• Excursión 1507. 29 Agosto de 2023. Martes.
El Sauzal. Risco y playa de la Garañona. Mesa del Mar
Municipios: El Sauzal. Tacoronte
ENP: Paisaje Protegido Costa Acentejo
De 15.45 a 18.45h. De 325 a 0m.
Distancia: 6,2k. Duración: 3h.
Bajada desde El Sauzal por el acantilado con un tramo corto e intenso por un andén peligroso hasta la maravillosa y espectacular playa de La Garañona (una de las mejores y más inaccesibles de la isla). Después travesía de la playa con marea baja, paso por una plataforma caótica hasta descender con cuerda a una pequeña playa y seguir por cayados hasta el pueblo veraniego de Mesa del Mar
Recientemente he estado estudiando las fotos satélite actuales de la costa de El Sauzal (Mapa Territorial en el visor de la página web del Gobierno de Canarias) comparándolas con otra del año 1952 de una resolución muy buena y he vuelto a pensar en la bajada a la playa de la Garañona desde El Sauzal, un sendero de pescadores que he intentado ya tres veces, dos desde arriba y una desde abajo. En el Mapa Territorial he visto que destaca claramente un sendero que se corresponde bastante con otro en el Mapa Topográfico. En las fotos he dibujado una línea de por dónde va el sendero y las altitudes en varias partes. Con todo esto hoy martes me decido a explorar desde arriba el sendero, sendero que es mucho más accesible desde arriba que desde abajo. Desde arriba sólo tienes que bajar por unas callejuelas de El Sauzal para empezar el sendero, pero desde abajo hay que ir desde Mesa del Mar, al nivel del mar, o bajar por el risco desde el Jardín del Sol, en Tacoronte.
Salgo un poco tarde de casa, El Sauzal está cerca. Dejo el coche en una calle céntrica (Avenida Las Palmeras) y camino hacia abajo (hacia el oeste) hasta que me meto, a la derecha, tras unos dos o tres minutos, por la calle Samoga. Voy un poco a bulto. No recuerdo claramente por dónde empezaba el sendero. En la parte inferior de la calle encuentro un pasillo estrecho entre dos parcelas y me meto. No me suena, pero me meto. Va a dar al risco y sigo por la derecha por un estrecho sendero, unos 200 metros, hasta un depósito pequeño de agua con culantrillos por encima, pero sin salida. Por aquí no es. Regreso a la calle principal (Avenida Inmaculada Concepción), sigo hacia la derecha y enseguida me meto por otra calle lateral, a la derecha, Hermanos Toste (sin salida). Bajando por la calle saludo a un hombre en un balcón, resulta que me conoce, resulta que nos conocemos, es un antiguo alumno (Fran, se me había olvidado su nombre, más tarde su mujer me lo dice). Con Fran ya había hablado varias veces de este sendero de bajada a la playa y lo tenía presente casi desde empezar. Me resulta llamativo que lo haya encontrado. Él me dice que deben ser las sincronicidades de Jung. Le digo lo que pretendo, y que sólo quiero explorar el sendero. Me desea suerte. Sigo bajando, llego a una bifurcación y tomo a la derecha. Sigo bajando y encuentro el pasillo (270m) entre dos parcelas, no tiene ninguna indicación, es estrecho, está limpio, se puede pasar. Que el sendero exista, que se haya respetado el paso entre dos parcelas me resulta milagroso, aquí está. Rodea una parcela y después el sendero se echa a la izquierda hasta casi llegar a una carretera (250m, parte de una finca) donde una gran valla impide el acceso hacia esa carretera.
Ahora el sendero se echa a la derecha y zigzaguea entre vegetación muy densa. Es un sendero muy trillado y claro. La ladera hacia abajo, ya parte del acantilado, está totalmente cubierta de plantas, es de una feracidad increíble. Encuentro una bifurcación. La sigo a la derecha, pero tras unos dos o tres minutos compruebo que no es, regreso a la bifurcación y ahora me echo a la izquierda y tras un corto tramo llego de nuevo al borde, al límite de una finca. (Antiguamente el sendero iba todo el rato pegado a la finca, en la actualidad está cubierto de plantas, el sendero que he recorrido evita el tramo del sendero cerrado por plantas). El día está totalmente despejado, no hace mucho calor, percibo el entorno como muy salvaje, es la combinación de ladera inclinada y vegetación intensa (tarajales, cornicales, granadillos, tabaibas, pencas, cañaverales, piteras, hediondos, matorriscos, inciensos). No dudo que en la antigüedad incluso esta parte estuviese cultivada en pequeñas terrazas, pero ahora las plantas están en una lucha encarnizada por prevalecer y la combinación de sol intenso, y humedad en forma de nieblas que ascienden por el acantilado hace este un entorno muy feraz. Yo voy un poco nervioso, la prueba puede ser fuerte. Hoy vengo muy convencido de mis posibilidades.
Voy ahora por el borde de la finca sobre roca con caída considerable hacia la derecha. Por momentos las viñas de la finca invaden el camino. Más abajo una valla alta separa y protege los aguacateros y su tesoro del sendero. Al nivel de las últimas terrazas de la finca el sendero abandona la valla (16.15h, 165m) y se echa a la derecha bajando (por un túnel) entre tarajales. Enseguida el sendero tuerce a la izquierda para bajar por una resbaladera de tierra suelta y húmeda y oscura por donde han puesto una cuerda, a la derecha hay una caída sobre plantas. Hasta aquí es donde llegué en mi último intento (excursión 1205). Hoy vengo muy confiado y medio arrastrándome y sujetándome de la cuerda bajo este tramo que tiene bastante pendiente. Después viene una parte del sendero más sencilla donde me asalta la visión del mar, del sonido de las olas, de la claridad de la espuma blanca, del sol brillando. El mar empieza a estar presente, la playa también, la puedo ver, larga y ancha, de arena oscura aclarada por el brillo del mar, de una textura muy suave. Hasta ahora he estado demasiado enfrascado en la bajada y en superar esa parte de arena suelta, que era mi frontera mental. En unos dos minutos el sendero llega a una cueva grande de arena suelta (125m, piroclastos y piedra pómez), es una cueva profunda, de las que casi no veo el fondo, alta, me gusta mucho, y me sugiere un abismo. Aquí el sendero se echa a la izquierda y va pasando por esta cueva y otras dos más, también grandes, que parecen estar comunicadas.
El sendero sigue unos metros bajando, pegado a una pared, hacia no se sabe dónde, no veo la continuación, parece que va hacia una caída y, y entonces, repentinamente, llego a un abismo. No me entretengo en investigar qué clase de abismo porque enseguida veo a la izquierda un pequeño andén, medio metro de ancho y reforzado con unos tablones, que apenas se ven y… una cuerda con una tablilla que parece tener un cartelito. La cuerda está sujeta a la pared por remaches de acero a intervalos regulares. Va algo baja, pero suficiente. Y ahora me doy cuenta de que este es el paso complicado (en el mapa de Grafcan aparece como El Paso), el sitio más expuesto de la bajada, lo imaginaba dentro de una oquedad, pero no, está en el puro borde, el material del sendero y de la pared a la izquierda es de piroclastos de color beis claro, un material que no se caracteriza precisamente por su dureza y que es fácilmente erosionable. Pensando que el cartelito me va a advertir del peligro del sendero o directamente prohibir bajar, le doy la vuelta y veo que dice: cuerdas puestas 1-07-2023. Maravilloso. Algunas personas no solo han puesto las cuerdas, sino que además al poner la fecha dan una idea clara del estado de la cuerda. Fantástico. Sin dudarlo ni un momento, agarrando la cuerda empiezo a bajar por el estrecho andén, sobre las tablas apenas visibles en el suelo. Hay espacio suficiente para caminar, no hay que saltar ni nada, pero, es indudable que la cuerda te da un tremendo extra de seguridad para caminarlo.
Después el sendero sigue bajando con más inclinación sobre terreno muy erosionado, suelto, donde hay cuerdas, muchas cuerdas, de buen aspecto, bien hincados en la pared sus agarres o con picas de hierro forjado. Una cuerda está recogida en la parte de arriba, al lado de su agarre, señal de que la última persona que pasó por aquí lo hizo subiendo. En algún momento de estos que suelto una cuerda y agarro otra me doy la vuelta (el sendero va hacia la izquierda) y miro a la playa, que parece tan cercana, tan acogedora, donde una bandada de aves marinas camina por la playa. Tengo la sensación ya de que lo he conseguido, de que voy a poder bajar. Tras la parte de más pendiente con una pared a la izquierda y una buena caída a la derecha hay un tramo con arena muy suelta (55m) y después tengo que cruzar una pequeña resbaladera donde todo parece estar moviéndose en cuanto pongo el pie en ella. Arrastrándome casi, lo supero y me meto en un túnel bajo un cañaveral. La dirección del sendero apenas ha cambiado en toda la bajada desde el sitio más peligroso. Y ahora, tras el cañaveral, tampoco lo hace, y sigo bajando por un terreno muy inestable hasta que llego a una pequeña arista por la que continuo, ya sin sendero, con mucho cuidado, hacia un tremendo caos de grandes piedras, no me hace falta sino mirar hacia arriba para saber de dónde han venido estas piedras, por encima tengo un acantilado vertical.
Al llegar al caos de piedras (17.10h), donde hay enormes piedras, angulosas, todavía no desgastadas, miro hacia la izquierda y veo una plataforma a unos cien metros, un pequeño promontorio elevado unos cuatro o cinco metros sobre el mar donde hay un pequeño recinto cubierto de una lona. Curioso y pensando que alguien puede estar ahí me echo a la izquierda y empiezo a ir entre las rocas, cuanto más alejado del mar más irregulares y grandes, es una travesía de lo más tortuosa, es muy complicado, no salto nunca, bajo, subo, pero sin saltar. Enormes cangrejos negros aparecen de entre las rocas y huyen de lado, como suelen hacer. También los veo rojos y más pequeños. El sonido del mar es muy fuerte y la sensación de amenaza es constante, tengo que ir muy despacio. Cuando llego cerca del promontorio me doy cuenta de que el paso es muy complicado, tendría que subir por la pared y por un estrechísimo andén mojado caminar unos diez metros hasta alcanzarlo. Lo dejo. Demasiado arriesgado. Quizás con bajamar se podría llegar desde abajo. (Unos meses más tarde me dijo un senderista que ese andén es más resbaladizo que el fairy, que hay que ponerse calcetines gruesos para poder atravesarlo). Regreso por el caos de rocas considerando un gran progreso cada roca que voy pasando, con mucha paciencia, sin apresurarme, un mal paso, un resbalón aquí puede ser un desastre. Me lleva más de media hora este doble paso de las rocas hasta que logro llegar a la súper acogedora arena negra compacta de la playa. La vida puede ser maravillosa. La playa de la Garañona es larga (un kilómetro) pero su anchura es muy variable, depende de las mareas, y ahora (una hora y media antes de la bajamar) casi tiene su ancho máximo (treinta o cuarenta metros).
Me relajo doblemente, primero por caminar por esta arena semi compacta, cuya superficie cruje ligeramente cuando la piso, con unas olas suaves que rompen formando filigranas que permanecen un instante, acariciado por una suave brisa y segundo, por la sensación de inmensidad y de un largo recorrido por la playa. Es una de las playas más espectaculares de la isla, para mí, la mejor. Y está protegida por unos accesos endemoniados, aquí solo viene gente en buena forma física, sobre todo desde Mesa del Mar, gente atrevida dispuesta a ir por sitios expuestos y peligrosos. Apenas reconozco el sitio de la playa donde una vez me trabé durante horas porque me pillo la marea alta. En aquella ocasión (excursión 1073) la anchura de la playa era cero metros, no había playa, ahora hay más de treinta metros. El sitio lo reconozco por una soga que cuelga de una pequeña oquedad. Disfruto de cada paso por la playa, por las partes más húmedas me hundo, por las partes secas la arena cruje suavemente. A la derecha el acantilado sube vertical, acantilado formado por sucesivas coladas de lavas, de la dorsal de la isla, estuvieron durante 500.000 mil años cayendo corrientes de lava hacia el norte. Pero porqué existe un acantilado tan alto aquí y no más adelante o más atrás en la costa, es algo que me supera, no tengo ni idea. Cerca de la cueva hay un pequeño grupo de bañistas. La gran piedra en la playa está completamente descubierta. No siento ningún deseo de bañarme, estoy bien como estoy, forrado como una platanera, bajo mi sombrero y las gafas de sol. La llegada a la plataforma significa que se termina lo bueno. Es de lo más irregular, con muchas texturas diferentes, hay que bajar por una grieta, tiene cuerda, yo no la uso. Partes más grises, más negras, otras rojizas, y ningún sendero, hay muchos sitios por donde se puede progresar.
Ya he descartado la idea de subir por el risco hasta el Jardín del Sol, por las tardes esta subida es mortal, esta azocada y con el sol enfrente es muy agobiante. Prefiero seguir hasta Mesa del Mar. La parte complicada es la bajada de la plataforma por una soga que abajo tiene escalones de madera. Con gran decisión agarro la cuerda y haciendo algo de rappel bajo la pared ahuecada hacia adentro, el roce de la cuerda me quema las palmas de las manos, y parece que voy a ver humo saliendo de ellas, afortunadamente la bajada es corta y rápida. Después el paso por los cayados, aunque incomodo, es un paseo triunfal para mí. Cuando voy por la playa llamo a un taxi para que me espere al lado de la ermita en Mesa del Mar. En la playa hay muy buen ambiente, mucha gente tomando el sol, jóvenes y niños más bien. El paso por el túnel con la corriente de aire fresca es tan maravilloso como siempre.
El taxi viene pronto y me lleva hasta donde dejé el coche en El Sauzal (15€). Es un taxista que conozco al que le cuento lo que acabo de hacer, en otra ocasión me bajó a Mesa del Mar desde mi casa para hacer una excursión subiendo por el risco de la Calabaza. Me acerco a decirle a Fran que he conseguido bajar a la playa. Él me enseña su bodega donde la uva que está fermentando parece estar respirando. Un buen final para una fantástica excursión.
De esta bajada ya había oído hablar muchas veces. Me acuerdo del comentario de Fernando (Momo) de hacerlo siempre en subida, nunca en bajada; me acuerdo del comentario de su hermano, de que habían tenido que buscar el principio de la subida y que no pensaba repetirlo; del comentario de unos pescadores de que era cien veces más peligroso que el sendero desde Jardín del Sol. Ya lo he hecho. Fantástico.
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Track orientativo, no obtenido durante la excursión, elaborado después de realizarla
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