona llamada Los Canos (1110m) que está a unos 5 km de El Río. Aquí termina el asfalto y empieza una pista de tierra. Aparco el coche en un llanito empedrado.
Empiezo la ascensión por un terreno de terrazas amplias donde se debió cultivar cereales antiguamente, hace tiempo que están abandonados. Apenas he visto fincas en la subida en coche y ahora el paisaje no es especialmente atractivo. (Cuando, después, regresé bajando por esta pista sí me parecerá fantástico ver, en la distancia, todos los pueblos dispuestos en las crestas de las lomas (Arico el Viejo y Arico el Nuevo formando una uve; ocupando más extensión la Villa de Arico y cerca La Cisnera y El Río, todos formando tiras blancas hacia el mar y al fondo, a la derecha, en la costa el puerto de Granadilla.) Pero ahora estoy subiendo con no muy buenas sensaciones por este paisaje un poco insulso en el que sólo destacan las gramíneas iluminadas por el sol en el borde de la pista y una planta trepadora: el corregüelón, de flores en forma de campana de color lila.
En los 1300m tomo una pista hacia la izquierda y, al llegar a una bifurcación (no muy visible), tomo a la derecha y subo por una loma (la morra de Las Arbejas) hasta justo el borde del barranco de El Río, atravesando en el último tramo antes del borde un pequeño pinar. Y de una manera un poco dramática, y casi de repente llego a un lugar, un mirador fantástico (cuyas coordenadas son: 28º11'06.51"N - 016º33'52.41"W. Un mirador sobre el abismo del tremendo cañón que se abre ante mis ojos, me quedo con la boca abierta y maravillado del impresionante hueco que ha formado el barranco y de las paredes de 200 metros que caen a plomo y del salto de piedra blanca que se ve hacia arriba dónde cuando llueve mucho debe caer una buena cascada. FF advierte de que hay pasar con cuidado por el borde y efectivamente yo me muevo por el borde con admiración y miedo, porque algo me atrae hacia el vacío, pero no me puedo acercar a menos de dos metros al borde porque no sé cómo es por debajo. Lo rodeo un buen trecho hacia abajo hasta un saliente en el que logro ver bastante bien las paredes lisas de columnas de basalto verticales que están hacia arriba y las horizontales hacia bajo y los pinos que salen del borde y creciendo en las paredes verticales en un equilibrio imposible. La pared de enfrente está oscura y amenazante y densos pinares siguen por encima de los bordes. Es un espectáculo que me deja fascinado y cuando repaso la descripción de FF me extraña que no diga nada de esto, más tarde cuando vuelvo a casa y veo sus fotografías de la excursión me doy cuenta porque no dice apenas nada del barranco en sí: había una niebla tremenda el día que estuvo y no se veía un carajo. Esta es la dura vida del excursionista, el tiempo manda.
Después de quedarme satisfecho de profundidades y abismos sigo por cerca del borde hasta que confluyo con un camino, bastante ocupado de vegetación y por él salgo a la pista por la que subía, sólo que bastante más arriba (1390m). La pista sigue subiendo, pero sin vistas hacia el barranco. En los 1430m sale una pista a la derecha, yo sigo subiendo hasta los 1500m aprox. Donde llego, en perpendicular, a una pista más ancha (Pista Barranco El Río). Sigo a la izquierda por esta pista y pronto llego a una barrera de hierro cerrada. Rodeo la barrera y sigo por la pista hasta el final abrupto y repentino. En la otra ladera se ve la pista, pero por alguna razón no la completaron. (Años más tarde me entero de que intentaron poner un puente pero los ecologistas lo impidieron el día que lo iban a instalar). Muy rica vegetación de barrancos y olor fragante a pinos. Regreso un poco por la pista y encuentro un sendero precioso (a la derecha) por la iluminación y la vegetación y bajo hasta el cauce del barranco que parece que siempre lleva agua. Pero ya no tengo más tiempo de seguir por el cauce del barranco hacia arriba (como un km hasta la confluencia del barranco del Río con el de Pasajirón). Este barranco se parece al que hice desde Ortiz, pero este con agua. Subo por el sendero de enfrente hasta la pista, sube zigzagueante. Cuando llego a la pista vuelvo a bajar y lo hago de vuelta hasta la pista sin salida. Regreso por la misma pista.
En la vuelta pequeños problemas físicos me enturbian la caminata: el viento abajo me ha dejado la garganta raspada, la rodilla derecha me molesta, el pie izquierdo lo tengo como apelmazado, en la punta del pene siento unos picotazos, de vez en cuando, insoportables, y me he manchado los pantalones con el líquido lechoso de las tabaibas. Esta es la cosa del senderismo, se pone el cuerpo a prueba en más de un sentido. (Cuando llegue por la noche a casa ya no sentiré ninguna de esas molestias, simplemente estaré un poco molido.) Regreso en el coche un poco agotado después de una intensa semana de subidas.
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Pulsar en los siguientes enlaces para descargar los dos tracks de esta excursión
Tracks orientativos, no obtenidos durante la excursión, elaborados después de realizarla
Parte A
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Parte B
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Alrededores de El Río
Los Canos a Barranco El Rïo