• Excursión 896. 21 Enero de 2019. Lunes.
Las Maretas. Barranco El Río. Chapa Tomillo.
Municipio: Arico.
De 14.50 a 18.12h. De 10 a 200 a 10m.
Distancia: 10km. Duración: 3h 22m
Recorrido desde la desembocadura de un barranco por o cerca del cauce y subida hasta los 200m por una vieja pista en una zona bastante abandonada con paso por un pequeño desfiladero y exploración de una meseta de piroclastos
Tardo 50 minutos en llegar a Las Maretas desde mi casa en Tacoronte. Está a unos dos o tres km de la autopista. Dejo el coche en una calle (El Río) que bordea el barranco con casas al otro lado, lo aparco enfrente del número 63 de la calle. Aquí, al lado del mar, hace un poco de viento con claros y nubes.
Estoy muy cerca de la desembocadura del barranco, una salida ancha y llana, con abundancia de torrenteras de piedras y arena y donde hoy no hay charcos, pero sí grandes grupos de coscos, unas plantas que forman alfombras, de color rojizo. Cuando empiezo a subir por la calle de El Río veo a un grupo numeroso de turistas que se disponen a entrar al cauce llano y pedregoso del barranco de El Río. No cruzo el cauce, sino que sigo subiendo por una pista ancha que va a la derecha del cauce del barranco en dirección a la autopista. El firme es irregular y pedregoso. Tiene algunas paredes rocosas interesantes en la parte derecha. El cauce pronto se convierte en un canal excavado en el revuelto de arenas y piedras redondeadas que constituyen el fondo del barranco, ese revuelto que debe ser el producto de aluviones repetidos durante miles de años y que ha ido sucesivamente allanando y creando canales. Además de las paredes rocosas paso algunas fincas abandonadas y polvorientas.
Tras unos diez minutos largos cruzo la autopista por un túnel ancho y recto. Al otro lado la pista, todavía visible por su doble rodada, sigue y más estrecha sobre cayados redondeados y todo tipo de piedras cubiertas por rabo de gato. La pista va por el propio fondo (el cauce) del barranco, o por un lado o por el otro, el fondo es ancho y describe curvas con paredes muy bajas a los lados. Empiezo a percibir un olor penetrante y ácido, que trae el viento desde la derecha. Olor que no es agradable, pero al no atribuirlo a nada concreto se convierte en otra parte exótica del paisaje. El viento es soportable. A la derecha he pasado algunos invernaderos y poco después (unos diez minutos largos desde el cruce de la autopista), por donde una pared vertical de unos 30 o 40 metros de altura (Morra Redonda), llego a un espacio llano amplio donde termina un barranco (el que viene de la Cueva de la Pared –excursión 858, barranquillo El Chamuscado), y por un momento no sé por dónde seguir porque se forma una gran llanura sin una clara trazada de la pista.
Tengo que seguir hacia la derecha para pasar ese barranco y seguir por el de El Río y tras el meandro viene una parte también llana y hay una gran pared a la derecha (La Cagada) con formas originales, una pared de piroclastos, la piedra tan abundante en toda esta zona. Cuando se empieza a estrechar un poco el barranco la pista se aparta del cauce y empieza a subir por la izquierda con tramos completamente destrozados e imposibles para vehículos. Un poco después la pista (por la que más o menos estoy yendo todo el rato) describe una curva muy pronunciada a la izquierda y entonces yo la dejo y sigo por la ladera sin sendero aparente y llaneo entre la vegetación (balos, tabaibas, matorriscos, verodes y escobones). Las plantas, aunque grandes están dispersas y me permiten avanzar con algo de dificultad. Cuando llego a una esquina de la ladera me doy cuenta de que me he elevado mucho sobre el cauce y veo un desfiladero angosto y rocoso justo debajo, también veo hacia arriba del barranco un cauce grisáceo y rocoso de mucho carácter que contrasta con los tonos marrones de las partes superiores de las paredes del barranco, cubiertas de verde. (Este desvío no está reflejado en el track de la excursión). Regreso por la ladera hasta la pista y bajo hasta el cauce.
Grandes piedras y restos de ramas de árboles en el cauce me dificultad el avance, también el rabo de gato que oculta el fondo, tengo que ir pisando/tentando con mucho cuidado. Y llego a una parte fantástica, es un desfiladero estrecho, formado por piedras grises y con pozos de arena, voy por el cauce pulido gris y también trepo por las piedras que están lisas y son resbaladizas. Arriba las palomas zurean y salen asustadas y me asustan a mí, que voy inquieto entre estas grandes piedras. No tardo mucho en toparme con una gran piedra que está atorada en el estrecho desfiladero y me impide seguir. Por un momento me imagino a mí mismo como un escalador que sólo con los brazos y bamboleándose trepa entre la piedra y la pared, pero tras ver esta pequeña película me veo lesionado con un hombro suelto. Regreso y salgo del desfiladero asustando a más palomas. Qué antipático y desagradable me resulta ese repentino aleteo que tiene un sonido tan grave.
De nuevo en la entrada al desfiladero lo supero trepando por la derecha, por encima de las piedras y llego a lo alto del desfiladero, lo recorro un poco hacia adelante pero no encuentro la manera de bajar hasta el cauce. Sigo adelante por lo alto, por la ladera, admirando la forma y el color grisáceo del cauce del barranco, con muchas nervaduras, pliegues y canales. (Tengo muy presente que este es el barranco de El Río, un barranco de cumbre, y que puede llevar tanta agua. Un barranco con tramos trazados a cuchillos y grandes cascadas y saltos que empieza casi en la degollada de Guajara, por encima de los 2300 metros.) Sigo por la ladera por un terreno que estuvo ocupado por terrazas plantadas, hay abundantes restos de muros de contención, y siguiendo un sendero, que he descubierto y que llanea por la ladera. En lo alto de la ladera veo invernaderos. Enfrente tengo la desembocadura de otro barranco (Hoyas del Río). Logro bajar hasta el cauce sorteando los desniveles y procurando memorizar el recorrido, hay un pequeño salto antes del cauce. Voy a cruzarlo porque he visto al otro lado grandes bloques de piroclastos desprendidos, que podría ser el hueco de una cantera, y una atractiva loma de piroclastos beis.
Después de cruzar el cauce tengo que cruzar una barrera de balos y escobones para empezar a subir la ladera hasta los bloques desprendidos de piroclastos (de textura uniforme). De nuevo voy memorizando el camino para poder regresar por aquí. Los bloques son impresionantes, enormes, como pequeñas casas, paso entre ellos y la ladera y después me encaramo a la ladera abrasiva. La ladera es de otras formaciones de piroclastos, que son rugosas y buenas para caminar, en absoluto resbaladizas, y mis pies se adhieren al suelo como los de un perenquén a las paredes. Eso sí, no puedo permitirme el lujo de resbalar aquí porque me laceraría con mil heridas. En esta superficie crecen pequeñas tuneras además de unos pocos balos, matorriscos y tabaibas. Esta zona se llama Chapa Tomillo. Paso una ladera, traspaso la hendidura de un barranquillo y recorro otra ladera más con una vista sobre un barranco.
Decido regresar (16.51h). Todavía se podría seguir más, es bastante llano pero lo dejo para otro día, y así puedo continuar explorando el barranco de El Río y ver si puedo llegar a las inmediaciones del pueblo de El Río donde el barranco es afilado como un cuchillo. Vuelvo por donde he venido más o menos porque no hay senderos, con vistas hacia el barranco de El Río, a donde veo una finca con cabras y una pista asfaltada que sube a la carretera. Bajo hacia el cauce, lo paso y subo por la ladera rodeando los muritos medio caídos de las terrazas en dirección a un invernadero y logro salir a la carretera (Carretera del Río, 200m, 17.15h). Al otro lado descubro una gran balsa completamente seca, con el suelo cementado y cubierto de yerbas secas. Lo recorro hasta su pared de contención. Me gusta mucho este espacio, en realidad, este no espacio, que parece mal diseñado para retener agua. La luz cálida embellece las formas alargadas de los muros y los colores claros de sus paredes. Regreso a la carretera y empiezo a bajar hacia la autopista. De la izquierda me llega un olor ácido fuerte, es el mismo olor del principio, pero mucho más intenso y mezclado con el olor del aceite quemado de los aerogeneradores. También me llega de la izquierda ruido de camiones ¿será un vertedero? Prefiero no pensarlo. El viento racheado intensifica el ambiente desolado de los parajes, pero a mí me gustan mucho, esta soledad, este abandono. Bajando por la carretera y más abajo descubro varias explotaciones con cabras, que comen disciplinadas de unos canales en los laterales o pacen tranquilas en medio, están un poco apelotonadas. Y todavía antes de llegar al túnel de la autopista descubro otro invernadero con huecos en los que hay vacas. Cruzo el túnel ancho, largo y recto y sigo por la pista de firme pedregoso. Está cerca de ponerse el sol y llego a ver las formaciones rocosas del principio de la excursión con una maravillosa luz cálida. Un motorista pasa arriba y abajo y me mira con suspicacia. De los turistas del principio no veo ninguna traza cuando me monto al coche después de haber hecho mis estiramientos de rigor.
---------
Pulsar en el siguiente enlace para descargar el track de la excursión
Track orientativo, no obtenido durante la excursión, elaborado después de realizarla
drive.google.com/file/d/1RRqe0Crcajtp23uqSDzmEmxU5uYnrUmo/view?usp=share_link
Las Maretas a Chapa Tomillo por el cauce del barranco de El Río